Maternidad
No existe una ideología de la maternidad intensiva

La existencia de modelos de crianza no hegemónicos (como la crianza con apego o respetuosa) son puestos en duda por un sector del feminismo, que consideran que estas madres, aunque sean feministas, están inmersas en una ideología de la maternidad intensiva producto del patriarcado. Sin embargo, esa tesis pone en cuestión la capacidad crítica de las madres y ejerce un enorme paternalismo sobre ellas. En este artículo pretendo desmontar la existencia de esa supuesta ideología y cómo, de existir, debería ser considerada una ideología feminista al producir grandes transformaciones en la sociedad.
Ilustración maternidad intensiva
Autor: Maldomado (IG: @e.maldomado)
Madre, antropóloga, feminista y activista. Investigadora doctoranda de la UGR sobre activismos en grupos de madres.
25 abr 2021 06:06

Hace aproximadamente un mes pudimos leer un artículo acerca de un estudio sobre maternidades, realizado por investigadoras de la Universitat de Pompeu Fabra de Barcelona. Un estudio realizado a seis madres y sus hijas, ya adolescentes o adultas. De esa pequeña muestra de mujeres de una misma generación, es decir, sin hacer la necesaria distinción entre la crianza temprana y la crianza en general, extraen las autoras confirmación a su tesis inicial: que las madres se encuentran dentro de una ideología de la maternidad intensiva que ejerce violencia sobre ellas.

La llamada “maternidad intensiva” fue definida así por Sharon Hays y defendida por Elisabeth Badinter, que ya desde los 80 ya hace una crítica a la maternidad. Estas autoras, entre otras, se han convertido en la base de los discursos antimaternalistas del feminismo hegemónico. Consideran que determinadas formas de crianza, como la “crianza respetuosa o con apego”, la defensa de la lactancia materna y algunas prácticas, como el colecho o el porteo, son parte una ideología conservadora que considera al bebé un dios al que la madre adora, despreciando la aportación de los padres (Hays, 1998).

Maternidad
Maternidades La ideología de “maternidad intensiva” atraviesa a las madres, también a las feministas
Investigadoras de la Universitat Pompeu Fabra analizan los miedos y prejuicios que cargan las mujeres a través de entrevistas a ocho madres y sus hijas.

Una ideología que buscaría devolver a las mujeres al hogar y que estaría apoyada, entre otras instituciones patriarcales, por organismos nacionales e internacionales de salud. Por este motivo, a las madres que crían desde esos modelos y prácticas de crianza no hegemónicas se las ha considerado, de una forma muy paternalista, abducidas por ese sistema patriarcal que les impone cómo ser una buena madre. Sin embargo, la crianza denominada con apego o respetuosa no es el modelo defendido desde nuestra cultura, ni desde el sistema sanitario, como demuestran los estudios de Etnopediatría (Meredith Small, María José Garrido) y la antropología de la crianza. De hecho, estos modelos de crianza son contrahegemónicos y dan lugar a individuos más libres y críticos con el sistema. Por este motivo, las madres que quieren coger excedencias por cuidado, lactar durante más tiempo, dormir con sus bebés, tenerlos en brazos, portear... sufren un sinfín de críticas y distintas formas de violencia (machista) por salirse de la norma. Por eso, a menudo necesitan aislarse (no hacer caso de sus pediatras, a veces ni de sus propias familias) y unirse a grupos de apoyo o de crianza que constituyen espacios seguros. Esto nos debería sonar a las feministas. Además, el sistema sanitario, a pesar de promocionar la lactancia materna, pone muchos impedimentos en la práctica. Las tasas de lactancia materna son un fracaso y una gran cantidad de madres que desean amamantar se encuentran con la falta de apoyo y múltiples interferencias. En los grupos de apoyo a la lactancia materna lo saben bien. Se nos olvida que seguimos inmersas en la cultura del biberón, acorde con nuestro sistema capitalista, que prioriza las multinacionales productoras de sucedáneos de leche, pues la lactancia materna se sitúa, como expone Ester Massó, en una práctica relacional no mercantil y sostenible.

Debido al mísero permiso de maternidad en nuestro país, si algunas madres pueden optar a estar más tiempo con sus criaturas es porque pueden coger excedencias sin remunerar, a pesar de la precariedad que produce

Por otro lado, se ha argumentado de forma errónea que las madres que permanecen voluntariamente más tiempo con sus criaturas no tienen nada mejor que hacer, tienen empleos precarios, poca formación, un bajo nivel económico... Este argumento es profundamente clasista y produce una infravaloración del maternaje, como si fuera un trabajo menor. Además, no tiene en cuenta el perfil de las madres que se encuentran en estos grupos de crianza: una gran mayoría pertenecen a una clase media, con estudios y buenos empleos. De hecho, debido al mísero permiso de maternidad en nuestro país, si algunas madres pueden optar a estar más tiempo con sus criaturas es porque pueden coger excedencias sin remunerar, a pesar de la precariedad que produce. En nuestro país la crianza no se valora ni se protege.

Nos encontramos entonces con el discurso de la “mala madre”, que podría haber sido interesante para criticar las imposiciones culturales que se ejercían sobre aquellas “esposas-madres” para ser madres perfectas, de esas que se levantaban a las seis de la mañana para hacer galletas recién horneadas para toda la clase y que planchaban incluso las bragas de sus hijas. Siento decir que, todo eso que probablemente viviera Betty Friedan y tantas otras de su época y de su clase social, no se corresponde con la realidad de la mayoría de madres de otras clases sociales, ni con la mayoría de madres occidentales contemporáneas, mucho menos de madres pluriempleadas. Ahora no tenemos tiempo para estar con nuestras criaturas, como para andar planchando bragas. Así que, más allá de ese imaginario social de madre perfecta que ya solo existe en las mentes de algunas teóricas, deberíamos dejar de hablar de “buenas” y “malas” madres, ni siquiera como crítica, ya que lo único malo es este sistema patriarcal y capitalista al que regalamos casi la totalidad de nuestra vida (y algunas personas se escandalizan porque dedicamos un año a nuestro bebé).

Dedicarle un tiempo a tu criatura es percibido como una ideología neoliberal y, sin embargo, ser explotada en un mercado laboral capitalista, no

El titular del artículo refleja con sorpresa que esta “ideología de la maternidad intensiva” también afecta a las feministas. Es verdad, cada vez más madres feministas eligen quedarse más tiempo con sus bebés y un modelo de crianza alternativo, porque “poner la vida en el centro” es una proclama feminista. El problema es que este modelo de crianza rompe con el modelo clásico de liberación de la mujer, basado en el empleo, de un feminismo histórico de la igualdad que se instauró en las instituciones. Como comentaba en otro artículo en Pikara: dedicarle un tiempo a tu criatura es percibido como una ideología neoliberal y, sin embargo, ser explotada en un mercado laboral capitalista, no. Por lo tanto, el modelo que pretende acabar con la lógica intensiva sería la renuncia a la crianza o, al menos, a parte de ella, para poder desarrollarnos con plenitud en un mercado laboral que esclaviza.

Es importante saber que las madres feministas no son abducidas por un ente patriarcal, sino que la maternidad las atraviesa y desde ahí producen su discurso. Una experiencia encarnada generadora de conocimiento situado que, en lugar de producir sospecha, podrían convertirse en sujetos epistémicos privilegiados, siguiendo las voces de Rich, Irigay, Braidotti, Haraway, Harding y otras autoras. Sin embargo, nadie dijo que iba a ser fácil esta vuelta al cuerpo después de una desconexión que arrastramos desde nuestros propios nacimientos (intensificada por una sociedad individualista y materialista). Para la mayoría, la maternidad consciente produce un choque frontal con nuestra mente lógica y encorsetada, con aquello que algunas de estas autoras llamaban la masculinidad abstracta o incorpórea. Con esto quiero decir que a muchas madres les cuesta reconocer o incluso aceptar esas sensaciones que están teniendo, ese deseo materno, como exponía Casilda Rodrigáñez. Porque nos encontramos con toda una educación patriarcal de desconexión y con un modelo de feminismo (hegemónico) que nos transmitió que nuestra criatura no era parte de nosotras, sino un hándicap para la liberación.

Aunque consigamos esta conexión, seguiremos sufriendo un sinfín de violencias por ser madres: violencia obstétrica, nos separarán al nacer, pondrán impedimentos en la lactancia materna, nos dirán que no nos apeguemos demasiado, que nos desconectemos del bebé para ser libres, nos dirán que maternar no es un trabajo, que estamos perdiendo el tiempo, la vida y las oportunidades laborales… y tendremos que vivir con esa culpa por no cumplir con los patrones neoliberales que son la medida del estatus social. Nos harán pensar que el problema somos nosotras, nuestras maternidades “intensivas”, nuestro capricho, nuestra falta de mentalidad crítica, la poca fuerza de voluntad. Jamás se cuestionará un sistema podrido que hace una apología simplista de la maternidad para aumentar la tasa de natalidad y después mata a la madre y la experiencia maternal. Solo esperamos que las colegas feministas no sean cómplices de este exterminio.

Respecto a esta investigación, comparto su conclusión: la violencia simbólica es ejercida por el sistema patriarcal, al no dotar de recursos suficientes y de prestigio social la crianza. Sin embargo, basarse en la existencia de una “maternidad intensiva” pone el foco en las madres y no en el sistema. Tras leer el informe, me sorprende que se haga una interpretación del discurso de las madres entrevistadas que nada tiene que ver con lo que han dicho.

Priorizar los cuidados no es “ideología de maternidad intensiva”, pues debería ser el objetivo de toda la sociedad, por el bien de la infancia, que nunca se nombra aun siendo la parte principal de esta ecuación

Las madres entrevistadas exponen que han sentido el ejercicio de su maternidad como una libre elección, convirtiéndose sus hijas en su prioridad. Sin embargo, las investigadoras sugieren que esta libre elección es, en realidad, producto de una ideología maternal que ejerce violencia simbólica sobre ellas, dejando de “ser mujeres” para “ser solo madres”. Están generando una infravaloración de la madre, al tratarla como una persona que no conoce bien sus prioridades, revictimizándola. El concepto “solo madre” produce una degradación del ya escaso estatus social que ofrece la maternidad, y se olvidan de que una madre no deja de ser mujer aunque materne. Priorizar los cuidados no es “ideología de maternidad intensiva”, pues debería ser el objetivo de toda la sociedad, por el bien de la infancia, que nunca se nombra aun siendo la parte principal de esta ecuación.

Así mismo, se interpreta como un factor negativo la demanda de estas madres de criar ellas mismas a sus hijos e hijas y el hecho de sentirse indispensables. El deseo materno es visto como una imposición externa y no como una necesidad que nace de la madre y que favorece el vínculo con el bebé. Para colmo, en la investigación se hace responsables a las madres de la falta de implicación y corresponsabilidad paterna, culpabilizándolas del machismo en los cuidados (del que son las principales víctimas). Debemos ser precavidas con estos discursos, pues actualmente estamos asistiendo a la usurpación, explotación y pérdida de derechos que sufren las madres cuando se las considera prescindibles y perfectamente sustituibles.

En esta sociedad capitalista y patriarcal, lo que produce valor social es tener un buen empleo, no la maternidad ni la crianza, por eso se persigue constantemente la externalización de las criaturas para seguir produciendo

Seguimos con el informe y nos encontramos con la premisa negativa: “se las valora socialmente (a las madres) por sus capacidades de cuidado, empatía y su habilidad para gestionar conflictos” y en estos valores “se refugian”. En primer lugar, estos valores no son negativos, de hecho, no se juzgarían si los aplicásemos al terreno laboral en lugar de a la crianza. En segundo lugar, en esta sociedad capitalista y patriarcal, lo que produce valor social es tener un buen empleo, no la maternidad ni la crianza, por eso se persigue constantemente la externalización de las criaturas para seguir produciendo. La madre que materna no gana valor social, materna a pesar de ver reducido su valor social. Y para garantizar su acceso al espacio público es más fácil refugiarse en un empleo (incluso precario) que en la maternidad.

En otro epígrafe, las autoras consideran que las exigencias de la maternidad intensiva generan culpa, pero que las madres que han tenido tribu han podido cumplir con ese ideal intensivo sin sentir culpa. No analizan la importancia que tiene la tribu en la crianza, ni la situación de soledad y abandono de las madres. No analizan la culpa como un mecanismo patriarcal (contra todas las mujeres) al hacer a las madres responsables de la imposibilidad de maternar. Las investigadoras prefieren hacer de la tribu una especie de metadona del maternaje; por lo tanto, las mujeres sin tribu estarían irremediablemente enganchadas a la ideología intensiva y sentirían culpa al no poder conseguirla, debido a su alto coste en esta sociedad.

Es evidente que no existe ninguna “llamada natural”, sino un deseo personal y cultural de cada mujer de ser o no madre según sus circunstancias y prioridades

Y, ¿qué sucede con las hijas entrevistadas? Parecen conocer bien la experiencia de la maternidad. Las adolescentes son conscientes del vínculo con el bebé y del tiempo que esto requiere. Tener este conocimiento les permitirá una elección no idealizada para ser o no madres en un futuro. Sin embargo, las investigadoras no lo perciben así. Consideran que las dificultades que encuentran las adolescentes se deben a que están llamadas a ser “madres intensivas”. Cuando estas jóvenes hablan de la falta de libertad al ser madre, seguramente están viendo la ausencia de derechos y recursos, de valoración social, de tribu... que han tenido sus propias madres. Son conscientes de que la maternidad las relegará socialmente a un lugar inferior. A pesar de ello, y menos mal, también perciben la maternidad como algo gratificante, hecho que a las investigadoras no les parece adecuado, quizás porque consideren que la relación madre-placer es patriarcal (cuando debería ser feminista). En una sociedad donde la maternidad se retrasa cada día más, no podemos seguir hablando de la existencia de una ideología esencialista que promueve el instinto materno, porque es evidente que no existe ninguna “llamada natural”, sino un deseo personal y cultural de cada mujer de ser o no madre según sus circunstancias y prioridades. Hoy, la gran mayoría de mujeres en nuestro país escogen el momento en que quieren ser madres, incluso aunque ese momento no cuadre con nuestros esquemas hegemónicos.

Las investigadoras afirman en sus conclusiones que las madres entrevistadas no tenían una actitud crítica. Esto sucede cuando interpretamos la capacidad crítica de las madres en base a nuestra propia ideología sobre qué debería ser y no ser el feminismo. Por ejemplo, estos extractos de las entrevistas que aparecen en el informe son críticos y piden, entre otras cosas, más tiempo para maternar, como actualmente demanda la asociación PETRA Maternidades Feministas:

“Pero sí sería importante pasar más rato con el bebé. No más rato, más tiempo de baja antes que ir a trabajar, porque claro 3-4 meses son muy pequeños”

“Sentimiento de culpa por las horas que pasas en el trabajo y que estás perdiendo parte de su crecimiento y de poder estar con ellas…”

"Me siento culpable de haber tenido que trabajar tanto y no haber podido estar con mis hijas todo el tiempo que hubiera querido”.

“He tenido que dejar trabajos porque no podía recoger a la niña”.

Estas, entre otras citas de las informantes, además de ser tremendamente políticas, muestran cómo la culpa surge cuando el sistema no da respuesta y hace a las madres responsables de decisiones que se han visto obligadas a tomar sin desearlo: separarse de sus criaturas demasiado pronto o no poder pasar tiempo con ellas.

La conclusión al leer este informe es que se han usado teorías preestablecidas para interpretar el discurso de las madres y poder corroborar la hipótesis inicial. Además, se ejerce un enorme paternalismo, al imponer interpretaciones sobre aquello que las madres expresan. Desconozco el lugar de enunciación de las autoras, pero a menudo he podido comprobar cómo se hacen análisis de discursos de madres por personas que no se han acercado de forma exhaustiva a la experiencia de la maternidad (no necesariamente siendo madres, aunque experimentar de forma consciente la maternidad ayuda a entenderla).

Por lo tanto, podemos criticar que las maternidades hayan sido fagocitadas o secuestradas, pero no que la experiencia de la maternidad sea una gran mentira patriarcal que se deba eliminar

A pesar de esta crítica, también quiero defender a las investigadoras (no esta investigación) que seguramente estarán sobreviviendo en un mundo académico depredador. Hay que reconocer que no están inventando un discurso, pues realmente tienen toda una base teórica detrás que las respalda. La mayoría de estudios de género sobre maternidades que han tenido relevancia dentro de la academia han defendido estas posturas antimaternalistas. Pueden basarse en Beauvoir, Badinter, Hays, Wolf, etc. así como en tantas otras españolas que han citado y recitado a estas autoras sin cuestionamiento alguno. Sin embargo, no llego a comprender cómo las investigadoras hacen una contraposición entre Adrianne Rich y Victoria Sau, cuando sus discursos no son opuestos sino complementarios. Sau es necesaria para entender el exterminio del orden simbólico de la madre (como bien definía Luisa Muraro), dando lugar a lo que Rich llamó la “institución de la maternidad”, donde la madre no existe (de ahí el vacío) y es sustituida por maternidades “en función del padre” o patriarcales. Por lo tanto, podemos criticar que las maternidades hayan sido fagocitadas o secuestradas, pero no que la experiencia de la maternidad sea una gran mentira patriarcal que se deba eliminar. Porque, como decía Germaine Greer: “Rechazar que nos definan, nos discriminen y nos releguen en función de nuestra biología femenina no se debe confundir con pedir que nos priven de ella. La liberación de las mujeres no es posible a través de su destrucción”. El problema es que cuando algunas investigaciones se basan solo en el discurso institucional y dejan fuera el experiencial, se van a topar con un terreno vacío, donde la madre no se encuentra. Por lo tanto, para estudiar las maternidades hay que sumergirse en lo más profundo de la experiencia maternal, no quedarse en la superficie, no juzgar y, por supuesto, dejar a un lado toda idea preconcebida para no ser cómplices de una sociedad patriarcal que, como siempre, estará definida por el poder del padre y la eliminación de la madre.

Así que no, la mal llamada “maternidad intensiva” no es una ideología y, si lo fuese, sería una ideología feminista.

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#88400
29/4/2021 0:51

Estais obsesionados con lo de la sociedad patriarcal...cuando a la gran mayoría de los niños los educan preferentemente las madres y maestras. Un poco de coherencia, por favor.

0
6
#88389
28/4/2021 22:35

Felicidades por el artículo, es de imprescindible lectura. Se debería educar socialmente para poner en valor la necesidad de maternar, y de hacerlo libremente, sin la opresión social a la que estamos sometidas. También para tener consciencia de cuan necesario es que la madre destine los primeros meses de vida a estar con el bebé para garantizarle un buen desarrollo a todos los niveles, especialmente neuronal. Por supuesto, el cuidado del padre es esencial desde el principio, para sostener a la díada. Cuando el bebé crece el padre entra con toda su función, pero al principio -bajo mi punto de vista- es la madre o figura materna la que tiene que atenderlo. Fantástica la frase de Greer, queremos nuestros derechos como mujeres sin renunciar a nuestra biología femenina. Por tanto, si bien pedimos equidad con los hombres no debemos renunciar a nuestra condición de mujeres que damos vida y que el proceso requiere de nuestro cuidado. La igualdad no es que las mujeres puedan hacer lo mismo que los hombres, porque ya por biología tenemos funciones diferentes. La igualdad no debe crearse a partir del modelo patriarcal ya establecido sino de un modelo nuevo que tenga en cuenta las particularidades de ambos sexos, en el que se cuente que la mujer es proveedora de vida y que necesita su tiempo para gestar, cuidar y maternar.

0
1
#88373
28/4/2021 17:57

Felicidades por el artículo, es de imprescindible lectura. Se debería educar socialmente para poner en valor la necesidad de maternar, y de hacerlo libremente, sin la opresión social a la que estamos sometidas. También para tener consciencia de cuan necesario es que la madre destine los primeros meses de vida a estar con el bebé para garantizarle un buen desarrollo a todos los niveles, especialmente neuronal. Por supuesto, el cuidado del padre es esencial desde el principio, para sostener a la díada. Cuando el bebé crece el padre entra con toda su función, pero al principio -bajo mi punto de vista- es la madre o figura materna la que tiene que atenderlo. Fantástica la frase de Greer, queremos nuestros derechos como mujeres sin renunciar a nuestra biología femenina. Por tanto, si bien pedimos equidad con los hombres no debemos renunciar a nuestra condición de mujeres que damos vida y que el proceso requiere de nuestro cuidado. La igualdad no es que las mujeres puedan hacer lo mismo que los hombres, porque ya por biología tenemos funciones diferentes. La igualdad no debe crearse a partir del modelo patriarcal ya establecido sino de un modelo nuevo que tenga en cuenta las particularidades de ambos sexos, en el que se cuente que la mujer es proveedora de vida y que necesita su tiempo para engendrar y cuidar, maternar.

0
1
#88370
28/4/2021 16:54

Gracias en verdad por éste artículo. Felicidades a la autora. Si no es el sistema capitalista que nos hace sentir mal por querer dedicarnos 100% a la crianza y criar con apego, ahora también lo es con algunas hermanas feministas con posturas que nos hacen sentir "básicas y comunes" o "poco feministas" por querer apegarnos a nuestras crías y llevar una maternidad intensiva. Es nuestra decisión ser libres y maternar cada quién a su manera, el disfrutar de la simbiosis madre-hijo si ése es nuestro deseo, sin sentir culpa por decidir dejar en segundo plano el "escalar" en el ámbito laboral. Pareciera que todos te piden que te despegues del bebé, no le des leche materna, no lo abraces, no lo cargues, se va a acostumbrar a ti. Déjenos en paz. Déjenos maternar como se nos pegue la gana, eso también es empoderamiento y libertad femenina.

1
2
#88344
28/4/2021 12:01

¿Tanto cuesta dejar que cada cual lleve su maternidad como le dé la gana? ¿No trata el feminismo de ejercer los derechos de cada persona-mujer con igualdad y equidad? Pues eso. La que quiera ser madre a tiempo completo que lo sea y la que no, que no lo sea. ¿cuál es el problema? El artículo es estupendo y sólo refleja que los estudios suelen ser parciales. Una muestra de población pequeña no incluye a todas las madres ni maternidades del mundo.

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1
#88273
27/4/2021 11:11

Pajas mentales Posh-Modernas para burgueses ignorantes.

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#88249
27/4/2021 4:43

Imprescindible artículo que explica muy bien la vivencia del deseo de maternar, deseo y acto que me dejo sola, devaluada, en continuo conflicto interno, incomprendida incluso por amigas feministas, con la mirada externa de que algo hacia yo “demasiado “ para sentirme aislada y exhausta. Contra viento y marea seguí mi impulso corporal de criar a mi hija, y tuve que poner mi cuerpo donde no hubo los apoyos que necesité, ni de la sociedad, ni de mi familia, ni de la familia, ni de mis amigas, ni de mis conocidxs. No hay apoyo porque la gente hace su vida mientras yo maternaba, actividad que no se considera vida, porque no está insertada en el sistema de producción y consumo capitalista. Los “planes” seguían y yo estaba fuera.
Ojalá podamos aprender a construir “planes” donde la s necesidades de la crianza estén dentro.
Yo no hacia crianza con apego, ni crianza respetuosa ni nada de eso. Yo solamente criaba a mi hija como mi cuerpo, mi conocimiento y mi sensibilidad me decían. Soledad e Incomprensión son las palabras que definen mi experiencia en relación al mundo. Desde mi mundo interno las palabras son, Amor, Conexión, Goce, Sabiduría, Valentía, Libertad.

8
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#88240
26/4/2021 21:16

Desconoce este artículo el recorrido histórico de los derechos civiles en la construcción de un modelo de mujer basado en la idea de madre. El solo estudio de lo que decía el código civil y el código penal español hasta hace bien poco desmonta muchos de los argumentos desplegados en este artículo. Por no decir la realidad judicial de los procesos de familia. Como esa maternidad intensiva que la autora niega que exista ,o de existir cataloga de feminista, fluye todavía hoy en los informes psicosociales de los Juzgados. y que por cierto también genera un rastro de culpa muy visible. Y es que efectivamente no puede abordarse el tema de la maternidad desconociendo lo que ocurre en el sistema legal y judicial (con las custodias en los procesos de familia o en casos de violencia de género) y desde luego chirria catalogar de contrahegemónico las teorías de apego materno que han estado siempre en los procesos de custodia para atribuir de forma impositiva - sí, sin reflexión o crítica y sin priorizar el bienestar de los y las menores- a las madres la crianza de sus hijos e hijas bajo la idea mitificadora de la madre todopoderosa (y el padre inútil para cuidar), sin que esto se hiciera con perspectiva de género y sin rastro de aquello que parece reivindicarse en lo teórico para luego no invocarse en la práctica: las responsabilidades y cuidados compartidas. Todo lo contrario, se hacía -y se hace- un reparto basado en el poder del padre, en discursos esencialistas sobre lo natural que es que una madre cuide siempre y tirando de todos los esteriotipos posibles. Y claro que el apego está institucionalizado, cosa distinta es el amor desplegado en sus infinitas formas y las ansias feministas (ecofeministas) por unos cuidados compartidos que pongan - como tanto hace falta- la vida en el centro. Pero la idea de una madre cuidadora basada en el apego no es ni mucho menos novedosa, está captada por el sistema y vendida por el mismo sistema que imponía las custodias de sus hijos e hijas menores a las madres hasta 1990 en españa. ¿cómo medida feminista y revolucionaria? No, bajo la idea nada nueva de que las madres son las únicas que deben de afrontar todas -y solas- las tareas de cuidado porque son las únicas -naturalmente- capaces. Y por otro lado, ¿no eran nuestras abuelas madres defensoras de la lactancia materna o no dormían ellas con sus hijos con los ojos abiertos pendientes de cada gesto? Desmiguemos. Hagamos memoria para no olvidar porque a algunas les inquieta esa maternidad "intensiva", la de antes y la de ahora.

3
14
#88215
26/4/2021 16:07

Como yo creo, ser madre es poco menos que una esclavitud.

Permitidme expresarme en mi idioma:

Füálälübrè.

Läst.

Höpîkäîmöm.

Läm.

Köá.

Kämîlëmámâï.

Jüjî Mâï.

Por lo demás, bien.

Buen artículo y muy aclarado.

Höî.

¡Lâï!

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#88199
26/4/2021 12:12

Desde mi punto de vista, este debate adolece de un posicionamiento de partida realista e integrador. Deberíamos darnos cuenta de que lo que hace durísima la crianza es el sistema capitalista individualista, y contra él deberíamos luchar pidiendo bajas de ambos progenitores más largas (pero no, aquí no queréis que el padre también esté en casa al cuidado del niño, ¿es que acaso preferís estar solas el día entero entregadas en exclusiva al niño?), horarios laborables racionales, recursos públicos de apoyo a la crianza, hacer, en definitiva, una sociedad que acoja a la infancia y se preocupe por los cuidados de verdad. La lucha es esta. Y la supuesta maternidad intensiva a mi juicio sí puede plantear un problema, y es que para ser buena madre o buen padre, es necesario tener otra identidad además de la paterna, ya que eso es lo que enriquece el crecimiento y la educación, mil veces más que el colecho.

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11
#88178
26/4/2021 7:20

Excelente argumento, me hizo ver de otro modo la maternidad...

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12
#88167
26/4/2021 0:20

Me parece muy interesante el artículo y comparto su punto de vista crítico
Pero me da la impresión de que se olvida de la responsabilidad ineludible de quienes somos la mitad de la población: los hombres. Leyendo el artículo pareciera que la crianza solo fuera una cuestión maternal. Y es que, salvo amamantar, el resto de tareas, los hombres lo podemos hacer todo
Y es que la cuestión de los cuidados no es cuestión de sexo, sería algo que debería estar muy presente en cualquier modelo educativo de hoy en día

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17
#88190
26/4/2021 10:51

fascista!

2
10
#88211
26/4/2021 14:55

Tú debes flipar pepinillos

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6
#88158
25/4/2021 22:59

Era necesario un artículo de respuesta de esta calidad. ¡Gracias!

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11
#88157
25/4/2021 21:47

Comentar varios puntos:
- Se da por hecho que esas prácticas son buenas para los niños y no se contempla que puedan responder a necesidades personales de la madre: sentirse valiosa, necesaria e importante, reparar su propia historia de apego o crianza...
- ¿Y si otras personas quieren intervenir en la crianza desde el inicio de la vida ocupando un espacio psicológico similar?
- ¿Cómo dejarán de ser las mujeres las responsables de los cuidados si solo están ellas al inicio de la vida?
- Las criaturas no son de la madre, ¿no? Me refiero a que no son de nadie, tienen valor propio, esencia propia... No son una prolongación del cuerpo de la madre.
- El resto del argumento me parece bien, esta sociedad no prioriza los cuidados. La vida no está en el centro, eso es evidente. Lo que no comparto es que sea solo un asunto de madres biológicas, de mujeres. Toda la comunidad debería ser responsable de los cuidados.

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#88129
25/4/2021 11:29

En el capitalismo posindustrial el trabajo de la crianza se ha devaluado socialmente, por muchas causas, entre ellas porque es mucho más barata la importación de trabajadores cuando se necesiten que su fabricación en el primer mundo. El papel de madre subordinada al Capital pero con una "relativa" posición social por su papel de productora de fuerza de trabajo ha pasado a la historia. El feminismo debe ser la liberación del trabajo impuesto a la mujer, entre el que está el de madre.

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#88124
25/4/2021 10:01

Bajo mi humilde opinión, cada madre tendría que criar a sus hijos/as como estime oportuno según lo que crea y sus circunstancias mientras no sea un método que perjudique claramente al desarrollo de los mismos/as, el solo hecho de artículos como este, fomentan ese juicio social que hoy día no tendría que suponer paternalismos por parte de nadie.

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El barrio es el espacio físico y social en los que transcurre ‘Café Abismo’, la primera novela de la responsable de Migraciones y Antirracismo de El Salto, Sarah Babiker.
València
dana A las 20:11, era tarde
Todavía conservamos el horror de cientos de coches amontonados y arrastrados por la riada. Es por esos millones de turismos y sus emisiones ─aunque no solo─ que vivimos en un planeta que se está calentando demasiado rápido.
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Encuesta Tres de cada cuatro personas en España ligan la virulencia de la dana con el cambio climático
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Opinión La eclosión del autoritarismo reaccionario y otras nueve tesis sobre la victoria de Trump
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