Palestina
Morir por la vida es vida

“No intentes dulcificar la muerte, ilustre Odiseo. Preferiría, como jornalero, servir a otro, a un hombre sin fortuna, que reinar sobre todos los muertos”.
Con estas palabras, el poeta griego Homero, en La Ilíada, a través de su héroe Aquiles, expresaba el concepto de vida y muerte entre los griegos de la época. Los griegos, profundamente enamorados de la vida, valoraban la existencia terrenal y reconocían el horror de la muerte, así como la incertidumbre de la vida eterna. Para ellos, la separación del mundo que habitaban era una tragedia.
Si proyectamos estos conceptos sobre la realidad actual de la Franja de Gaza, que ha sufrido durante casi un año la implacable maquinaria de muerte que ataca a los palestinos, vemos que las ideas griegas sobre la vida y la muerte resuenan, aunque con matices diferentes, en la experiencia de los gazatíes. Los palestinos comprenden profundamente el significado de la vida y la inevitabilidad de la muerte. Saben, por su sufrimiento diario, que su muerte, aunque pueda parecer ordinaria para el mundo, es para ellos una experiencia extraordinaria y dolorosa. Sin embargo, el pueblo palestino de la Franja de Gaza desea vivir en libertad, no ser esclavo de nadie, incluso si eso significa entregar la vida misma.
Sócrates de nuevo en Gaza
La filosofía de la muerte del filósofo griego Sócrates resulta interesante. Con frecuencia basaba en ella su pensamiento moral, convirtiéndose en el fundador de la primera escuela de filosofía moral del mundo. En el diálogo Fedón, Sócrates habla de la “muerte como transformación”. Para Sócrates, la muerte no era un fin, sino un paso hacia un nuevo estado. Creía que las almas transitan hacia un mundo más perfecto y sereno tras la muerte, liberándose de las ataduras del cuerpo y de los problemas que este conlleva. Según Sócrates, la muerte permite a la mente ser libre y pensar con claridad.
Esta filosofía renace más de dos mil años después en la Franja de Gaza, adaptada a la realidad gazatí. Si hablamos de la “muerte como transformación”, vemos cómo los gazatíes reviven a sus mártires de diferentes maneras. Los mártires regresan a la vida en forma de cohetes o un arma con la que luchar, y se reencarnan en sus hijos o en los hijos de sus familiares. La tradición palestina de bautizar con los nombres de los antepasados convierte esos nombres en símbolos de heroísmo y resistencia, transmitidos de generación en generación.
Los gazatíes comprenden que, si la muerte es inevitable, no debe ser en vano.
Para los gazatíes, la creencia en la redención y la lucha diaria son prueba de su sinceridad. No ven esta redención como algo pasajero, ni consideran la muerte como un final inevitable, ni creen que la constante catarata de sangre carezca de propósito. Los gazatíes comprenden que, si la muerte es inevitable, no debe ser en vano. La mortalidad que la entidad sionista intenta imponer se convertirá, con el tiempo, en una maldición para ella, a través de nuevas generaciones que continuarán la lucha.
El significado de la muerte en Gaza
El concepto de la muerte ha sido abordado desde diversas perspectivas filosóficas, religiosas y científicas a lo largo de los siglos. Ha evolucionado con el desarrollo del ser humano y sus circunstancias. Sin embargo, en la Franja de Gaza ha surgido una filosofía propia sobre la muerte, desarrollada a lo largo de los años. Después de su mortalidad, los gazatíes ya no mueren simplemente como resultado de los acontecimientos. En su rebelión contra la ocupación, han creado la idea de que la vida no tiene sentido aparte de su lucha. Esta visión única deriva de sus experiencias cotidianas, en medio de los conflictos que les rodean.
Esta dolorosa realidad no ha hecho que los gazatíes pierdan su amor por la vida. Al contrario, ha transformado su visión en una que exige una vida digna y justa para ellos como gazatíes. Esta perspectiva se ha convertido en una característica distintiva de los habitantes de Gaza, “heredada como una lengua”. Al final, los palestinos de la Franja de Gaza han creado su propio concepto de vida, construyendo su escuela moral sobre las bases de las escuelas que les precedieron, de una manera única y especial. Lo importante es que los gazatíes comprenden la anormalidad de la muerte, y a pesar de los intentos del mundo por normalizarla como una condición natural de su ciclo vital, el gazatí sigue siendo capaz de llamar a la vida por su nombre: Vida.
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