Literatura
Jérôme Leroy: “Son los hijos de antiguos comunistas, no sus padres, los que se convirtieron en fascistas”

Autor de novelas, ensayos, libros juveniles y poemarios, Jérôme Leroy publica por primera vez en español. 'El bloque' es una novela sobre el auge de la extrema derecha en la Francia de comienzos de siglo.
Jerome Leroy
Jérôme Leroy. Foto de @Pascalito2
4 nov 2023 05:32

Jérôme Leroy (Rouen, Francia, 1964) autor de El Bloque, fue profesor durante casi veinte años. Autor prolífico, ha escrito novelas, ensayos, libros juveniles y poemarios. Su obra ha ganado múltiples premios literarios. El Bloque (Hoja de Lata, 2023) es un noir que, como si de una road movie se tratase, traza un recorrido por las interioridades de la extrema derecha francesa. Con una trama formidable, mantiene la tensión del mejor género negro para narrarnos la normalización del nuevo fascismo. El libro nos relata la noche de negociaciones entre derecha y extrema derecha para entrar en un ejecutivo en medio de una Francia en llamas, donde la condición de los primeros es la eliminación de los sectores violentos e incómodos de estos últimos. Nos encontramos con él en Barcelona dentro de la gira que ha organizado Hoja de Lata junto al Instituto Francés para presentar su primer libro traducido al castellano.

Antes de entrar en detalles del libro, vayamos directamente al grano. ¿Podrías explicarnos cuál es la situación de la extrema derecha hoy en Francia? Para que podamos entender mejor el contexto.
Hoy en día, el principal partido de extrema derecha, Rassemblement national, que antes se llamaba Frente Nacional, prácticamente se ha convertido en el partido principal de Francia. Antes existía una división entre la derecha y la izquierda. Ahora en Francia tenemos una tripartición, es decir, la izquierda, con sus propias contradicciones, Macron y la derecha se han fusionado, y por último la extrema derecha. Entonces, en realidad, nadie tiene una gran mayoría y cualquier cosa es posible electoralmente.

En la novela tenemos diversos personajes que son una analogía de las tensiones y corrientes que dividen a la extrema derecha francesa. Pero sobre todo destacan dos, son Antoine y Stanko. Empecemos por Antoine. Él es un intelectual, un tertuliano, un provocador, con una mezcla de referencias intelectuales de izquierdas dentro de un pensamiento de extrema derecha. Y es a nuestro entender el gran personaje de del libro. ¿Podría profundizar sobre la figura de Antoine?
No estoy seguro de si Antoine es el protagonista. Para mí, existe una igualdad literaria real entre Antoine y Stanko. Lo que Antoine representa es una especie de intelectual desviado que eligió la extrema derecha para provocar y por amor propio. Al principio, su elección es más bien un desafío. De hecho, otros chicos de su generación eran punks, y su forma de ser punk fue abrazar la extrema derecha, un tipo de dandismo que lo convierte en un personaje políticamente peligroso porque no cree en casi nada. En su mayoría, es un nihilista y, en ese sentido, corresponde a la primera o más bien a la segunda generación de simpatizantes del Frente Nacional, que eran mucho más aventureros y que, como él, buscaban el poder y consideraban que la mejor manera de conseguirlo era adoptar una ideología populista, xenófoba, a veces incluso racista y violenta. Había una dimensión violenta en ese momento, cuando escribí la novela, ahora ya no hay violencia, pero la eficacia política es mucho mayor. Y, de alguna manera, es menos «preocupante» para la democracia. Eso es lo que describo en la novela.

Hay toda una generación que vio a sus padres perder su orgullo obrero, perderlo debido al capitalismo, no solo perder sus trabajos, sino también su orgullo, su civilización, su cultura obrera

¿Cree que esta figura –el provocador de extrema derecha– está mutando con nuevos métodos en influencer, youtuber, etc. a partir de por ejemplo las fake news?
Exactamente. Es muy interesante lo de las noticias falsas, por ejemplo. Cuando escribí la novela, las redes sociales todavía estaban en pañales. Pero ya veíamos que en Francia, al menos en el uso de las nuevas tecnologías, las redes sociales e internet, habían tomado una gran ventaja. Habían comprendido su utilidad y, en particular, su capacidad para generar noticias falsas. Pero también tenían su propio estilo. Un estilo de derecha. Se habían apoderado de algunas representaciones culturales y las habían secuestrado. Por ejemplo, siempre pongo el ejemplo de la serie Expediente X, que era una serie de televisión con dos agentes del FBI que investigaban conspiraciones extraterrestres, y de hecho, metafóricamente, los jóvenes del partido habían adoptado la imagen de una conspiración extraterrestre sustituyendo a los extraterrestres por inmigrantes. Fue un gran choque cultural. Ese es un ejemplo que aparece en la novela. Hubo muchos otros ejemplos, es decir, comenzaron a introducir en el debate público temas que antes no existían en Francia. 

Una sociedad que nace del mito de la Resistencia al nazismo.
Desde 1945, Francia estaba bajo una capa, nadie se atrevía a denominarse de extrema derecha, excepto algunos fanáticos. Entonces, lo que sucedió fue que Jean-Marie Le Pen, el fundador (en la novela, es representado como Roland Dorgelès), en 1972 logra crear el Frente Nacional, reuniendo a personas de extrema derecha, pero de campos extremadamente diversos: integristas católicos, antiguos colaboracionistas, neopaganos, nueva derecha, anticomunistas que a veces incluso habían sido miembros de la Resistencia, pero se habían unido a la OAS durante la Guerra de Argelia. De hecho, estas personas se odiaban entre sí, y Le Pen, de alguna manera, con su espantoso genio político, logró reunirlas a todas en un único partido, una fuerza única que comenzó a lograr sus primeros éxitos electorales diez años después, hacia 1982-1983. 

¿Qué le empujó a escribir sobre el Frente Nacional?
Una de las cosas que me inspiraron a escribir la novela alrededor de 2009 fue mi primera experiencia en una manifestación violenta, cuando tenía 19 años, a punto de cumplir 20. Fue una movilización para impedir un mitin de Le Pen en mi ciudad, Ménard, en Rouen. Y lo hicimos porque era el primer bastión del Frente Nacional. Trasladé esta manifestación a otra ciudad en la novela, junto con una anécdota sobre el personal de seguridad del partido que se había disfrazado de la misma manera que los CRS, la unidad antidisturbios. Y nadie sabía quién era quién, quién estaba del lado de la seguridad, la policía, nosotros y todos los demás. Fue una completa confusión.

Hoy en día, la pregunta no es si habrá una alianza entre la derecha y la extrema derecha, sino si realmente los partidos de extrema derecha son útiles para desarrollar programas de extrema derecha

Volvamos a la contradicción entre los personajes de Antoine –el intelectual provocador– y Stanko –el exskinhead jefe de la seguridad del partido. ¿Por qué destaca esta dualidad en el libro?
Si elijo a dos personajes que eran amigos, es porque encarnan sociológicamente a las dos principales corrientes de la extrema derecha. Antoine Ménard. Es una especie de genio, un provocador dandi, un punk burgués, y Stanko, Stéphane Stankovic, en cambio, es de una región del norte de Francia, una región desindustrializada. Vio cómo la policía golpeaba a su padre, un militante de la CGT. Fue una época absolutamente terrible en el norte y este de Francia. Y toda una generación que vio a sus padres perder su orgullo obrero, perderlo debido al capitalismo, no solo perder sus trabajos, sino también su orgullo, su civilización, su cultura obrera, se quedó sin nada. En Francia, las personas de derecha suelen decir que los votantes del Frente Nacional son antiguos comunistas. No es cierto, son los hijos de antiguos comunistas, no los antiguos comunistas, los que se convirtieron en fascistas. Son niños que perdieron el rumbo. Y algunos de los más radicalizados fueron como Stanko, que se llama Stankovic y formó parte de la ola de inmigración polaca a Francia antes de la guerra. Stankovic se radicalizó mediante métodos bastante fáciles de describir. Primero, a través de los clubes de fútbol, los hooligans, y luego también a través de la música, el RIF –el rock identitario francés– y toda la cultura skinhead, que no la de los redskins eso es lo contrario. Y esa radicalización los convirtió en tropas de choque, ideales para la extrema derecha.

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Hace unos meses, Francia experimentó una situación similar a la noche de disturbios que se describe en el libro, como resultado del asesinato de un menor de edad. ¿Es posible que en algún momento la derecha conservadora, representada por Macron, llegue a un acuerdo con la extrema derecha, representada por Le Pen? ¿Considera que esta posibilidad es viable?
Hubo una posibilidad. Cuando empecé a escribir el libro en 2009-2010. De hecho, cuatro años antes de los disturbios extremadamente violentos de 2005 en Francia. Por primera vez un primer ministro declaró el estado de emergencia. Esto no se había hecho desde la Guerra de Argelia. Y al mismo tiempo, Marine Le Pen asumió el liderazgo de su padre. Y en ese momento, ocurrió algo. Lo cuento de manera novelada, de manera muy violenta, pero en la realidad lo que ocurrió fue que el Frente Nacional comenzó a limpiar su imagen, a deshacerse de los elementos más radicales, a excluirlos, aunque al dejarlos salir por la puerta, los estuvieran dejando entrar por la ventana. Pero eso es otra historia. Y otra cosa es que, al igual que hasta principios de los años 80, había dos grandes fuerzas políticas en Francia, la derecha gaullista, surgida de la Resistencia, y el Partido Comunista, que era una fuerza de izquierda. Libertad. Estas dos fuerzas comenzaron a declinar al mismo tiempo. Fueron estas dos fuerzas las que dirigieron la Resistencia. Se sucedieron entre ellas, el gaullismo se disolvió, el Partido Comunista decayó y lo que ocurrió a partir de entonces fue como si las defensas inmunitarias de la derecha cayeran. Por ejemplo, a principios de 1981, todavía había políticos gaullistas que decían que preferían perder las elecciones que aliarse con el Frente Nacional. Nunca habría una alianza. No estábamos en el mismo bando durante la Resistencia y la guerra. Pero esa generación está desapareciendo. Y con ella, esta característica única de la derecha francesa, que era en gran parte una derecha antifascista que emergió de la Resistencia. Empezaron a decir, finalmente, ¿por qué no? Pero no fue inmediato. Y fue entonces cuando finalmente cayó una especie de barrera. Hay un ejemplo muy claro en las últimas elecciones legislativas en Francia en 2022, donde, cuando hubo una candidata de Rassemblement national enfrentándose a un candidato de la UMP y el PS, el PCF o los ecologistas estaba fuera de juego. Se dijo: elige entre los dos. ¿Elige? Haz lo que quieras. Antes, hasta hace aproximadamente una década, cuando un candidato de derecha era derrotado en la primera vuelta. Y en la segunda vuelta se enfrentaban un candidato del RN contra otro candidato de otro partido, incluso si era un comunista, se decía que había que votar por el comunista. Sin embargo, en la actualidad, la actitud es: «haz lo que quieras». Así que no hay una alianza formal, no hay una alianza de aparatos. Pero hay una forma de complicidad objetiva. Incluso en los temas políticos que se plantean en la política francesa, especialmente la inmigración, especialmente la oposición a Europa, una especie de antiliberalismo al menos en el discurso, pero solo en el discurso, lo que significa que finalmente es posible que se forme un bloque histórico. 

Interpreto que en la novela hay un trasfondo que intenta explicarnos que la extrema derecha ha mutado, es mucho más inteligente. Ya no se trata de violencia callejera, sino de actuar estratégicamente y con cierto cinismo. ¿Cree que para combatirla es necesario encontrar nuevas formas de lucha?
Sí, y en cierto sentido, eso es lo que la novela describía. Obviamente, es una novela, es ficción. Sin embargo, lo que quería describir era precisamente el proceso del que hablas, que es de hecho un proceso de desdemonización, de normalización y que era que, en última instancia, la eliminación de Stanko en la novela simboliza esta respetabilidad. Si quieres poder, vale, hay que pagar un precio, te deshaces de él. Ya sabes, es un poco como los primeros nazis de las SA. A fin de cuentas, Hitler se deshizo de ellos en la Noche de los Cuchillos Largos. Incluso hay un crítico francés que dijo que la novela narra una nueva noche de los cuchillos largos.

¿Cuáles cree que pueden ser las claves para luchar contra la normalización y esta desdemonización de los nuevos fascismos?
En este momento, soy bastante pesimista porque las cosas se están acelerando. Mi novela recientemente publicada se llama Les derniers jours des fauves (La manufature de livres, 2022) utiliza personajes de El Bloque, aunque como personajes secundarios. Lamentablemente, muestra que hoy en día, la pregunta no es si habrá una alianza entre la derecha y la extrema derecha, sino si realmente los partidos de extrema derecha son útiles para desarrollar programas de extrema derecha. En mi opinión, y esto es solo una opinión personal, la política de Macron ya es una política de extrema derecha en la forma en que enfrenta las protestas de los chalecos amarillos, implementa leyes antiterroristas, maneja las manifestaciones por las pensiones y aborda temas de inmigración, así como en la manera en que estigmatiza a los musulmanes. Detrás de la imagen de Macron como un líder joven y liberal, si profundizas, ya muestra rasgos de extrema derecha. En última instancia, el Rassemblement National está ahí para desempeñar el papel de villano, el tonto útil de este poder.

¿Tuvo problemas de cara a publicar un libro como este?
En realidad, no tuve problemas reales porque estaba tratando con editores profesionales. Lo que ocurrió fue que amenazaron al editor con acciones legales, lo que me obligó, junto con el director de la colección, a realizar ciertas modificaciones antes del lanzamiento de la novela. Cambiamos y eliminamos fechas y nombres de ciudades. Paradójicamente, esto hizo que la novela siguiera siendo relevante diez años después, especialmente para lectores en otros países europeos, donde se ha convertido en un arquetipo de la posibilidad de que la extrema derecha se normalice y llegue al poder.

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