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Movimiento obrero
El lenguaje del movimiento obrero ante el cambio de paradigma
Los términos acuñados hace dos siglos que incitaban a la movilización en defensa de los derechos de los obreros han quedado obsoletos, al menos para provocar la movilización de las nuevas generaciones, ya que la dinámica social ha variado y con ella su lenguaje y motivación.
La irrupción de la industrialización en los procesos productivos y su posterior mecanización, supuso un cambio en el paradigma social. Aparecieron nuevas situaciones en las relaciones socio-laborales. La especialidad manual del maestro artesano, del oficio, dio paso al obrero inmerso en los procesos de producción en cadena fabril.
Como respuesta a aquella nueva relación empresario-obrero, en los entornos laborales aparecieron movimientos en defensa de los derechos que, en respuesta a la presión social ejercida por ellos, se iban logrando a través de grandes y costosas movilizaciones sociales.
Paralelamente a las movilizaciones obreras, surgieron nuevas teorías sociales y filosóficas que retroalimentaban y justificaban dichos movimientos, y que precisaban de un discurso que llegase a la mayoría obrera, la cual debía comprender y sentirse identificada. Debía movilizar.
Esta situación se fue desarrollando desde el siglo XIX hasta finales del siglo XX, manteniendo aquel mismo lenguaje con las correspondientes adaptaciones a los nuevos contextos. Actualmente estamos inmersos en un nuevo periodo de transición. De la mecanización industrial hacia una sociedad dominada por la tecnología, la ciencia, y las comunicaciones.
Al igual que sucedió en la anterior transición, se están generando formas de pensar y actuar más acordes con las nuevas circunstancias. Las relaciones sociales están tomando nuevos rumbos, y el lenguaje y los significados se reinventan. En un periodo de transición los cambios son constantes, la sociedad no se siente identificada, los movimientos sociales aparecen y desaparecen a la misma velocidad que surgen las nuevas formas de comunicación.
El sistema capitalista neoliberal se ha expandido de forma inexorable dando lugar a nuevos contextos globales. La mercantilización de la sociedad y sus relaciones ha llevado a una situación de individualismo competitivo que mina cualquier intento de cooperación y colaboración generalizada. El mundo empresarial marca los ritmos de las políticas sociales de forma despiadada, y va ganando terreno a los derechos conquistados en otros tiempos y otras circunstancias.
Hoy en día, debido a los avances y la oferta en materia de tecnología, prima la inmediatez, lo relativo, la temporalidad, lo desechable. Las motivaciones para la movilización han cambiado drásticamente acorde con los nuevos conceptos en las relaciones socio-laborales y su nuevo lenguaje. En la actualidad una movilización se organiza desde la nube, de forma esporádica, inmediata y efímera.
Las generaciones, y, consecuentemente, las organizaciones, que estamos a caballo entre ambos estadios no llegamos a asimilar totalmente las nuevas concepciones socio-culturales, ni llegamos a acabar de desligarnos de los conceptos adquiridos en la época precedente y que han supuesto las bases de nuestras reclamaciones e inquietudes sociales.
El lenguaje, los significantes que utilizamos normalmente en nuestras argumentaciones, en el discurso que deseamos transmitir, está cargado de unos términos que se vienen utilizando históricamente desde las principales reflexiones de los grandes pensadores teóricos de los movimientos obreros.
Los términos acuñados hace dos siglos que incitaban a la movilización en defensa de los derechos del obrero fabril, y de los trabajadores en general, han quedado obsoletos, al menos para provocar la movilización de las nuevas generaciones, no por innecesarios, o carentes de sentido, sino porque la dinámica social ha variado y con ella su lenguaje y motivación.
Estamos siendo testigos de un cambio de paradigma social, cultural y político. Esta dicotomía entre los conceptos asumidos históricamente y el nuevo lenguaje con su propio significado, quizás sea la causante de ese distanciamiento generacional que no sabemos gestionar y que posiblemente sea el causante de esa gran abstención de personas jóvenes y motivadas en nuestras asambleas.
Habría que considerar si es necesaria una reflexión con el fin de explorar nuevas formas de conectar con las realidades socio-culturales a través de un nuevo lenguaje argumentativo y un modo de comunicación más acorde a las nuevas posibilidades.