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Bienes comunes
La Convivencialidad
Sara Escribano (Granada, 1989) escribe y traduce sobre procomún, feminismo interseccional y colaboración radical en Guerrilla Translation/Guerrilla Media Collective y es miembro de DisCO.coop.
Habréis notado que muchas de las herramientas y tecnologías que usamos hoy en día son en realidad sistemas cerrados que nos obligan a desempeñar una tarea de una determinada manera. Dictan cómo debemos trabajar y relacionarnos y nos hacen dependientes de corporaciones controladoras o burocracias estatales.
Esta vez me gustaría hablaros de La convivencialidad, una obra que, pesar de haber sido escrita en 1976, ha envejecido muy bien y sigue siendo terriblemente relevante en temas de tecnopolítica. Su autor, Ivan Illich, nos habla de las estructuras de dominación y de otro tipo de herramientas, las herramientas convivenciales. Lo que las distingue es que son abiertas, accesibles, modificables y se pueden compartir y adaptar a los gustos y necesidades del usuario. Permiten muy diversas aplicaciones, algunas muy distintas a su supuesta finalidad de uso. Y es que las herramientas que usamos son decisivas para construir la sociedad que queremos.
En La convivencialidad, Illich recorre la evolución de las formas de dominación, evidenciando que nos hemos convertido en esclavos de nuestras propias herramientas, de las instituciones y bienes que debían haber estado a nuestro servicio. Illich, ya por entonces, preveía una profunda crisis social y democrática, una especie “fascismo tecnoburocrático” capaz de mantener el control sobre la población. En esta época de capitalismo de vigilancia, a nadie le es ajena la vulneración de nuestros derechos digitales, la comercialización de nuestros datos como condición para poder usar una herramienta, o el lucro que muchas compañías exprimen de nuestra información personal. ¿Dónde ha quedado la utopía de un internet descentralizado?
Esto es precisamente lo que hace el movimiento del open-design o la tecnología de código libre y de código abierto. Uno de mis ejemplos favoritos es WikiHouse. El proyecto surgió cuando dos recién licenciados de arquitectura se preguntaron: ¿y si los arquitectos, en vez de crear edificios para los que pueden permitirse su encargo, ayudaran a los ciudadanos de a pie a diseñar y construir sus propias casas? Esta idea tan sencilla es la piedra angular de un sorprendente kit de construcción de viviendas de código abierto. A partir de ahí, desarrollaron la idea de publicar archivos de código abierto para casas que la gente podía modificar según sus circunstancias, haciendo posible que mano de obra no cualificada pudiera levantar la estructura básica de una casa de forma rápida y barata.
“Las herramientas no deberían intentar controlar a las personas al obligarlas a hacer las cosas de forma restringida. Los cifrados y obstáculos para su reparación no deben suponer una carga para el software. Las herramientas convivenciales están diseñadas para dar rienda suelta a la creatividad y autonomía personales.” - David Bollier y Silke Helfrich Libres, dignos, vivos: el poder subversivo de los comunes.
Estas herramientas hacen a sus usuarios más autónomos, más capaces de transformar el mundo de acuerdo con sus propias necesidades y deseos, y más libres y creativos para hacerlo. Una vez más, la lógica del procomún desafía muchísimos preceptos culturales que tenemos asumidos. Según esta filosofía, cuanta más participación haya y más usuarios accedan y se beneficien del conocimiento, ideas, información, código de software, tradiciones, y otros recursos inagotables compartidos, más crece el valor generado por estas herramientas.
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Otro librazo de Ivan Illich, muy apropiado para estos tiempos es Némesis médica https://www.todoporhacer.org/nemesis-medica/