“Hay que cambiar el imaginario en torno a la costura y construir una red entre mujeres y disidentes de género”

Paula Santos creó con una amiga el colectivo Hari-harika. Comenzaron hace un año y se reúnen en Zeberio (Bizkaia) para coser. Para ellas, es otra forma de ejercitar la creatividad, ampliar la cultura e involucrar a mujeres en prácticas de artesanía.
Paula Santos
"No queremos mostrar nuestra cara porque no queremos que lo político sea personal". Fotos: Pello Maudo Herrero.

Hilos para practicar la creatividad
“Nunca me llamó la atención la costura hasta que un amigo me preguntó si quería ir con él al taller de Truca Rec en Bilbao. A partir de entonces me gustó y comencé a dar talleres y a hacer trajes de teatro. Aunque luego cerraron el taller. Creo que le cogí gusto a la costura porque es compartida, porque estoy con mi querida amiga, porque trabajamos la imaginación y porque tenemos conciencia política, no queremos comprar en otras tiendas. Al principio hice pantalones y me quedaron bien, así que intenté hacer un estuche de guitarra. Trabajé tres meses, pero lo logré"
¿Con qué objetivo creasteis el colectivo Hari-harika?
Para cambiar el imaginario que había alrededor de la costura y construir una red entre mujeres y disidentes de género. Vimos, por ejemplo, que muchas mujeres migradas saben coser, pero no tienen la posibilidad de trabajar de ello. Por eso, nuestra idea era crear entre todos un espacio para aprender y ayudarnos.

¿Cómo es el imaginario existente sobre la costura?
Al principio no me resultaba atractiva, porque pensaba que sería muy aburrido coger bajos y remendar. Pero gracias a amigos, punkis y gente más nómada he visto que se puede coser de otra manera y que no es solo cosa de señoras. Por eso, queremos transmitir que podemos hacer lo que queramos con una máquina de coser.
Queremos transmitir que podemos hacer lo que queramos con una máquina de coser.

Entonces, ¿es porque desarrollan la creatividad?
Sí. Sin embargo, es importante adentrarse, reparar tejidos y hacer este tipo de cosas por otro motivo: simplemente porque ayuda a la gente.

¿Cómo funciona la red que han creado?
El primer objetivo era que el taller fuera en Zeberio, por salir un poco de Bilbao. Abrimos la lonja que tenemos en Arkulanda, donde nos juntamos para coser. Por ejemplo, como hay una persona que ha cursado la diplomatura en costura, con ella hemos aprendido a poner cremalleras. La idea es pedirle al ayuntamiento un local para poder impartir talleres.

¿De dónde sacáis el material reciclado?
La gente nos trae de todo. Lo que está bien se lo damos a los de la plataforma Ongi Etorri Errefuxiatuak o a los de la sala de intercambio del espacio Karmela. El resto, lo utilizamos para transformarlo. Por ejemplo, con las telas de una empresa de hinchables hemos hecho coloridas bolsas-cinturón. Era la primera vez que usaba este tipo de material.

Paula Santos 2
Foto: Pello Maudo Herrero.

No utilizáis material de origen animal. ¿Crees que el uso de la piel está muy extendido en la artesanía?
Sí. El cuero es muy difícil de trabajar y además es especista. No usarlo responde a cuestiones políticas y personales. El uso de la piel ha estado muy ligado a las viejas tradiciones. Muchas veces dicen que dura mucho, y es verdad, pero el telón que usan los hinchables es más fuerte que la piel y procede de materiales reciclados. Además, no perjudica a nadie. Sin embargo, no es fácil coserlo.

Nos basamos en el transfeminismo porque creemos que con la ayuda y el intercambio de cosas surgen más cosas.

Hacéis una costura punk, autogestionada y transfeminista; además de coser, ¿hay un proyecto político detrás?
Nuestra intención es extender el proyecto a los hogares de las mujeres y a las escuelas que trabajan el empoderamiento. Nos basamos en el transfeminismo porque creemos que con la ayuda y el intercambio de cosas surgen más cosas.

¿El colectivo puede ser de ayuda para el pueblo?
Sí, porque estamos ofreciendo cultura. Aunque en Zeberio hay muchas cosas; por ejemplo, clases de danza y de idiomas, no hay grandes cuestiones ligadas a la artesanía. Queremos crear un servicio para el pueblo y, entre otras cosas, hacer talleres semanales de reparación.

Para financiarlo vendéis bolsas-cinturón y fundas de pistola. ¿Está aumentando el uso de las fundas de pistola?
El objetivo de la venta es crear un fondo para el colectivo que permita comprar algunas cosas. Aunque se utilice material reciclado, siempre hay que comprar cosas. Como normalmente utilizo las pistolas y no tenía dinero, se me ocurrió hacer una. Para ello hice un patrón con la funda de pistola de mi compañero. Desde entonces, empezaron a pedir amigos. Además, en el País Vasco no hay muchas posibilidades. Se ven en ferias muy concretas. Sin embargo, el público es muy concreto.

También os habéis alejado de la estética habitual de las fundas de pistola. ¿Lo hicieron a propósito?
Hay que ser un poco valientes. Como nos gustan mucho los colores y lo creamos en función de lo que tenemos, intentamos introducir colores. Sin embargo, como la colección Basati era la primera, la hicimos de animal print [tienen un patrón de piel y pelaje de animales], porque todos siguen esa estética. Vimos que se vendían y empezamos a hacerlas más coloridas.

¿De ahí surgió la colección ACAB?
Sí. Como teníamos telas con colores, creamos la colección ACAB (All Colours Are Beautiful). Dinero con el que hace tres años pagamos unas multas por la COVID-19 e hicimos una caja de resistencia.

Difunden por Instagram lo que hacen, ¿es un escaparate?
Sí, por eso lo creamos; no tenemos otra red social. Preferimos el boca a boca, pero no llega tan lejos. Sin embargo, hasta ahora nos ha ido muy bien el boca a boca; en el pueblo el interés ha sido grande.

¿Por qué no quieren mostrar su rostro en redes sociales y medios de comunicación?
El objetivo es que venga más gente y forme parte de un colectivo. No queremos mostrar nuestra cara porque no queremos que lo político sea personal. También queremos demostrar que cualquiera puede llevar la funda de pistola; que no tiene por qué ser punki, una persona anarquista o moderna.

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