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Fracking
Cómo la Guerra de Ucrania va a intensificar el número de seísmos en el mundo
La guerra entre Rusia y Ucrania está afectando gravemente a los países europeos: a la subida de precios de alimentos y productos de primera necesidad se le suma el problema de la dependencia del gas ruso. En esa línea, las peores pesadillas de la Unión Europea se están haciendo realidad, ya que Rusia ha llegado a cortar total o parcialmente el suministro de gas a Alemania y a otros países europeos alegando “problemas técnicos”. El último de estos cortes lo anunció esta semana el gigante gasístico ruso Gazprom: el gasoducto Nord Stream 1 no bombeará combustible hacia Alemania entre el 31 de agosto y el 2 de septiembre. Así, aunque se prevé que el problema de abastecimiento dure en torno a un año, al no ser este el primero de estos cortes de suministro que está sufriend el país germano desde el inicio del conflicto ruso-ucraniano, el ministro de Economía alemán, Robert Habeck, baraja peores previsiones y considera que “la situación puede alargarse indefinidamente”.
Ante esta problemática, la UE intenta encontrar nuevos aliados para seguir asegurando las reservas de gas en los Estados miembro y ya es una prioridad la idea de sustituir el combustible ruso por el de Estados Unidos o comprarlo a otros países con régimen autocráticos como Azerbaiyán o Emiratos Árabes Unidos. Aunque voces críticas con la guerra y defensores del clima insisten en que las energías renovables son la solución al problema del gas ruso —ya que no financian armamento como el gas ruso y evitan intensificar el problema de la crisis climática— la tendencia actualmente está en buscar otros productores de gas y petróleo.
La UE estaría motivando el uso del 'fracking' al abastecerse de gas en países como Estados Unidos o Irán
Al igual que otros países, —como Alemania— España ha optado por el consumo de crudo. En datos, las importaciones han subido un 16% en el primer trimestre del año, según la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (Cores).
Más inyección, más terremotos
“La guerra entre Rusia y Ucrania puede restringir el comercio de gas y disminuir la oferta, por lo que puede favorecer el uso de la técnica del fracking”, afirma José Luis Simón, geólogo especialista en el estudio de esta técnica que utiliza la inyección de agua a presión en el subsuelo para romper la roca y extraer el gas. Ese proceso, usado masivamente en países que están aumentando su exportación de gas a la UE, como es el caso de EE UU, genera “una relación causa-efecto directa entre fracking y terremotos”, sentencia Simón. Cada vez más estudios confirman esta relación, como una investigación de un equipo germano-canadiense que documentó un nuevo tipo de terremoto en un entorno de inyección de agua en la Columbia Británica (Canadá), por la cual registraron datos sísmicos de aproximadamente 350 terremotos.
“Se ha demostrado que la técnica del 'fracking' puede inducir seísmos”, asegura el geólogo Fernando Pérez
En esa misma línea, un estudio dirigido por un sismólogo de la Southern Methodist Univesity (Dallas, EE UU) indica que existe una relación entre la fractura hidráulica y la avalancha de temblores en fallas del norte de Texas que llevaban inactivas unos 300 millones de años aproximadamente. Además, la intensidad de estos terremotos puede variar e incluso alargarse en el tiempo.
“Se ha demostrado que la técnica del fracking puede inducir seísmos y existen bastantes artículos publicados en revistas especializadas donde se aportan los datos necesarios para deducir una correlación entre este y seísmos inducidos. La razón es que la técnica de fracking, al introducir agua a presión y fracturar la roca, ayuda a aumentar la presión de fluidos, que es uno de los mecanismos que activa el movimiento en fallas y, por tanto, puede producir terremotos”, asegura Fernando Pérez Valera, geólogo especialista en cartografía geológica.
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En la lista de países que encabezan el uso de esta técnica en sus territorios se encuentra Estados Unidos, México, China, Argentina, Colombia… además de un registro de cuencas con estimación de recursos en Libia o Argelia. Si fusionamos esta lista del fracking con la de los países con mayores terremotos, los nombres se repiten: Estados Unidos, México, China…
Aunque no todos esos terremotos son producidos por esta técnica de extracción de gas, los expertos alertan de que no favorece una estabilización de los seísmos. Es por ello que desde diversos ámbitos se alerta de que la UE estaría motivando el uso del fracking al abastecerse de gas en países como Estados Unidos o Irán.
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Pero el problema de esta técnica no son solo los terremotos, “la contaminación de los acuíferos es probablemente el problema principal”, explica Simón. La razón está en los agentes contaminantes: el propio metano que se extrae, que puede escaparse por fisuras no controladas; los agentes químicos que se añaden al agua de inyección, que van directamente al subsuelo y su destino final tampoco puede controlarse; y las sustancias tóxicas o radiactivas naturales (arsénico, radón…) que hay fijadas y estabilizadas en el subsuelo y pueden remover el agua inyectada a presión provocando que pasen a los acuíferos. Se trata de unas afecciones al medio ambiente que no ocurrirían con la obtención de energía a través de las renovables.
España tontea con el fracking
En torno a 2015 comenzaron a proliferar proyectos de fracking que se presentaron a la Administración en distintas zonas de España como Albacete, el norte de Burgos, País Vasco, Aragón, el Maestrat castellonense o La Rioja. “En muchas de las zonas no había siquiera bases geológicas razonables para que tuviera sentido iniciar los estudios”, explica el geólogo especialista en fracking.
“Se trataba en su inmensa mayoría de operaciones especulativas iniciadas por empresa pequeñas, oportunistas, que seguramente querían hacerse con derechos para poder luego venderlos a empresas más importantes”, continúa. Finalmente, aquello fue una especie de “gaseosa” que, igual que hizo “efervescencia” muy rápidamente, “se agotó porque se vio su falta de sentido”, sentencia.
“Hoy España importa grandes cantidades de gas fósil extraído con la técnica del fracking, concretamente de Estados Unidos y de Argentina”, afirma Kucharz
La operción tuvo, para este experto, poco sentido, pues tan solo un año antes, en 2014, varios partidos políticos firmaron un acuerdo antifracking gracias a la iniciativa de unos 200 grupos y asociaciones sociales y medioambientales. Tal como recuerda Tom Kucharz, miembro de Ecologistas en Acción, todos los grupos del Congreso, a excepción de PP, CiU, PNV y UPyD, firmaron esa declaración.
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Al mismo tiempo que el rechazo popular está haciendo retroceder en terreno europeo la polémica técnica del ‘fracking’, las multinacionales del viejo continente multiplican la inversión en proyecto de fractura hidráulica en países empobrecidos.
Aunque España no es unos de los países que mayor dependencia tiene del gas ruso, en 2021 importó 56 millones de toneladas de crudo de más de 20 países. De Rusia solo llegaron 2,5 millones, el 4,6% del total, según Cores. Sin embargo, sí está “alimentando” el uso del fracking en otros países. “Hoy España importa grandes cantidades de gas fósil extraído con la técnica del fracking, concretamente de Estados Unidos y de Argentina, específicamente del yacimiento de Vaca Muerta”, afirma Kucharz.
La solución a estos problema sería, para Ecologistas en Acción, prohibir la importación de gas procedente del fracking para incrementar exponencialmente una transición a un sistema 100% renovable, teniendo el autoconsumo colectivo y la eficiencia energética como pilares fundamentales.