Feminismos
"Las diferencias de género siempre se dejan para otro momento"

La profesora Martha Ackelberg habla sobre Mujeres Libres, el movimiento libertario que llevó la emancipación de la mujer a la Revolución española.

Martha Ackelsberg
La profesora y politóloga norteamericana, durante las jornadas por el 80 aniversario de la creación de Mujeres Libres Álvaro Minguito
17 sep 2017 08:00

La politóloga norteamericana Martha Ackerberg (Nueva York, 1946) lleva investigando desde los años 70 el movimiento libertario español. En este campo conocería la historia de Mujeres Libres, la organización anarquista de mujeres que durante la Guerra Civil quiso poner las necesidades y problemas afrontados por las mujeres al mismo nivel que otras temáticas de la Revolución española. Profesora de Ciencias Políticas en el Smith College de Northampton (Massachussets, EE UU), ha publicado el resultado de sus investigaciones en el libro Mujeres libres. El anarquismo y la lucha por la emancipación de las mujeres (ed. Virus). El 8 de septiembre estuvo en Madrid invitada por el sindicato CGT para participar en las jornadas sobre el 80 aniversario de la creación del principal movimiento de mujeres de la primera mitad del siglo.

¿Por qué tu interés sobre Mujeres Libres?
Yo había estudiado el anarquismo como mi tesis doctoral, el anarquismo como teoría y en la práctica durante la guerra, y específicamente las colectividades anarquistas. Vine aquí al terminar el doctorado para encontrar a gente que hubiera participado en las colectividades. Mientras tanto me hice feminista. Cuando empecé estas investigaciones estaba buscando mujeres que participaron en las colectivizaciones, pero la gente que pude encontrar fueron hombres, y no tenían nada que decir sobre la participación de las mujeres. Pero, a través de varias entrevistas, encontré algunas personas que me dijeron que algunas de las Mujeres Libres aún estaban vivas. Fui de un lado a otro encontrándolas y entrevistándolas. Me acogieron de corazón. Algunas viven en Francia, otras en Canadá, otras en España o al sur de Francia, en Toulouse, en Montpellier o París. Fui por todas partes.

La mayoría tenían entre 16 y 20 años cuando formaron Mujeres Libres, con la excepción de Mercedes Comaposada, que fue de las impulsoras y tenía cerca de treinta años en la época de la guerra. Ella era más mayor, pero la mayoría eran muy jovencitas. Tenían una fuerza increíble. Me llamó la atención especialmente, cuando contaban sus historias, sus maneras de entrar en el movimiento, de encontrar gente. Por ejemplo, Soledad Estorach, que tenía 14 años o así cuando llegó a Barcelona. Como su padre había muerto tuvo que encontrar trabajo para ayudar a sostener la familia. Me dijo que estaba leyendo revistas, como la Revista Blanca (publicación libertaria en la que colaboraron, entre otros, Federica Montsey o Diego Abad de Santillán), en ella encontró el nombre de Soledad Gustavo (profesora y pedagoga anarquista) y trató de encontrarla yendo a las oficinas de la revista. A través de unos y otros fue a un sindicato local, se encontró con Abelardo Saavedra, uno de los ancianos, y él la introdujo al movimiento anarquista y le mostró la biblioteca del local. Fue un despertar para ella. Otra vez, a través de gente un poco mayor en el sindicato, que la acogieron.

¿Cómo se formó el movimiento, teniendo en cuenta que las mujeres siempre habían sido dejadas de lado? 
La inaguración oficial fue en el 37, pero habían empezado grupitos en Barcelona en el 34 y la revista empezó en el 36. Estas mujeres, que empezaron dentro del movimiento anarquista, entendieron, a través del movimiento, la necesidad de una oposición a toda jerarquía, y dentro de estas se encuentra la dominación de la mujer por el hombre. Empezaron a pedir espacio, a pedir reconocimiento de la situación específica de la mujer, y encontraron a otras con las mismas ideas. También encontraron a bastantes compañeros que no tenían idea ni querían tenerla. Entonces, Lucía Sánchez Saornil y Mercedes Comaposada se encontraron aquí en Madrid en un sindicato. Estaban tratando de dar clases y los hombres no les daban nada. Se fueron al parque del Retiro a charlar y así surgió la idea de establecer una revista para mujeres. Tenían dos objetivos: uno fue la capacitación de la mujer para formar parte de la vida, no solamente en el movimiento sino en la vida social, y también captación, es decir captar a las mujeres dentro del movimiento libertario. El grupo que se formó inicialmente en Madrid para la revista tenía una idea de capacitación de las mujeres más a un nivel cultural. Mercedes dijo que quería que las mujeres entraran plenamente en la cultura española, y el grupo de Barcelona, que se llamó inicialmente Grupo Cultural Femenino quería animar a las mujeres que ya estaban dentro del movimiento a que tomaran más protagonismo. Cuando se juntaron en el 37 se formó Mujeres Libres, que en agosto del 37 se constituiría como federación nacional. 

Pero siempre se mantuvo independiente de la CNT, aunque tuvieran vínculos.
Sí, sí. Tenían mucho en común, pero pensaban que tenían que ser una organización independiente autónoma porque solamente a través de sus mismas reclamaciones podrían desarrollar sus capacidades, y también decidir sus objetivos.

Porque muchas veces las reclamaciones feministas han estado postergadas por la revolución. 
Sí, justo por eso. Dijeron que la capacitación e igualdad de las mujeres es parte integral de la revolución, no se puede dejar para después. Pero es curioso que habitualmente no utilizaban la palabra feminista. Algunas sí, pero la mayoría no, porque para ellas feminista se refería a mujeres que querían igualdad de salarios, acceso al voto… Feminista quería decir para ellas mujeres burguesas, y ellas querían una capacitación mucho más amplia, que no estaba tan mezclada con las jerarquías sociales existentes.

¿Y utilizaban alguna otra palabra?
Pues no. Y al final encontré muy recientemente una cita de Lucía Sanchez que decía, bueno, están diciendo que somos feministas, en un sentido muy negativo, pero si con la palabra feminista quieren decir luchar por la igualdad de hombres y mujeres, luchar por la capacitación de las mujeres, sí somos feministas. Y los anarquistas deben ser feministas también, pero eso no lo entendieron así la mayoría.

Dentro de los movimientos de izquierdas sí que parece que se perpetúa esa resistencia a defender reivindicaciones feministas de una manera integral…
Aunque la teoría del anarquismo dice que se deben combatir todas las jerarquías, la jerarquía de género, de sexo, siempre se queda atrás. No sé exactamente lo que pasa aquí ahora mismo, pero recuerdo en el 77 durante las primeras jornadas anarcolibertarias en Barcelona. En estas jornadas había mujeres feministas, gays, lesbianas, y casi todas un poco aparte del centro, donde había una concentración enorme. Un veterano del movimiento dijo a las mujeres: mira, tenéis que imponeros, porque no podéis esperar a que se os invite.

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