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Entrevista La Poderío
Las Niñas de Cádiz: “Un pueblo sin teatro o con el teatro muerto es un pueblo que se muere”
Si hay ciertas veredas y caminos que son religiosamente inescrutables, los de la cultura para hacernos más felices y conectarnos a la vida desde el humor resultan absolutamente insondables a la par que fabulosos, pasen los siglos que pasen. Dignas herederas de este mezclum son Las Niñas de Cádiz que, desde 2018 como compañía y mucho antes como parte del grupo de teatro de la Universidad de Cádiz Caramba, han tendido un puente de arte entre la calle y los clásicos grecolatinos.
Una compañía teatral donde Ana López Segovia, Rocío Segovia, Alejandra López y Teresa Quintero recogen el arte milenario de lo teatral y la comedia para contar sobre el escenario cómo las cuestiones más universales son las mismas que pasean por las calles, los mercados de una ciudad o un bingo clandestino, como podemos ver en su última obra.
Siguen girando con El viento es salvaje (Fedra y Medea en Cádiz), Premio Max al Mejor espectáculo revelación en 2020, y llegan al Gran Teatro Falla de Cádiz el 22 y 23 de abril a presentar la imperdible Las Bingueras de Eurípides. El humor permite afrontar la vida de otra manera, la de un grupo de actrices que celebran la vida a través del teatro y cuyas creaciones conectan la denominada alta cultura con una cotidianidad que a pocas espectadoras les resultará ajena. Y como no podía ser de otra forma, de gaditanas maneras.
Comenzamos aclarando y situando términos para que todo el mundo entre en materia: ¿qué eran las puellae gaditanae?
Ana López Segovia.– Las puellae gaditanae son niñas gaditanas en latín. Eran bailarinas que no solo eran bailarinas, sino unas artistas muy completas: cantaban, bailaban, hacían chistes y que existían, según la documentación que tenemos sobre ellas, desde el siglo I a.C. Eran personajes que animaban todas las fiestas en Roma. No había una fiesta que se preciara en las que no estuvieran las puellae gaditanae, eran famosas en todo el mundo, en todo el imperio. Venían de Cádiz, aunque por extensión también se entiende que venían de toda la Bética, de toda Andalucía y nosotras, con el nombre de Las Niñas de Cádiz, queremos recordarlas de alguna manera. Se ha apuntado muchas veces a Lola Flores como una heredera de esta de estas mujeres tan potentes, tan graciosas, tan artistas.
¿Qué tenéis que ver con ellas?
Alejandra López.– Nosotras quisiéramos tener mucho que ver con ellas porque también hablan de cómo hacían espectáculos, de que giraban y cantaban canciones un poquito picantes y se movían muellemente, según dicen los anales. Nosotras siempre hemos querido pensar que tenemos algo de esto y de esas mujeres, que pueden ser un referente para nosotras.
Aristófanes y Eurípides, Fedra y Medea, ¿cuál es el hilo que conecta a Las Niñas de Cádiz con el mundo grecolatino?
Alejandra López.– Realmente fue bastante casual. En un principio, estudiando la universidad, nos dimos cuenta de que la comedia de la Grecia Antigua tenía muchos elementos comunes con el Carnaval de Cádiz, especialmente con el concurso. Entonces pensamos en una Lisístrata y en cómo podríamos adaptar el lenguaje porque, realmente, la comedia es muy difícil de adaptar. La comedia es una cosa que caduca mucho con el tiempo, muy pronto, más que la tragedia. Entonces, ¿cómo lo podríamos actualizar, cómo lo podíamos traer hasta nuestros días?
Nos dimos cuenta de que había muchos resortes parecidos al Carnaval. A partir de ahí montamos el primer espectáculo de Las Niñas de Cádiz que fue Lisístrata y descubrimos lo que ya sabemos desde siempre pero que se nos olvida, que es cómo en los clásicos está todo, está nuestra esencia, nuestra manera de vivir, de pensar. Los personajes grecolatinos tienen unas raíces latinas que hacen que sus pasiones conecten con nosotros de una manera capaz de llegar a todo el público. A partir de ahí ha sido un hilo del que tirar y en el que basarnos desde distintas ópticas porque cada espectáculo está orientado y visto desde un punto de vista totalmente distinto, valga la redundancia. Al final los clásicos nos dan una base muy sólida que es capaz de conectar con el público.
¿Cómo aterrizáis y materializáis ese gusto por lo clásico en una ciudad como Cádiz?
Ana López Segovia.– Nosotras materializamos todo esto a través del humor, de la filosofía de Cádiz y también de la cultura popular. Nos interesa mucho la cultura popular porque realmente es donde están todas las tradiciones ancestrales, donde están incluso todos los mitos clásicos. Siguen de alguna manera perviviendo en la cultura popular y es el hilo conductor que encontramos. Nosotras acometemos todos estos trabajos y toda esta visión de los clásicos, pero la traemos a nuestro terreno, a lo popular, a nuestras tradiciones: el flamenco, la copla, el Carnaval y siempre el humor. Y es un poquito lo que nos gusta.
Materializamos el gusto por lo clásico a través del humor, de la filosofía de Cádiz y también de la cultura popular porque realmente es donde están todas las tradiciones ancestrales e incluso los mitos clásicos
Fíjate en la película Orfeo negro, que está basada en una obra de teatro de Vinicius de Morais, que llevó el jazz a mezclarse con la música brasileña y salió la bossa nova. Era un hombre al que le gustaba trabajar también con las raíces populares y con la llamada alta cultura. Entonces mezcló en Orfeo negro el mito de Orfeo y Eurídice y lo llevó al Carnaval de Río. A mí me gusta pensar que de alguna manera nosotras también trabajamos así: traemos esta cultura, supuestamente alta cultura, y los mitos clásicos al siglo XXI , a nuestras costumbres, a nuestras tradiciones y a nuestra manera de ver la vida.
¿Cómo de complejo es gaditanizar la tradición culta?
Ana López Segovia.– No estamos forzando en ningún momento esta mezcla, es un camino que se da de una manera muy natural porque en el fondo estamos hablando de tradición culta y de cultura popular, pero todo se da la mano. Lo que sí es verdad es que nosotras tenemos una vena muy popular y conectamos mucho con el público en general, con todo tipo de público. Pero de verdad sentimos que es un proceso muy natural y la cultura popular está impregnada de mitología clásica, de elementos cultos, de tradición literaria. No nos resulta complejo porque es nuestro lenguaje.
¿Cuál es el origen de vuestra compañía?
Alejandra López.– Comenzamos como un grupo de teatro de la Universidad de Cádiz, estudiábamos allí y formamos una compañía. Después empezamos a salir en los Carnavales de Cádiz, en el Carnaval ilegal y, bueno, ahí empezamos a mezclar casi inconscientemente (o conscientemente), a pensar en fusionar eso el teatro porque había mucho componente teatral en la calle, mucha cercanía con el público y decíamos: “jolín, si la gente siguiera el teatro igual que sigue el Carnaval de la calle sería maravilloso” y ahí empezamos a indagar en un lenguaje en el que llevamos ya 25 años.
El viento es salvaje os dio el Premio Max al Mejor espectáculo revelación ¿Qué supuso ganarlo?
Rocío Segovia.– Sobre todo supuso un reconocimiento a muchísimos años de trabajo y de apostar por un lenguaje propio y muy característico como es el de Las Niñas de Cádiz. El Premio Max fue un reconocimiento al trabajo, vino a decirnos que vamos bien por el camino por el que vamos. Ser mujeres andaluzas y hacer el humor que hacemos desde este sitio tan específico era muy difícil y lo conseguimos, fue muy bonito ese reconocimiento.
Ser mujeres andaluzas y hacer el humor que hacemos desde este sitio tan específico era muy difícil y lo conseguimos
¿Dónde os pilla la inspiración a vosotras?
Ana López Segovia.– Pasándonoslo bien, sobre todo (risas). Estando aquí, contestando las tres.
Rocío Segovia.– Y sobre todo trabajando.
Alejandra López.– Muchas veces sale a lo mejor una idea, incluso estando en la furgoneta, pero después se desarrolla eshándole horas, ¿no, Ana?
Ana López Segovia.– Y trabajando, sí.
Viendo Las Bingueras de Eurípides podemos reconocer e identificar muchísimas cosas, ya no solo del fuerte componente feminista de la obra, sino de la cotidianidad más absoluta. ¿Cómo es vuestro proceso creativo?
Ana López Segovia.– Las ideas surgen, aparecen. También nos gusta mucho introducir en lo que contamos historias que conocemos de primera mano y que pertenecen a gente que nos la ha contado, como puede ser una prima o una tía. Son historias reales, incluso las partes más surrealistas de los espectáculos tienen un origen real y por eso es tan cercano, tan auténtico y tan verdadero, aunque sea la cosa más surrealista. Con todo ese montón de historias y de ideas, incluso a veces de chiste, me encierro y escribo el texto. Y luego lo presentamos, lo leemos y empezamos a ensayarlo. Siempre en los ensayos surgen cambios e improvisaciones pero, al final, se queda un texto fijo que es el que presentamos al público.
¿Qué es el humor para vosotras?
Rocío Segovia.– Para nosotras creo que es un arma de supervivencia, la manera que tenemos de salir adelante en nuestra vida.
Para nosotras el humor es un arma de supervivencia, la manera que tenemos de salir adelante en nuestra vida
Alejandra López.– ¿Qué haríamos sin el humor? En nuestra casa, porque nosotras tres somos hermanas, siempre nos hemos estado riendo. Siempre, de todo. Y ha habido fiesta, pero también ha sido una manera de sobrevivir porque han pasado cosas muy duras en mi familia, como en todas. Después nos juntamos con Teresa Quintero, que también venía de una familia que tiene mucho parecido con la nuestra. Nosotras hemos estado pagando facturas sin un duro, llevando palante la compañía, trabajando sin cobrar y comiendo gambas con lo poco que teníamos pero riéndonos y tomando cervezas, porque ante todo el disfrute y el reírse era primordial para nosotras.
¿Os dicen que sois graciosas por ser de Cádiz? ¿os molesta? ¿Es un cliché?
Ana López Segovia.– Muchas veces asocian el humor directamente con Cádiz. Es verdad que nosotras pensamos que el humor es patrimonio del ser humano, pero también te digo que hay algo de verdad y hay una herencia de nuestra tierra y de nuestra manera de mirar la vida. La filosofía de Cádiz es esa, la del humor, y nos ha enseñado mucho, llevamos a gala también el hecho de tener un humor de Cádiz y de mirar la vida así.
¿Podría ser Las Niñas de otro sitio que no fuera de Cádiz?
Rocío Segovia.– Pues no, si fuesen de otro sitio serían Las Niñas de Cádiz y de otro sitio [se ríen todas] y harían otro tipo de humor, me imagino.
Ana López Segovia.– Probablemente haríamos humor pero está claro que sería otra cosa.
Alejandra López.– Porque mezclamos carnaval, que es la base.
Ana López Segovia.– Y sobre todo la forma de mirar la vida. Yo creo que sí, que Cádiz está, está en la base.
Humor
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En Las Bingueras de Eurípides hay cuatro mujeres y dos hombres pero en la compañía sois todas mujeres. Incorporar a hombres, ¿ha influido en las dinámicas de trabajo habituales?
Rocío López.– Creo que no. También porque son amigos de toda la vida.
Ana López Segovia.– Amigos y, de alguna manera, son personas invitadas al espectáculo, a participar en esta función. El núcleo seguimos siendo mujeres y nos preocupamos mucho, no por ser mujeres, sino por ser nosotras las que llevemos las riendas. En lo que haya podido influir ha sido para bien absolutamente porque estamos muy contentas también de trabajar con la perspectiva de los hombres dentro de la función.
Alejandra López.– En la compañía hay hombres y también nuestro distribuidor es un hombre estupendo, César Arias. Siempre presumo de él porque digo que es una persona que nunca ha sido nada, o sea, en ningún momento ha sido paternalista con nosotras. Él llevaba mucho más tiempo trabajando en la distribución y nosotras cometimos fallos de producción en los primeros momentos, por ser nuevas simplemente. Siempre ha sido muy respetuoso con nosotras. Estamos rodeadas de gente maravillosa. Simplemente el núcleo somos mujeres y hacemos las cosas a nuestra manera. No influye para nada.
He visto que lleváis mucho tiempo en Madrid. ¿Es complejo tirar hacia adelante para ganarse el pan con la cultura en Andalucía y, concretamente, haciendo teatro?
Ana López Segovia.– Sí, lo es, claro. En Cádiz no hay un tejido artístico sólido para poder vivir de él a nivel de artes escénicas, lamentablemente. Teniendo como hemos tenido y seguimos teniendo esa plataforma que es el Festival Iberoamericano de Teatro, no se ha sabido generar un tejido de artes escénicas en la ciudad. Y, claro, hubo un momento en el que tuvimos que hacer las maletas y venirnos a Madrid. Es una penilla, la verdad, porque es un rollo que todo esté centralizado en la capital, y nos gustaría trabajar desde la periferia pero ahora mismo es complicado.
Alejandra López.– Pero bueno, yo creo que cualquier artista en cualquier momento de la historia se ha tenido que ir fuera, cualquier artista, desde pintores hasta La Paquera, que era flamenca. Hay que ir a la capital, aunque sea un tiempo a nutrirte, a mezclarte y a ver lo que se hace. Nosotras afortunadamente casi cada mes bajamos a Cádiz. Si no para hacer una función es para Carnavales o para Navidad. Estamos muy vinculadas a nuestra tierra, pero es verdad que donde tú sales a la calle y te encuentras con lo que está pasando es en Madrid. Es así.
En enero, distintas asociaciones y plataformas de las artes escénicas y la música de Andalucía publicaron un comunicado denunciando los recortes en la política cultural de la Junta de Andalucía. ¿Cómo veis el panorama de las artes escénicas en Andalucía?
Ana López Segovia.– Creo que se están haciendo cosas bien porque, por ejemplo, la ampliación del programa Anfitrión ha sido muy positiva. Pero el progresivo desmantelamiento en el que se encuentran ahora mismo los circuitos teatrales de Andalucía que dependen de la Junta de Andalucía es increíble. No es algo que venga con el gobierno de ahora, viene de antes. Cada vez es más difícil mantenerse en Andalucía como empresa de Artes Escénicas. Es un momento superduro.
Alejandra López.– Además, para mí es muy problemático porque un pueblo sin teatro o con el teatro muerto es un pueblo que se muere, que no tiene fiesta, donde la gente no sale a la calle, que no tiene vida. Una vez que tú desmantelas eso, que las empresas ya no pueden mantenerse y que los teatros se empiezan a estropear por el desuso o por no estar abierto, después retomarlo va a ser mucho más difícil. A mí me da miedo que esto sea algo que esté ayudando a la despoblación y a la muerte de los pueblos y de las pequeñas localidades
Ana López Segovia.– Ya es que no es solo por las empresas culturales de Andalucía, sino de verdad, es por los propios pueblos. La única opción que tienen de ver obras de teatro con un mínimo de calidad es estando apoyados por la Consejería de Cultura. Si le da 2.000 euros para programar todo el año, imagínate qué obras de teatro pueden llevar las criaturas a sus teatros. Eso significa que se cierren esos teatros, como bien dice Alejandra. Es un desastre. Yo creo que es terrible la situación que estamos viviendo. Es muy terrible.
¿Cuáles son vuestros planes para el futuro a corto y medio plazo?
Alejandra López.– Nosotras somos artistas y creadoras. En el momento que formas una compañía o creas un lenguaje también estás, de alguna manera, renunciando a otros proyectos vitales como artistas, que es lo que somos cada una de nosotras. Y realmente yo no me cierro nada. Estamos abiertas a mezclarnos con gente, a crear cosas que sean a lo mejor distintas, no nos vamos a condenar a un lenguaje a largo plazo. Lo que sí haremos será producir, ser fieles a nuestra creatividad, a los principios artísticos de cada una de nosotras y que en la medida de lo posible se puedan llevar a cabo. Cada una en sus ambiciones más secretas es que seamos felices, que tú te subas a un escenario, seas feliz y estés contenta con lo que estás haciendo y sientas que esto es lo que quieres hacer. Al final es de esos pienso yo que se trata la vida.
¿A qué clásico queréis ponerle acento de Cádiz?
Ana López Segovia.– Pues estamos ahí dándole vueltecitas a las cosas de los Siglos de Oro, ¿no? Nos apetece mucho.
Alejandra López.– A lo mejor algún Lorca alguna vez, eso lo tenemos pendiente. Hacer algún Lorca a nuestra manera.
Ana López Segovia.– Y nos encantaría Chejov, también. En vez de en Rusia lo hacemos en las salinas de San Fernando. La verdad, no sabemos, todo es una fuente de inspiración, a ver qué se nos ocurre. Realmente no planificamos. Lo que surja y donde surja la inspiración pues para allá iremos, sea lo que sea. No buscamos resultados, sino más bien, como bien decía Alejandra, disfrutar con lo que estamos haciendo.