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Educación
El sistema bimodal en educación y la “nueva normalidad”
Si lo que hacemos es más distante y digital, nuestras relaciones personales serán más distantes y digitales. Ganará la disociación. Y si reina la distancia en nuestras relaciones, reinará la desconfianza social. Es el caldo de cultivo del miedo al otro y el conservadurismo político. Lo que puede llevarnos a perder la esperanza en una alternativa mejor a este sistema de mierda.
“La pandemia y el confinamiento van para largo”. Nada nos garantiza, tampoco, que no aparezcan nuevas pandemias. Y, sobre todo, nada nos garantiza que el futuro transcurra con la suficiente tranquilidad como para hacer planes estables y seguros. Nos traen una crisis económica, política, ecológica y social internacional de grandes dimensiones. “Estamos en guerra”, dicen muchos gobernantes, quizás para prepararnos para lo que se viene. Ellos tienen información privilegiada.
Algo que también irá para largo es el efecto psicológico y cultural que toda esta situación está produciendo en la población. Nos estamos acostumbrando a vidas todavía más sedentarias, a tareas y comunicaciones cada vez más digitalizadas, y a una desconfianza creciente en nuestras relaciones sociales. Ayer, hablando con una vecina de este tema, nos decía que “aunque la guerra pasase, nuestros abuelos siguieron teniéndola presente en sus mentes durante toda su vida” [lo que dio lugar al franquismo sociológico]. La psicología del trauma, supongo.
En referencia al futuro de nuestra sociedad, de nuestras vidas y de la educación, he recogido tres noticias de estos últimos días que me parecen suficientemente esclarecedoras para saber “lo que se nos viene encima”.
1- Hace un par de semanas el Ministro de Universidades, Manuel Castells, decía que muy probablemente el próximo curso escolar se realizaría mediante rotaciones entre calles presenciales y clases digitales. Insistió en que nos teníamos que ir acostumbrando a la enseñanza digital. Y también insistió en que la enseñanza digital es una enseñanza de futuro, positiva y complementaria con la presencial. Las clases presenciales, a su vez, “deberán de respetar las medidas de distanciamiento social”, además de las tareas de “desinfección” de las aulas.
Coronavirus
La pandemia ciberfetichista
Cito sus palabras, porque me parecen muy esclarecedoras. Está bien que haya muchas universidades a distancia, pero todas deberían mantener la tensión, el esfuerzo. Hay que tener reservas para articular en el futuro las enseñanzas en Internet, que de todas maneras deberían ser complementarias, no antagónicas [a las presenciales]”. “Tenemos que acostumbrarnos a una enseñanza bimodal. Eso requerirá un aumento de la digitalización, financiación de las universidades para llevar a cabo ese desarrollo que requerirá sobre todo un reciclaje del profesorado universitario” decía.
¿De qué nueva normalidad hablan? ¿De una normalidad dominada por el miedo y la paranoia social, vidas más sedentarias e interacciones cada vez más digitales y distantes?
2- El otro día Pedro Sánchez nos presentaba oficialmente “el plan para la transición hacia una nueva normalidad”. Un plan de “desescalada” en diferentes fases con el objetivo de ir progresivamente hacia “una nueva normalidad”. El adjetivo de “nueva” es esclarecedor porque ya nos advierte que pretenden que la normalidad que vivíamos no vuelva. Es casi tan siniestro como esclarecedor: ¿De qué nueva normalidad hablan? ¿De una normalidad dominada por el miedo y la paranoia social, vidas más sedentarias e interacciones cada vez más digitales y distantes? Hay algo que parece seguro: el desenlace de esa “nueva normalidad” prevee que las aglomeraciones entre personas sean limitadas, los lugares de encuentro tengan aforo limitado y se sigan las medidas de “seguridad” para mantener el distanciamiento social. El tele-trabajo y la tele-educación ganarán peso en nuestras vidas.
3- Hace un par de días la Ministra de Educación, Isabel Celaá, repetía lo que ya había anunciado el ministro Castells sobre la realidad educativa que se viene. Y, para más inri, afirmaba que la nueva propuesta de Ley de Educación (la LOMLOE), actualmente en trámite de aprobación, aspira a garantizar la “nueva normalidad” en el ámbito educativo. Aquí algunas de sus palabras, también muy esclarecedoras: “Hasta que no tengamos un remedio o una vacuna la única herramienta para combatir al virus es el confinamiento”.
El adjetivo de “nueva” es esclarecedor porque ya nos advierte que pretenden que la normalidad que vivíamos no vuelva. Es casi tan siniestro como esclarecedor: ¿De qué nueva normalidad hablan?
Castells también repite la consignas marcadas. “Si no hay un remedio, los centros tendrán que estar a la mitad de su capacidad. Esto obliga a que una parte de alumnos estén trabajando presencialmente y otra parte, telemáticamente”. “La digitalización es un principio rector de la ley que tramitamos en el Congreso (la LOMLOE)”. Pura ideología (neoliberal) disfrazada de responsabilidad. “Con acuerdos con empresas, como Telefónica, hemos repartido recursos por comunidades. Hablamos de 20.000 tarjetas de datos. Hemos conseguido algunas otras a través de Xiaomi, Orange… A su vez los gobiernos autonómicos están haciendo lo propio, y desde el ministerio estamos preparando alguna otra actuación pública”. “Hay cinco principios rectores en la ley: el interés superior del menor; una enseñanza personalizada, inclusiva; una enseñanza para el desarrollo sostenible; una coeducación, y una digitalización máxima” (sic).
Educación
El covid-19 acaba con más de 50.000 empleos en educación
La educación es uno de los sectores donde más empleos se han perdido por la crisis del coronavirus, según los datos ofrecidos por el Gobierno. Al descenso en la cifras de alta en la seguridad social se suman aquellos puestos de trabajo afectados por ERTE que, solo en abril, superan los 100.000 en el ámbito educativo.
Ya tendremos tiempo de estudiar esa nueva Ley de Educación punto por punto, tanto en la teoría y los bonitas palabras como en su posible practica. Por el momento, nos bastan esas tres declaraciones de representantes del gobierno para saber la realidad que se nos viene.
La pandemia y el confinamiento han sido el caldo de cultivo perfecto para que los poderes puedan imponernos (todavía más) la tele-vida que desde hace años nos llevan proponiendo. Esta idea no es nueva, y pensar que esta “nueva normalidad” que nos proponen ha sido casual sería muy inocente. De trabajar desde casa, automatizar el trabajo y meter las “TICS” en educación se lleva hablando ya un tiempo. Los hábitos de cultura sedentaria, el pensamiento individualista y la desconfianza social, también se llevan tiempo fomentando. Y de la crisis ecológica, económica, política y social que iba a estallar antes o después, también se lleva tiempo hablando. Así que, “quien quiera entender que entienda” y quien quiera tragarse los discursos oficiales, que se los trague.
Pensar que esta “nueva normalidad” que nos proponen ha sido casual sería muy inocente. De trabajar desde casa, automatizar el trabajo e meter las TICS en educación se lleva hablando ya un tiempo. Los hábitos de cultura sedentaria, el pensamiento individualista y la desconfianza social, también se llevan tiempo fomentando
¿Qué nueva normalidad nos espera?
El trabajo y los estudios son las dos ocupaciones fundamentales de la mayoría de la población. Si antes nos quejábamos de que en el trabajo había mucho egoísmo y poco compañerismo, es previsible que con la “nueva normalidad” haya más. ¿Cómo tener confianza con nuestros compañeros si no siquiera les veremos la cara, o lo haremos a metros de distancia? Sobre el estrés laboral y la falta de autonomía en el trabajo, también es previsible que cada vez haya más. ¿Cómo no estresarse más si hacemos todo desde casa, a través de una pantalla, o manteniendo en todo momento unas paranoicas medidas de “seguridad”? ¿cómo tener autonomía si previsiblemente habrá más vigilancia, cibernética y física, y todas las tareas estarán mucho más reguladas y controladas?
En el ámbito educativo la “nueva normalidad” no es mucho más prometedora. Si antes nos quejábamos de la competitividad entre compañeros en clase, ahora que habrá más distancia entre alumnos y menos trabajo disponible en el mercado laboral, es previsible que haya más competición. Si antes nos quejábamos de profesores que pasaban o eran distantes, ¿Qué esperar de profesores que veremos a través de la pantalla, a lo lejos en el Aula, o escucharemos a través del teléfono del “call- center” del instituto, colegio o universidad de turno? Si antes nos quejábamos de una educación muy teórica y poco práctica y de un programa educativo aburrido y estresante, ahora es más que probable que lo sea aún más. ¿Puede ser motivante estudiar a través de una pantalla solo en casa, o guardando distancias en clase sin poder hablar o pellizcar al compañero?
Si antes nos quejábamos de la competitividad entre compañeros en clase, ahora que habrá más distancia entre alumnos y menos trabajo disponible en el mercado laboral, es previsible que haya más competición
Y si el trabajo y la educación, que son las ocupaciones fundamentales seguirán esa tendencia, el resto de ocupaciones no serán muy diferentes. “Las condiciones materiales determinan la conciencia”, decían algunos filósofos. Y el psicopedagogo Vigotsky insistía en el “dime qué haces y te diré quién eres”. Si lo que hacemos es más distante y digital, nuestras relaciones personales serán más distantes y digitales. También nuestra forma de pensar y sentir, previsiblemente, estará más marcas a los fetiches y dogmas ideológicos que por realidades tangibles. Ganará la disociación. Y si reina la distancia en nuestras relaciones, reinará la desconfianza social. Es el caldo de cultivo del miedo al otro y el conservadurismo político. El caldo de cultivo para perder la esperanza en una alternativa mejor a este sistema de mierda. Guy Debord se revuelve en su tumba: la sociedad del espectáculo y la separación siguen ampliando sus márgenes.
No son tiros al aire. Es la intuición de los casi dos meses que llevamos practicando la expansión del tele-trabajo, la tele-educación y la tele-vida. No hacen falta tampoco intuiciones: lo dicen abiertamente, o entre líneas, los representantes del gobierno.
Preparémonos. Digamos no a su “nueva normalidad” y los “sistemas bimodales”. Construyamos nuestra nueva normalidad, sin distancias, sin vigilancias, sin desconfianzas.