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Filosofía
Mujeres en el corazón de la filosofía romántica alemana
La vida y obra de la escritora alemana Karoline von Günderrode ha inspirado poemas, obras de teatro, novelas y obras musicales y pictóricas. Descrita como una profeta y sacerdotisa, denominada “la Safo alemana”, se la conoce como una figura romántica trágica, poeta lírica y mística. El espectacular suicidio que llevó a cabo, atravesándose el corazón con una daga a la edad de veintiséis años, ha provocado una fascinación por su biografía y la proliferación de interpretaciones biográficas de su obra. Sin embargo, más allá de su vida, los escritos de Günderrode son atractivos y originales ―y aspiran a resolver, o por lo menos abordar de una manera única, problemas filosóficos que causaron interés entre sus coetáneos, en particular dentro del ámbito del idealismo y del primer romanticismo alemán.
Filosofía
El descubrimiento de las mujeres en el corazón de la filosofía
Günderrode nació en 1780 en Karlsruhe, en el suroeste de Alemania, siendo así la mayor de seis hermanos, en una familia de la pequeña nobleza con problemas de dinero. El conjunto de los hermanos fue educado por un tutor, y Günderrode conservó a lo largo de su vida un vivo interés por las lenguas, las ciencias y en particular la filosofía. Su padre murió en 1786; sus hermanas Louise, Charlotte y Amalie, respectivamente, en 1794, 1801 y 1802. La filosofía y la literatura se convirtieron así en vías de escape frente a esta serie de tragedias. En una carta que le escribió a una amiga poco antes del fallecimiento de Charlotte, Günderrode suplicó: “Por dentro, me siento totalmente desgraciada. Aconséjame, ayúdame, y no repitas tu frío es como debe ser, o por lo menos fantaseemos sobre la gravedad de este asunto. / Hace un tiempo fui capaz de elevarme hacia un mundo de fantasía, sublime y bello, el mundo mágico y medio-oscuro de Ossian. Pero los sueños benditos se disuelven; parecen pociones de amor que intoxican, exaltan para luego desaparecer”.
A partir de los diecisiete años, Günderrode vivió en un convento de Fráncfort. A pesar de las estrictas reglas de comportamiento y vestimenta, pudo hacerse amigos, viajar y seguir escribiendo y estudiando. Tuvo acceso a textos filosóficos y de otros campos de interés. A través de ciertos conocidos adinerados y con contactos tuvo la oportunidad de conocer a editores. Fue amiga de la familia Brentano, en particular de los hermanos Kunigunde (“Gunda”), Bettina (más tarde von Arnim) y Clemens, quienes se convertirían en célebres escritores. Su abuela, la autora Sophie von la Roche, publicó “Historia de Brahmin”, uno de los relatos cortos de Günderrode, en el periódico Herbsttagen (1805).
A través de los Brentano, Günderrode conoció al jurista Friedrich Carl von Savigny, con quien esperaba comprometerse sentimentalmente. Sin embargo, Savigny ―quizás desanimado por los problemas de salud, la situación financiera y la actividad intelectual de Günderrode― terminó casándose con Gunda. Posteriormente, Günderrode empezó una relación con un hombre casado, el influyente mitólogo Georg Friedrich Creuzer. Fue la carta de ruptura de Creuzer lo que desencadenó el suicidio de Günderrode. Como “promesa” de un reencuentro en el más allá, le dejó un pañuelo manchado de sangre y un poema.
La obra de Günderrode se compone de trabajos publicados y sin publicar, notas y cartas, que abarcan múltiples géneros: el ensayo, el fragmento literario, el diálogo, el teatro, el relato corto y la poesía lírica y épica. Publicó dos colecciones de escritos, Poemas y fantasías (1804) y Fragmentos poéticos (1805), y, poco antes de su muerte, llegó a completar una tercera Melete. Publicó a parte también otras cuatro obras: el relato corto mencionado con anterioridad y tres obras de teatro, Udohla y Magia y Hado (en 1805 en el periódico de Creuzer Studien) y Nikator (en el Taschenbuch für das Jahr de Willmann en 1806).
La filosofía de Günderrode incluye una metafísica, una teoría de la identidad, algunas de las nuevas teorías políticas y sociales, así como los principios de una reflexión ética y estética
Las notas y escritos de Günderrode revelan, entre otros aspectos, su interés por el trabajo de Schelling, Kant, Fichte, Herder, Hemsterhuis, Novalis ―poeta alemán de los primeros románticos― y Friedrich Schelling, así como por la historia y el pensamiento religiosos del norte de Europa, Asia y del norte de África. Su obra da cuenta de un compromiso sumamente independiente y original hacia dichas fuentes, cuya articulación da lugar a una mirada filosófica de notable consistencia. Su filosofía incluye una metafísica, una teoría de la identidad, algunas de las nuevas teorías políticas y sociales, así como los principios de una reflexión ética y estética. Se la conoce también por su comentario sobre el género.
La metafísica compone el corazón del edificio filosófico. En ella plantea que cada ser y objeto individual del mundo es una entidad compuesta por varios “elementos”. Cuando estas entidades individuales mueren o se deshacen, los elementos que las componían se desintegran y vuelven a mezclarse con elementos de otras entidades, dando lugar a nuevas combinaciones que crean nuevas formas. “Así pues,” escribe, “la vida es inmortal, se mueve y circula a través de los elementos […]. La vida entendida individualmente no es más que una forma de vida que depende de una conexión, un contacto y una atracción determinados. En este sentido, una vida dura lo que dura esa conexión” (NdT: Se ha resaltado el artículo indeterminado con el fin de enfatizar la distinción entre lo particular y lo universal).
Esta tesis metafísica es la base de varias de las novedosas declaraciones que formulará posteriormente. Günderrode imagina la muerte esencialmente como un espacio de rejuvenecimiento y recreación: aunque un individuo muera, realmente continua, en cierto modo, existiendo, ya que las partes que lo componían se han dispersado en múltiples entidades formando combinaciones con elementos de otros individuos. Günderrode llega incluso a afirmar que cierta forma de conciencia podría continuar existiendo tras la fragmentación de la individualidad de una persona causada por la muerte. En “Un fragmento apocalíptico” el narrador vuelve de la muerte tras haber “silenciado y enredado los sueños”. En “Un sueño”, Günderrode presenta a los muertos como seres “hechizados”, “estupefactos” y “adormecidos” y, sin embargo, en cierto modo, conscientes de lo que los rodea: aun estando dormidos, luchan por despertar.
Este modelo metafísico también sirve de fundamento de su teoría del amor. Günderrode plantea que el amor es una experiencia de armonía de algunos de nuestros elementos con los de otra persona. A nivel químico o mecánico, los elementos similares que nos componen, así como a nuestros amigos o amantes, se atraen entre ellos, y experimentamos esta atracción como una emoción. Como lo explica un profesor en uno de los diálogos de Günderrode, “The Manes”: “El hecho de que dos personas, aun sin conocerse, piensen lo mismo o algo similar describe, en sentido espiritual, una conexión”. El profesor añade: “La muerte de una persona con la que me encuentro de este modo conectada no anula esta conexión”. Y no solo eso, sino que cuando morimos, literalmente nos reunimos con nuestros amigos y amantes. En palabras de Günderrode, en “Las viudas malabares”: “La muerte se convierte en una dulce celebración del amor, / Los elementos separados, de nuevo unidos”.
La teoría política de Günderrode está directamente relacionada con su metafísica. Su manera de entender las entidades políticas, tales como Estados o grupos religiosos, se asemeja al modelo de comprensión de criaturas individuales y objetos. Günderrode las concibe como constelaciones de elementos (o individuos) temporales, cuyo necesario colapso y derrumbe implica una transformación y revitalización periódicas. Por consiguiente, la revolución política y la muerte son igualmente necesarias: ambas conducen a la extinción de entidades viejas y defectuosas para dar lugar a la formación de nuevas entidades a partir de los restos.
Si la obra de Günderrode es filosóficamente interesante en sí misma, lo es también por su posible influencia en el pensamiento de filósofos, historiadores y escritores más conocidos
A pesar de haber sido poco desarrolladas, las proposiciones éticas de Günderrode también encajan en este marco metafísico. En “Idea de la Tierra” y “Cartas entre dos amigos”, declara que un acto virtuoso es aquel que contribuye a la armonía y la unificación: “donde hay virtud, encontramos una aspiración similar a realizar actos de justicia, bondad y concordia”. En “Historia de Brahmin”, afirma, por el contrario, que la moralidad remite únicamente a las interacciones entre seres humanos y que, por ello, no puede satisfacer nuestro deseo de plenitud espiritual. En este texto, nos dice que el narrador “descubrió en sí mismo aptitudes que estas relaciones finitas no podrían continuar satisfaciendo. […] Mi apetito requería un objeto infinito para calmar su afán”. El modo en el que estas declaraciones ―así como los conceptos de “virtud” y “moralidad”― se relacionan entre sí queda aún por investigar.
Si la obra de Günderrode es filosóficamente interesante en sí misma, lo es también por su posible influencia en el pensamiento de filósofos, historiadores y escritores más conocidos. Günderrode representa, en particular, un nudo importante entre el primer romanticismo alemán y el romanticismo de Heidelberg, dentro del cual podemos encontrar a Creuzer, Clemens y Bettina von Arnim y su marido, Achim, así como a Joseph Görres, los hermanos Grimm y, en cierta medida, a Hölderlin.
Es probable que, en particular, las ideas de Günderrode influenciaran a Clemens y a Bettina. Clemens es conocido por su papel en el desarrollo de las teorías románticas sobre el “yo” (selfhood) y la individualidad ―una temática que formó parte de sus conversaciones con Günderrode (Vínculo). Bettina, autora de un “Informe sobre el suicidio de Günderrode”, escrito para la madre de Goethe, Katharina Elizabeth Goethe, publicó una versión editada de su correspondencia con Günderrode bajo el título Die Günderrode, que influyó en el transcendentalismo americano.
Es además muy probable que Günderrode influyera en los desarrollos de Creuzer sobre mitología. Aunque la mayoría de su correspondencia fue destruida (sus amigos temían que el suicidio provocara un escándalo), las cartas que fueron salvadas muestran que la pareja conversaba sobre mitología antigua, filosofía y religión. Simbolismo y mitología de los pueblos antiguos (1810-1812) de Creuzer, publicada solo unos años después de su relación con Günderrode, fue una de las obras más influyentes del siglo diecinueve en el campo de la historia cultural y religiosa.
Tal y como ocurre con muchas otras figuras femeninas históricas de la filosofía, las contribuciones de Günderrode a la historia de las ideas han quedado en la sombra. En aquella época no era habitual que se reconocieran los esfuerzos intelectuales de las mujeres, de modo que probablemente nunca lleguemos a saber el verdadero alcance de la influencia que tuvo sobre su entorno. No obstante, resulta muy interesante poder restituir tanto la originalidad de Günderrode en su manera de abordar preguntas filosóficas discutidas por sus coetáneos, como el posible impacto que tuvo su obra en algunos filósofos y pensadores ya célebres.
Publicamos la traducción del artículo “Discovering the Women at the Heart of German Romantic Philosophy” con el permiso de The Genealogies of Modernity Project. El GenMod Project es una iniciativa que explora la estructura de la modernidad, las diversas formas en que surgió y cómo pensar en otras posibles modernidades. El sitio presenta artículos de una amplia variedad de disciplinas y perspectivas. Se puede seguir el proyecto en Twitter, Instagram y Facebook. Las personas que integran el proyecto expresan a El Rumor de las Multitudes su entusiasmo por compartir este artículo.
Asimismo, desde El Rumor de las Multitudes queremos agradecer a Sofía Batko la traducción del texto original.
Filosofía
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