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Salud mental
Victimización y trastorno mental
En contra de la tradicional relación entre trastorno mental y delitos violentos, un estudio muestra cómo las personas diagnosticadas son más frecuentemente víctimas de episodios violentos, en algunos casos traumatizantes.
Parte de la Psiquiatría y la Criminología han favorecido, por tradición, la estigmatización de las personas con trastornos mentales, sobre todo a aquellas que sufren los trastornos considerados más graves. Identifican ciertos trastornos, principalmente los psicóticos, con conductas violentas, apoyándose sobre la creencia de que las personas con este tipo de trastornos son violentas, o podrían serlo. Los medios de comunicación refuerzan esta imagen, favoreciendo la estigmatización de las personas con trastorno mental, tanto en la esfera familiar, como educativa, asistencial, sanitaria e institucional.
Sin embargo, los estudios epidemiológicos no apuntan en esa dirección. Se calcula que solo entre un 5% y 10% de los delitos violentos son cometidos por personas con trastornos mentales (Man, 1995, citado en López, Laviana, López, 2009). Por el contrario, si se habla de victimización, se estima que existen entre dos y cuatro veces más de probabilidades de sufrir un delito que la población general (Teplin, McClelland, Abram, y Weiner, 2005; Maniglio, 2009).
Con ayuda de varias asociaciones que trabajan con personas con trastorno mental, se realiza un estudio transversal en el que participan un total de 96 personas. El objetivo es estudiar la victimización de las personas con algún tipo de trastorno mental en comparación con población sin diagnóstico. A través de un formulario, se les ha preguntado si han sufrido algún tipo de victimización y los resultados del estudio hablan por sí solos: las personas que sufren algún tipo de trastorno mental afirman haber sido victimizadas con más frecuencia que aquellas sin diagnóstico. Un 30% de las personas diagnosticadas afirman haber sufrido maltrato durante su infancia o adolescencia, frente al 10,6% de las personas sin diagnóstico. Respecto a acoso escolar, hasta un 46% de las personas diagnosticadas participantes en la encuesta han afirmado haber sido víctimas, frente al 13% de las no diagnosticadas, porcentajes parecidos si se pregunta por violencia en el ámbito familiar —43% frente al 13%—. El porcentaje de personas diagnosticadas que afirman haber sido víctimas de violencia sexual multiplica por más de cinco a la cifra de las personas no diagnosticadas —22,4% frente al 4,2%—. Y más de la mitad de las personas con esquizofrenia u otro trastorno psicótico afirman haberse sentido discriminadas.
El estudio muestra también que la mitad de las personas diagnosticadas con algún tipo de trastorno mental han sufrido tres o más episodios de victimización. En cuanto a las personas que afirman no haber sufrido ninguna de las victimizaciones que se preguntaban en el cuestionario, un 34% no padece trastorno conocido frente a un 8 % de personas con trastorno mental.
También, si el tipo de episodio de victimización ha sido traumático —presenciar violencia en el ámbito familiar haber sufrido maltrato durante la infancia o adolescencia, bulllying, violencia sexual o violencia por parte de la pareja—, el estudio muestra que las personas con algún tipo de trastorno mental son más habitualmente afectadas. Hasta un 43% de las encuestadas afirman haber sufrido episodios de victimización traumáticos, frente al 10% de las no diagnosticadas.
Es necesario, por tanto, que los profesionales de la salud indaguen sobre la victimización en un rango más amplio de lo que se viene haciendo en la actualidad, teniendo en cuenta nuevas formas de victimización, como por ejemplo el ciberbullying, y victimizaciones que tradicionalmente han pasado más desapercibidas, como el acoso laboral.
No se deben buscar explicaciones deterministas ni simplificadas sobre el trastorno mental y la victimización, dado que intervienen multitud de factores que están interconectados entre sí y se requiere de investigaciones más exhaustivas sobre los episodios de victimización y los síntomas postraumáticos.
Además, se debería prestar especial atención a la red de apoyo social y familiar de la personas victimizada. Es importante la sensibilización social ya que de ella dependerá como reaccione la sociedad ante determinados hechos. Para finalizar, es necesaria la formación y sensibilización de los y las profesionales ( principalmente del ámbito sanitario, policial y jurídico) para atender correctamente a la víctima, evitar la victimización secundaria y la impunidad del delito.
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A excepción de los robos (seguramente por la pobreza estructural del colectivo de pacientes) son las personas siquiatrizadas las que más sufren.
Por otra parte, llama la atención la falta de implicación o el perfil bajo en la defensa de los pacientes por parte de los psiquiatras, quizá porque el sistema sanitario los explota laboralmente ya que la salud mental siempre ha sido la hermana pobre del sistema sanitario.