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Derechos Humanos
Diez años de Ley Trans: “En 2031 hemos entendido que la identidad que la persona manifiesta es inviolable”
La aprobación de una ley trans estatal en 2021 tensionó al movimiento feminista y al primer Gobierno de coalición. Diez años después, tres activistas recuerdan lo que consideran un hito histórico y piden voluntad para desarrollar aspectos del texto olvidados como la inserción laboral, en un contexto en el que el desempleo sigue lastrando al colectivo.
Madrid, 10 de enero de 2031
La Ley Trans aprobada hace diez años no ha acabado con la transfobia, pero a Sandra Herrero le ayuda en su día a día como trabajadora social. “Con la ley en la mano puedo ayudar a los chiquillos que llegan hasta nuestra asociación porque están sufriendo”, explica a El Salto. La Ley integral para la no discriminación por motivos de identidad de género y reconocimiento de los derechos de las personas transexuales aprobada hace una década no ha acabado con situaciones de bullying como la que ella misma sufrió en el instituto cuando reveló su identidad, con 16 años. Pero le ha dado herramientas para hacer frente a estas situaciones, dice esta mujer que hoy tiene 32.
Para la histórica activista Maribel Torregrosa, la sanción de esta ley fue “una de las primeras grandes noticias de la era poscovid”. El día en el que el Congreso aprobó la ley, recuerda, abrió su mejor botella de vino y, tras la luz verde, brindó con rodeada de gente que, como ella, había peleado esta ley. “Teníamos dos motivos para brindar”, explica. “Por un lado, el hecho de que se aprobara la ley; por otro, el haber acabado con las burlas y toda la violencia que habían desplegado años antes las feministas transexcluyentes en su búsqueda de estrategias para intentar que no seamos, que nuestros derechos se anulen”, rememora.
Niurka Gibaja es hoy profesora de religión, un puesto poco accesible para una mujer trans hace una década, y colabora en proyectos de inserción laboral de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales (FELGTB). Niurka resumen así lo que ha supuesto esta ley para ella: “Han cambiado muchísimas cosas, para mí la más importante es que poco a poco se está produciendo una normalización de lo que somos, que va desapareciendo la necesidad de tener que estar justificándonos constantemente; mi sueño es que desaparezca esa rareza”.
Sandra Herrero, Maribel Torregrosa y Niurka Gibaja pertenecen a tres generaciones diferentes y tienen en común el haber peleado la aprobación de esta ley hace diez años. Hoy, en 2031, recuerdan qué supuso la aprobación en el Congreso a este texto, que se produjo en un momento en el que varias comunidades autónomas ya se habían adelantando, aprobando leyes autonómicas sobre derechos de las personas trans y abriendo así el camino hacia el reconocimiento estatal.
Una ley integral
Una de las claves de la aprobación de la ley fue precisamente la necesidad de acabar con desigualdad territorial que producía el hecho de que la mitad de las comunidades autónomas contaran con una ley trans, de modo que, por ejemplo, una persona en Madrid tuviera reconocidos una serie de derechos que no eran tales en la vecina Castilla y León. Este aspecto pesó, como también lo hizo el empuje del reconocimiento del organismo en defensa de los derechos humanos que venían a dar por buenos los lemas de las asociaciones de personas trans y sus familias: “Los derechos trans son derechos humanos”.
Con estos dos argumentos de peso a su favor, colectivos de personas trans se mantuvieron firmes en su demanda de una ley que abordara específicamente sus necesidades más allá de la Ley de Igualdad LGTBI que pasó por su trámite parlamentario en paralelo a la ley trans.
“La ley LGTBI tiene que ver con la orientación sexual, pero las personas trans pasamos por un proceso más identitario que de orientación”, justifica Torregrosa. Porque “a pesar de que las personas transexuales vivimos bajo el paraguas del colectivo LGTB, tenemos nuestros problemas específicos y nuestras reivindicaciones específicas”.
Sandra Herrero recuerda que hasta la aprobación de la ley trans estatal los médicos tenían “bastante poca idea” sobre transexualidad
A la hora de redactar el texto de la ley, lo fundamental era normalizar el cambio registral del nombre y la mención al sexo, culminando el proceso que empezó en 2007 con un cambio introducido por el Gobierno del PSOE. Pero no se trataba solo de eso. Los aspectos sanitario y laboral se definieron como claves para el colectivo.
“Los médicos tenían bastante poca idea sobre transexualidad, por no hablar de que hasta hacía poco las personas trans eran tratadas en las Unidades de Trastornos de las Identidad de Género”, dice Sandra, que recuerda cómo a las mujeres trans se les recetaban dosis de Androcur [marca comercial de un medicamento antiandrógeno] por encima de las recomendadas, o que estas unidades se convertían en tribunales donde se valoraba si una persona era mujer o no en base a estereotipos, incluso cuando el “trastornos” desapareció de la nomenclatura de estas unidades.
El título que desarrolla el derecho a la igualdad de oportunidades en el mercado de trabajo fue uno de los más celebrados, algo que se entiende bien si se tienen en cuenta los datos sobre el colectivo. Poco antes de su aprobación, una investigación de la FRA (European Union Agency for Fundamental Rights) indicaba que, en España, el 77% de las mujeres trans había sufrido discriminación a la hora de buscar empleo.
La ley es integral también porque “por primera vez atendió a todas las personas en las distintas etapas de su vida y, además, en los distintos ámbitos de la vida —educativo, sanitario, social, político, económico, comunicativo, deportivo—”, apunta Niurka, que también pone en valor que la ley contribuyera a hacer visibles distintas identidades y que acabara con el desequilibrio territorial.
La autodeterminación de género
El hilo conductor de la ley, como pidieron los colectivos que plantearon su necesidad, es la “autodeterminación de género”, es decir, el derecho a vivir según la identidad de género sentida y no según el sexo que asignado al nacer en función de los genitales externos. Este concepto, que se mantuvo en el texto y que entonces ya utilizaban organismo internacionales como la ONU, el Consejo de Europa o el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y que hoy se ha normalizado, generó una disputa que abrió en canal al movimiento feminista y generó unas tensiones dentro del entonces primer Gobierno de coalición que marcaron buena parte del año 2020.
Quienes se oponían a sancionar en una ley estatal este derecho mantuvieron entonces que se produciría un “borrado” de las mujeres y que la efectividad de las leyes específicas para combatir las violencias machistas o la desigualdad se vería mermada si cada persona podía elegir libremente la mención al sexo en su DNI:
Hoy, el concepto lleva a reflexionar a Torregrosa. “No me gusta la expresión autodeterminarnos, porque nosotras no elegimos lo que somos”, razona. “Lo nuestro es un proceso muy complejo, no decimos qué queremos ser, sino qué somos, y esta ley supone el poder ser sin que nadie nos tenga que decir qué somos”.
Niurka Gibaja mira hoy atrás y le sorprende el esfuerzo que hace una década tuvo que hacer para explicar algo que hoy nadie cuestiona: que la identidad es “única, delicada y trascendental”
Niurka mira hoy atrás y le sorprende el esfuerzo que hace una década tuvo que hacer para en explicar algo que hoy nadie cuestiona: que la identidad es “única, delicada y trascendental”. “En 2031 hemos entendido que no podemos permitir que alguien te diga lo que eres o no eres porque la identidad que la persona manifiesta es inviolable”, dice. “¡La identidad es tan única, delicada, trascendental!”, explica esta profesora de religión, que describe la identidad como “sagrada”.
Por suerte, la disputa hoy —aunque no ha desaparecido— ha quedado en segundo plano. “Los feminismo de hoy ponen el foco en la igualdad entre las mujeres, es una igualdad que se expande a la sociedad, porque el feminismo no solo lucha por los derechos de las mujeres sino que lucha por un montón de personas que se estaban dejando atrás”, añade Maribel.
La contribución de La Veneno
“¿Recuerdas la serie sobre Cristina La Veneno? Ahí se ve cómo ella no descubre su sexualidad hasta que es adulta; ni su identidad ni nada… Eso es lo que estaba pasando hasta que empezaron a aprobarse leyes trans, primero en varias comunidades autónomas y luego la estatal”. Sandra se refiere a la serie Veneno, creada por Javvier Calvo y Javier Ambrossi y estrenada en 2020, que adapta la biografía ¡Digo! Ni puta, ni santa. Las memorias de La Veneno (2016), de Valeria Vegas.
La recuerda bien porque ella misma formó parte del personal técnico de esta serie cuya repercusión contribuyó también a llevar al público mainstream la realidad sobre las personas trans. Una de esas realidad, dice Sandra, es el alto nivel de desempleo entre las personas trans que aboca a muchas a la precariedad o, en el caso de Cristina Ortiz, a dedicarse a la prostitución en el Parque del Oeste.
Y, pese a que la ley introduce algunas medidas relativas a la inserción laboral, las tres entrevistadas coinciden en que se queda corta. “Llevamos toda la vida sin trabajar o haciéndolo en trabajos precarios o humillantes”, dice Maribel.
Maribel Torregrosa pide valentía al Gobierno actual para introducir otras medidas como la obligatoriedad de una cuota que garantice puestos de trabajo para personas trans en el empleo público
Es uno de los aspectos en los que, en su opinión, ha faltado valentía a los gobiernos hasta ahora, y las políticas concretas al respecto siguen siendo un asunto pendiente. Maribel pide valentía al Gobierno actual para ir más allá de un texto que apenas concreta medida e introducir, por ejemplo, la obligatoriedad de una cuota que garantice puestos de trabajo en el empleo público, por ejemplo.
También Niurka conoce esta realidad. “He visto mujeres que antes de visibilizarse eran un éxito y después estaban durmiendo en un albergue”, cuenta para sumarse a la reclamación de Maribel de abordar la inserción laboral de las personas trans, utilizando las herramientas que proporciona la ley trans.
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La misandria del feminismo actual no solo se para en el hombre heterosexual, sino llega a los hombres homosexuales.
Soy gay y cada día veo esto más. Con lo que hemos luchado por el feminismo y ahora nos encontramos con esto.
Me da lástima la verdad
Vacuidad reaccionaria idealista y misógina barnizada de transgresión y progresismo al servicio de la destrucción del feminismo, para lo que ha quedado el Salto...
Año 2031: La misoginia y el narcisismo triunfan. El feminismo es destruido por la secta queer y las mujeres ya no son mujeres, solo vientres o cuerpos de alquiler!! Gracias neoliberalismo !!
Las personas trans no sé lo que son. Sé los que son las personas transexuales y las personas transgénero.
Tiene guasa que tanta lucha termine en dar religión y que lo esté pagando yo con mis impuestos sin poder evitarlo.
Habéis colado al individualismo queer neoliberal, yo me voy.
Estoy agotada de que cada dos por tres en este diario se cuele un articulito trans cada semana. ¿Qué va a ser lo próximos, articulito para blanquear los vientres de alquiler?.
No, lo siguiente será un articulito sobre como mezclar temas que no tienen nada que ver para justificar la falta de derechos de un colectivo. Seguro que te encanta.
Se ha pasado de apoyar a las personas trans (necesario y legítimo), a crear un relato de lo trans como una especie de virtud a la que aspirar, como si ser trans, de por sí, sea ser mejor que otra persona. En fin, las cosas de la izquierda identitaria, podrida de panfletos
Se aprecia el futurismo optimista. Por desgracia me temo que de aquí a diez años nos reencontraremos todas, trans y radfems por igual, en el Centro de Internamiento de Vagos y Maleantes Santiago Abascal, cosiendo aguiluchos a banderitas de España en grilletes.
Es muy posible, sobre todo sucederá esto si algunas que se dicen feministas siguen haciendo pinza con la ultraderecha para desestabilizar al Ministerio de Igualdad y para evitar que las personas trans consigan la igualdad y los derechos que necesitan, no por ser especiales, como dice alguien más arriba, sino por ser, precisamente, iguales. Con la de temas fundamentales que tiene el Feminismo por abordar resulta indignante que se centre en limitar derechos y generar desconfianza sobre uno de los colectivos más vulnerados por el patriarcado
Costó mucho trabajo a mucha gente feminista para que hoy, 2031, se tengan reconocidos los derechos de las personas trans. Se sembró buena semilla y hoy, 2031, se están recogiendo sus frutos.
Idea original de la autora de este artículo. Ojalá tengas razón y salga, más o menos, como lo cuentas y se mejoren aquellos aspectos mejorables que señalas.