We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Deportes
Silbatos que no se escuchan
“Me quedé en shock”, recuerda Marc Domènech (nombre ficticio), un joven árbitro que hace un par de años decidió adentrarse en el mundo del arbitraje, atraído por su pasión por el fútbol, y que hace unos meses sufrió una agresión. Todo sucedió a menos de 120 metros del Camp Nou, donde se jugaba un partido de juveniles en un modesto campo de fútbol.
Los jugadores locales vestían también camisetas azulgranas, como el Barça, y el árbitro, la famosa equipación amarilla fluorescente. Unos meses atrás, el Camp Nou gritaba al unísono “Mateu Lahoz, hijo de puta” en uno de los derbis contra el Espanyol. Pero en este otro partido, el árbitro no era Mateu Lahoz, sino Marc. Era un partido tranquilo, pero todo cambió en el minuto 30, cuando un jugador local agredió a un rival. Marc le expulsó, y este reaccionó dándole un puñetazo. El joven, que no se esperaba tal reacción, empujó al jugador, que volvió a acercarse a él y le dio un segundo golpe. Los compañeros de equipo apartaron al agresor, que se encontraba totalmente fuera de sí, y Marc detuvo el partido, se marchó al vestuario, y llamó a su jefe. No podía creérselo.
Según datos de la Comisión de Ética Deportiva y Lucha contra la Violencia de la Federación Catalana de Fútbol (FCF), en la temporada 2021/2022 se abrieron 44 expedientes referentes a la Subcomisión de Antiviolencia. De estos, un 30% correspondía a incidentes contra los árbitros, es decir, 13 casos, la segunda principal causa por la que se abren este tipo de expedientes, solo un 2% por debajo de los incidentes graves de público.
Joan Garcia (nombre ficticio), también árbitro, de 20 años, recibió un golpe en la nuca en un partido entre dos equipos de Cuarta Catalana: “Empezaron a pegarse entre ellos y saltaron al campo jugadores de los banquillos. Cuando le mostré la roja a uno de ellos, vino corriendo a empujarme”. Garcia vio cómo le rodeaban entre varios jugadores, y de la grada saltaban aficionados al campo. En ese momento, suspendió el partido y se fue corriendo. “El acceso a los vestuarios está pegado a la grada. Tienen que protegerte entre el delegado de campo y alguien más”. Cuando estaba entrando en el túnel de vestuarios, el capitán del equipo visitante le dio un golpe por la espalda, a la altura de la nuca. “Cuando me agredieron, llamé directamente a un árbitro de confianza, muy amigo mío, y le expliqué lo que me había pasado. Él, así como mi delegado, me ayudaron a redactar el acta y se preocuparon por mí”, explica Garcia. “Cuando ocurren estas cosas piensas si has hecho algo mal o si ha sido culpa tuya”, comenta.
Acompañamiento psicológico: la gran tarea pendiente
El protocolo del Comité Técnico de Árbitros (CTA) detalla que en caso de agresión, lo primero que debe hacer el árbitro es anotar esta en el acta del partido, ir a un centro médico para recibir un parte de lesiones, denunciarlo a los cuerpos policiales pertinentes y remitirlo a su responsable arbitral. Este lo enviará a secretaría, a Barcelona, y así se pondrán a su disposición los servicios jurídicos de la Federación.
Pero después de un episodio así, el árbitro no tiene ningún tipo de atención psicológica. “Pienso que la Federación Catalana de Fútbol debería disponer de un profesional al que recurrir cuando se sufre una agresión, o poner un teléfono de contacto”, explica Joan. Él no pensó en dejar el arbitraje a causa de la agresión, pero cree que muchos otros pueden tener miedo a pitar partidos, y probablemente acaben dejándolo.
“Los árbitros deben prepararse psicológicamente del mismo modo que deben hacerlo físicamente”, explica el psicólogo Josep Pla
En este sentido, Josep Pla, psicólogo deportivo especializado en arbitraje, considera primordial la existencia de una atención psicológica a este colectivo que esté integrada dentro de la estructura del CTA, de forma que sea una persona de referencia más de las que hay en torno al árbitro. “Los árbitros deben prepararse psicológicamente del mismo modo que deben hacerlo físicamente”, explica Pla. “La atención psicológica permitiría mejorar el rendimiento de los árbitros y evitar el abandono prematuro de la actividad, que es uno de los principales problemas que se encuentran los comités, ya que invierten muchos esfuerzos en captar a nuevos colegiados que dejan la profesión a corto plazo”, concluye el psicólogo.
“No hay un profesional de la psicología a disposición de los árbitros, aunque se les intenta acompañar emocionalmente por parte de sus responsables”, explican fuentes cercanas al CTA, que asumen la falta de profesionales de la psicología en el proceso de acompañamiento.
“En una profesión donde te pegan por trabajar, mucha gente utilizaría un psicólogo. El trabajo de árbitro conlleva mucha presión, más allá de las agresiones”, explica Marc, árbitro agredido
“En una profesión donde te pegan por trabajar, mucha gente lo utilizaría. El trabajo de árbitro conlleva mucha presión, más allá de las agresiones”, explica Marc, quien también considera necesaria la presencia de psicólogos alrededor de los árbitros, no sólo cuando se sufre un episodio de agresión, que representaría una situación límite, sino también durante el día a día del árbitro.
Campañas ineficientes
La Federación Catalana de Fútbol ha implementado en los últimos años múltiples medidas de prevención y corrección de la violencia en las competiciones oficiales. Entre otras, destaca la campaña conjunta con los Mossos d'Esquadra #JoJugoNet, a la que también se ha adherido la Federación Catalana de Baloncesto. Estas acciones han ido enfocadas a conseguir más juego limpio entre jugadores y disminuir el número de tarjetas mostradas.
Tras detectar un notable incremento de acciones violentas en los terrenos de juego durante los últimos meses, con una afectación mayoritaria sobre el colectivo arbitral, la Federación Catalana de Fútbol puso en marcha en mayo una acción reivindicativa conjunta en el fútbol y fútbol sala catalán. En esta, jugadores, técnicos y árbitros se abrazaban en el círculo central durante un minuto antes de iniciarse los partidos, como acto de protesta en contra de todo tipo de agresiones hacia los árbitros en los campos y pabellones. El objetivo era promover la reflexión entre deportistas y aficionados sobre la violencia en los terrenos de juego.
Marc cree que este propósito no se ha cumplido: “Yo no estoy de acuerdo porque no creo que se consiga nada. De hecho, cuando se lo decías a un equipo, la mayoría se reían”. Otros árbitros, en cambio, optaban directamente por no llevar a cabo la acción porque “es una tontería darse un abrazo con hombres de 20 o 30 años y que después, al cabo de 15 minutos de juego, ya te estén insultando”.
Por otro lado, fuentes internas de la FCF consideran que las campañas no han tenido el efecto esperado debido a la falta de sensibilización y comunicación: “Los clubes lo ven como si la cosa no fuera con ellos. Se les explica a través de un correo electrónico que a partir de esa semana se hará tal cosa, y ellos lo hacen, pero solo porque lo dice la Federación”. Esto denota una falta de empatía por parte de los jugadores y técnicos hacia la situación de los árbitros, que en muchos casos tienen normalizado que ejercer su profesión conlleva recibir insultos de todo tipo y en algunos casos también agresiones físicas. Este fenómeno, según el estudio The Referee Plays to Be Insulted! —a cargo de Devís-Devís, Serrano-Durá y Molina— es lo que se conoce como violencia simbólica, es la que se ejerce sobre un agente social con su complicidad. Se basa en que estos son partícipes por el mero hecho de aceptar el mundo tal y como es, porque su mente está construida según estructuras cognitivas integradas en la cultura y que se consideran obvias.
Según Josep Pla, psicólogo deportivo, las campañas de sensibilización deberían ir dirigidas a padres y otras personas implicadas en el deporte: “Hay que conseguir concienciar de que, al igual que el hijo puede fallar una ocasión de gol, el árbitro también puede equivocarse en la toma de decisiones”.
En el intento por sensibilizar a los futbolistas y aficionados de la violencia que sufren los árbitros, nació la cuenta de Twitter de Pável Fernandez (@PavelFdez) con casi 10.000 seguidores. Este exárbitro y actual analista arbitral en varios medios como Gol TV y Radio Marca dedica sus redes sociales a denunciar y difundir las agresiones que reciben árbitros en toda España. “Como la gente sabe que siempre publico estos vídeos, cada vez me llegan más. Debemos denunciarlo, no podemos estar de brazos cruzados ante esto”, declara Pável. La falta de sensibilización se evidencia al ver las respuestas que reciben estos tweets: “A veces publico que han golpeado a un árbitro y contestan que deberían haber sido dos… Quizás estas publicaciones ayuden a avergonzar a clubes y federaciones, pero para poco más”, lamenta.
Sanciones estériles
“Yo impondría sanciones mucho más graves. Si agreden a un árbitro, que se sancione al jugador con uno o dos años, o incluso de por vida”, explica Gerard Ortega. Él, también árbitro, ha sido agredido hasta en dos ocasiones esta temporada. La primera fue en un partido de Tercera Catalana. “Era un enfrentamiento muy tranquilo, pero al terminar expulsé a un jugador, que me agarró de la camiseta. Cuando se lo llevaron, me encerré en el vestuario”. Fue entonces cuando alguien llamó a la puerta diciendo ser el delegado, pero cuando Gerard abrió, se encontró con el jugador que había expulsado previamente: “Se me tiró encima y me agarró por el cuello, amenazándome y ordenándome que cerrara la puerta para quedarnos los dos solos en el vestuario”. A continuación, una persona que estaba presenciando la escena separó al jugador.
Meses después, también en un partido de Tercera Catalana, Gerard expulsó a un jugador por dar un codazo en la cara de un rival: “Vino hacia mí, pero no tuve tiempo a correr y me propinó una patada a la altura de la tibia, haciéndome caer al suelo”, explica Ortega. Él, que ha sido agredido en dos ocasiones y que se encuentra actualmente con procesos judiciales en marcha, lamenta que a sus agresores solo les sancionaran con 25 partidos: “Das el mensaje de que no pasa nada por agredir a un árbitro. Sale barato”.
Marc también coincide con esta lectura: “Lo que debería hacer la Federación es poner sanciones mucho más graves, no solo disciplinarias sino también económicas para los clubes; seguro que se lo pensarían dos veces si agredir a un árbitro les supusiera una multa de 5.000 euros”.
La pandemia, un punto de inflexión
“Después de la pandemia, mis compañeros y yo coincidimos en que hemos notado un aumento de los casos de violencia en los terrenos de juego, no sé exactamente por qué”, explica Joan. Una afirmación que confirma Gerard, que ha sufrido en primera persona estas agresiones. Pero no es solo su sensación; los datos facilitados por la Comisión de Ética Deportiva y Lucha contra la Violencia de la Federación Catalana de Fútbol indican que los expedientes abiertos la temporada 2021/2022 llegaron hasta los 113, mientras que en la 2018/2019 —la última temporada que se disputó completa antes de la pandemia—, se registraron 97.
Sin embargo, esta misma comisión no facilita los datos concretos referentes a las agresiones a árbitros, para que estas puedan ser comparadas temporada tras temporada. Es precisamente este hecho lo que dificulta la visibilización de incidentes contra árbitros en el ejercicio de sus funciones. En este sentido, fuentes internas del CTA afirman que en estos momentos no disponen de una memoria anual que recopile estos indicadores: “Esto no quiere decir que en un futuro no esté, ya que es la única manera de conocer la verdadera evolución de las agresiones contra árbitros”.
El fútbol base, reflejo de la élite
Otro factor que, según los árbitros entrevistados, ha contribuido al aumento de la violencia en el fútbol ha sido la influencia de los jugadores profesionales hacia los más jóvenes. “En cuanto a las agresiones a los árbitros, el problema viene de arriba, como es el caso de Vinicius: protestas, faltas de respeto sin ningún castigo… Eso lo ven los más pequeños y provoca un efecto dominó. Luego llega al fútbol base y lo hace todo el mundo”, explica Gerard Ortega.
“Al final, lo que se ve en televisión se refleja en los campos de fútbol base”, opina el exárbitro y comentarista Pável Fernández
“Al final, lo que se ve en televisión se refleja en los campos de fútbol base”, coincide Pável Fernández, quien también pone el centro de atención sobre el caso Negreira: “El daño que ha hecho el caso Negreira al arbitraje español es irreparable”. Él piensa que las críticas y el cuestionamiento de las actuaciones arbitrales han aumentado considerablemente desde que se destaparon los pagos del Barça al que fue vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros, lo que ha generado un clima de crispación contra el colectivo.
Algunas iniciativas en Cataluña pretenden contrarrestar aquellas actitudes antideportivas en los campos de fútbol base, influidas por las conductas de los profesionales. Es el caso de Juga Verd Play, un modelo de competición impulsado por el Consejo Deportivo del Baix Llobregat, que “propone un cambio de paradigma donde la finalidad es educar en valores a través del deporte”, según su misma definición. En esta competición participan tanto jugadores como familias, técnicos y árbitros. En el resultado final, se integran el marcador y los valores demostrados por todos los agentes implicados en el partido.
En el horizonte, la atención psicológica
Si algo tienen claro los árbitros entrevistados es que el servicio de atención psicológica habría sido útil para ayudar a algunos compañeros de profesión a superar altibajos provocados por agresiones físicas o verbales. “Yo no lo habría necesitado, pero estaría muy bien, porque conozco el caso de un compañero que lo hubiera agradecido mucho”, explica Marc. “Hay mucha gente que utilizaría la asistencia psicológica; hay cosas del arbitraje que no se ven”, añade Gerard.
Asimismo, al ser preguntados por este asunto, fuentes internas del CTA se muestran abiertas a plantear la incorporación de un equipo de psicólogos para apoyar a la plantilla arbitral en un futuro.