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Culturas
Sónar reembolsa entradas al público después de la polémica asociación con KKR

El impacto de la información publicada el pasado 13 de mayo por El Salto se sigue haciendo notar en uno de los festivales más importantes de cuantos tienen lugar en Catalunya. Sónar ha publicado en su página su decisión de aceptar el reembolso de los abonos a aquellas personas que lo soliciten en una decisión vinculada a las críticas por la participación del fondo proisraelí KKR en el festival a través de la empresa de gestión Superstruct Entertainment.
El plazo para solicitar ese reembolso termina el miércoles 4 de junio a las 23:59 (CEST) y, según ha podido saber El Salto, ya se están produciendo los primeros reintegros en las cuentas de las personas que lo solicitaron en días previos.
Mohammed Hamarsha, responsable de comunicación de Al Shabaka, la red de políticas públicas palestina, es una de las personas que había comprado su entrada, escribió como vía de protesta a Sónar y ha recibido el reintegro del abono. “Siempre había pensado que Sónar pertenecía a Barcelona y desde Palestina se tiene a Barcelona como una ciudad propalestina: fue una decepción política conocer la vinculación con el fondo KKR”, explica a este periódico.
“Sónar para mí era un espacio seguro, al conocer el vínculo de Israel con un espacio de entretenimiento nos ha da la sensación de que están en todas partes; nos ha permitido ver cómo trabaja el colonialismo con el capitalismo”, aduce.
Hamarsha había acudido en las dos ediciones anteriores y había sentido mucha solidaridad entre el público asistente. Este año, de hecho, algunos compañeros suyos iban a venir procedentes de Cisjordania al festival, pero todos han optado por cancelar su visita al evento. Junto a la decepción, este trabajador de la red Al Shabaka se felicita por lo que cree un “despertar” de mucha gente a la causa palestina y por los derechos humanos; gente, estima quizá menos politizada o no movilizada: “El movimiento de boicot está cambiando la narrativa”, resume.
Cartas de rechazo
Aunque no hay una cifra estimada de cuántas personas han llevado a cabo su solicitud de reembolso, El Salto ha podido contactar con más de media docena de personas, que a su vez refieren otros caos. Una de las cartas enviadas por parte de una madrileña que iba a asistir al festival explica la decisión que están tomando varias personas: “Os escribo con motivo de la solicitud de las entradas que adquirí para el Festival Sonar de los días 13 y 14 de junio. Desde que se difundieran las noticias que relacionaban al festival con el fondo KKR somos muchas las que no queremos participar en el festival. Aún en el caso que el dinero de las entradas no se devolviera no asistiríamos, como forma de manifestar nuestra más profundo rechazo a la masacre del pueblo palestino”.
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La misma fuente confirma que, después de una respuesta personalizada, la organización del festival ha llevado a cabo el reembolso del dinero de la entrada. A pesar de que la ley no contempla un reintegro basado en motivos ideológicos, sí que existe la vía de la solicitud por una modificación sustancial del acuerdo. En este caso, el cartel de Sónar ha cambiado debido a la renuncia de decenas de bandas, DJ y otros proyectos a participar en la edición de 2025.
Marcos Bartolomé, periodista en Al Jazeera, explica que lleva acudiendo a Sónar desde hace mucho tiempo, “es al primer festival al que acudí, le tengo mucho cariño”. La entrada de este año la compró hace casi un año, una semana después de que terminara la edición 2024.
Si se trata de crear un ecosistema cultural en la ciudad, habría que protege Sónar; es triste y lamentable que tenga que estar dentro de un fondo de inversión”, concluye Marcos Bartolomé
Pero sus dudas sobre la asistencia a Sónar llegaron cuando el grupo neerlandés Animistic Beliefs expuso sus motivos para no tocar en la edición de este año. “Nos retiramos porque Sónar es propiedad de Superstruct, que cuenta con el respaldo de KKR, una firma de inversión que se ha beneficiado de la guerra, la destrucción climática y los sistemas de opresión durante décadas. No queremos formar parte de eso. Sabemos que ningún espacio está libre de contradicciones. Pero en algún punto, hay que poner un límite”, señalaba la banda en un comunicado a finales de abril.
Desde ese momento, Bartolomé se organizó con otros amigos habituales en otras ediciones del festival para crear un correo-tipo, que fuera descargable y replicable por parte del público que quiere el reembolso como muestra de solidaridad con Palestina. Fue cuando vieron como crecía la “bola de nieve”, explica Bartolomé, cuando Sónar decidió aceptar las solicitudes de reembolso.
Como explica este periodista y militante, el festival tiene arraigo en Barcelona y el equipo que lo organiza tiene fama de ser cuidadoso con las personas que participan en el evento. Una de las últimas bandas en cancelar, la de los franceses (La)Horde mostraba en un post de Instagram ayer, 3 de junio, su respeto a la organización del festival, pero, subrayaban “no queremos estar implicados, ni siquiera indirectamente, con mecanismos que pueden contribuir a sostener la violencia”.
Desde el punto de vista de Bartolomé, es una pena que Sónar esté atado a un fondo oportunista como KKR. Una expresión de soft power como Sónar, considera este periodista, debe comenzar a ser considerada estratégica al nivel de la industria o el sector naval, “no es necesario que se trate de una simpática cooperativa”, reflexiona, “pero, si se trata de crear un ecosistema cultural en la ciudad, habría que protegerlo, es triste y lamentable que tenga que estar dentro de un fondo de inversión”, concluye.
De nuevo a medio camino entre la decepción y la esperanza, Mohammed Hamarsha, explica que Sónar ha ido modificando su comunicado inicial hasta dar una respuesta más integral: “que el festival intente cambiar su posición con palabras como genocidio o colonialismo, no pasa muy a menudo”, reconoce, aun así, no ha sido suficiente para disuadirle de no participar como público. En Cisjordania, concluye este palestino, “la gente está ilusionada con este logro de los movimientos sociales de Barcelona, que esto pase en una ciudad europea, blanca, capitalista, nos da esperanza: la gente piensa que Barcelona es la hostia”.