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Contaminación
Contaminación acústica, un peligro similar a la polución
Hace unos días, la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB) publicaba un informe sobre la contaminación acústica en la ciudad titulado Ruido ambiental y salud en la ciudad de Barcelona. En él, se daban una serie de cifras alarmantes a tener cuenta. Datos como que 210.000 personas sufren una molestia intensa por culpa del ruido que les afecta de manera severa emocional, psicológica y socialmente; que más de 60.000 tienen trastorno del sueño; o, la más preocupante, que 130 personas mueren al año por enfermedades cardiovasculares provocadas por este mismo motivo. La mayoría de ese ruido, apunta además el estudio, es culpa del tráfico rodado.
Unas cifras que resultan llamativas, ya que no estamos acostumbrados a leer en la prensa qué impacto real tiene la contaminación acústica sobre nuestra salud. Sin embargo, se trata de algo que Julio Díaz, científico titular del Departamento de Epidemiología y Bioestadística de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III, lleva estudiando años.
Tanto es así que, como cuenta a El Salto, fue en el año 2002 en la ciudad de Madrid cuando comenzaron a investigar, a través de estudios a corto plazo, qué relación tenían los ingresos hospitalarios por enfermedades cardiovasculares y respiratorias en mayores de 65 años con la subida de los niveles de ruido. “Vimos que la relación era fulminante, que existía una asociación similar a la contaminación química”, sostiene.
Cinco años más tarde, repitieron el estudio con niños menores de diez años con el fin de analizar qué repercusión tenía la exposición al ruido en neumonías. Y los resultados fueron los mismos. En 2014, estudiaron cómo afectaba a la mortalidad esta contaminación, y vieron que también estaba relacionado. En los últimos años han investigado su relación con otras afecciones, como los partos prematuros, el bajo peso al nacer, la mortalidad fetal, enfermedades neurológicas, ansiedad, depresión y suicidios, y sí, todas estas afecciones están igualmente relacionadas con el ruido.
“Mucha gente no sabe que el responsable del ruido de la calle es la Administración”, apunta Antonio García
“Cuento todo esto para dar robustez a nuestros estudios”, dice Julio Díaz. “Hemos visto que el impacto del ruido es similar a la contaminación química. Por ello, nuestro último estudio publicado trata sobre cómo incide el ruido en enfermedades como la covid. Y puedo decir que sí afecta, ya que debilita el sistema inmunológico y exacerba enfermedades respiratorias y cardiovasculares”, sostiene el científico.
Si es tan dañino, ¿por qué no se hace nada contra ello? Ante esta pregunta, Díaz responde contundente: por falta de educación ambiental. Algo similar le sucedió a finales de los 90, cuando presentó al asesor del alcalde de Madrid un primer artículo sobre la contaminación química en la ciudad: “En ese momento el asesor nos dijo que ese tipo de artículos solo generaban alarma y que había que tenerlos guardados en un cajón”.
“Nos ha costado muchos años, casi 20, que todo el mundo diga que la contaminación atmosférica es un problema de salud pública. A día de hoy, el ruido no se percibe como tal, ya que la gente no es consciente de las implicaciones que conlleva. Y no me refiero únicamente a los ciudadanos, sino también a muchos médicos. Es un tema que se desconoce y más en países como España, donde parece que el ruido es parte de nuestra idiosincrasia”, argumenta.
El tráfico rodado, el problema de las grandes urbes
Sus estudios se han centrado en Madrid porque es la única ciudad de España donde hay estaciones que miden la contaminación acústica. Unos medidores que le permiten introducir el ruido como una variable más en sus investigaciones. Así, han demostrado que en la capital española se superan los decibelios aconsejables por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en un 50% en los parámetros diurnos y en un 100% en los nocturnos.
“La OMS, para el ruido durante el día, dice que no se deben sobrepasar los 65 dB(A) y para el nocturno, los 55. Unos datos que en España se superan, pero sobre los que está habiendo mejoras. Por ejemplo, en el primer estudio que hicimos entre el año 84 y el 2000, el 96% del tiempo se superaba el umbral diurno y el 100% el nocturno. Es un problema que va mejorando, pero sobre el que hay que actuar”, argumenta el científico.
Además, como indica el informe de la Agencia de Salud Pública de Barcelona, según las investigaciones del científico, la mayor parte del ruido de la ciudad proviene del tráfico. “Un 75%”, sostiene. “El problema son los coches. No solamente lo decimos, sino que lo hemos demostrado. Hace poco relacionamos el número de coches con ingresos hospitalarios. Con esto no quiero decir que haya personas a las que el ruido del ocio no les suponga un problema, pero nosotros estudiamos el ruido ambiental”, finaliza Julio Díaz.
Soluciones
Si queremos recudir el ruido, la solución es clara: disminuir el número de coches del centro de las ciudades. Pero, a nivel individual, también nos podemos defender de él alejándonos de la fuente emisora o protegiéndonos con dobles ventanas. “Con sentido común. Es decir, si sabemos que el ruido agrava enfermedades como el alzhéimer, intentar no ubicar a personas con esa enfermedad en las habitaciones que dan a calles ruidosas. Es complicado el impacto que tiene, pero es sencillo defenderse de él”, apunta Julio Díaz.
Pero aparte de buscar soluciones individuales, también podemos conseguirlas a nivel legal. Antonio García, abogado especializado en el asesoramiento y la defensa jurídica contra el ruido, sostiene que recibe clientes y quejas de ciudadanos constantemente a los que el ruido afecta a su vida social, laboral y a su descanso. “Una serie de problemas que notas cuando te llaman llorando o con ansiedad. Tenemos que actuar contra él. Es un tema muy importante que hay que tener en consideración”, apunta.
Como Díaz, el abogado del ruido también defiende que la mejor forma de luchar contra él es educando ambientalmente, que no tenga que sufrirse para darle importancia. “Y que las administraciones favorezcan entornos acústicamente saludables, que haya buenos aislamientos de las viviendas y que la planificación urbana se dirija a este propósito. Es decir, que no afecte a los ciudadanos”.
“La OMS, para el ruido durante el día, dice que no se deben sobrepasar los 65 dB(A) y para el nocturno, los 55. Unos datos que en España se superan”, argumenta Julio Díaz
Aun así, si el ruido nos perjudica, lo que no podemos es quedarnos quietos. “Hay legislaciones a nivel nacional, autonómica y municipal. Todo eso existe y sigue el supuesto de la protección de la salud”, sostiene. Añade además que respecto a la ordenación del tráfico tiene que haber una planificación previa que haya evaluado el ruido y que, si se superan los db/A establecidos, hay obligación jurídica. “Mucha gente no sabe que el responsable del ruido de la calle es la Administración”, apunta Antonio García.
“El problema”, continua el abogado, “es que su respuesta suele ser muy lenta. Incluso muchas veces ni se estudian”. Algo que deja al ciudadano en muchas ocasiones desamparado. “Lo que pediría a todas las administraciones es que se tomen en serio el tema del ruido. El ciudadano tiene derecho a que se responda esa queja. Yo siempre digo que hay que apostar por aplicar la normativa, lo que muchas veces nos ha obligado a llevar a las Administraciones a los tribunales”, argumenta.
El problema es que el ruido es visto por mucha gente como un inconveniente de vivir en la ciudad. Algo que no debería ser así. “Tenemos un nivel de ruido en la ciudad continuo, que damos por normal, cuando no lo es”. Y pone un ejemplo: “Si estuvieras en tu casa durmiendo con unos niveles de ruido altísimos, aunque pudieras dormir, no descansarías bien. “En definitiva, tenemos que empezar a verlo como una agresión”, finaliza.
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