Consumo
Ver arder la Fábrica de Mujeres

Existe una estructura resistente que nos produce y para la que producimos, una Fábrica de aspiraciones inalcanzables. Este enunciado inicial podría ser un verso aleatorio robado de una distopía ficticia, pero esta Fábrica existe. La consigna será «incendiar la fábrica», aunque por el momento solo podemos desmontar al monstruo y a toda su maquinaria, y para ello hay que saber quién es y dónde se encuentra. Sin embargo, la Fábrica posee todas las herramientas para alzarse más y más, y por desgracia las mujeres son el motor con el que esta Fábrica se alza.
Con la Fábrica de Mujeres se construye la metáfora del documental interactivo Fabricando Mujeres creado por la productora social Al Borde Films para SETEM Hego Haizea. Este proyecto audiovisual aborda la relación entre el consumo convencional y las violencias machistas, basándose en las investigaciones ¿Consumimos violencia? realizadas por SETEM (2018-2020). Sus resultados muestran apartados de consumo que abarca el entramado económico, social y cultural del sistema capitalista, y en todos ellos las mujeres son las más afectadas. Y también muestran que estas violencias se han naturalizado de tal manera que se han vuelto invisibles para la mayor parte de nuestra sociedad. Más allá incluso, pues están interiorizadas y asumidas como normales.
Tras las investigaciones, para difundir su contenido de una manera más sencilla y atractiva llegó Fabricando Mujeres, un proyecto formado por dos documentales audiovisuales y una plataforma participativa en la web.
En 2018 se elaboró la primera parte de Fabricando Mujeres, donde se exponen los múltiples tipos de violencia hacia las mujeres en las prácticas de consumo cotidianas, especialmente en los ámbitos de la estética, productos domésticos y alimentación o en la movilidad urbana. En 2020, en plena crisis sanitaria mundial, se grabó la segunda parte del documental, donde se muestra cierta esperanza debido al colapso del sistema capitalista que nos obligó a cuestionar irremediablemente el sistema consumista en el que vivimos. Además, se centraba en el consumo de otros ámbitos como la energía, series de ficción y móviles y aplicaciones. En este segundo audiovisual, la Fábrica buscó nuevas formas de perpetuar en nuestra cotidianidad.
La parte luminosa, donde hay sombra hay claridad, son mujeres como Maite, la protagonista de ficción y narradora del documental, que a sus 80 años, continúa recogiendo los desechos de la Fábrica para construir sus inventos. Maite desmonta todo tipo de artilugios de la Fábrica: una cinta transportadora con pastillas anticonceptivas, ansiolíticos, snacks (bajos en calorías, por supuesto) una tira de correr, un litro de silicona, elementos estereotipadores, símbolos de violencias y todo lo que «una mujer necesita» para perpetuar el ideal de mujer, tan útil para los intereses de La Fábrica.
Por mucho que en el discurso de una mayoría social que lidera el diálogo masivo y que en cuestión de legislación exista una equidad jurídica entre sujetos, la sociedad en su forma política aún demora en llevar a cabo esta transformación en términos reales, y esto queda perfectamente reflejado en Fabricando Mujeres.
La función del capitalismo es convertir a los cuerpos humanos en espacios para la producción, y en concreto en el caso de las mujeres, en este sistema también adquieren la tarea, no remunerada, de los cuidados, indispensables para sostener la vida. Una de las consignas elementales en Fabricando Mujeres será elaborar genealogías reales, visibilizar a las mujeres que han escrito el discurso de la historia, la ciencia, la filosofía y la economía y no salvaguardar posturas que maquillan violencias o camuflar la desigualdad con paridades que no transcienden en la estructura de esta Fábrica opresora de la que formamos parte.
Ejemplo de ello es cómo muchas marcas, sin ningún tipo de ética o de protección respecto a sus trabajadoras que sufren regímenes de explotación laboral, utilizan consignas feministas o lemas baratos, para usar de ese modo también al feminismo como bandera de moda, en lugar de llevar cabo políticas más justas en cuanto a derechos laborales. O cómo instituciones públicas y privadas utilizan normativas fugaces y de poca permeabilidad para llevar a cabo lavados de cara rápidos sin detenerse en mejoras trascendentales a la hora de elaborar legislaciones o normativas que ofrezcan medidas reales y significativas para el cambio.
A menudo, debido a los ritmos frenéticos e inalcanzables del modelo neoliberal, es complicado disponer de tiempos o espacios de reflexión, revisión o cuestionamiento, pues disponemos del tiempo justo para llevar a cabo nuestras labores cotidianas de supervivencia, trabajo, alimentación, consumo, gasto y evasión.
Fabricando Mujeres es, a pesar de la gravedad de los datos, un reclamo necesario para la transformación de la sociedad hacia una estructura más igualitaria y por tanto más justa, una hoja de ruta para poder avanzar hacia un modelo más social y menos agresivo donde las mujeres y sus cuerpos no sean objetos al servicio integral del capitalismo, donde el deseo no se convierta en una necesidad impostada ni una aspiración inalcanzable que controle su forma de vivir y consumir.
Una herramienta que pone su granito para incendiar la Fábrica, y para construir las alternativas desde tres poderes: el poder individual, el poder colectivo, y el poder de cambiar las reglas del juego. Esto no es una utopía, el cambio está en marcha. Ya se han creado muchas iniciativas, y tenemos que seguir experimentando desde pequeños talleres como el de Maite.
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