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Infancia
Despantállame
Muchos son los problemas que se empiezan a asociar al uso excesivo de las pantallas, siendo éstos determinantes en las edades más tempranas, en las que las criaturas se encuentran en un momento fundamental para el desarrollo de su cerebro y adquieren diversos hábitos que pueden marcar su futuro.
Las pantallas suelen utilizarse como herramienta para aliviar fácilmente el aburrimiento y/o el estrés, lo que se le ha venido a denominar chupete digital. Pero esta gratificación instantánea, a través del acceso a unos contenidos infinitos con formatos muy atractivos para captar su atención, supone una desconexión de la realidad (donde se encuentra la necesidad real).
Por el contrario, la niña o el niño está interactuando con una pantalla, con su poder adictivo, en vez de con sus adultos de referencia, algo fundamental para su correcto desarrollo.
Con todo, el impacto del uso de las pantallas en las criaturas tiene efectos tanto en su salud física y emocional como en el desarrollo de su cerebro, siendo los siguientes los más importantes:
- Sedentarismo: el uso abusivo de las pantallas causa problemas de laxitud muscular y sedentarismo, además de determinar hábitos que a la larga pueden derivar en obesidad infantil y sobrepeso.
- Problemas visuales: la luz emitida por las pantallas puede provocar miopía, visión borrosa, sequedad o irritación de los ojos.
- Alteraciones del sueño: la exposición a la luz durante los momentos previos a ir a dormir reduce la secreción de melatonina, empeora la calidad del sueño y hace disminuir las horas de descanso. Esto puede afectar al estado emocional de la criatura, además de a su sistema inmunitario.
- Trastornos alimentarios: comer ante una pantalla hace perder la sensación de saciedad y a la larga puede provocar trastornos en la conducta alimentaria.
- Aislamiento social: la sustitución de la interacción humana con la de las pantallas dificulta el aprendizaje de habilidades sociales, de la empatía, la capacidad de compartir con los demás y de entender sus propias emociones. Por tanto, establece una barrera para el aprendizaje y la creación de vínculos con las personas de su entorno más cercano.
- Efectos en el desarrollo del cerebro: la luz, el color y el movimiento de las pantallas activan la atención de la criatura, con gratificaciones constantes e instantáneas, que conllevan efectos adictivos, a la vez que sobreestimulan las funciones de la corteza prefrontal, una de las zonas más inmaduras del cerebro de los niños. De esta manera, puede interferir en el desarrollo de esta parte del cerebro donde se desarrollan funciones cognitivas como la atención, la capacidad de concentración, el control de los impulsos y la resolución de problemas. La falta de madurez de la corteza prefrontal, a la larga, puede desencadenar problemas en la capacidad de atención, de concentración y enfoque y problemas de impulsividad, por no saber lidiar con la frustración y controlar los impulsos.
- Efectos de retraso en la adquisición del lenguaje: la falta de interacción con el entorno por el uso de las pantallas conlleva que, cuando empiece a hablar, tendrá menos vocabulario y más dificultad a la hora de enlazar frases, y también disminuirán su fluidez, comprensión verbal y lenguaje expresivo.
Ante estos problemas, de los que se empieza a hablar, pero quizá sin darle la importancia debida, la cooperativa de telefonía consciente, Somos Conexión, ha elaborado la guía «Despantállame, para criar sin pantallas de 0 a 3 años» con el objetivo de concienciar a las familias y cuidadores de niños y niñas de estos impactos negativos. También propone estrategias para reducir la exposición a las pantallas en situaciones determinadas, así como una serie de trucos para que las familias sepan cómo empezar.
Las distintas necesidades de la criatura en esta etapa pueden ser fisiológicas (alimentación, higiene…), socioafectivas (de protección y seguridad emocionales, que vinculan al niño o la niña con las personas de su entorno) o cognitivas (vinculadas al entendimiento y descubrimiento del entorno físico que le rodea).
El papel de la madre, padre o cuidador es darse cuenta de esas necesidades, reconocerlas y darles respuesta, lo que supone tener una actitud responsiva. Hay que considerar que muchas respuestas tienen un carácter sinérgico al satisfacer varias necesidades a la vez. Así pues, la madre que amamanta a su bebé le proporciona alimento, afecto, calor y protección. De hecho, al satisfacer una necesidad fisiológica del niño o la niña a través de la mirada, el tacto, la voz, la inmediatez y el tiempo se está creando un vínculo afectivo que proporciona a la criatura la confianza emocional básica para su crecimiento posterior.
Para mantener esta actitud responsiva también hay que tener en cuenta el uso abusivo del teléfono móvil que hacemos los adultos, cuyo efecto adictivo también sufrimos. Su inmediatez y la posibilidad de acceder a contenidos ilimitados, roban nuestra atención y nuestro tiempo, aislándonos del entorno y de las personas que nos rodean. Por tanto, también en padres, madres y cuidadores es necesario un uso racional del teléfono, más teniendo en cuenta que son referentes de las criaturas.
A partir de estas reflexiones, la guía recomienda una serie de estrategias para poner en práctica y evitar recurrir al uso de las pantallas con niñas y niños en distintas situaciones que se nos pueden presentar en la vida cotidiana.
Una de ellas, por ejemplo, es qué hacer cuando comemos con amigos para no recurrir al chupete digital:
- Facilitar el contacto directo con padres, madres y cuidadores, que son sus referentes.
- Evitar que los adultos que les rodean estén usando el móvil estando en la mesa.
- Evitar que niños y niñas se sientan desplazados en la mesa. Hacerlos partícipes del espacio y del grupo de adultos les hace adquirir seguridad en ellos mismos y aumenta su autoestima.
- Cuando son bebés, pueden turnarse los adultos del grupo para atenderles. Esto permite que los padres y madres puedan comer tranquilos y las criaturas se entretengan.
- Ofrecerles algunos objetos y actividades para que se distraigan mientras están sentados o cerca de la mesa de los adultos.
Somos Conexión es una cooperativa de telecomunicaciones sin ánimo de lucro que ofrece servicios de móvil, internet y teléfono fijo. Su objetivo es transformar el sector de las telecomunicaciones poniendo a las personas en el centro de su funcionamiento. De acuerdo a ello, y en el marco del proyecto de impacto social «Infancia y pantallas», trabaja en la elaboración de recursos educativos o divulgativos que acompañen a las familias en un uso más crítico y consciente de la tecnología.
Así, aparte de la guía «Despantállame, guía para criar sin pantallas de 0 a 3 años», de la que la cooperativa ha distribuido más de 40.000 ejemplares impresos, de manera gratuita, en guarderías, bibliotecas, centros de salud y ayuntamientos, también ha elaborado la «Guía para familias crueles y malvadas» para acompañar a las familias en la incorporación del primer móvil de las hijas e hijos. Este recurso propone un recorrido con distintas fases, que va desde la preadolescencia hasta que el niño o la niña puedan disponer de su propio smarthphone.