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Crisis climática
La Ciudad de México se propone construir uno de los parques urbanos más grandes del mundo
Un arquitecto y responsables políticos esperan que un enorme parque en la Ciudad de México pueda restaurar los sistemas de agua de la región y servir como modelo para otros en todo el mundo. El gobierno espera abrir la primera parte del proyecto de parque para 2021.
Caminando por la orilla del lecho de un lago estacionalmente seco a las afueras orientales de la Ciudad de México, hay un silencio casi perfecto, excepto por el ocasional avión que vuela por encima.
Estos aviones saliendo desde un aeropuerto cercano son un recordatorio del aeropuerto internacional de un coste estimado de 13.000 millones de dólares que se había planeado y construido parcialmente sobre los humedales estacionales originarios de este lugar. Más tarde, en 2018, el nuevo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, canceló el proyecto y en su lugar siguió adelante con el plan de construir lo que sería uno de los parques urbanos más grandes del mundo. Expertos de todo el mundo esperan que, si el proyecto tiene éxito, sirva de ejemplo a otras ciudades de lo que es posible hacer en la lucha contra el cambio climático.
Dar vuelta atrás al reloj
El tamaño del parque propuesto es casi inescrutable desde el nivel del suelo. Cubrirá 12.300 hectáreas (30.394 acres) y se extenderá 16 kilómetros (10 millas) de extremo a extremo. Eso equivale más o menos el tamaño de 36 Central Park de Nueva York o más del doble del tamaño de Manhattan.El gobierno y el arquitecto que están detrás del parque, conocido como Parque Ecológico Lago de Texcoco, ven un gran potencial en el parque, especialmente frente a la creciente escasez de agua, las inundaciones y el cambio climático. Ven este mega proyecto como la oportunidad de dar marcha atrás a los trastornos ocasionados en los sistemas de agua de la región que se remontan a Hernán Cortés y al asedio español de Tenochtitlán en 1521.
El proyecto está diseñado para ser construido en la cuenca del antiguo lago de Texcoco, que se secó cuando la Ciudad de México se expandió hasta convertirse en una megaurbe
Los lagos de la región eran la principal fuente de agua dulce durante la época azteca, pero los españoles drenaron los lagos del valle después de tomar el control de la ciudad de Tenochtitlan. Esto obligó, siglos más tarde, a un México independiente a construir cientos de kilómetros de tuberías para traer aproximadamente el 30% del agua de la ciudad y bombear el resto desde un acuífero subterráneo. La ciudad está ahora bombeando agua de ese acuífero el doble de rápido de lo que el agua que regresa a través de la lluvia.
Al otro lado de la ecuación la ciudad, que ha sido en gran parte pavimentada, se inunda durante meses en la temporada de lluvias.
“El problema es que no podemos cambiar 500 años de historia y dar un giro de 180 grados de la noche a la mañana”, dice el arquitecto de la Ciudad de México Iñaki Echeverría, director ejecutivo del proyecto del parque. “Muy pocas veces se te presenta la oportunidad de tener un impacto que realmente pueda cambiar las cosas. Si logramos hacerlo, cambia la dirección de la historia de la ciudad y del valle”.
El proyecto está diseñado para ser construido en la cuenca del antiguo lago de Texcoco, que se secó cuando la Ciudad de México se expandió hasta convertirse en una megaurbe de más de 20 millones de habitantes en los dos últimos milenios. La zona no ha sido habitada y ha quedado fuera del alcance del público debido a las inundaciones anuales y a problemas de infraestructura.
Echeverría está tratando de devolver a su estado anterior la mayor parte de la zona, incluyendo la regeneración de numerosos lagos que fueron drenados, así como áreas de humedales. Uno de los objetivos del proyecto es fusionar los conceptos espacios públicos e infraestructura verde, proporcionando rutas de senderismo, canchas deportivas y lagos para el ocio, mientras se recuperan los lagos para reequilibrar el sistema de agua del Valle de México. Esto incluye la canalización de la escorrentía de las aguas pluviales hacia los humedales y la reposición de los acuíferos.
“Este es realmente el único espacio que queda [en la ciudad] y es tierra federal y está sin explotar”, dice Echeverría. “Iba a desaparecer. Ahora mismo hay una posibilidad de conservarlo, así que estamos trabajando muy duro para que esto ocurra lo antes posible, para que la gente entienda que esto no es una fantasía. Esto es algo que puede suceder”.
El gobierno espera abrir la primera parte del proyecto de parque para 2021, según Echeverría. El arquitecto, que creció en la Ciudad de México, dice que está sintiendo la presión desde todos los ángulos para completar el proyecto o conseguir que cada componente vaya por el camino correcto antes de que termine la actual administración presidencial en 2024.
“La gente espera que fracase. Mucha gente. Por motivos correctos, por motivos equivocados, por todo tipo de motivos”, dice Echevarría. “Hay mucha gente apostando a que esto no sucederá, así que por supuesto hay presión”.
Lecciones para otras ciudades
Además de los objetivos del sistema de agua del parque, el equipo del proyecto está planeando un importante componente de energía solar y está considerando la posibilidad de utilizar el viento y los biocombustibles para compensar los costes de mantenimiento.“No me puedo permitir el lujo de volverme loco por la belleza de este lugar como solía hacer”, dice Echeverría, refiriéndose a su trabajo anterior de diseño de proyectos; ahora, como director de todo el proyecto, tiene que preocuparse de algo más que del diseño, como los costes y la ejecución. “Tengo que darle los medios para que se mantenga”, dice. “Los medios para crecer, los medios para que no desaparezca después de que este gobierno se haya ido”.
Echeverría había propuesto un diseño para el parque hace 10 años, pero ese plan fue anulado para dar paso al proyecto del aeropuerto. “Pensamos que estaba de veras muerto y de repente resucita otra vez. No soy místico ni nada, pero es casi como si el lago se negara a morir completamente”, dice Echeverría. “Está luchando. Creo que teníamos que involucrarnos en esa lucha”.
La decisión del gobierno de dedicar una enorme parcela de terreno para zona natural e infraestructura verde tan cerca del centro de la ciudad es una decisión progresista que, según los expertos, podría afectar al futuro de los espacios públicos en todo el mundo.
“Si tiene éxito, mucha gente irá allí y aprenderá de ello”, dice Steffen Lehmann, director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Nevada en Las Vegas y codirector del Laboratorio interdisciplinar de Futuros Urbanos. “Las ciudades están aprendiendo unas de otras. Las ciudades están aprendiendo que deben compartir sus mejores prácticas”.
“Las ciudades se calientan y almacenan y atrapan la radiación solar y almacenan el calor como un horno. Es un gran asesino silencioso”, dice Steffen Lehmann
Lehmann, arquitecto y autor de reconocido prestigio internacional sobre arquitectura y diseño urbano sostenibles, señaló como ejemplo el proyecto High Line de Nueva York y la “High Line-ización” de parques imitadores en todo el mundo.
Otras ciudades del mundo que han completado importantes parques urbanos en los últimos años son Seúl, Moscú y Singapur.
“Va a tener un gran impacto”, dice Lehmann sobre el próximo proyecto de la Ciudad de México. “Necesitamos bosques urbanos con el cambio climático, y necesitamos esos parques para mantener las ciudades frescas debido al efecto isla urbana. Las ciudades se calientan y almacenan y atrapan la radiación solar y almacenan el calor como un horno. Está subestimado. Es un gran asesino silencioso”. El proyecto también capturará carbono y mitigará la contaminación atmosférica.
Lehmann dice que se está luchando contra la privatización y la urbanización del espacio público en las ciudades de todo el mundo.
“Este es el tipo de trabajo por el que las ciudades están hambrientas. Están buscando formas de incluir buenas prácticas de gobernanza local y de gestión del agua”, dice Raúl Pacheco-Vega, un estudioso del agua en el Centro de Investigación y Docencia Económicas, un think tank con sede en la Ciudad de México. “Aquí se matan tres pájaros de un tiro. Se mejora la gobernanza urbana proporcionando más espacio verde, se mejora la gestión del agua y se muestran medidas de adaptación al cambio climático”.
Sentar un precedente
Echevarría está dirigiendo el proyecto para la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y ha reunido un equipo diverso de ecologistas, arquitectos, planificadores, paisajistas, biólogos y políticos para dar vida al proyecto.Se espera que la primera fase, la restauración del lago Nabor Carrillo y la construcción de instalaciones deportivas públicas en una parte adyacente al mismo, se inicie a principios de 2020. Esa parte también incluirá un sendero para correr de diez kilómetros alrededor del lago.
Con el tiempo, el proyecto se ampliará a la zona donde se había construido parcialmente el aeropuerto e implicará la restauración del lago Casa Colorada, que inundará los cimientos de la pista y la terminal ya construidos.
El proyecto se encuentra a unos 16 kilómetros del Centro Histórico de la ciudad y es directamente adyacente a algunos de los barrios más pobres de la Ciudad de México
“Allí tienen que pasar muchas cosas”, dice Echevarría, refiriéndose a una batalla legal en curso sobre el aeropuerto cancelado. “He tratado de mantener la mente muy fría al respecto. Tenemos mucho trabajo que hacer sin siquiera tocar esa área. Trabajaremos en ello. Desde el punto de vista del proyecto, empezaremos a trabajar tan pronto como sea permitido legalmente”.
El proyecto se encuentra a unos 16 kilómetros del Centro Histórico de la ciudad y es directamente adyacente a algunos de los barrios más pobres de la Ciudad de México, según Echevarría.
“Sería algo así como una situación que cambiaría la vida si este espacio pudiera crearse y estar junto a lo que es la tasa de criminalidad y de pobreza más alta de toda la región metropolitana”, dice.
El proyecto actualmente está siendo financiado completamente con dinero público, según Echevarría; pero dice que su equipo está buscando financiadores privados para partes del lugar, incluyendo las áreas de producción de energía renovable. Los estudios preliminares requeridos para el parque se estimaron en 11,78 millones de dólares, según la Conagua.
“Creo que si logramos hacer esto, sentaría un precedente de cambio en todo el mundo”, dice Echevarría. “Es una gran oportunidad para hacer lo correcto. Si logramos hacerlo, todo el mundo estaría interesado en ello. Tenemos que hacerlo”.