Crisis climática
La huella climática del consumo de carne
@poloi
Recientemente se ha publicado, desde el Ministerio de Consumo, un trabajo donde se evalúa el impacto ambiental asociado a los patrones de consumo en España. Se suele pensar, cuando hablamos de la huella ambiental, que el transporte es el principal contribuidor a éste pero, lejos de esto, tal y como se muestra en el informe previamente citado, que ha analizado 164 productos teniendo en cuenta todo su ciclo de vida y no sólo las emisiones, la alimentación supera con creces el resto de las áreas analizadas, representando el 52% de ésta, mientras la movilidad y la vivienda son el 17% y 16% respectivamente, los bienes del hogar, un 10% y los electrodomésticos, un 5%.
Además, en el siguiente gráfico, podemos observar el impacto de estas áreas por los diferentes tipos de contaminantes que se han analizado en el estudio. Como vemos, en la gran mayoría, la alimentación sigue siendo el área que representa un mayor porcentaje. Esto se debe a los grandes impactos que la producción de carne tiene sobre el agua, el suelo y el entorno, sobre todo de las macrogranjas.
Para poder ver mejor cómo se reparten las emisiones del sistema alimentario, hemos recurrido a un artículo publicado en 2021 donde se analiza que éste es responsable de un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero. En él, encontramos un detallado gráfico donde podemos visualizar, de forma desglosada, los flujos de emisiones durante todo el proceso, desde que son producidos hasta que son puestos a la venta.
De nuevo encontramos que las emisiones asociadas al uso y cambios del uso de la tierra (LULUC en el gráfico) son las que mayor peso tienen, aunque debemos tener en cuenta que, dependiendo de la zona del planeta, puede haber variaciones en los datos, ya que los países industrializados occidentales han traspasado parte de la producción de alimentos o piensos al sur global.
Volviendo a la alimentación, sin duda el tipo de dieta que seguimos es responsable final de cómo afectamos al medio ambiente, como se recoge en el estudio de Ecodes sobre la contaminación e impacto climático de la alimentación en el estado español. Aunque la alimentación en España se suele asociar bastante a la dieta mediterránea, en las últimas décadas se ha producido una evolución hacia la denominada “dieta western”, que se caracteriza por “un alto consumo de carne y de productos de origen animal: rica en grasas, especialmente grasas saturadas, azúcar y sal, y pobre en micronutrientes, fibra dietética y fitoquímicos bioactivos importantes”, como explica el estudio Ecodes.
Podemos ver que, si hablamos de emisiones de C02, sí que podemos encontrar grandes diferencias tanto por el tipo de dieta, como por la producción de los alimentos y la procedencia de éstos. Sin duda, una alimentación que no contenga productos de origen animal, sobre todo carne, hace que las emisiones se reduzcan notablemente. Aunque claramente una alimentación de proximidad tiene un menor impacto, sí que podemos ver que el típico “meme conservador” de los aguacates que vienen en avión son peores que un chuletón queda bastante desmontado por el impacto que representa una dieta vegana que base mayormente su procedencia de productos internacionales. Sobre todo, teniendo en cuenta que pocas personas tienen acceso a chuletones de km 0 por su precio y que básicamente nadie basa su alimentación vegana en la ingesta casi exclusiva de aguacates .
Pero, aún así, para poder detallar mejor el impacto que tienen los diferentes alimentos que consumimos, hemos recurrido a la base de datos de Eaternity, donde se ha recopilado desde 2009. En la siguiente visualización podréis seleccionar por tipos de impacto, para comparar entre ellos los gramos de CO2 que conlleva la producción, procesado, envasado y conservación.
De nuevo, observamos que los productos de origen animal representan una mayor contribución en cuanto a emisiones de C02, sobre todo las carnes rojas, mientras que las legumbres, las verduras y los almidones, junto con el pan, se encuentran en la parte baja de la gráfica. Sin duda, la dieta tiene consecuencias en cómo afectamos al planeta y nuestro entorno, como hemos mostrado en este artículo. Por tanto, el cambio de ésta puede tener grandes efectos positivos necesarios en un momento en que la crisis climática se va agudizando.
Ahora bien, no sólo hacen falta cambios a nivel personal: este proceso se tiene que ver acompañado de cambios a nivel legislativo que hagan que las personas que menos recursos tienen no se vean arrastradas a tener que destinar todavía más a poder sufragar una alimentación sostenible.
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