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La vida y ya
Unirnos al baile
Todavía era de esos días en los que se agradece estar al sol, así que, sin consensuarlo, nos dirigimos hacia el banco que estaba más alejado del resto de grupos de personas que trataban, como nosotras, de huir del polvo de la ciudad refugiándose en el parque. Hace ya unos meses que dejó de ser mi alumna, pero sé que mis palabras seguirán teniendo, por un tiempo, un peso desequilibrado para ella, por eso hago lo que me pidió en el mensaje en el que me proponía que nos viéramos: la escucho, dejo que se desahogue sin juzgar.
Me cuenta muchas cosas y, mientras habla, pienso que el mundo se ha puesto complicado para las chicas de 18 años que, como ella, se creen los datos científicos sobre el cambio climático y conocen lo que significa la palabra injusticia. Me cuenta que la gente de su alrededor está fatal. Nombra amigas y amigos suyos a los que conozco y otra gente de la que me habló en estos años en los que, además de clases, compartirnos conversaciones. Habla de depresiones, de ansiedad, de autolesiones. ¿Por qué crees que están así?, le digo. Y ella me mira como si fuera imposible que yo no supiera la respuesta. Después dice: creen que no tienen futuro. Sostenemos entre las dos un silencio que descansa tozudo con nosotras en el banco. ¿Y a ti te pasa?, le pregunto a pesar de estar segura de que si dice que sí me voy a desmoronar con ella. A mí no, dice. ¿Por qué a ti no?, suelto como una ola desesperada por llegar a algún lugar. A mí no me pasa porque yo creo que se puede hacer algo para cambiar las cosas, la gente que está mal cree que no se puede hacer nada o que no merece la pena intentarlo.
Las dos miramos hacia el frente, las hojas del arce se mueven seguras de que el árbol no las dejará caer. La imagino bailando. A pesar de todo. Bailando. Junto a otra gente que también cree que se puede hacer algo. La imagino bailando como si lo único que tuviera sentido fuera eso: bailar. De lluvia a lluvia. Bailar. Para lavar la ausencia de todo lo que no ocurre en sus días. Para lavarse de las cosas que parecen imposibles. Pienso que tiene todos los caminos por abrir porque sabe que lo importante no es cambiarlo todo sino saber si estamos dispuestas a intentarlo. Pienso que tengo ganas de unirme a ese baile.