We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Unión Europea
Un “llamamiento a favor de la paz y el desarme” une a personas de la academia, las artes y el conocimiento

Más de medio centenar de personas procedente de la academia, las artes y la investigación han publicado hoy, 11 de marzo de 2025, un comunicado pidiendo una desescalada en el lenguaje y las intenciones de rearme expresadas en los últimos días por dirigentes de la Unión Europea.
“Hacemos un llamamiento a los políticos para que no olviden las dos grandes guerras que ensangrentaron el pasado siglo el continente y, abandonando la neolengua de George Orwell, trabajen activamente a favor de las soluciones diplomáticas”, reclaman en un comunicado que cuenta con las firmas de periodistas como Andy Robinson, Rafael Poch de Feliú, escritoras como Belén Gopegui e intelectuales como el británico Tariq Ali. Puedes adherirte al comunicado aquí.
Comunicado completo
Alarmados por el lenguaje orwelliano que se ha instalado en el discurso político europeo según el cual la guerra es el camino hacia la paz mientras que la paz sólo lleva a más guerra, hacemos un llamamiento a la cordura.
Los ciudadanos europeos nos hemos convertido en pasajeros involuntarios de un tren conducido por unos gobernantes que, con el declarado pretexto de “hacer sangrar a Rusia”, pretenden ignorar las consecuencias desastrosas de un conflicto del que todos seremos perdedores.
En vísperas de anteriores conflictos europeos, por ejemplo la Primera Guerra Mundial, valientes intelectuales de las naciones enfrentadas, entre ellos Jean Jaurès, Romain Rolland, Bertha von Suttner o Bertrand Russell, se pronunciaron públicamente a favor de la paz, aunque por desgracia sus voces no fueran atendidas.
Hoy es atronador en todos los países el silencio de los intelectuales, que, al igual que el resto de los ciudadanos europeos, parecen preocupantemente anestesiados. Y cuando alguno decide hacer oír su voz a favor de las soluciones diplomáticas es inmediatamente difamado como “marioneta de Putin”.
Condenamos inequívocamente, por contraria al derecho internacional, la invasión rusa de Ucrania, pero somos conscientes de que esa tragedia es consecuencia también de la persistencia de una organización militar, la OTAN, calificada de “defensiva” y que, lejos de disolverse al no tener ya enfrente al bloque comunista, siguió ampliándose y llevó su expansión hasta las fronteras mismas de Rusia frente a las promesas que se le hicieron entonces al más alto nivel.
La guerra de Ucrania dura ya tres años; las víctimas a ambos lados superan con mucho el millón, aunque ninguno de los países enfrentados dé cifras oficiales, entre muertos, heridos y mutilados.
A lo que hay que añadir los millones de ucranianos que huyeron del país, unos a Europa Occidental, otros a Rusia, todos ellos intentando escapar de la violencia. Un auténtico desastre humano.
Los Estados Unidos de Donald Trump, más preocupados por lo que perciben como el creciente poderío de China o la situación de Oriente Medio, parecen decididos a expoliar a Ucrania, y de paso también, a endeudar a Europa, debilitando aún más nuestro Estado social, en beneficio de la industria militar estadounidense.
Y nuestros gobiernos, negándose a aceptar que, dada la desigual relación de fuerzas, la guerra está perdida, arropan al presidente ucraniano prometiendo el envío de más armas y dinero para que el ejército ucraniano siga luchando hasta el último hombre o la última mujer.
Todo ello mientras proponen militarizar de modo acelerado nuestras naciones con el espantajo de un enfrentamiento con Rusia.
¿Han pensado nuestros gobernantes que, al no existir ya aquellos acuerdos de limitación de armamentos firmados durante la Guerra Fría y que tanto contribuyeron al mantenimiento de la paz, el enfrentamiento militar con una potencia nuclear como Rusia podría desembocar en una tercera, y esta vez definitiva, guerra mundial?
Hacemos un llamamiento a los políticos para que no olviden las dos grandes guerras que ensangrentaron el pasado siglo el continente y, abandonando la neolengua de George Orwell, trabajen activamente a favor de las soluciones diplomáticas.
Es la única manera de evitar futuras masacres que arrasen naciones para el mero lucro de la poderosa industria armamentística.