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Procés
El amigo mudo: la UE ante el referéndum del 1 de octubre
Ante la intransigencia de Rajoy, el independentismo opta por la vía unilateral con la organización del referéndum del 1 de octubre. ¿Qué posición adoptará la Unión Europea ante el voto de los catalanes?
Formulada en octubre de 2012 por el expresidente de la Generalitat Artur Mas, “¿Quiere que Catalunya sea un estado independiente dentro de la Unión Europea?” fue una de las primeras preguntas que el independentismo catalán puso sobre la mesa para una hipotética consulta.
Para el referéndum del 1 de octubre, la pertenencia a la UE ha quedado reemplazada por la creación de una república. Este cambio no solo muestra el giro (leve) hacia la izquierda del movimiento independentista, sino que refleja el rol secundario de las instituciones europeas en la resolución del conflicto entre Catalunya y España. Cinco años después del inicio del “procés”, los dirigentes europeos no pretenden ejercer de árbitros. Ni se espera que lo hagan.
Ante el conflicto creciente entre la Generalitat y el Gobierno de Mariano Rajoy, la posición oficial de la UE es la neutralidad. Según ha reiterado la Comisión Europea, el proceso independentista es un asunto interno de España, uno de los estados miembros, y esto impide que interfiera en él. Pese al silencio de Europa, el Gobierno español y el catalán han multiplicado sus iniciativas diplomáticas para que las instituciones europeas se posicionen de su parte.
Mientras que los esfuerzos del PP han servido para que la canciller alemana Angela Merkel apoye la intransigencia de Madrid, los resultados de la diplomacia catalana han sido más bien exiguos.
Desde el nombramiento de Raül Romeva como primer consejero de Exteriores de la Generalitat, en enero de 2016, los hitos internacionales del Govern de Junts pel Sí han consistido en una conferencia en el Parlamento Europeo en Bruselas, a la que acudieron mayoritariamente eurodiputados de formaciones nacionalistas; reuniones con presidentes regionales franceses; o la moción presentada en la Cámara de los Comunes británica en apoyo a la presidenta del Parlament, Carme Forcadell.
Estas iniciativas apenas han servido para promover la causa independentista a nivel internacional. Buena prueba de ello es el apoyo incondicional que el presidente francés, Emmanuel Macron, mostró respecto a Rajoy. “Solo conozco un socio y un amigo que es España”, declaró el dirigente centrista durante su primer encuentro con el presidente del Gobierno a mediados de junio.
Sin noticias del árbitro
“El movimiento independentista ha sobrestimado la capacidad de la UE de ejercer como árbitro”, asegura a El Salto el periodista francés del diario digital Mediapart, Romaric Godin, que sigue de cerca la evolución del proceso catalán. “Francia ve de forma muy negativa el independentismo, porque tiene una visión centralista”, explica este experto de la política europea.
La conservadora Merkel tampoco simpatiza con este movimiento, ya que “considera la creación de un nuevo país como un factor de desestabilización”. Godin recuerda, de hecho, la esperanza que los representantes de la antigua Convergència y de Esquerra Republicana tenían en que, tras las elecciones plebiscitarias del 27 de septiembre de 2015, los dirigentes europeos forzaran a Rajoy para que negociara un referéndum. Una presión que nunca se produjo.
“Hay una cierta decepción”, reconoce Roser Cussó, integrante destacada de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) en Francia. Según esta profesora de sociología en la Sorbona, no hay que sobrestimar el peso de Francia y Alemania en la toma de decisiones: “La simpatía que los países bálticos y escandinavos pueden sentir por Catalunya servirá para matizar su posición”. Además, subraya el hecho de que Estonia posea actualmente la presidencia rotatoria de la UE.
“Lo importante no es el país que preside Europa, sino cuánta gente irá a votar en el referéndum del 1 de octubre. La política europea se basa en la democracia y los votos”, defiende Aleix Sarri, asistente del eurodiputado del PDeCAT Ramon Tremosa.
Si el 1 de octubre un número significativo de catalanes acude a las urnas y votan a favor de la independencia, ¿el 2 de octubre la Comisión Europea y los principales jefes de estado reconocerán el resultado? “Si el referéndum no se adapta a la legalidad española, no tendrá ningún efecto a nivel comunitario”, advierte la politóloga Laura Ballarin, que trabaja como asesora en el Parlamento Europeo. Esta militante del PSC recuerda que la UE “se basa en el respeto de la legalidad, el Estado de derecho, la democracia y las libertades fundamentales”.
Entre el Estado de derecho español y la voluntad democrática de los catalanes, ¿a favor de qué lado se posicionarán las autoridades europeas?
“No existe la posibilidad de que los actores europeos reconozcan el resultado del referéndum, si España no lo hace”, afirma Godin, quien recuerda que “la UE es una institución conservadora”.
El independentismo catalán suele agarrarse al ejemplo del referéndum de independencia de Montenegro de 2006. Organizado sin el consentimiento del gobierno serbio, este desembocó en la creación del nuevo estado montenegrino después de que el ‘Sí’ se impusiera con el 56% de los votos.
Las instituciones europeas tuvieron un rol clave como intermediarias y exigieron como condición que la participación alcanzara al menos el 50%. Pero la gran diferencia es que Serbia no era un estado miembro de la UE, al contrario que España, y esto permitía que las autoridades europeas hicieran de árbitro.
Aunque el hecho de que el Estado español forme parte de la UE dificulta que esta última ejerza como intermediaria, también limita la capacidad del Gobierno para reprimir el independentismo. “Me pregunto si no ha habido presiones de los dirigentes europeos para evitar que el Gobierno central suspenda la autonomía de Catalunya”, afirma Sarri.
Con una UE incapaz de ejercer de árbitro, pero al mismo tiempo muro de contención de la deriva autoritaria del PP, la pertenencia de España a esta comunidad favorece que perdure el enfrentamiento entre la Generalitat y el Gobierno.
En el callejón sin salida en el que parece encerrado el “procés”, ¿cómo afectarán los atentados de Barcelona y Cambrils a la percepción internacional del conflicto entre Catalunya y España? “Lo que sucedió el 17 de agosto no es un hecho neutro. Los atentados sitúan a Catalunya en el centro del mapa de la política española y europea”, asegura Godin. Ante la emergencia del terrorismo yihadista en tierras catalanas, ¿Europa continuará guardando silencio?