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Monedas sociales
Bilbao y Hernani, ciudades piloto para un Bizum consciente
Le entregamos a la cajera un billete de 50 euros para pagar la compra y ella nos devuelve los cambios. El billete es un papel que apenas pesa unos gramos y cuyo coste de impresión cuesta unos céntimos. Pero socialmente le damos un valor de 50 euros, y la comida se viene a casa con nosotras. “Existe un acuerdo social del que muchas veces no somos conscientes. Pero si el dinero es un acuerdo social, podemos modificarlo y hacer que funcione de una manera que nosotros queramos”, reflexiona Álex López, miembro de la cooperativa Ekhilur, impulsora de una moneda local que en realidad es una forma de pago. Los ayuntamientos de Hernani y Bilbao acogerán sendas pruebas piloto que tienen previsto arrancar en junio.
El proyecto Ekhilur es una alternativa a Bizum, Paypal y Visa, un modo de pago con un código QR a través del móvil o con un QR impreso en una tarjeta. Antes hay que cargar previamente tu cuenta Ekhilur con euros, que siempre serán euros y no cambian de nombre, a diferencia de otros proyectos de monedas sociales locales. El objetivo es que el dinero circule en el entorno, forzando a tomar decisiones de consumo conscientes y empujando a que el dinero fluya para incidir positivamente en la economía, más resiliente, menos acumulativa. Incluye descuentos en diferido; un pequeño porcentaje de la compra se recargará automáticamente en tu cuenta.
El proyecto Ekhilur es una alternativa a Bizum, Paypal y Visa, un modo de pago con un código QR a través del móvil o con un QR impreso en una tarjeta
Para ello necesitan usuarios y profesionales. Con el acuerdo alcanzado con el Ayuntamiento de Bilbao —aprobado por todas las formaciones políticas, a excepción del PP, en el pleno municipal del 26 de marzo—, Ekhilur espera captar cien comercios, bares, restaurantes y empresas ubicadas en los barrios Casco Viejo, Bilbao la Vieja, San Francisco y Atxuri, zona donde arranca el proyecto piloto en la capital vizcaína. Cada comercio buscará a su vez a diez usuarios, por lo que se espera obtener mil personas. El Ayuntamiento asumirá el coste de su entrada en la cooperativa sin ánimo de lucro Ekhilur. El capital social que debe aportar cada cooperativista es de 50 euros, reembolsables al salir de la cooperativa, explica Juankar Muga, miembro de esta cooperativa sin ánimo de lucro.
El tanteo se ha producido a través de diversas asociaciones de comerciantes, incluida la del Mercado de la Ribera, la plaza de abastos más grande de la ciudad, y Reas Euskadi, la red en la que trabajan cooperativas del tamaño de la energética Goiener y la banca ética Fiare. Ambas podrán participar en el proyecto.
En Francia existen casi 90 monedas locales respaldadas por alrededor de 40.000 usuarios y 10.000 profesionales, que han puesto en circulación cinco millones de euros
Decrecer paso a paso
Ekhilur tiene sus orígenes en una asamblea de Desazkundea, el colectivo decrecentista de Euskal Herria, al hilo de la crisis de 2008 y el movimiento 15M. En 2014 puso en marcha la moneda local Ekhi, que funcionó hasta 2015. “Cogió cierto volumen y vieron que hacía falta dar el salto a la digitalización. Realizaban el trabajo voluntariamente y sin ayudas”, explica Álex López. En Ekhilur de momento tampoco hay asalariados, pero sí han dado el paso digital.
Para dar el salto intentaron crear una Entidad de Dinero Electrónico (EDE), una figura jurídica necesaria para digitalizar dinero que debe autorizar el Banco de España. No lo consiguieron, por lo que buscaron diferentes alternativas de cobertura legal para poder operar. La encontraron en la EDE de origen francés Up Aganea y en la aplicación Clickoin.
En Francia existen casi 90 monedas locales respaldadas por alrededor de 40.000 usuarios y 10.000 profesionales, que han puesto en circulación cinco millones de euros, explica el economista y profesor jubilado de la Universidad de Burdeos Yannick Lung, quien ha participado en una investigación sobre los casi once años de dinero social al norte de los Pirineos. La región de Aquitania fue su cuna y la moneda más consolidada es el Eusko, que funciona en el País Vasco francés.
Cuenta con más de 4.000 personas, casi 1.000 profesionales y 27 municipios aceptan el Eusko. Lung destaca que la moneda local es un “importante instrumento para el desarrollo local, que permite la relocalización de las actividades y ello la convierte en una herramienta para la transición ecológica”. “Cuanto más cerca trabaje tu proveedor, menos emisiones de CO2 emite”, indica. No hace falta recordar que no todas las manzanas que se venden en la verdulería son variedades autóctonas, sino que muchas de ellas son importadas —según datos del Ministerio de Agricultura, en 2017 se importaron a España 3,8 millones de toneladas de fruta, principalmente plátano, piña, manzana y kiwi de Marruecos, Costar Rica, EE UU y Argentina—. “Asimismo, las monedas locales también son una manera para luchar contra la financiarización, porque no pueden servir para la actividad financiera”, añade el economista.
Hernani, un paso más
El Ayuntamiento de Hernani (Gipuzkoa) ya es miembro cooperativista de Ekhilur. No solo se han posicionado como municipio piloto para implantar la moneda local a través de comercios y locales de hostelería, sino que están estudiando cómo encajar jurídicamente dicha moneda en sus presupuestos municipales.
“En 2019 realizamos un diagnóstico y plan de acción de desarrollo local de los comercios y una de las acciones posibles consideramos que podría ser una moneda local. Nos parecía un instrumento muy potente, pero carecíamos de él”, explica Patxi Ibarguren, concejala del Departamento de Desarrollo Local (EH Bildu). Cuando la cooperativa les propuso el proyecto, se lanzaron. “La prueba es abierta y contemplamos que se animen a participar entre 30 y 40 establecimientos; cada uno ofrecerá la participación a diez clientes”, como en Bilbao. Hernani asumirá los costes de la cuenta durante un año y la búsqueda de establecimientos y la implementación del proyecto se realiza junto con la asociación de comerciantes Berriak.
“Ekhilur es una herramienta social que fomenta cambios en las costumbres de consumo y obliga a repensar en proveedores. Es ver la economía con otra mirada y pensamos que en estos momentos de crisis es justo lo que necesitamos: que el dinero circule en un circuito cerrado”, sostiene Ibarguren.
Desde el inicio de la crisis, el consistorio guipuzcoano ha emitido cuatro tandas de bonos económicos para fomentar el consumo local, por un valor total de 600.000 euros. “La moneda local nos parece interesante para que todo el dinero que entre en el circuito, se mueva dentro del sistema. Por lo que cuando uno gasta un euro, el efecto se multiplica. Los bonos han tenido mucho éxito, pero son de un solo uso y a nosotras lo que nos interesa es que ese gasto se reproduzca y llegue a ser una inversión”, confía. Es por ello que están estudiando que un porcentaje del gasto público municipal se conceda en esta moneda para que “esos gastos repercutan directamente en el pequeño comercio”.
“El dinero es la base sobre la que se construye el paradigma socioeconómico actual. Si incidimos en el acuerdo social que hay sobre el dinero, podemos iniciar una transición hacia nuevos modelos económicos, que apoyen la transición ecológica y que también provoquen una transición sociocultural”, Álex López
Replicable y escalable
La concejala de Elkarrekin Podemos en Bilbao Carmen Muñoz (Equo Berdeak) fue la encargada de llevar al pleno municipal el proyecto, para el que está previsto destinarse un crédito adicional de 28.291 euros. “La propuesta surge con el objetivo de fomentar y dinamizar el comercio de Bilbao, ya que la utilización de estas monedas genera un efecto multiplicador de la riqueza en la ciudad, que beneficia principalmente al pequeño y mediano comercio de los barrios, por lo que es una herramienta de recuperación interesante teniendo en cuenta el contexto actual, en el que el sector del comercio es uno de los más castigados económicamente por la pandemia”.
Bilbao Ekintza, la entidad pública dependiente del Área de Desarrollo Económico, que dirige Xabier Otxandiano, acompañó a la cooperativa en la realización del plan de empresa. Un plan que es “replicable y escalable”, destaca Álex López. Él viene de la cooperativa energética Goiener y su apuesta no es crear un gueto, sino jugar en serio: “El dinero es la base sobre la que se construye el paradigma socioeconómico actual. Si incidimos en el acuerdo social que hay sobre el dinero, podemos iniciar una transición hacia nuevos modelos económicos, que apoyen la transición ecológica y que también provoquen una transición sociocultural. Si queremos que la transición ecológica funcione, debemos hacer una transición integral”.
No es un juego de palabras, sino una esperanza, un deseo o, como él mismo dice, “una semillita”. “Considerábamos que la transición económica era la gran olvidada y queríamos poner una semillita. No pretendemos cambiar el mundo, pero queremos intentar ver hasta dónde germina. Igual no es el momento, pero quizá podemos tener una incidencia porque —insiste— nuestro modelo es replicable y escalable”.
La responsable de mercado social y emprendizaje de Reas Euskadi, Blanca Boix, considera que Ekhilur es “un proyecto transversal”. “Ekhilur nos permite un nuevo sistema de pagos que tiene en cuenta los valores de la economía solidaria —acabar con la especulación— y, además, nos ayuda a que se incorporen más entidades, porque genera redes. Es una herramienta estratégica y útil para fomentar el consumo interno tras repensar y ver que hay otras alternativas de consumo dentro del mercado social”, indica. Y añade datos: “Ekhilur puede mover bases sociales, no hay que olvidar que la cooperativa energética Goiener ya tiene 12.000 socias”.
Actualmente, hay varios proyectos de monedas sociales en Europa. Además de las francesas, el Chiemgauer en Alemania es el proyecto más consolidado, y la libra de Bristol, la más conocida. En el Estado, funcionan el Rec en Barcelona, la Grama en Santa Coloma de Gramenet y el Vilawatt en Viladecans. A diferencia de estas iniciativas, el proyecto Ekhilur no depende de ayuntamientos ni ha sido gestado con subvenciones europeas. De una parte, consideran necesario el trabajo conjunto con los consistorios, pero siempre que no sea dependiente. De otra, porque las necesidades económicas para el desarrollo las han asumido ellas mismas, con un préstamo y el capital social de la cooperativa, detalla Álex López. “Nos jugamos dinero, como cualquier proyecto que quiere ser autosuficiente”, concluye.