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Momus Operandi
Que si esto es la belleza
Yo me aferro a la belleza no como fin canónico, sino como proceso. Reconocer en la vida —sea lo que sea que ello signifique— aquello que necesitamos describir en un poema, un cuento, una novela, una crónica o algún otro género literario es una de las capacidades que debemos agradecernos como humanidad. La belleza no siempre es buena, ni alegre, ni provocadora. De hecho, hemos escrito, hablado, compartido, transmitido mediante el lenguaje tantas formas de entender la belleza que, con el paso del tiempo, han surgido tantas otras y hemos tenido que describirlo para compartirlo, conversarlo, emocionarnos, que luego vendrán otras situaciones en las que esa belleza reclame ser narrada.
Quizá belleza sea para mí condición humana: útero, cigoto, vagina, bebé, duelo, muerte, gripe, besos, coito, derrames, nobleza, semen, verdad, mentira, cariño, cuidados, putrefacción, huellas, dolor, tierra, gusanos, fuego, polvo, cenizas, mar. O el concepto tan mancillado de lo bello ya sea todo y empieza a carecer de sentido, pero cuando narramos palabras que tocan y son tocadas, que conmueven, enojan, desalientan, y que retuiteas, posteas, imprimes, conviertes en archivo digital, etc. Entonces, la belleza toma forma-fondo y se vuelve un espacio-tiempo determinado que existe. La belleza es, y cuando es en vocales, consonantes, fonemas, sílabas, significado y significante, nos recuerda que algo de ello es lo que nos mantiene con vida, incluso al no estar vivos. Me aferro a la belleza.
Estas muchas personas que escribimos somos un minúsculo grupo de personas alrededor del mundo que tenemos la oportunidad económica de invertir tiempo para ejercer un proceso creativo que no todas las personas pueden ejercer
Existen cíclicamente discusiones dogmáticas que nos quieren obligar a tomar parte de un bando: qué es literatura, qué no lo es, qué género es mayor y cuál es menor. Qué es mercado y qué no. Es cansino en tanto que se invierte esfuerzo, y muchas veces dinero, para que estas conversaciones sigan. Y aunque yo los pienso como posibles males necesarios, pues mientras unos se engullen y se fagocitan entre sí con esas ansias de querer tener la razón, existimos muchas otras personas que podemos dedicarnos a escribir lo que nos plazca. Sin embargo, y nunca está de más obviarlo, estas muchas personas que escribimos somos un minúsculo grupo de personas alrededor del mundo que tenemos la oportunidad económica de invertir tiempo para ejercer un proceso creativo que no todas las personas pueden ejercer. El tiempo es dinero, lo sabemos ahora más que nunca, y tener la posibilidad de escribir —o ejercer otro tipo de disciplina artística— le es negado sistemáticamente a la mayoría de la población.
No seré yo la que se ponga a discutir las mafias de poder que existen dentro del campo cultural en un espacio periodístico que justamente se abre paso frente a los monopolios. Tampoco seré la que se avergüence por evidenciar que la actual literatura se escribe desde condiciones burguesas o aspiracionales, incluso quienes reivindicamos otros espacios, incluidos los no-europeos, lo hacemos. Ya lo han explicado muy bien Pierre Bourdieu y Gisèle Sapiro en Francia; y ya se han desmontado estas falacias desde América Latina desde distintas perspectivas. Pero sí es necesario hacer hincapié una vez más en esto: que la literatura es y existe gracias a que se ha desmitificado la idea de belleza desde espacios que antes no podían hacerlo dentro de los círculos tradicionales, y que nos hemos apropiado de ellos y que queremos crear más y más espacios que sean ocupados por personas que nunca han tenido la posibilidad de hacerlo. Que no queremos ser Borges, ni ser canonizadas, queremos usar el lenguaje desde distintas perspectivas y no vamos a dejar de hacerlo. ¿Qué pasaría si fuésemos nosotras las que hiciéramos esa tabula rasa que van pidiendo? Desaparecerían ellos, que están precisamente ahí, escribiendo, porque alguien les ha otorgado ese privilegio y no han sido capaces de que sus textos se defiendan solos. Nada más y solo eso. Y que si esto es belleza, sí. La estamos viviendo y la vamos a seguir construyendo, incluso con ellos dentro, no vamos a aplastar a nadie.