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Migración
“Amiga migrante, si supieras”: información y apoyo mutuo para divulgar derechos
“Amiga migrante, si supieras que en la Comunitat Valenciana tienes acceso a la sanidad igual que todas las demás personas, no importa tu situación administrativa migratoria…” o “Amiga migrante, si supieras que lo primero que tienes que hacer cuando llegues a España es empadronarte…”, son algunas de las frases que escuchamos en uno de los vídeos difundidos en redes sociales por la campaña #AmigaMigranteSiSupieras.
La iniciativa ha sido realizada a través de un proceso participativo por parte del grupo de mujeres migrantes activistas Resilientas (Alianza por la Solidaridad, Integra2 Mundo, Mujeres Voces y Resistencias y AIPHYC). La campaña apoya e informa a las propias mujeres migrantes para que hagan un ejercicio colectivo de derechos: cómo exigirlos, cómo denunciarlos en caso de que no se cumplan y ampliar la red de apoyo.
La campaña apoya e informa a las propias mujeres migrantes para que hagan un ejercicio colectivo de derechos: cómo exigirlos, cómo denunciarlos en caso de que no se cumplan y ampliar la red de apoyo
El grupo ha trabajado colectivamente tanto en la campaña como en las dos principales publicaciones que difunden a través de ella: el “Fanzine de lucha colectiva de mujeres migrantes” y la “Guía de acogida de mujeres migrantes para mujeres migrantes”. Mientras la guía de acogida y el propio lema de la campaña dejan claro que el público al que se dirigen es el de otras compañeras migrantes, el fanzine visibiliza y sensibiliza a la ciudadanía general, por medio del arte, sobre el racismo estructural e institucional.
La “Guía de acogida de mujeres migrantes para mujeres migrantes” está estructurada en diez capítulos para “todas aquellas personas que están viviendo un proceso migratorio cargado de prejuicios y estereotipos racistas, sexistas y patriarcales ejercidos por quienes muchas veces son el primer filtro para garantizar el acceso a derechos: instituciones públicas y privadas y quienes trabajan en ellas”.
El documento incluye una sección adicional con propuestas para que “las instituciones, medios de comunicación y población en general tomen medidas al respecto a todas las vulneraciones que se exponen”. Los capítulos versan sobre empadronamiento, acceso a vivienda, sanidad pública, cuenta bancaria, acceso a empleo, empleo de hogar y cuidados, racismo institucional y cotidiano, violencia de género y política formal.
La propia introducción de la guía explica que, en esta, “las mujeres participantes han podido señalar cuáles son las violencias que las atraviesan en su cotidianidad para que, desde sus experiencias de vida, las personas que vengan detrás y las que necesiten información actualizada sobre diferentes cuestiones administrativas y legales puedan hacerles frente a partir de los aprendizajes de otras compañeras que pasaron por lo mismo”.
María González Peña fue una de las encargadas de redactar la guía, junto a Ana María Gutiérrez Fajardo y Begoña González Ricart. Detalla que las participantes, como ella misma, son mujeres que han vivido procesos migratorios diversos y variados; en su mayoría son de origen latinoamericano, pero también de Marruecos y Guinea Ecuatorial, tanto pertenecientes a organizaciones como individuales, pero todas habitantes del territorio valenciano. “Generamos discusiones en este grupo para ver cuáles son los temas más importantes o sensibles para una mujer migrante en Valencia. También consultamos fuentes externas. La organización València Acull, por ejemplo, nos ayudó con testimonios representativos y con verificación de la información”, relata González.
La clave es que las mujeres que usen la guía se vean representadas y vean que su situación puede solucionarse
También señala que una parte diferencial de esta guía respecto a otras es que los capítulos empiezan con el testimonio de una mujer migrante que cuenta su historia al afrontar estas violencias sistémicas, así como los recursos, organizaciones y trámites que le fueron de utilidad. La clave es que las mujeres que usen la guía se vean representadas y vean que su situación puede solucionarse. No describe solo el paso a paso de los trámites, sino también las varias estrategias para afrontar los numerosos obstáculos que hay en estos procedimientos, y que no vas a encontrar en Google. Este elemento extra funciona como denuncia, pero al presentar testimonios de situaciones que se han resuelto de manera favorable, también como esperanza.
Paola Larco Muñoz, del colectivo Mujeres, Voces y Resistencias, señala que la creación de la guía ha sido “una producción de conocimiento a través de voces y relatos propios. ¿Quién mejor que nosotras mismas como expertas en Extranjería, frente a las que quieren hablar en nombre de nosotras? Es un cambio profundo en las narrativas que venimos reivindicando desde hace años”.
¿Quién mejor que nosotras mismas como expertas en Extranjería, frente a las que quieren hablar en nombre de nosotras? Es un cambio profundo en las narrativas que venimos reivindicando desde hace años
Por su parte, Larco coordinó las sesiones para elaborar conjuntamente el fanzine, como “una apuesta por crear un espacio feminista y antirracista que permita acuerpar nuestras distintas voces y realidades”. Apunta a que, siendo ella misma mujer migrante, fue un reto porque “quería que este proceso fuera lo más cuidadoso posible con mis compañeras y que ellas encontrasen en cada uno de los encuentros espacios seguros para expresarse”.
Narra que, durante los talleres, pudieron “entrelazar reflexiones y sentipensares desde esas formas ‘otras’ de habitar el mundo que compartimos. Las plasmamos a través de distintas técnicas artísticas y transformadoras como el collage, la fotografía, la pintura o la escritura. Si bien cada una elaboró su propia pieza, todas están interconectadas y forman un relato común de sostén y de autodefensa frente a un sistema que nos excluye”.
Violencia de género y el trabajo de hogar y cuidados
Una de las participantes en este proceso colectivo es Jenifer Abata Carrera, que decidió unirse a la red trabajando temas como la violencia de género y el trabajo de hogar y cuidados. “Son dos realidades en las cuales aún vivo sumergida. Desde los dieciséis años, trabajo en el sector de hogar y cuidados y fui víctima de violencia de género ejercida por mis exparejas. Después de tanto tiempo, llegó un día en que decidí organizarme, informarme y formarme”, explica a El Salto. Por tanto, su participación la considera “un proceso de reparación personal y colectivo”.
No obstante, la lista de violencias que sufren las mujeres migrantes es muy larga: discriminación y violencia machista y clasista sistémica, vulneración de los derechos laborales, quita de custodias de menores (“somos conocidas como las malas madres”, recalca), abuso policial, etc.
Preguntada sobre las publicaciones, responde que “la guía contiene información valiosa y completa, mientras que el fanzine es un trabajo creativo, manual e inspirador. Ambas ofrecen apoyo y soporte moral, porque están hechas desde la misma herida que nos atraviesa a muchas, y como dice el lema de AIPHYC: Unidas Somos Fuertes, Tejidas, Invencibles. Estas creaciones son forma de vivir y resistir al violento y abusivo Estado español. ¡Porque esta también es nuestra tierra, no nos vamos a ir!”.
Sobre hablar de las violencias encarnadas tanto en la propia campaña como en el fanzine y la guía, Paola Larco admite que no ha sido fácil, pero que han logrado “transformar la rabia en refugio”. Deja claro que “nosotras no queremos ser vistas como víctimas, de ahí la importancia de dar ese espacio y poder a nuestras reivindicaciones, escribir en colectiva desde nosotras para nosotras, y desde ahí denunciar las estructuras de poder capitalistas, racistas, patriarcales: la Ley de Extranjería; los Centros de Internamiento de Extranjeros; las paradas por perfil racial; etc.”.
Sobre hablar de las violencias encarnadas tanto en la propia campaña como en el fanzine y la guía, Paola Larco admite que no ha sido fácil, pero que han logrado “transformar la rabia en refugio”
Sobre la importancia de este trabajo grupal, Jenifer Abata insiste en que “crear espacios y tiempos entre mujeres migras con el objetivo en común de sacar la voz y hacer visibles y concienciadas las realidades injustas que nos atraviesan ofrece un despertar colectivo. Corre la información entre unas y otras, y hacemos todo lo posible para llegar a aquellas a las que aún les queda la larga espera de tres años para ser ‘legales’, o a las que llevamos muchos años en esta tierra y hemos vivido desde niñas, como es mi caso, la violencia del Estado español”.
Su manera de resistir es la “unidad y la autoorganización”. Cita como ejemplos el tejido a nivel nacional que se formó en el sector del trabajo del hogar para exigir la derogación de convenio 189 de la OIT, o movimientos como la Iniciativa Legislativa Popular de Regularización Ya, que exige al gobierno la regularización de más de 500.000 personas migrantes en situación administrativa irregular.
Para María González, la resistencia está precisamente en crear lazos y redes de apoyo. Señala que en las conversaciones intergeneracionales que se formaron en el grupo, las mujeres con más experiencia señalaban que tendían a encerrarse en sus trabajos y a no tener ningún espacio al que acudir. “Si alguna tiene algún problema o sufre una situación concreta, es necesario que estemos ahí, aunque sea solo para escucharnos. Cuando una persona migra y deja todo atrás, quizá tenga o no familia en el territorio, pero le faltan lazos, incluso quizá alguien con quien tomarse un café. ¿Cómo nos articulamos y nos apoyamos, tanto para exigir nuestros derechos como para acompañarnos durante el proceso migratorio?”, concluye.
En palabras de Larco, “creo firmemente que para crear estos espacios necesitamos apostar radicalmente por la ternura, los cuidados y los afectos. Es un atrevimiento frente al poder, que es quien no quiere que alcemos nuestras voces. Sean bienvenidas siempre las desobediencias antirracistas, feministas, anticoloniales, bienvenida la cumbia y la fiesta, bienvenida nuestra lucha colectiva".