Maltrato animal
El Ayuntamiento de Madrid planea matar a 11.000 aves
En la ciudad de Madrid viven miles de cotorras argentinas y cotorras de kramer (India), aves que fueron introducidas en el país en los años 80. Fueron comercializadas como “mascotas exóticas” y se puso de moda su compra para confinarlas en jaulas en los hogares de los madrileños. Se trata de un animal salvaje capturado en la naturaleza en sus países de origen. En la actualidad, debido a abandonos, pérdidas y liberaciones de los ejemplares que no conseguían vender, han colonizado algunos espacios y se han adaptado como han podido para sobrevivir en los árboles de algunas de nuestras ciudades.

De manera que, unos animales que fueron extraídos de su entorno natural y cuya venta fue permitida por las autoridades, ahora corren el riesgo de ser exterminados. Quienes promueven su matanza son esas mismas autoridades que miraban para otro lado cuando las aves, ahora catalogadas de “invasoras”, fueron introducidas en el país. Quien es traído contra su voluntad para pasar su vida dentro de una jaula ¿puede ser considerado invasor?
Lo cierto es que las cotorras son animales, y al igual que casi todos los animales, desean conservar su vida, por lo que arrebatársela es una forma de maltrato. Además, el método aprobado implica capturar a las aves, lo cual les provoca dolor y ansiedad, para después gasearlas, un método evidentemente cruento que genera sufrimiento. ¿Y por qué no debemos causar sufrimiento a los animales? Para determinar si es ético causar sufrimiento o matar a un individuo, no es relevante la especie a la que pertenece, ni su capacidad racional. Lo único relevante es si posee capacidad de sentir. La ciencia demuestra inequívocamente que la inmensa mayoría de los animales, humanos o no, tenemos un sistema nervioso que nos hace capaces de percibir estímulos externos y los transmite al cerebro, es decir, tenemos capacidad de sentir. Los animales sintientes, somos autoconscientes y deseamos conservar nuestra vida.
Sin embargo, animales como las cotorras son excluidos arbitrariamente de nuestro ámbito de consideración moral por el hecho de no pertenecer a nuestro mismo grupo (la especie humana). El ámbito de consideración moral debería ser ampliado para incluir en el mismo a todos los individuos sintientes y autoconscientes. Todos los animales deben ser merecedores de unos derechos básicos que protejan sus intereses y les aseguren una vida sin explotación por parte de los seres humanos. Estos derechos básicos deberían incluir incuestionablemente, el derecho a la vida y el derecho a no ser utilizado como medio o como recurso para otro. Incluso cuando tal utilización suponga beneficios para los seres humanos, ya que el beneficio o disfrute que obtengamos de la explotación de un animal en ningún caso puede justificar la discriminación que ejercemos sobre él.
Son varios los motivos que aducen quienes apoyan la matanza de las cotorras: la seguridad ciudadana debido al gran tamaño de sus nidos, las molestias a las personas por sus sonidos y el peligro de su crecimiento poblacional para otras especies autóctonas como el gorrión, así como su efecto en el ecosistema. Sin embargo, estos argumentos no pueden dar legitimidad a la muerte de miles de individuos que quieren conservar sus vidas. Es improbable que alguna de las personas que utiliza estos argumentos para matar, aceptara su propia muerte o la de otros seres humanos por estas causas. Porque es en realidad la diferencia de especie lo que les impulsa a justificar la muerte de las cotorras.
Frente a la masacre de miles de individuos, desde grupos animalistas y antiespecistas se propone el control de las poblaciones mediante medidas éticas que no supongan la muerte de ningún animal. La vigilancia de los nidos y la esterilización de las aves y de las puestas de huevos tienen como resultado la disminución de la especie a unos niveles que la harían prácticamente inocua para el equilibrio del ecosistema. En Getafe y San Fernando ya se está actuando en este sentido, descartando el exterminio como método de control. Existen ejemplos en muchas partes del mundo de la gestión ética de este problema, como en la ciudad de San Francisco en EEUU.
Se ha organizado una recogida de firmas para pedir al Ayuntamiento de Madrid que no siga adelante con sus planes de exterminar a miles de animales y ponga en marcha opciones éticas de gestión de la población de las cotorras. Puedes participar aquí con tu firma.
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