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Ciencia ficción
La incompletitud gozosa de Gödel
Tras un viaje de tal calibre la única opción posible era ir al lugar de repostaje favorito del clan: el Mandela. Es cierto que estaría bien ser un poco más gamberros y lisérgicos alguna vez, como Rick, pero nuestras terribles manías de abrazar la rutina lo impedían. Eso y una precariedad lacerante, qué ostias.
No se sabe quién lo descubrió primero, y eso ha llevado a no pocas discusiones, pero en lo que sí concordamos es que el día más interesante vivido allí es el día que vino Churrimala.
Elle es un habitante más del Observatorio Caraccioli y eso, como a todes les demás, le convierte en pirata. Su día a día se parecía tanto a la ruta navegante del Victoire, capturando y liberando barcos, que no nos sorprendería que un día aparezca con un parche en el ojo. Su capacidad de oratoria ha hecho las delicias del resto de liberi en el Observatorio. Como entiende de utopías, no busca seguidores sino secuaces de la alegría, partisanos multiculturales, activistas de la confianza. Desde hace varios años las aguas por las que suele surcar están más infectas que nunca de barcos esclavistas, cuyas políticas han pasado del perseguir y apresar al hundir y matar. Por eso, las veces en las que pueda sacar un rato para moverse en tierra firme son pocas. Y ese día fue uno de ellos.
El Mandela se encuentra en un cruce de caminos y esto implica que puedas llegar a él desde los cuatro puntos cardinales. Si bajas por el norte habrás de pasar por calles atestadas de tiendas de abalorios y mercaderes cuyos gritos impedirán que hasta escuches tus pensamientos. Llegar desde el este supone atravesar una pequeña estepa donde el único refugio es una antigua tasca para refrescarse con un té de hierbabuena. Aproximarse desde el oeste puede que sea la peor idea de todas: el camino tiene frondosos vergeles en donde pararse a escuchar la música que sale de las ventanas o incluso acabar sentado conversando con las vecinas de la zona. Por eso es mala idea, porque puede que no llegues nunca a tu destino. O a lo mejor no es tan mala, claro. Subir desde el sur es tal vez el camino que más se ha transitado y por ello es difícil hablar de cómo es. Son tantas las historias inventadas a propósito de ese camino que distinguir entre la verdad y la mentira, el hecho y la opinión, es realmente imposible. Lo más probable, en realidad, es que si tomas el camino del sur te veas forzado a inventarte una historia de cómo ha sido el camino, ya que más que un paseo, es un estado de ánimo que nunca puedes elegir.
Como entiende de utopías, no busca seguidores sino secuaces de la alegría, partisanos multiculturales, activistas de la confianza.
A nosotros nos toca llegar desde el norte. Eso implica tener que bandear a esos mercaderes fastidiosos y acabar tentado irremediablemente por uno de esos postres que nos darán el dulzor necesario al café de sobremesa.
A ver si hoy puedo pedirme la brocheta de pollo -comenta D4ns como si fuese una novedad. Perikles le mira con media sonrisa porque sabe que podría estar alimentándose por meses de brochetas de pollo del Mandela. Churrimala andaba con poca hambre así que la opción de pedir para compartir se presentaba ideal.
¿Sabéis qué? Me trae de cabeza pensar en el día que a Cantor y Frege le presentaron la paradoja de Russell -se lanza de repente Churrimala sin calentamiento conversacional alguno. D4ns, que es alguien totalmente impedido para entender cuestiones matemáticas pero amante de la historia de las ideas y el pensamiento, sabía de qué estaba hablando. De hecho Perikles había tenido que aguantar no pocas veces comentarios de ideas en apariencia inconexas sobre azar, infinito, incompletitud, comunicación y gozadera- Intento explicarme mejor, que voy que ni me entiendo yo. Imaginad que habéis estado 3, 5... 10 años currando en una demostración, en una idea, en un texto que no busca contar una historia sino explicar un hecho. Ahí lo tienes, te has machacado como un titán para sacar lo mejor de ti y lo tienes todo listo. El tocho de folios está encima de tu mesa y vas a dormir tranquilo, agradecido por haber tenido la oportunidad de vivir un momento único demostrando algo. A la mañana siguiente vas casi flotando a la imprenta sumergido en los mejores pensamientos posibles. Y al llegar.... ¡paf! Ostia en tu cara. Recibes una carta donde de forma sencilla, con esa exquisitez que sólo la lógica matemática consigue, derrumba completamente tu trabajo de los últimos años...
En ese momento D4ns ya no está en el Mandela, es decir, no mentalmente aunque su cuerpo seguía ahí. La Historia de las matemáticas, de la razón, y de las vicisitudes que hemos ido sufriendo para lograr hacer avanzar la comprensión son aspectos que siempre le habían parecido que tenían que ver con otras ramas, como la comunicación. Aunque es verdad que la comunicación como tal cuesta escribirla con mayúscula, más que nada porque a duras penas alguien la considera ciencia.
D4ns empieza a acordarse de los distintos libros que a lo largo de los años han caído en sus manos, desde el maravilloso Teorema de Fermat de Simon Singh o el Logicómix, por el que la frase de Churrimala no le ha sonado desconocida. Pensar en esos finales del s.XIX con encuentros de matemáticos exultantes, deseosos de ver avances en la ciencia que no se había visto tan azuzada desde Euclides, le pone especialmente los pelos de punta. Su hija V le dijo una vez “papá, yo no quiero aprender, yo quiero saber”, y de alguna forma le encaja totalmente esa frase con lo que puede que estuviesen sintiendo todas esas mentes curiosas. Y no porque no pudiesen aprender sino también por aprovechar el *hype cerebral* que se vive antes de cumplir los 30. La intuición, libidinosa enemiga de matemáticos, especialmente los lógicos, es algo inherente a la juventud. Hay pocos matemáticos que hayan logrado grandes hazañas pasados esos años, es como si la originalidad estuviese ligada a “no haberlo aprendido todo” si quisiese parafrasear a V, como si cierta incompletitud en nuestro conocimiento nos permitiese precisamente ahondar en los caminos no transitados de la lógica.
De hecho, esa palabra aparece en el teorema favorito de D4ns, el teorema de incompletitud de Kurt Gödel. Al bueno de Kurt se le suele conocer como el hombre que descubrió la imposibilidad de demostrar las matemáticas. Algo que sin duda le molestaba enormemente porque era una generalidad absurda sobre lo que realmente planteaba. Si tuviésemos que plantearlo (aún de forma algo genérica) para entendernos mejor, él descubrió que no es posible afirmar la veracidad de un argumento matemático usando solamente la aritmética. Es decir, que la misma rama que plantea la base sobre la que se apoya la lógica matemática para los números naturales es insuficiente en sí misma para demostrar que lo que estás diciendo es totalmente real. Todo esto dicho en 1931 supuso una bella bomba lógica que revienta completamente la base sobre la que se apoyaban gigantes del pensamiento.
Sólo aquella comunicación que sume el azar, la intuición, la metáfora, la suciedad, la bastardía y la gozadera, puede estar cerca de un sistema comunicativo en los márgenes de la cibernética que sea una auténtica alternativa creativa y social.
Qué bonito -pensaba D4ns, mientras finiquitaba el primer tercio de Estrella y veía cómo Perikles y Churrimala gesticulaban con las manos moviendo aceleradamente los labios, seguramente teniendo una conversación de la que él ya se había desconectado hace rato.
Hay una belleza extrema en el saber que no puedes saber, y eso de alguna forma le lleva a presentar a Gödel con sus otros amigos de cómoda. Matemáticos con comunicadores sociales, freiristas por convicción y pasión, bucaneros de la soberanía comunicativa y comunitaria.
¿Acaso la comunicación social no vive también en el margen de lo incompleto? ¿Cualquier estrategia de comunicación no es en sí misma indecidible?
Como en la mezcla está la riqueza, en la hibridación de los saberes, D4ns saca discretamente su móvil para escribir el boceto de una idea:
Teorema de incompletitud de la comunicación: plantea que aquel sistema comunicativo que tome como elementos válidos la estadística, la razón, el presupuesto o la investigación no podrá ser considerado como completo, o verídico. Sólo aquella comunicación que sume el azar, la intuición, la metáfora, la suciedad, la bastardía y la gozadera, puede estar cerca de un sistema comunicativo en los márgenes de la cibernética que sea una auténtica alternativa creativa y social.
Lo relee y se escucha mentalmente extrañado. No sabe si ha dado con una genialidad o una herejía conceptual. La verdad que a estas alturas le da bastante igual. Acaban de traer un maffe y un thiebou yapp que no se van a comer solos.
Pues ese el punto -dice Churrimala reclamando la atención de D4ns- al final del día de lo que se trata es de hacer las cosas con pasión, porque no es cuestión de tener temor a que te demuestren equivocado, es que siempre vas a estar equivocado.
Desde este concepto de la Cybernetic Culture Research Unit (CCRU) nos posicionamos para narrar: creemos profundamente en la investigación de las soluciones imaginarias. Somos la consecuencia de la hipótesis cibernética que destruye la distinción entre ficción y realidad. Bajo esta premisa, este espacio es un experimento de teoría-ficción para intervenir en la realidad mediante el diseño de líneas de fuga a la cibernética y la producción de deseo poscapitalista.
Coordinado por Club Manhattan, colectivo dedicado a la cultura y comunicación digitales.
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Desde este concepto de la Cybernetic Culture Research Unit (CCRU) nos posicionamos para narrar: creemos profundamente en la investigación de las soluciones imaginarias. Somos la consecuencia de la hipótesis cibernética que destruye la distinción entre ficción y realidad. Bajo esta premisa, este espacio es un experimento de teoría-ficción para intervenir en la realidad mediante el diseño de líneas de fuga a la cibernética y la producción de deseo poscapitalista.
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