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Guerra en Ucrania
Ucrania: el tabú de la salud mental en el ejército
Hace poco más de un año, Nazar estaba estudiando en la universidad de Sumy, una ciudad del norte de Ucrania. Hoy se entrena en una cinta de correr médica. Este ucraniano de 19 años se alistó como combatiente en la defensa territorial al comienzo de la invasión rusa. Pero hace unos meses, fue herido en la cabeza por impactos de misiles durante los combates en el este del país. Ahora está muy afectado mentalmente y tiene que aprender a coordinar de nuevo sus movimientos, como caminar. Su abuela, Irina, lo mira con cariño: “Tiene que aprender a usar de nuevo su cerebro para controlar sus piernas. Está en fisioterapia y un psiquiatra lo ha acogido”.
Asiste a estas sesiones en el Kyiv Rehab, situado en las afueras del oeste de Kyiv, en un barrio alejado del bullicio de la ciudad. En este centro de rehabilitación, Nazar es uno de las decenas de pacientes heridos física pero también psicológicamente por la guerra. En la planta baja, un equipo de fisioterapeutas ayuda a estos antiguos combatientes, amputados o cojos, heridos en los combates, a recuperar el uso de su cuerpo. En la segunda planta, el Dr. Maxim Kolesnichenko cuida de su salud mental, “en nuestro centro, los tratamientos físicos y psicológicos son inseparables”, dice el psiquiatra.
Romper con el mito del héroe
Aunque las amenazas de una invasión inminente iban en aumento antes del 24 de febrero de 2022, la población no estaba realmente preparada para la guerra. La fuerza de la invasión rusa provocó una movilización masiva en Ucrania. Muchos de los combatientes movilizados eran civiles antes del 24 de febrero. Miles de ellos pasaron de la noche a la mañana de ser estudiantes, panaderos, artistas, médicos y obreros a combatientes. Muchos quedaron psicológicamente impactados por la violencia de los combates. No es que la guerra sea más fácil para un soldado profesional, pero al menos está mejor preparado psicológicamente como lo cuenta Yevgeni, que trabajaba en una tienda de la capital antes de la invasión : “Me presenté voluntario en los primeros días de la invasión, para luchar en las afueras de Kyiv. Pero era demasiado duro psicológicamente, no estaba preparado. Me marché muy pronto y nunca volví a luchar”.
Desde el comienzo de la invasión, el mito del héroe ucraniano, defensor de la patria contra el ataque ruso, se ha arraigado profundamente en la sociedad ucraniana. Hoy lo encarna la figura de Tymofiy Shadura, un soldado ucraniano de 40 años hecho prisionero por los rusos. En un vídeo que circuló a principios de marzo por las redes, se le ve mirando a cámara mientras fuma despreocupadamente un cigarrillo junto a lo que parece ser una trinchera rodeada de árboles macilentos. Se oye una voz en off en ruso : “Empieza el vídeo ahora”. El ucraniano no baja la mirada y responde con descaro: “¡Slava Ukraïni! [Gloria a Ucrania”.] Le disparan en menos de un segundo. Para los ucranianos, Tymofiy Shadura es la encarnación de un héroe, porque prefirió morir a someterse. El soldado ha sido elevado hoy al rango de Héroe de Ucrania por el Presidente Zelensky.
Miles de ucranianos pasaron de la noche a la mañana de ser estudiantes, panaderos, artistas, médicos y obreros a combatientes. Muchos quedaron psicológicamente impactados por la violencia de los combates
Este mito del héroe parece estar presente en toda sociedad en guerra, casi necesario para unir a la población y a los combatientes. Pero nos hace olvidar que algunas personas salen del combate muy debilitadas psicológicamente. Así, se registran muchos casos de adicción al alcohol entre los ex combatientes, “estamos aquí para ayudarles a reconstruirse”, afirma el psiquiatra Maxim Kolesnichenko. “Yo ya era psiquiatra durante la invasión de Afganistán por la Unión Soviética. Entonces era diferente, porque los soldados soviéticos no sabían por qué luchaban, así que muchos han sufrido un fuerte impacto psicológico. Ahora es diferente, saben mucho más por lo que luchan porque Ucrania fue atacada. Pero algunos vuelven traumatizados.”
Las combantientes ucranianas, también consideradas heroínas por la sociedad, pueden ser especialmente vulnerables, ya que la violación es un arma de guerra. Asistida por una fisioterapeuta, una paciente, Yulia, estira las piernas en una camilla de masaje. “Yulia estaba luchando al principio de la invasión, cuando fue capturada. Estuvo cautiva de los rusos durante ocho meses, en condiciones terribles”, confiesa el psiquiatra Kolesnichenko con la voz temblorosa. “Para sus ejercicios físicos, no quiere que la toque un hombre por lo ocurrido durante su cautiverio. Por eso, la sigue una psicoterapeuta. Lo que vivió como prisionera es muy duro. Al mismo tiempo, Yulia tiene sesiones de diálogo conmigo”. En la sala de consulta, se encuentra una guitarra sobre una mesa: “Sus traumas son profundos. Desde que Yulia empezó a tocar la guitarra, me habla con más facilidad. Esto forma parte de la terapia artística”.
Nuevos tratamientos
En Ucrania, la OMS calcula que unos 10 millones de personas padecen trastornos mentales, de una población de unos 36 millones. Estas cifras podrían ser mucho más elevadas en el caso de los combatientes. Según el gobierno ucraniano, más del 60% de los soldados sufren trastorno de estrés postraumático. Muchos combatientes que regresan del frente o del cautiverio sufren depresión, ansiedad o conmociones cerebrales causadas por heridas en la cabeza. Aunque Ucrania está inmersa en la guerra desde 2014 con el conflicto del Donbass, la reflexión en torno al tratamiento de los traumas de guerra ha llegado tarde. En los hospitales ucranianos, todavía se suele dar prioridad a los tratamientos farmacológicos, con la prescripción casi sistemática de antidepresivos. “Ucrania sigue marcada por el periodo soviético, durante el cual los problemas mentales se trataban mediante el internamiento forzoso en hospitales psiquiátricos. Era un castigo. Hoy en día, algunos ucranianos siguen negándose a hablar de su salud mental porque asocian la terapia con un tratamiento violento”, explica Evgenia, psicóloga en Kyiv.
A pesar de este retraso, en los últimos años, se multiplicaron las estructuras que ofrecen nuevas formas de atención, en un país que experimenta profundos y rápidos cambios sociales. Recurren a la arteterapia, la fisioterapia y la terapia con animales.
“Ucrania sigue marcada por el periodo soviético, durante el cual los problemas mentales se trataban mediante el internamiento forzoso en hospitales psiquiátricos. Era un castigo”
No lejos de Lviv, a 500 kilómetros al oeste de Kyiv, Sergei, al que amputaron las dos piernas al comienzo de la guerra en Donbass, escala un muro bajo con la ayuda de su amigo, Artem. “¡Uno, dos, tres!” Artem lo sube a un caballo. La cara de Sergei, hasta entonces cerrada, cambia totalmente. Enclavado en el campo de la provincia de Lviv, el centro ecuestre se inauguró en mayo de 2022, tres meses después de la invasión. Todos los domingos, ex soldados con lesiones físicas o psicológicas se reúnen allí para una sesión de equiterapia. “El contacto con el animal ayuda a curar la ansiedad. Es una forma de meditación”, asegura Natalia, psicóloga responsable del centro, “recuperan el control de su cuerpo y tienen más confianza en sí mismos”. Sergei asiente con la cabeza, “llevo mucho tiempo herido, pero siempre ha sido muy difícil psicológicamente. Desde que empecé a montar a caballo, tengo la sensación de que puedo hacer más cosas, aunque ya no tenga piernas.”
“Eran incapaces de hablar de sus problemas”
A medio de febrero, en el centro de Kyiv, el Veteran Hub reabrió sus puertas tras casi un año cerrado. La asociación ucraniana fue creada durante la guerra en Donbass con el objetivo de ayudar a antiguos militares a volver a la vida civil, incluyendo ayuda psicológica y apoyo en la búsqueda de empleo. Un año después de la invasión rusa, Veteran Hub se ha reorientado. “Nos centramos en la ayuda psicológica a los soldados que sufren estrés postraumático, con atención a corto y medio plazo”, explica Halyna Alomova, responsable de comunicación de Veteran Hub. “En este contexto de guerra intensiva, es difícil proyectarse para nuestros pacientes”.
La asociación emplea a varios psicólogos que acogen a los pacientes en Kyiv y también se desplazan varias decenas de kilómetros de la capital para escuchar los traumas relacionados con la guerra. Artem Denysov, codirector del centro, luchó él mismo en los primeros meses de la invasión rusa en la región de Kyiv, “en el frente, vi hombres traumatizados. Eran incapaces de hablar de sus problemas, porque querían demostrar que son fuertes. Para muchos hombres, hablar con un psicólogo todavía puede verse como un signo de debilidad. A estos hombres les resultará difícil volver a la vida civil una vez acabada la guerra”.
Al parecer, con los traumas relacionados con la guerra, la violencia doméstica está aumentando desde que comenzó la invasión en los hogares a los que han regresado los soldados. La salud mental es un grave problema en el país ya que algunos traumas pueden resurgir décadas después de que haya terminado un conflicto.
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Siempre nos cuentan que la guerra es una actividad propia del Homo Sapiens. Algo natural en él. Si eso fuese así, no dejaría secuelas en la salud mental. El Homo Sapiens es una especie capaz de usar la violencia, como la mayoría de los animales, pero la guerra es otra cosa. El Homo Sapiens es de naturaleza pacífica, por eso nuestro dimorfismo sexual es pequeño, los machos no pesan cien kilos, ni miden dos metros, ni tienen grandes colmillos. La idea de que el ser humano está diseñado para la guerra, es un prejuicio cultural creado a raíz del descubrimiento de la agricultura, la ganadería y la propiedad, hace sólo 10.000 años, que obliga a los hombres a ser capaces de hacer daño a otros, y de sufrirlo sin una queja, para ganarse el aprecio de los suyos.