Estados Unidos
Seis minutos y veinte segundos para silenciar las armas

Los supervivientes del tiroteo de Parkland (Florida) lideran la Marcha por nuestras vidas en un sábado de manifestaciones multitudinarias en Estados Unidos.

“Las armas tienen más derechos que mi vagina”, dice una manifestante en la Marcha por nuestras vidas en Washington DC
“Las armas tienen más derechos que mi vagina”, dice una manifestante en la Marcha por nuestras vidas en Washington DC. Amaya Pérez Cruz

@clubdejazzradio

25 mar 2018 10:30

Parece un día de partido, pero es una jornada de protesta. La concentración estaba convocada para mediodía. Sin embargo, desde horas antes, las calles aledañas a la Avenida de Pensilvania, una perfecta diagonal entre la Casa Blanca y el Capitolio, se llenaban de gente venida de todo el país para una manifestación inédita.

En el país que adora las armas, donde la Segunda Enmienda es sagrada, cientos de miles de personas se reunían en la capital para decir que ya está bien, que están hartos de la violencia con armas de fuego y, muy especialmente, que no quieren que los niños y adolescentes de Estados Unidos vayan al colegio con miedo a sufrir un tiroteo como el que en febrero dejó 17 muertos en un instituto de Florida.

Los supervivientes del tiroteo del instituto Stoneman Douglas de Parkland, en Florida, fueron los grandes protagonistas. La denominada March for our lives (Marcha por nuestras vidas) tuvo su acto central en Washington DC, y se replicó por las principales ciudades del país.

Sobre el escenario, situado con fuerte carga simbólica frente al Capitolio, los alumnos de Parkland y otras escuelas tomaron la palabra. Los políticos callaron por un día y cedieron el altavoz a niños y adolescentes, que intercalaron sus emotivos, nerviosos y furiosos discursos, con las actuaciones de cantantes pop(ulares) como Miley Cyrus o Ariana Grande, que acabó su intervención rodeada de adolescentes histéricos por hacerse una foto con ella.

Y es que, ante todo, esta es la protesta de los niños y los adolescentes de USAmérica. Son ellos los que han conseguido que, por una vez, el debate sobre las armas no desaparezca a los días de producirse el enésimo tiroteo masivo en Estados Unidos.

Es una mañana de proclamas, gritos y canciones sobre el escenario, pero no hay palabra ni sonido más poderoso que el del silencio, el de los seis minutos y veinte segundos en que Emma González, superviviente del tiroteo de Parkland, se mantuvo en silencio frente al micrófono, las cámaras de las televisiones nacionales y los cientos de miles de personas que la escuchaban en ese momento desde la calle.

Seis minutos y veinte segundos cronometrados, eternos, de congoja. Los que duró el tiroteo en su instituto. El tiempo que necesitó el tirador para acabar con la vida de 17 personas. Seis minutos y veinte segundos en los que las lágrimas descienden por el rostro de Emma, regadas por el recuerdo de los amigos perdidos y del horror vivido. El grito hacia afuera que es toda manifestación se tornó en recogimiento y conciencia. Es un país donde mucha gente vive traumatizada por uno de sus grandes derechos: el de tener un arma, cortesía de la Segunda Enmienda.

Varios alumnos en la Marcha por nuestras vidas en Washington DC
Varios alumnos en la Marcha por nuestras vidas en Washington DC. Amaya Pérez Cruz

“Las armas son parte de nuestra cultura”, explica Morgan, de 23 años, que está trabajando como profesora en prácticas en las escuelas públicas de Richmond, en el Estado de Virginia. “No debería tener que hablarles de armas a mis alumnos de 12 años, ni explicarles qué debemos hacer si alguien armado viene a la escuela”.

Al igual que otros muchos asistentes a la marcha, y que la mayoría de ciudadanos de este país, no exige tanto una prohibición de las armas como “una regulación más estricta, para ver quién puede adquirir armas que han sido construidas para asesinatos masivos. No son de caza ni para usos recreativos, son armas de guerra”.

Armas de asalto como la utilizada por el autor del tiroteo de Parkland. Morgan, que no quiere saber nada de la posibilidad, apreciada e impulsada por Trump, de que algunos profesores vayan armados, se emociona al explicar que ella está allí no por razones partidistas, sino porque, “como dice el nombre, es una marcha por nuestras vidas. Es una marcha por la vida de mis alumnos. No quiero tener miedo a hacer el trabajo que amo”, concluye entre lágrimas.

Por los altavoces suena música a todo volumen. Rock para incendiar, Celia Cruz para mover el esqueleto, los Beatles y su “Yellow submarine”... Familias enteras caminan para coger posición. La marcha se convierte en concentración. No hay ni un solo metro de espacio libre en la avenida, imposible avanzar o retroceder. La mayoría lleva su cartel. Algunos se acuerdan de Trump y sus teóricos vínculos con Rusia, otros aprovechan la coyuntura para promover su propia movida (los antiabortistas no se pierden una), muchos señalan a la todopoderosa Asociación Nacional del Rifle (“¿Cuántos niños te has cargado hoy, NRA?”, se canta) e incluso hay quien, con humor, se sitúa frente a la puerta del Hotel Trump con una pancarta pidiendo el voto para Trump en 2020 de parte de los “Inseguros hombres blancos de pene pequeño por Trump”.

Hay también veteranos de la Guerra de Vietnam que, como Bruce, de 72 años, oriundo de Minnesota, defiende que “todos somos uno. Si no hubiera muros, no harían falta armas”. Trump está obsesionado con el suyo en la frontera sur, también con darle más armas al ejército, pero según Bruce, “estamos recibiendo muchos comentarios positivos y abrazos de gente que es favorable al ejército. Lo juro. Y esto es algo muy infrecuente”.

Pasadas las 12, se da inicio oficial a la March for our lives. La manifestación se concibe como un espectáculo pensado para la televisión, nada parecido a una protesta al uso en España. Los manifestantes son espectadores de un show que discurre en el escenario y se replica por las pantallas gigantes distribuidas por el recorrido.

En él buscan su sitio Sarah, Margaret y Shonda, estudiantes de ciencias políticas, educación y periodismo, respectivamente. Las tres lo tienen claro: prohibirían las armas.

Es la posición más radical y difícil de encontrar, pero forman parte de la población negra del país, una de las más afectadas por la violencia con armas. Además, el hecho de que “hasta presidentes hayan sido asesinados, debería llevarnos a cambiar las leyes”, dice Sarah. Margaret, futura maestra, se estremece ante la idea de ser una profesora armada: “¡Me dan miedo las armas! No quiero hacerme daño o hacérselo a mis alumnos”. Por lo general, hay consenso a este respecto.

A Katya, que tiene 17 años y estudia en un instituto de Fairfax, Virginia, le parece “horrible. Hay muchas cosas que podrían salir mal. A los profesores les podrían robar el arma”. Tim, de 18, y alumno de la Universidad de Maryland, va más allá y considera que “un profesor no debería estar pensando en sacar una pistola en cualquier momento, debería poder concentrarse en enseñar, ese es su trabajo”. El de Isabella, de 17, es estudiar. “Estoy en uno de los mejores sistemas escolares del país, no debería tener que preocuparme por mi vida”.

Cameron Kasky, otro de los supervivientes de Parkland, grita desde el escenario que su generación es la del cambio y pide medidas “de sentido común”. La gente jalea y aplaude sus palabras, al igual que abuchea a Trump y otros políticos contrarios a una mayor regulación de las armas, que aparecen en los diferentes vídeos que se proyectan en las pantallas gigantes.

Durante más de dos horas la manifestación se convierte en un gran espectáculo, en una sesión de terapia colectiva. Más de 187.000 alumnos han vivido la violencia con armas desde el tiroteo de Columbine en 1999. Sam Fuentes, superviviente de Parkland, no puede contener un vómito durante su discurso. En él se concentra el trauma de todo un país. De su generación puede depender que seis minutos y veinte segundos no acaben en tragedia.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Opinión
Opinión ¡Que vivan los aranceles!
Que Trump propugne aranceles no debe hacernos caer en la trampa de defender los intereses de los grandes oligopolios.
Inteligencia artificial
Militarismo La máquina de los asesinatos en masa: Silicon Valley abraza la guerra
Las fantasías distópicas sobre los futuros usos de las máquinas en la guerra están más extendidas que el relato de lo que ya está pasando en los campos de batalla.
Opinión
Expansionismo El Golfo de América
Todos los presidentes norteamericanos han representado la encarnación del espíritu colonial norteamericano.
Cine
Kamal Aljafari “Palestina está en la raíz de la situación actual del mundo”
Kamal Aljafari lleva toda su carrera trabajando con materiales de archivo, indagando en las imágenes e interviniendo en ellas para preservar memorias en desaparición y para oponerse al proyecto colonial sionista y su falseamiento del pasado.
Paterna
Paterna Vandalizan el muro de Paterna donde el franquismo fusiló a 2.238 personas
El paredón amaneció este viernes con grandes letras pintadas con spray negro donde se podía leer “Sagredo eres maricón y tarado”, en referencia al alcalde del municipio.
Opinión
Derecho a la vivienda Flex Living: el caballo de Troya de la precarización del alquiler
No es una respuesta moderna a las nuevas formas de habitar la ciudad. El ‘flex living’ no es más que la última jugada del sector inmobiliario y los grandes fondos de inversión para maximizar beneficios a costa del derecho a la vivienda.
Opinión
Opinión ¡Que vivan los aranceles!
Que Trump propugne aranceles no debe hacernos caer en la trampa de defender los intereses de los grandes oligopolios.

Últimas

Madrid
Alerta antifascista Un historiador negacionista del Holocausto dará una charla en la Universidad Autónoma de Madrid
CGT alerta a las autoridades de esta universidad pública sobre la convocatoria de una charla en la Facultad de Derecho a cargo de Fernando Paz, pseudohistoriador conocido por negar el Holocausto y por su abierta homofobia.
Madrid
La burbuja del alquiler Sumar, Podemos y sindicatos de inquilinos presionan para convertir en indefinidos los contratos de alquiler
Sumar lanza una propuesta legislativa para transformar en indefinidos los contratos de alquiler, una de las principales demandas de la manifestación por la vivienda del 5 de abril. Una moción de Podemos, rechazada en el Congreso, pedía lo mismo.
Comunidad de Madrid
Movilización por la educación 23F: el día que una veintena de colectivos llenarán de verde Madrid para defender la educación pública
La comunidad educativa de todos los niveles en la enseñanza se prepara para una movilización que arrancará a las 12:00 horas desde Atocha hasta Sol, en la región que menos invierte en educación por estudiante.
Política
El Salto Radio Podcast | ¿Cancelar la cancelación?
Hablamos con Antonio Gómez Villar, a partir de su libro “Cancelar no es transformar” sobre malos entendidos y límites de esta acción política
Galicia
Memoria histórica Cultura, exilio y lucha de las bibliotecarias gallegas durante la Segunda República
Durante los primeros años treinta, las bibliotecas se convirtieron en espacios de trabajo ideales para un modelo de mujer que aspiraba ser independiente y que había manifestado un claro compromiso político. La Guerra acabó con todas sus aspiraciones.
Comunidad de Madrid
Sanidad Pública Sindicatos piden el cese de la dirección del Hospital 12 de Octubre tras las obras de remodelación
Los problemas con las nuevas instalaciones han cristalizado en una unión sindical que ha reclamado formalmente el fin de la cúpula de dirección tras ser “ignorados” de manera “sistemática”.

Recomendadas

Líbano
Ocupación israelí Israel incumple el acuerdo de paz y mantiene tropas en el sur de Líbano para “vigilar” a Hezbollah
El Ejército sostiene la ocupación de cinco colinas a lo largo de la frontera tras evacuar sus soldados de decenas de municipios. Miles de civiles regresan a sus casas para descubrir que lo han perdido todo.
Feminismos
Ana Bueriberi “El activismo tiene que ser colectivo: para contribuir al cambio es imprescindible despersonalizar la causa”
La periodista madrileña Ana Bueriberi reconoce que no sintió la discriminación hasta que llegó a la Universidad. Hoy, desde el proyecto Afrocolectiva reivindica una comunicación antirracista, afrofeminista y panafricanista.
Inteligencia artificial
Militarismo La máquina de los asesinatos en masa: Silicon Valley abraza la guerra
Las fantasías distópicas sobre los futuros usos de las máquinas en la guerra están más extendidas que el relato de lo que ya está pasando en los campos de batalla.