Estudiante de Filosofía
Profesor de Estadística en la UCM y de Audiovisuales en el ESIC. @pabloarcadio17
Antes de ir al grano, ilustremos con un ejemplo la que se nos ha venido encima. Estamos a comienzos de marzo de 2020, en el contexto de un inminente cierre de la universidad debido a un confinamiento que parece ya inevitable. Un profesor de una carrera que no voy a nombrar se despide cuando comienza la pandemia de sus alumnos en plan “ya nos veremos cuando acabe la guerra”, como si el mundo online quedase fuera de sus posibilidades. Así que durante los meses siguientes este profesor no dio ni una clase, como si hubiera abandonado la vida en la superficie y como un animal ante una temida helada, se hubiera visto forzado a hibernar. En casos como este toda la carga académica quedó de parte de los alumnos, quienes de todas formas tuvieron que enfrentarse a textos, exámenes y entregas finales durante la helada.
Quizás esta anécdota inicial pueda parecer una exageración, pero casos similares se han repetido más de lo debido en el terreno de la educación pública, tanto a nivel universitario como en el de Secundaria. Todo ello se debe al salto obligado de la enseñanza presencial a la digital. La educación online ya venía experimentando los últimos años un gran crecimiento, sobre todo debido a los llamados cursos online masivos (Massive Open Online Course, MOOC), aunque también con el aumento de oferta de nuevos títulos, cursos, grados y másteres por internet, y que también se ha reflejado en la aparición de nuevas universidades especialidades en el llamado e-learning (educación online). Pero la aceleración definitiva, al igual que está ocurriendo con otros fenómenos como el trabajo a distancia, ha llegado con la pandemia. Como es lógico, los confinamientos y las restricciones han limitado la presencialidad, convirtiendo a la educación online en una vía necesaria, y obligando a profesores, estudiantes y padres a adaptarse a las características impuestas por el nuevo formato digital.
Para comprender los cambios a los que está sometida la educación en los últimos tiempos, parece adecuado usar el término educación líquida, acuñado por el sociólogo y filósofo Zygmunt Bauman. Según él, un aspecto negativo que conlleva la educación en el nuevo paradigma del mundo líquido sería la pérdida de la noción del conocimiento útil para toda la vida por un nuevo conocimiento del usar y tirar. Esta nueva concepción del aprendizaje como una forma más de consumismo transitoria podría explicar algunas de las situaciones que se están dando en el mundo educativo online.
En paralelo a todo este nuevo océano revuelto de lo educativo, no podían faltar los pescadores avispados, que han provocado que emerja el nuevo negocio de los exámenes online
Con esta recién reforzada y ampliada vía educativa, han surgido de forma natural varios aspectos novedosos. El primero es que para los estudiantes se hace necesario disponer de espacio y recursos para practicarla desde sus casas —sí, la buena educación exige la práctica y no solo recibirla como un sujeto pasivo—. Aquellos estudiantes que no posean estos mínimos habrán alcanzado un nuevo tipo de pobreza, la “pobreza digital”. En realidad, conviene que no nos juegue una mala pasada el lenguaje, ya que este nuevo tipo de pobreza no es digital, sino que sus efectos alcanzan la realidad material como en cualquier otro tipo de pobreza.
Esta pobreza digital trae consigo un nuevo tipo de desigualdad, pues las familias con menos recursos no podrán asegurar que sus hijos puedan alcanzar un buen aprendizaje online. Además, como bien es sabido, da la “casualidad” que estas familias con una alta probabilidad llevan a sus hijos a la escuela pública, de modo que surge una inevitable fractura, otra más, entre la educación concertada/privada versus la pública. O también, como Salman Khan, el fundador de Khan Academy, ha apuntado, aquellos que no tengan el acceso a la tecnología van a quedar rezagados en el nuevo escenario educativo.
En paralelo a todo este nuevo océano revuelto de lo educativo, no podían faltar los pescadores avispados, que han provocado que emerja el nuevo negocio de los exámenes online. Según se puede indagar en plataformas de anuncios de clases particulares como tusclasesparticulares.com, cada vez son más comunes mensajes como el siguiente: “Se busca profesor para hacer examen de…”. También las ofertas de realización de trabajos están muy extendidas, como bien puede atestiguar el que suscribe estas líneas. Se están dando incluso casos de padres que buscan directamente a profesores a sueldo para suplantar a sus hijos en las pruebas online. En estos casos se observa con nitidez que la mala educación puede ser fácilmente heredada. Bienvenidos a la ciudad educativa sin ley.
No sabe uno qué es primero, si el huevo o la gallina, si estos nuevos formatos digitales invitan a prácticas fraudulentas, o bien las actitudes de saltarse los procesos que conlleva todo aprendizaje ya estaban presentes y encontraron el formato adecuado para ello
Los profesores, en su gran mayoría, han hecho lo imposible para adaptarse, poniendo en muchos casos sus propios recursos para mantener las clases. Y esto es más meritorio en algunos casos donde los docentes ya tenían cierta edad cuando comenzó internet y distan mucho de ser nativos digitales. Por ejemplo, sé de profesores que con sus 60 años o más, han lidiado sin miedo con las clases híbridas —el nuevo modelo que se ha impuesto en universidades y centros de Secundaria— donde no solo tenían que estar pendientes de los alumnos presenciales, sino también de la cámara y de los alumnos online. Sin embargo, diré de otros que han aprovechado esta situación como excusa para no hacer todo lo que debieran porque han hecho un flaco favor a sus estudiantes. Allá cada uno con su conciencia, porque qué es el dar clase para un profesor, sino un juramento hipocrático del que cura el peor de los males: la ignorancia.
En cuanto a los estudiantes, no hay duda de que se han visto obligados a mejorar su capacidad de autoaprendizaje y a renunciar a parte de lo más bonito que tiene la educación presencial, su vertiente de interacción social. Aunque de nuevo, cabe señalar que no todos ellos han establecido el mismo vínculo con la educación online y que en algunos casos han aprovechado el terreno digital para buscar “atajos” que les van a permitir, sin el esfuerzo previo de aprendizaje, saltar directamente a una calificación, un título y cualquier otra gratificación inmediata. Atajos como el que tomaron un grupo de estudiantes que en un examen aprovecharon la coyuntura, generada por el covid, de que nadie les vigilaba presencialmente para intercambiar respuestas, pero con la mala fortuna de no advertir que estaban siendo grabados.
La pobreza digital trae consigo un nuevo tipo de desigualdad, pues las familias con menos recursos no podrán asegurar que sus hijos puedan alcanzar un buen aprendizaje online
Lo que tememos los profesores es que estos casos son cada vez menos excepcionales y más sistemáticos. Además, no sabe uno qué es primero, si el huevo o la gallina, si estos nuevos formatos digitales invitan a prácticas fraudulentas, o bien las actitudes de saltarse los procesos que conlleva todo aprendizaje ya estaban presentes y encontraron el formato adecuado para ello. Este simulacro suscita la imagen platónica de un espectáculo de sombras que se nos vende como la educación del siglo XXI, y que algunos padres, profesores y estudiantes están dispuestos a comprar.
Concluir a dónde nos puede llevar la educación líquida online si no frenamos esta mala inercia que se está sembrando es una incógnita. Una incógnita que ni los más populares agoreros, ni los más brillantes matemáticos, podrán despejar, aunque en un esfuerzo de imaginación la podemos identificar como una semilla de la mala educación que conviene arrancar de raíz antes de que corrompa completamente el sistema educativo. Aunque quizá no tenemos derecho a zanjar la discusión diciendo que la tecnología impone unas formas de actuar y vivir, y que ésta nos exime de responsabilidad. Este es el momento de rectificar el rumbo reconociendo situaciones que pervierten la educación, pues nos encontramos apenas en la orilla del nuevo océano de la educación digital.
Relacionadas
Asturias
Las Seis de la Suiza consiguen el tercer grado penitenciario a la espera del indulto prometido por el Gobierno
Laboral
Legislación laboral en condiciones de calor extremo: existe pero ¿se aplica?
Portugal
La derecha y la extrema derecha portuguesas acuerdan una ley antimigrantes sin precedentes
El Salto n.79
Galicia dice 'no' al capitalismo verde y en el último número de la Revista El Salto te lo contamos
Opinión
Nunca es tarde: sobre justicia transicional y régimen colonial español en el Franquismo
Euskal Herria
La transferencia a Euskadi de los subsidios de desempleo se atasca
Incendios
El vecindario de la Cañada responsabiliza del incendio a Ayuso y denuncia la actuación de Emergencias
Grecia
Grecia muestra su peor cara ante el aumento de llegadas de personas migrantes a Creta
Torrejón de Ardoz
Torrejón clama justicia por Abderrahim un mes después de que muriera asfixiado por un policía de Madrid
Palestina
El ataque de Israel a una iglesia indigna al Gobierno francés, que sigue sin hacer nada contra el genocidio
Últimas
Comunidad El Salto
El Salto estrena nueva página: una web como una casa
Cómic
Simon Hanselmann y el arte de lo obsceno
Región de Murcia
Más de mil organizaciones piden que se castiguen los discursos de odio que incentivan las agresiones racistas
El Salto Radio
Yupanqui, la música en colectivo
Región de Murcia
Bulos y algaradas: la estrategia internacional para promocionar el supremacismo
Estados Unidos
No es una guerra de Trump contra el fentanilo, es una guerra contra los pobres
Justicia
Organizaciones civiles y de derechos humanos piden protección para el hijo menor de Juana Rivas
Francia
Francia se ensaña con los más desfavorecidos con su nueva batería de recortes
Recomendadas
Pensamiento
Nuria Romo
“Los procesos de medicalización no son neutros, se hacen sobre todo hacia las mujeres”
Comunismo
Jodi Dean
“Sin organización, los movimientos surgen y desaparecen como setas”
Arte contemporáneo
Palabras contra el poder: la vigencia radical de Barbara Kruger
Málaga
Málaga, el punto de inversión para los fondos israelíes a pie de playa
Para comentar en este artículo tienes que estar registrado. Si ya tienes una cuenta, inicia sesión. Si todavía no la tienes, puedes crear una aquí en dos minutos sin coste ni números de cuenta.
Si eres socio/a puedes comentar sin moderación previa y valorar comentarios. El resto de comentarios son moderados y aprobados por la Redacción de El Salto. Para comentar sin moderación, ¡suscríbete!