We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
El procés arrojó el pasado mes de octubre a la calle a miles de personas, a manifestarse contra los sediciosos catalanes y su rupturista obsesión. Ni el famoso mundial de Iniesta y Xavi consiguió lo que el procés sí ha conseguido: armada hasta los dientes con telas rojigualdas del mejor tejido sintético (con lo bien que arde eso…) la (hasta ahora escondida) legión de las cinco rosas (las flechas de su haz) se ha currado un total-look tan estridente que ni en el carnaval de Cádiz… Los establecimientos regentados por asiáticos del barrio de Salamanca de Madrid o del Raval barcelonés tienen mucho que agradecer al susodicho procés. Han aprovechado como nadie el tirón de estas hordas de neo-abducidos para vender desde el banderín de mano hasta el objeto más insospechado, coloreado de rojo y gualda, con el que poder gritar a gusto el lamentable "a por ellos". Aplacar esta sed de banderas y artículos absurdos ha sido el auténtico agosto de los bazares de todo el Estado, verdaderos ganadores de este gigantesco y nacional barullo.
Este es el retrato de una parte del país que articula su posición ideológica (si es que la tienen y no son simplemente parte de un rebaño), a través de algo muy de fachas de toda la vida: la apropiación de un símbolo que, en principio, debería englobar muchas más posturas, muchas más maneras de entender un país, un Estado, una federación…
La revolución del merchandising, eso sí, lleva en el lomo la leyenda: "Made in China" y ha sido producida y puesta a la venta por inmigrantes de esos que invaden nuestros barrios y hacen que nuestros valores se diluyan en esta masa informe que nos trajo la globalización. Ver para creer.
Fotos realizadas durante la manifestación por la unidad de España en Madrid el 7 de octubre y en Barcelona el 12 de octubre, día de la Hispanidad (2017).