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Crisis climática
La concentración de CO2 en la atmósfera continúa aumentando pese al parón del covid19
En un año la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera ha pasado de 411,6 partes por millón a 413,9, según los datos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE UU.
Coordinador de Clima y Medio Ambiente en El Salto. @PabloRCebo pablo.rivas@elsaltodiario.com
La crisis provocada por el parón en la economía derivado del confinamiento de buena parte de la población global para frenar la expansión del virus SARS-CoC-2 ha reducido las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de forma drástica, aunque no tanto como para revertir la tendencia.
China, el primer país afectado por el coronavirus y principal contaminador de GEI, con cerca del 30% de emisiones globales, redujo un 25% sus emisiones de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera —lo que supone un 6% del total delas emisiones mundiales— entre el 3 de febrero y el 1 de marzo, según un informe publicado en Carbon Brief. Sin embargo, la paulatina vuelta a la normalidad de la locomotora económica mundial rebaja esa cifra al 18% si se amplía el período analizado de cuatro a siete semanas desde el 3 de febrero, siempre según esta organización.
Los datos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) señalan que la concentración media de CO2 acumulada en la atmósfera entre enero y marzo de 2020, lejos de decrecer, ha aumentado, pasando de 411,6 partes por millón (ppm) registradas en el mismo período de de 2019 a 413,89 ppm.
“Es como una bañera”, señala Fernando Prieto, “puedes bajar un poco el grifo pero sigues llenándola porque no estás parando las actividades del mundo, solo estás reduciendo un poco, y el sumidero es muy pequeñito”
Sí se ha registrado una disminución del ritmo de crecimiento del CO2 en la atmósfera, que en un año ha crecido en 2,3 partes por millón, frente a las 3 que aumentó entre 2018 y 2019. La cifra, en cualquier caso, queda lejos de las 315 ppm que se registraron en 1958 y las 350 ppm consideradas por la comunidad científica como el límite de seguridad para que no se produzca lo que en climatología se conoce como un punto de inflexión: el momento en el que se rompe la estabilidad y que da como resultado un equilibrio climático diferente.
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Tras casi tres décadas de conferencias de cambio climático e incumplimientos internacionales, la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera, lejos de disminuir, aumenta a un ritmo cada vez mayor.
Sumidero demasiado pequeño
Fernando Prieto, director de Observatorio de Sostenibilidad, explica que “tendría que producirse una reducción continuada de emisiones durante mucho tiempo y muy estructural para que tuviera unos efectos reales en la concentración de dióxido de carbono”, con lo que “no va a haber causa efecto directo en la concentración de CO2 en la atmósfera ni, posteriormente, en la mejora de las temperaturas”.
Mientras la concentración aumenta por las emisiones resultantes de la quema de combustibles fósiles, disminuye a un ritmo mucho menor “gracias a la vegetación y a complejas dinámicas que se producen en el océano, la tierra, etcétera”, explica Prieto. “Es como una bañera: puedes bajar un poco el grifo pero sigues llenándola porque no estás parando las actividades del mundo, solo estás reduciendo un poco, y el sumidero es muy pequeñito”, continúa el científico.
Prieto señala además que, a pesar de la reducción de las emisiones, “hay un montón de países y sectores que siguen emitiendo: Estados Unidos y Rusia no se han parado, y los chinos han vuelto a encender las fábricas”.
Aprovechar el momento
“La crisis sanitaria no está contribuyendo a paliar la otra gran crisis a la que se enfrenta el mundo: el cambio climático”, apunta por su parte Tatiana Nuño, responsable de Energía y Cambio Climático de Greenpeace España. Esta organización alerta de que, a pesar de la drástica reducción de las emisiones de algunos sectores, como el del transporte y el eléctrico, la concentración de CO2 en la atmósfera continúa aumentando y estamos solo ante una disminución “drástica pero transitoria” de las actividades que producen esas emisiones.
Las estimaciones recogidas por la organización ecologista señalan que un país como Alemania reducirá entre 50 y 120 millones de toneladas sus emisiones de CO2 a la atmósfera en 2020 y en una ciudad como Nueva York la caída estará en torno al 5 y el 10%.
“La crisis sanitaria no está contribuyendo a paliar la otra gran crisis a la que se enfrenta el mundo: el cambio climático”, señala Tatiana Nuño
La demanda de petróleo ha caído por primera vez este año desde 2009 —alrededor de 90.000 barriles de petróleo al día menos respecto a 2019—, según datos de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), mientras que, como remarcan desde Greenpeace, “los datos más recientes indican que la demanda de petróleo se ha hundido un 25%, como si toda Norteamérica (EEUU, Canadá y Méjico) dejasen de consumir petróleo de golpe”.
Es por ello que desde la ONG subrayan que, “aunque las reducciones puntuales en las emisiones no van a paliar la crisis climática, sí deberían servir para iniciar los cambios profundos y necesarios para reducir las emisiones a cero”.