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Larissa camina por la avenida Paulista con un ele sim (él sí) escrito en la frente y una camiseta con la cara del ultraderechista Jair Bolsonaro. Está decidida. En pocos días, elegirá presidente por primera vez y nada parece hacerla cambiar de opinión. Ni siquiera la imponente concentración de mujeres que la tarde anterior llenó las calles del país en oposición a su candidato.
En contra de toda lógica, los electores de Bolsonaro se muestran en la calle, se sienten orgullosos de su decisión, no forman parte de un voto silencioso, ni simbolizan un voto vergüenza. Llevan camisetas con su cara, consignas como Dios, Patria y Familia, se toman selfies con un inflable gigante de su candidato a vicepresidente, el general Hamilton Mourão, vestido de militar, les estampan a las banderas de Brasil el nombre de Bolsonaro por todas partes.
Bolsonaro consiguió convertirse en el símbolo pop de la extrema derecha en Brasil. Para Esther Solano, profesora de la Universidad Federal de São Paulo, este candidato representa un “mensaje de odio pero hecho meme”
Brasil
La ultraderecha militarista, favorita para las presidenciales en Brasil
El encarcelamiento de Lula deja como favorito para las presidenciales a un exmilitar misógino y homófobo, el diputado ultraderechista Jair Bolsonaro, admirador de Trump.
Según los últimos sondeos de Datafolha, el 84% de ellos dice que no cambiaría su voto mientras que, en el caso de otros candidatos como, por ejemplo, Marina Silva, el 62% está dispuesto a cambiar de opción el día de la elección.
Larissa no fue sola sino que decidió participar del acto de campaña junto a un grupo de compañeros de colegio, todos ellos menores de veinte años, que también votarán por el diputado. Según las últimas encuestas, el 32% de los jóvenes de entre 16 y 24 años votaría por él. También, es en esta franja de edad donde está el nivel más alto de rechazo.
Bolsonaro consiguió convertirse en el símbolo pop de la extrema derecha en Brasil. Para Esther Solano, profesora de la Universidad Federal de São Paulo, este candidato representa un “mensaje de odio pero hecho meme”.
“Si en la década 1970 ser rebelde significaba ser de izquierda ahora, para muchos jóvenes, es votar a esta nueva derecha que se presenta de una forma cool, disfrazando su discurso de odio en memes y vídeos graciosos. Los jóvenes de identifican con Bolsonaro porque lo ven como una opción política que se comunica con ellos y se opone al sistema. Lo ven como una propuesta diferente”, analiza Solano en conversación con El Salto.
Al estilo Trump, Bolsonaro es el candidato que mejor sabe administrar sus redes sociales. Escribe en su propia cuenta de Twitter, se comunica por Facebook Live y supo hacer un espectáculo de su estancia hospitalaria tras el apuñalamiento que sufrió el 6 de septiembre en campaña electoral.
Ana Flavia, estudiante de Medicina de 20 años, cuenta que lo conoció mirando vídeos por YouTube. “Me llamaron la atención sus discursos. Empecé a darme cuenta que los medios manipulan sus palabras, que toman partes de sus discursos en momentos de rabia. Pero no creo que sea lo que él realmente piensa”.
Si bien no es el preferido entre las mujeres, existe al menos 27% de las encuestadas que lo prefiere, mientras entre los varones el apoyo crece hasta el 38%.
Para Daniela, estudiante de Derecho de 20 años, Bolsonaro no está en contra de las mujeres “sino todo lo contrario, quiere implementar la castración química como castigo para los violadores, algo que a mi me haría sentir mucho más segura”, sostiene.
Aunque este candidato lleva casi tres décadas haciendo política, su figura empezó conseguir protagonismo después del discurso que dio ante el Congreso durante el juicio político contra Dilma Rousseff
Entre sus electores, cada quién toma lo que quiere escuchar del candidato y niega la parte de aquello que no le interesa. Entre las estrategias de campaña del Partido Social Liberal, con el objetivo de llegar con su mensaje a las mujeres jóvenes, fue convocar a la exfeminista y youtuber de 26 años Sara Winter prometiéndole una banca en Diputados. Sara pasó de ser una activista a favor de la legalización del aborto, conocida por sus desnudos como forma de protesta, a definirse como católica devota que lucha contra lo que ahora considera “ideología de género”.
“Entre las mujeres que apoyan a Bolsonaro existe un fuerte rechazo al feminismo por verlo como un movimiento radical. Por otro lado, son mujeres que dicen que el camino para la construcción de la igualdad entre hombres y mujeres debe ser a través de la meritocracia. En definitiva, es el rechazo al feminismo y una salida individualista como opción”, analiza Solano.
Sus seguidores comparten la creencia de que el Estado, en las últimas décadas, ha beneficiado a los sectores históricamente relegados —como los negros, las mujeres, los indígenas, los más pobres— dejando de lado a las clases medias blancas en Brasil. Ven con mala cara a las políticas sociales como el Bolsa Familia o las cuotas para las universidades federales que reserva la mitad de las plazas para estudiantes que se autoperciben como negros, mestizos o indígenas.
Aunque este candidato lleva casi tres décadas haciendo política —desde 1990 cuando fue electo diputado federal por el Partido Demócrata Cristiano— su figura empezó conseguir protagonismo después del discurso que dio ante el Congreso durante el proceso de juicio político contra Dilma Rousseff llamando a la violencia.
La emergencia de Bolsonaro se entiende dentro del contexto global vigente del surgimiento de una nueva ola neoconservadora o alt right que comenzó a aparecer como una reacción nacionalista y autoritaria a la profunda crisis de confianza en la política que desató el derrumbe económico y financiero que estalló en 2008.
La sombra del pasado reciente
Brasil, que no se quedó afuera, le sumó el barniz propio del caso Lava Jato. El mega escándalo de corrupción que terminó por golpear a las principales figuras de los tradicionales partidos políticos brasileños fomentó su discurso del odio. La política volvió a ser aquella cosa mala y entre los ciudadanos comenzaron a asociar la idea del orden y el respeto por los valores morales con los sectores militares.
“Mira. Este es mi sobrino”, dice João de 53 años, mientras me muestra una foto en su celular de un joven vestido de militar junto a Bolsonaro. Le pregunto si él viene de familia militar, se enoja. Me aclara que él no tiene nada que ver con la dictadura y que su candidato a presidente tampoco. “Dicen que Bolsonaro quiere volver a la dictadura y eso no es cierto. Para qué se presentaría a elecciones si quisiera una dictadura”. Tal vez porque no tiene la fuerza militar para hacerlo de otro modo, le contesto. “No, eso no es cierto”. Punto final al tema.
Si bien la mayoría de ellos no defienden la intervención militar comienza a aparecer discursos públicos que justifican los crímenes de la dictadura en figuras públicas influyentes en la política brasileña. Estos días, el presidente de la Corte Suprema de Brasil, Dias Toffoli, ha llegado a decir públicamente que prefiere llamar al último golpe militar “movimiento de 1964”.
Mariana, una empresaria de 44 años, fue a escuchar al también diputado Eduardo Bolsonaro, hijo del candidato a presidente, que habla desde un escenario al descubierto instalado en plena avenida. Cuenta a El Salto que votó a Bolsonaro porque no quiere que vuelva la “marioneta de Lula con más corrupción para el país”. En 2014 Mariana había votado a Dilma, hoy se siente decepcionada.
Corrupción y orden
A los electores de Bolsonaro podemos dividirlos en tres. En su ala más extremista existe una ultraderecha fanática representados por el partido Movimiento Brasil Libre (MBL) un partido que nació para pedir la destitución de Dilma en 2014, con figuras mediáticas, responsables de instalar los discursos de odio más rabiosos sobre todo en los medios y en las redes sociales.
Otro sector lo integran exsimpatizantes de la socialdemocracia (PSDB), el partido del candidato y dos veces gobernador de Sao Paulo, Gerlado Alckmin y el expresidente Fernando Henrique Cardoso. Por lo general, son de clase media alta a alta, más silenciosos, que se acercaron al discurso del los ultra durante la campaña presidencial de José Serra en 2010 y que hoy tienen un fuerte descontento con su partido y sus dirigentes quienes también, muchos de ellos, fueron encontrados culpables en importantes casos de corrupción. Por último, un porcentaje de electores que votó por el PT pero que ahora lo único que quiere es que no vuelvan al gobierno. En general, este es un voto de clase media y media baja, que sintió los efectos de la crisis económica y se sintió interpelada por el discurso anticorrupción.
Hoy en día, la primera preocupación de los brasileños es la corrupción. Unos años antes, apenas ocupaba un espacio en la cabeza de las mayoría de los brasileños. Para Ibope, el 9% de las personas que pensaba que su principal preocupación era la corrupción, creció cinco veces en 2017, ubicándolo detrás de temas como la seguridad o la salud.
Este domingo, la casa de Larissa no será la excepción. En las últimas elecciones presidenciales, todos votaron al PT pero en estas elecciones elegirán a Bolsonaro porque creen que es el único capaz de “limpiar el país de tanta corrupción”.
En pleno acto de campaña, comienzan a caer las primeras gotas de un cielo que se puso negro en cuestión de horas. Los menos valientes corren a protegerse bajo algún techo. Quedan otros al descubierto. Comienza a llover cada vez más fuerte, hasta que estalla un diluvio mesiánico que termina por exaltar a los más fanáticos que, en masa, comienzan a cantar a los gritos, empapados, el himno nacional de Brasil mientras un hombre corre completamente extasiado, con la bandera de su país en la mano, por la mitad de la avenida Paulista.
Es difícil pensar a Bolsonaro como un simple mito o un personaje marginal de la política brasileña cuando el fenómeno se pone tan de manifiesto en las calles de São Paulo.
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A Bolsonaro lo han puesto los ricos y ya se están harrepintiendo.
BOLSONARO ES UN GANGSTER DE PRIMERA Y UN ESTADISTA DE TERCERA.
Sou brasileiro, tenho 58 anos, moro no Brasil e pela minha idade sei muito bem o que foi o regime militar e mais ainda o que foi a redemocratização, ou devemos chamar de transição para o socialismo comunista. Nunca conheci um homem como Bolsonaro, corajoso, íntegro, honesto, persistente, determinado e patriota. Bolsonaro não é um extremista da direita. Tem posições liberais quanto a economia, é cristão, tem amigos negros, a esposa é mulata e o sogro é negro. Tem uma filha "mestiça", tem amigos LGBTs e ao contrário do que prega a imprensa comprada pela esquerda, não é homofóbico.
Bolsonaro está na política como deputado federal a mais de 20 anos, tempo suficiente para se tornar corrupto, mas não há um processo sequer contra ele. Lutou pelas mulheres quando defendeu a castração química para estupradores como forma de redução de pena.
Bolsonaro abriu mão de dinheiro público (verba de eleição) e preferiu fazer sua propaganda política gastando cerca de menos de 1 milhão de reais, dinheiro do seu partido e dele próprio, enquanto que um candidato da esquerda gastou quase 60 milhões. Bolsonaro passou sua campanha inteira neste primeiro turno, apenas se defendendo de acusações inverídicas e fakenews, entretanto nunca acusou ou atacou seus adversários. Bolsonaro foi esfaqueado em campanha por um militante da esquerda (PT) e mesmo assim sobreviveu e não acusou ninguém para não tomar vantagem. Todos nós brasileiros sabemos que a Policia Federal está segurando o inquérito para não atrapalhar as eleições e dar vantagem para Bolsonaro.
É por essas e outras que eu acredito muito no homem que ele é. Isso explica porque ele quase ganhou as eleições no primeiro turno, classe pobre, média e rica juntos, trabalhadores, estudantes universitários, pequenos, médios e grandes empresários, mães, esposas, maridos, todos entendem Bolsonaro, não pelo discurso que ele pouco sabe fazer. Mas pelo que ele já fez e faz. O que ele fez e faz diz por si só o que ele é.
Bolsonaro es la versión Bananera de Donald Trump igual de machista y de bocazas y de payaso y de tramposo.
Yo vivo en Brasil, y es impresionante ver como están tan ciegos, los seguidores de este impresentable. Solo piensan en votar a Bolsonaro, porque piensan que les va a sacar a todos los corruptos. Mientras él es un corrupto más. Pueden buscarlo.