En 2024, la extrema derecha avanzó posiciones y cuotas de poder, pero las movilizaciones masivas por la vivienda, contra el modelo turístico y la gestión de la dana desafiaron abiertamente su relato del mundo y su reparto de culpas. Todos los finales están abiertos.
Llegamos a 2025 con un panorama global sacado de una película de abultado presupuesto y escasa calidad. La principal potencia económica y militar del mundo ha vuelto a caer en manos de un multimillonario sádico, que ha conseguido todo su poder a través de su gigantesco poder mediático y un ejército de trolls, bulos y paramilitares supremacistas vestidos con pasamontañas y fusiles de asalto. Los principales países del mundo ya han caído o están a punto de caer en las redes de esta internacional de la desinformación, respaldada y promocionada a su vez por cuatro de los cinco hombres más ricos del mundo.
Si fuera una película de Hollywood, un superhéroe o un conjunto inverosímil de ellos, salvaría la situación. Pero en esta superproducción de la vida real no hay nada parecido. De poco serviría dar puñetazos a los memes, patadas a las noticias falsas de los pseudomedios o hacer espectaculares entradas en las redacciones de los medios de toda la vida o las grandes emisoras de radio y televisión que difunden los mensajes de la extrema derecha. Hasta quedaría feo.
Las resistencias a las ideas que propugna esta coalición mundial neofascista, que culpa a la migración y a los pobres de todos los males, que niega el cambio climático, los derechos LGTBIQ+ y de las mujeres, pasan por otro lado.
Las gigantescas movilizaciones por la vivienda y contra el modelo depredador del turismo que recorrieron 2024 desde las Islas Canarias, pasando por Baleares, Madrid, Barcelona y casi todas las grandes capitales españolas, son una buena demostración de que el final de esta película está abierto. Después de estas demostraciones de fuerza y significado, la vivienda no es más barata, pero son menos las personas que piensan que el problema de fondo son los “inquiokupas”.
Similar lucha por el discurso y reparto de culpas se produjo tras la dana en València, donde los intentos de la ultraderecha de dirigir el debate hacia los saqueos realizados supuestamente por migrantes fueron frustrados por la emocionante respuesta popular para hacer llegar una ayuda que ninguna institución, ni local ni estatal, estaba proporcionando.
Este 2024 también ha estado marcado por las luchas feministas: el terremoto mediático y social provocado por las denuncias anónimas de violencia sexual en redes ha trastocado el panorama político, ha revuelto el mundo del cine y del teatro, y sobre todo, ha resquebrajado el armazón de impunidad que recubre las agresiones machistas. Más allá de dónde acabe todo esto, el movimiento feminista ha vuelto a demostrar su enorme potencia de cambio en un sentido opuesto a la agenda de la extrema derecha.
Los hechos de 2024, al menos en España, se salen de cualquier guion preestablecido. Todos los finales están abiertos.
Desde El Salto tenemos la convicción de que el resultado de esta contienda se dirimirá en gran parte en el campo de la información, de los medios y las redes sociales. Por eso creemos que es tan importante, ahora más que nunca, contar con medios propios, que no dependan de grandes poderes económicos o intereses partidarios.
Por eso queríamos agradecerte, ahora que termina el año, todo lo que has hecho para que este proyecto que haya llegado tan lejos. Sin embargo, somos muy consientes de que nuestro alcance es limitado y que necesitamos llegar a más gente con nuestros contenidos críticos. Por eso, te pedimos que nos eches una mano: convence a alguien de que se suscriba, ayúdanos a difundir nuestra campaña, habla de El Salto. Sin ti no sería posible.
¡Gracias por estar ahí!🙏🏾
Colectivo Editor de El Salto