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África
El pueblo nubio y la huella del legado colonial
La situación de los nubios kenianos retrata el origen y la naturaleza de las minorías en los países de África Oriental. El aún insuperable legado del dominio británico en la región se solapa con nuevos conflictos y rivalidades políticas.
“¿Sabes quiénes son los nubios?”, le pregunto a un joven de Nairobi. Su mirada llena de sorpresa y desconcierto me sirve de respuesta. Y, así, voy preguntando a cualquiera con quien que me cruzo por las calles de la capital keniana. “No me suena”, “algo he oído”, “solo causan problemas”.
Busco en Internet. En polaco, cero información, salvo una o dos líneas en Wikipedia muy poco atinadas y relativas al antiguo pueblo egipcio. En castellano, más de lo mismo. En los medios anglosajones, tan solo un par de artículos. No es casualidad: los nubios constituyen uno de los grupos más marginados de Kenia. Pese a que su población se eleva a tan solo 100.000 habitantes1 y se concentra en los suburbios de la ciudad de Nairobi que cuenta con un total de 3.500.000 son un claro ejemplo de las causas de muchos de los problemas y conflictos que desgarran Kenia y los países vecinos2.
Soldados de plomo en el mapa de las guerras coloniales
A los nubios, que tenían fama de guerreros feroces, los llevaron a Kenia los británicos hace más de cien años. Procedentes de la zona del actual Sudán, que en aquel entonces se encontraba también bajo el protectorado británico, se los importó para que lucharan en la contienda entre el imperio alemán y el británico, nacida del reparto del poder en el continente africano, tanto durante la Primera como la Segunda Guerra Mundial. Fue un reclutamiento forzoso, aunque algunas fuentes apuntan a la voluntariedad de este servicio. Estos soldados —conocedores del terreno, las costumbres locales e inmunes a las enfermedades endémicas tropicales— constituían, sin duda, un recurso valioso para los colonizadores. El KAR (King’s African Rifles), cuyo núcleo estaba formado por los nubios, fue uno de los regimientos de la corona británica.
“Caminaron, en su gran mayoría, desde Sudán, a lo largo del Nilo, junto con otras personas de su clan. Mi tatarabuelo, que luchó en la Primera Guerra Mundial, provenía del clan Muru. Cuando llegaron aquí, eran jóvenes, todavía no estaban casados. Así que se casaban con mujeres locales. Mi abuelo se casó con una Masaya, mi abuela. Ella fue la que me crió. Mi tatarabuelo había venido de Sudán, pero mi bisabuelo ya nació aquí, en Kenia. Soy la quinta generación de nubios kenianos”, cuenta Mama Hamza, una mujer de 75 años, que pasa por ser toda una institución del activismo social nubio. En su rostro se dibuja una sonrisa nostálgica.
A los soldados mercenarios africanos —askaris— los desplegaban como soldados de plomo en un mapa estratégico de batalla. El problema surgió cuando hubo que ocuparse tanto de los veteranos de guerra arrojados a nuevas tierras, como de los huérfanos que estos dejaron atrás. Dado el escaso pudor de las autoridades coloniales se hubiera resuelto el problema enviando a los veteranos de guerra de vuelta a Sudán, pero no fue posible por cuestiones políticas y económicas, por lo que, en 1904, los británicos otorgaron a los nubios una antigua reserva militar ubicada a solo 5 kilómetros del centro de la ciudad de Nairobi: Kibera. Aquellos 4.197 acres de tierra se convirtieron en el nuevo hogar del pueblo nubio.
“A cada uno se le asignó un número. Luego lo pintaron en la puerta para que quedara claro quién tenía derecho a una compensación posterior. Recuerdo el nuestro: el 67. Así nació Kibera”, relata Mama Hamza. Las autoridades coloniales emitían permisos de obra y de residencia individuales, pero los veteranos no recibieron ningún título formal, ni escrituras de la propiedad. Aquella falta de regulación jurídica tenía un objetivo concreto: se esperaba que el paso del tiempo se llevara a los veteranos. Sin embargo, ocurrió que los nubios se fueron casando con mujeres locales, con las que tuvieron hijos y aquello no sucedió. A su vez, el valor de la tierra en Kibera empezó a subir, al igual que su demanda entre la población blanca.
Nacionalidad: “otras opciones”
Tras la independencia de Kenia, declarada en 1963, los nubios ven negado su derecho a la nacionalidad, convirtiéndose en apátridas durante décadas. Hasta hace poco, figuraban en los censos como “otras opciones” y no fue hasta el año 2010 cuando las autoridades reconocieron oficialmente al pueblo nubio como tribu keniana; la número 45 para ser exactos. En la práctica, sin embargo, poco ha cambiado: se empezó por expedirles un carné de identidad, lo que por fin les permitió votar, pero aún así, para conseguirlo, se ven obligados a someterse a un arduo y humillante proceso en el que se espera que confirmen su vínculo con el país. En Kenia se suele someter a este procedimiento solo a los grupos étnicos que habitan las áreas fronterizas: los somalíes y los árabes kenianos. La migración realizada a través de las fronteras coloniales, delineadas artificialmente, es un fenómeno común en la región y puede causar imprecisiones en las relativamente nuevas divisiones nacionales, pero los nubios no son una comunidad transfronteriza.
En el proceso de validación antes mencionado, los nubios deben presentar una serie de documentos que a menudo no existen físicamente y responder a una serie de preguntas descabelladas4. “Para obtener un pasaporte, aunque tengas la suerte de tener un carné de identidad, lo que evidentemente ya demuestra la nacionalidad de uno, hay que repetir todo el proceso desde el inicio”: Mama Hamza se queja de las situaciones tan absurdas a las que deben enfrentarse. Para poder asistir a una conferencia sobre los derechos de las mujeres en Canadá, Mama Hamza tuvo que presentar el acta de nacimiento de su abuela. “Ya, claro. ¿Y eso de dónde lo saco?”, dice con una sonrisa burlona. Todo el proceso se caracteriza claramente por la falta de transparencia, está marcado por la corrupción y puede prolongarse durante años.
RAÍCES VERSUS IDENTIDAD
Los nubios, en realidad, forman un grupo étnicamente diverso: reúnen etnias como la dinka, muru, kotoria, bari, kuku, provenientes de Sudán, o la etnia congoleña lendu5. La política británica de reclutamiento de tropas para el ejército colonial dio prioridad a los grupos que habitaban las áreas aledañas a las Montañas Nuba —una cadena montañosa que se encuentra en el actual Sudán—, propiciando el desarraigo y la separación de dichos grupos de las estructuras tribales. Pese a su pluralismo étnico o a la pertenencia a distintos clanes, la identidad de los nubios se fue formando en torno a la experiencia común que supusieron los muchos años de servicio militar, además de compartir el Islam como religión. Muchos de los askaris sudaneses llegaron a servir en el KAR hasta 30 años. La autodefinición de los nubios dependía en gran medida de las relaciones de poder cambiantes. De “sudaneses”, soldados mercenarios traídos de tierras lejanas y merecedores de un estatus “no nativo” (lo cual en la época colonial resultaba beneficioso), pasaron a ser una “tribu” de “nubios” kenianos, tratando así de asegurarse la igualdad de derechos en la Kenia independiente.
Las tribus africanas, tal como las entendemos hoy, son un invento de la época colonial, ya que antes la afiliaciones eras fluidas; los conquistadores necesitaban divisiones
Cabe recordar que las tribus africanas, tal como las entendemos hoy, son un invento de la época colonial. Antes de la conquista de África Oriental, la población se identificaba más bien con una aldea, un clan o un grupo de culto religioso. Las afiliaciones a los distintos colectivos eran también fluidas. Estaban dictadas por la necesidad del momento y no eran mutuamente excluyentes. Los matrimonios mixtos, las adopciones y los movimientos migratorios durante los períodos de sequía, muy frecuentes en aquella época, desdibujaban los límites entre los distintos colectivos. Era relativamente fácil cambiar de grupo. La identidad era, por lo tanto, una categoría negociada, y no una forma de pertenencia predeterminada e inalienable.
Los colonizadores, sin embargo, necesitaban divisiones claras para poder llevar a cabo su política de “divide y vencerás”. Los africanos cuestionaban las afiliaciones impuestas sobre ellos por los británicos. Sin embargo con el paso del tiempo, muchos aceptaron las “tribus” y comenzaron incluso a crearlas ellos mismos, sobre todo cuando pertenecer a una se asociaba con ciertos privilegios como asegurar intereses políticos o el acceso a la tierra6.
La fluctuación de la identidad nubia debe analizarse en ese preciso contexto. “Hace tiempo, en Sudán, la “tribu” de los nubios era mi clan, pero aquí, en Kenia somos los nubios kenianos. No podemos mirar hacia atrás, ahora debemos fijar la vista en el futuro”, explica Talib, el secretario del consejo nubio de ancianos. Hoy en día, los nubios de Kenia tienen muy poco vínculo con el Sudán actual. Kibera es el único lugar que conocen como hogar.
Tal y como ocurre en muchas otras comunidades marginadas, el apego a la cultura se define como una estrategia de supervivencia. Un joven nubio me muestra cómo hay que saludar a los ancianos: “Primero, el saludo: salam aleikum. Es solo cuando me devuelven el saludo que me acerco, cojo su mano y la acerco a mi barbilla y mi frente”. Una boda nubia es también una ocasión para cultivar las tradiciones que van desapareciendo. De acuerdo con el rito musulmán, dura tres días y en ella las mujeres visten el atuendo tradicional llamado gurbaba. Si resulta que la novia tiene una hermana gemela, se pone a prueba al novio con el siguiente ritual: se cubre a las hermanas con un velo único de encaje blanco. Se van enseñando poco a poco al novio, partes pequeñas del cuerpo: una mano, un pie, un brazo ..., y en base a esto, él tiene que adivinar cuál de las dos es su amada. Los muertos se entierran en un cementerio musulmán cuya historia se remonta a la época colonial.
A pesar de los esfuerzos comunitarios para preservar la cultura, el idioma nubio, una mezcla de vocabulario árabe con gramática propia de los idiomas africanos, está desapareciendo poco a poco
Resulta sintomático que el único cementerio de la enorme Kibera sea este, a pesar de que la mayoría de sus habitantes hoy en día sean cristianos; se trata de una huella de un pasado olvidado. A primera vista, sorprende la falta de lápidas. Me entero después de que las tumbas de los hombres son unos montículos carentes de decoración alguna. En las tumbas de las mujeres, sin embargo, se planta habitualmente un árbol o un arbusto7. A pesar de los esfuerzos comunitarios para preservar la cultura, el idioma nubio, una mezcla de vocabulario árabe con gramática propia de los idiomas africanos, está desapareciendo poco a poco. La generación más joven lo usa cada vez menos, prefiriendo el más práctico por ser mayoritario, a saber, el kiswahili.
El slum más grande de África Oriental
La mayoría de los periodistas y reporteros que vienen a Nairobi quieren visitar Kibera. Escriben sobre ella y la fotografían. Los barrios marginales resultan atractivos y Kibera es el suburbio urbano más grande de África Oriental. Según diversas estimaciones, tiene entre 250.000 y 850.000 habitantes. Entre los relatos de miseria e historias curiosas sobre “inodoros voladores” —por falta de inodoros hasta hace poco mucha gente hacía sus necesidades en una bolsa de plástico la cual tiraban sobre los tejados de las casas; ahora en todo Kenia usar bolsas de plástico queda prohibido—, rara vez se menciona a una de las minorías que conforma ineludiblemente la génesis de Kibera.
“Kibera, o como la llamamos en nubio: Kibra, significa bosque, selva, lugar de animales salvajes, porque realmente un día fue todo eso. Me da vergüenza cuando se le llama suburbio. Es un término políticamente cargado de fuertes connotaciones negativas. Esta es mi casa y si llamas suburbio la casa de alguien es como si lo quisieras ofender”, dice Talib conmovido y preocupado. Sí, es verdad que Kibera es un barrio superpoblado. Aquí siguen prevaleciendo las construcciones improvisadas y lo recorre un sumidero de aguas residuales negras. A pesar de todo eso, es un lugar fascinante e hipnótico. Aunque hoy en día la población de Kibera es étnicamente diversa, todavía se la reconoce como un referente de la comunidad nubia de Kenia.
Kibera se convirtió en un enclave de pobreza ya en la época colonial. Las autoridades que gobernaban en aquel entonces decidieron no abastecerla de agua, temiendo que Kibera pasara a ser un asentamiento permanente. Esta política de las autoridades coloniales fue continuada por los sucesivos gobiernos soberanos de la Kenia independiente. Hoy en día, Kibera se enfrenta constantemente con la falta de servicios municipales necesarios, como son un sistema de suministro de agua adecuado, un servicio de recogida de basura o la canalización de aguas residuales. Carece de carreteras asfaltadas, las escuelas y los centros de salud son menos numerosos aquí que en otros barrios de la capital y los servicios prestados por estos son de una calidad muy inferior. El Estado argumenta que no tiene obligación de proporcionar servicios a los que las autoridades llaman “ocupantes ilegales”. La falta de títulos de propiedad formales le resulta muy conveniente.
Aunque en 2017, tras varias décadas de lucha, el Gobierno de Kenia otorgara a los nubios un título de propiedad colectivo de 288 acres de tierra en Kibera, lo que corresponde a tan solo un 6% de la tierra que se les había otorgado originalmente, por ahora solo parece haber sido una operación de marketing adecuadamente mediatizada. “Se ha creado un grupo de trabajo para poder decidir cómo repartir este terreno en parcelas más pequeñas de manera justa. Hay que verificar quién tiene realmente derecho a la tierra, examinando la línea de antepasados. Pero se está demorando demasiado. Han pasado ya dos años y ninguno de nosotros ha recibido una escritura de propiedad. Pero es que, además, de repente todos quieren liderar. Eso nos provoca dolores de cabeza”, se queja Zena, presidenta de la asociación de mujeres Mchanganyiko. El Gobierno hizo un gesto hacia los nubios, pero el modo en que se hizo es caldo de cultivo para disputas internas. “Sí, llamamos Kibera a nuestro hogar, pero este ‘hogar’ queda en entredicho. Es solo cuando tienes un documento oficial entre las manos cuando ya puedes decir: ‘este es mi pedazo de tierra’. El ser humano necesita tener algo suyo propio”, agrega Zena.
Durante la ceremonia de entrega de la escritura de propiedad comunal, el Presidente Uhuru Kenyatta expresó su voluntad de cooperar con la comunidad nubia con el fin de mejorar la infraestructura vial, así como el sistema de abastecimiento de agua y el alcantarillado, de modo que Kibera dejara de ser un “atracción turística, donde se hace turismo de la miseria” y se convirtiera en una ciudad modelo, como un ejemplo para el mundo de “cómo de ser un hombre pobre puedes llegar a ser un hombre rico”8. Teniendo en cuenta las décadas de negligencia y marginación intencionada hacia Kibera, estas promesas no podían despertar más que una sonrisa irónica.
Esto les trae al recuerdo el programa gubernamental de modernización de Kibera (KENSUP), iniciado en el año 2000 e implementado en cooperación con la ONU-Hábitat, del cual los habitantes de Kibera siguen sufriendo las consecuencias. Aunque Kibera fue equipada con baños públicos, miles de hogares fueron demolidos, y zonas enteras gentrificadas9. La amenaza de desalojo se cierne en el aire. “No estamos en contra, no somos enemigos de la modernización, siempre que podamos quedarnos aquí. Existe el temor de que cuando comiencen las obras de ‘regeneración’ nuestras viviendas precarias sean arrasadas. Vivimos con el miedo de que nos saquen de aquí a la fuerza y a ser desalojados. Y, sin embargo, Kibera es nuestro único hogar: nacimos aquí y también aquí hemos vivido toda nuestra vida” recalca Talib.
Asuntos sin resolver
Como minoría en un país impregnado de tribalismo, los nubios carecen de representación política. Luchan por sus derechos a través de organizaciones de la sociedad civil y grupos defensores de Derechos Humanos, tales como Nubian Rights Forum. No dejan de solicitar apoyo a los organismos internacionales y movimientos de base en todo el mundo. Aunque relatan su pasado militar y los méritos de los soldados nubios con mucho orgullo, la lucha en las filas del ejército británico ciertamente no les hizo ganar muchas simpatías entre la población autóctona. Lo cierto es que participaron en la represión de los levantamientos contra los colonizadores británicos10. Por otro lado, simpatizaban con los insurgentes, dándoles refugio en sus casas de Kibera11.
Ahora prefieren recordar sus méritos en la restitución de la independencia del país, aunque su papel en el proceso no está del todo claro y es altamente controvertido. Además, como ellos mismos recalcan, el hecho de que sean musulmanes en un país mayoritariamente cristiano, no es irrelevante para entender la discriminación a la que se enfrentan día a día.
Los colonizadores británicos dejaron atrás asuntos pendientes sin resolver que a día de hoy siguen teniendo consecuencias. Promesas sin cumplir que fomentan conflictos y dividen la población local, otorgando privilegios a unos mientras se niegan derechos a otros. Y esto no ocurrió solo en África, sino también en otras de sus colonias o, como se les denominaba en otras regiones, mandatos. En Palestina, por ejemplo, la famosa promesa hecha a los judíos de darles “una tierra sin pueblo a un pueblo sin tierra” no pudo ser compatible con la promesa paralela de garantizarles a los palestinos sus derechos durante dicho proceso. Las consecuencias de estas conflictivas declaraciones eran fácilmente previsibles.
El protectorado británico aplicó una estrategia similar en el caso de los nubios. En consecuencia, esta comunidad, pese a más de un siglo de presencia en este barrio de Nairobi, continúa a día de hoy su lucha por los derechos civiles básicos, así como por el reconocimiento de los títulos de propiedad de un pedazo de tierra, que es su único hogar.
[1] The Nubian Community in Kenya v. The State of Kenya, Open Society Foundation, 2010
[2] La gran mayoría de los nubios reside en Kibera, los demás están diseminados por las llamadas “aldeas nubias” del país, sobre todo en los alrededores de la ciudad de Nakuru.
[3] Timothy Parsons Kibra is our Blood: The Sudanese Military Legacy in Nairobi’s Kibera Location, 1908-1968, International Journal of African Historical Studies, Vol.30, No. 1 (1997), p. 87-122, Boston University African Studies Center.
[4] Nubians in Kenya Numbers and voices, Open Society Foundation, 2011.
[5] Mark Namaswa “Walking through Kibra’s Nubian Culture”, publicado en This is Africa.
[6] Johan de Smedt, The Nubis of Kibera: a social history of the Nubians and Kibera slums, Faculty of the Humanities, Leiden University 2011.
[7] Mark Namaswa, “Walking through Kibra’s Nubian Culture”, publicado en This is Africa.
[8] “Uhuru issues Nubians with title deed for 288 acres Kibra land”, publicado en Nairobi News.
[9] Johan de Smedt, The Nubis of Kibera: a social history of the Nubians and Kibera slums, Faculty of the Humanities, Leiden University 2011;
[10] , Mark Namaswa “Walking through Kibra’s Nubian Culture”, publicado en This is Africa.
[11] Johan de Smedt, The Nubis of Kibera: a social history of the Nubians and Kibera slums, Faculty of the Humanities, Leiden University 2011.