We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Racismo
Comunidades racializadas por la primera marcha contra el racismo del Estado español
Nos encontramos en un momento en el que se impone un giro en el origen, presente y futuro de la lucha antirracista que hará de la misma, en un futuro no muy lejano, y si las condiciones están maduras, una cuestión de carácter político.
El próximo 12 de noviembre de 2017 se celebrará en Madrid lo que se espera que sea una gran marcha contra el racismo institucional en el Estado español. Independientemente del número de asistentes finales, esta manifestación pretende pasar a la historia por ser la primera de estas características liderada por personas y organizaciones surgidas de las comunidades racializadas y migrantes de abajo en nuestro territorio. Las comunidades africanas y afrodescendientes, moras-musulmanas, gitanas-roms, latinoamericanas migrantes de Abya Yala estarán al frente del evento. Es pronto para hacer valoraciones, pero este nuevo impulso –junto a otros acontecimientos de importancia− puede simbolizar, a partir de ahora, un paso más que se revela imprescindible en un contexto como el actual.
Nos encontramos en un momento en el que se impone un giro en el origen, presente y futuro de la lucha antirracista que hará de la misma, en un futuro no muy lejano, y si las condiciones están maduras, una cuestión de carácter político. El denominado antirracismo político representa una propuesta revolucionaria surgida al calor de la lucha de los indígenas (racializadxs de Francia) contra el racismo de Estado durante la última década.
Frente a la comprensión tradicional del racismo como problema interpersonal que afecta meramente a individuos y que puede solucionarse a través de un trabajo pedagógico social; frente a la óptica convencional que hace del racismo una cuestión de bondad o maldad, de buena o mala intención a solucionar por asociaciones culturales, ONG e instituciones, se encuentra la propuesta del antirracismo político. Nos encontramos, sin embargo, ante un problema estructural que se explica a través del legado colonial del Estado moderno presente en sus instituciones y que debe ser enfrentado en la arena política.
Se hacen necesarias, entonces, organizaciones fuertes lideradas por racializadxs de abajo con objetivos claros y estrategias concisas que entendiendo el poder como campo en disputa y a través de alianzas entre las mismas, así como con los sectores de la izquierda susceptibles de descolonizar sus programas políticos, pongan en marcha un proyecto revolucionario de descolonización del Estado y la creación de una sociedad realmente justa. El PIR (Partido de los Indígenas de la República) representa un impulso imprescindible de esta corriente encarnada en sus militantes y en los de otras organizaciones autónomas. Este escenario está lejos de ser el existente en el Estado español. Veremos si lo que resulte de esta manifestación contribuye a transformar parte de la realidad que impide su irrupción.
Para conocer con un poco más de detalle el contexto y sentido del “12N: por una sociedad sin racismo”, hemos querido hablar con cuatro de las personas involucradas en su promoción y/u organización, personas que forman parte de las diferentes identidades políticas en juego y que responderán a cinco simples preguntas en orden de llegada a esta cita concreta: Yeison F. García López, afrocolombiano y afroespañol residente en Madrid, politólogo, miembro del Espacio Afroconciencia y parte de las personas promotoras iniciales de la marcha; Fátima Aatar, miembro de uMMA (Movimiento Moro Antirracista), graduada en Antropología Social y Cultural y activista antirracista; José Heredia, miembro de Kale Amenge (Gitanxs por lxs nuestrxs), sociólogo y politólogo de formación y periodista de oficio, y Paula Guerra, licenciada en Comunicación Social, chilena de origen, viviendo en Madrid desde hace 12 años y activista contra el racismo desde 2013.
Teniendo en cuenta que nos encontramos en un territorio en el que el racismo representa un tema submarginal, de tercera o cuarta importancia; reconociendo que, en el mejor de los casos, el racismo ocupa, en sus dimensiones más superficiales, la agenda asistencialista de las ONG o de las organizaciones paternalistas lideradas férreamente por sujetos blancos, ¿cómo surge la idea de esta marcha y qué causas políticas impulsan su organización?
Yeison F. García: La idea principal de esta marcha nace desde la exigencia de romper las prácticas que venimos asumiendo como normales desde nuestras diferentes subjetividades. Esta práctica no es otra que la tutela constante a la que somos sometidas por diferentes organizaciones, compuestas mayoritariamente por personas “blancas”, que, desde lógicas paternalistas, se acercan a nuestras comunidades, y se convierten en los principales representantes de nuestras voces. Muchas de estas organizaciones y personas “blancas” no quieren asumir que ha llegado el momento de reconfigurar sus formas de funcionamiento y acercamiento a nuestras comunidades, muchas de ellas nunca lo harán. Sin embargo, desde mi punto de vista, la parte más importante de esta marcha reside en la urgencia de unir en un proyecto político a las diferentes comunidades que sufrimos en nuestros cuerpos y cotidianidad la violencia histórica del racismo estructural y social existente en España.
Esta emergencia está marcada por la situación política en la que estamos inmersos. Vemos como el debate entre el nacionalismo catalán y el español está poniendo en cuestionamiento la identidad nacional de España, todo esto ha supuesto un caldo cultivo para que la extrema derecha salga a la calle totalmente legitimada, sin ningún tipo de cuestionamiento de la simbología, y por supuesto, de la ideología que hay detrás. Esta situación hace que necesariamente nos veamos en la obligación de plantearnos una unión entre las comunidades racializadas para construir una posición autónoma frente a ambos nacionalismos, que, de alguna u otra forma, nos niegan como sujetos políticos con capacidad de construir un proyecto político autónomo.
Fàtima Aatar: "Ha llegado la hora de poner el antirracismo en el centro de nuestras vidas y, por lo tanto, de hacerlo llegar al resto del Estado
Fàtima Aatar: Desconozco cómo surgió esta idea, ya que me uní más tarde a la convocatoria, pero por lo que he podido ver, la fecha elegida para la manifestación es muy significativa, ya que se asesinó a Lucrecia Pérez, considerado como el primer crimen racista reconocido como tal en el Estado español. En cuanto a mi implicación, un poco tardía, se basa principalmente en que es una gran oportunidad para construir alianzas con otros grupos racializados y, sobre todo, porque podemos demostrar una fuerza inesperada incluso para nosotrxs. Nos han intentado dividir; de hecho, lo han conseguido en muchos casos, desconfiar entre racializados. Es una oportunidad que nos puede unir y hacer ver que estamos bajo el mismo yugo y que para liberarnos de él debemos unirnos y construir conjuntamente. Ha llegado la hora de poner el antirracismo en el centro de nuestras vidas y, por lo tanto, de hacerlo llegar al resto del Estado.
José Heredia: "El racismo, como el machismo o el clasismo, no es un problema de conciencia individual, todo el sistema socio-estatal se nutre de él y lo reproduce: la economía, la educación, la justicia, los medios, la sanidad, los servicios sociales, todo el sistema de representaciones colectivas...
José Heredia: En el surgimiento de la idea de la marcha no he tenido participación personal. La implicación de Kalé Amenge surge de una doble necesidad en la lucha contra el racismo en general y el antigitanismo en particular: una es la necesidad de reenfocar la lucha contra el racismo desde una posición política, y no meramente jurídica o moral. El Estado español nació con una inmensa limpieza étnica, el racismo es uno de los ejes vertebradores de la estructura social de este país desde hace más de 500 años, es una de las bases del funcionamiento de este país en todos sus niveles e instituciones, y eso no se resuelve con el artículo 14 de la Constitución ni con campañas de concienciación, ojalá fuera tan fácil. El racismo, como el machismo o el clasismo, no es un problema de conciencia individual, todo el sistema socio-estatal se nutre de él y lo reproduce: la economía, la educación, la justicia, los medios, la sanidad, los servicios sociales, todo el sistema de representaciones colectivas... El racismo es un problema político de primera magnitud y compromete las mismas bases de nuestro orden social.
La segunda necesidad se deriva de la primera: siendo objeto de opresiones con un mismo origen histórico y que hoy denominamos como racistas, y siendo estos racismos ejercidos por parte del mismo orden socio-estatal, se hace evidente la necesidad de establecer foros de debate y concertación entre las distintas comunidades racializadas para afrontar de manera común las causas que nos son comunes. Esta segunda necesidad se hace tanto más acuciante cuanto que el mismo sistema de dominación étnico se preocupa por mantenernos fragmentados, divididos e incluso enfrentados. Queremos tomar las riendas de nuestros destinos y solo podemos hacerlo ayudándonos unos a otros.
Paula Guerra: Precisamente la idea de esta marcha surge de la necesidad de situar la cuestión del racismo en la primera línea de debate. Quienes sufrimos el racismo en nuestras pieles, ya sea en forma de racismo cotidiano –mal llamado “microrracismo”−, o a través del racismo institucional y estructural, sabemos que el racismo es un sistema de opresión tanto o más fuerte, por ejemplo, que el sistema de opresión de clase y de género. Sin embargo, el discurso europeo occidental ha invisibilizado el racismo en cuanto sistema de opresión, haciéndonos creer que este se vincula únicamente a ciertas acciones de algunos grupos marginales de ultraderecha. Evidentemente, esto es falso. El racismo es un sistema mayor de opresión, cuya base institucional y estructural no sitúa a las personas migrantes y racializadas en una situación de subalternidad que tiene consecuencias políticas y sociales en nuestras vidas.
Paula Guerra: "El discurso europeo occidental ha invisibilizado el racismo en cuanto sistema de opresión, haciéndonos creer que este se vincula únicamente a ciertas acciones de algunos grupos marginales de ultraderecha. Evidentemente, esto es falso
Esta subalternidad se vuelve todavía más nítida en un contexto donde la cuestión catalana ha hecho resurgir determinados discursos nacionalistas y xenófobos. En este marco de reafirmar, cuestionar o repensar la “españolidad”, ¿dónde quedamos nosotras?, ¿qué lugar ocupamos quienes nos reafirmamos desde nuestras singularidades identitarias?, ¿en qué lugar se sitúan las personas que, habiendo nacido aquí, son “leídas” como extranjeras por los blancos europeos debido a sus características étnico−raciales? Estas son algunas de las preguntas que nos estamos haciendo desde las distintas comunidades racializadas que estamos participando en la organización de la marcha del 12N. Creemos que el actual contexto político-social ofrece un marco perfecto para instalar el debate sobre qué lugar habitamos en la estructura social española y qué es lo que nosotras demandamos al respecto.
Aunque parezca una pregunta obvia, es necesario volver a ello y aclararlo: ¿quiénes serán entonces lxs principales actores políticos implicadxs y, sobre todo, cuáles serán las proclamas fundamentales de esta marcha contra el racismo?
Y.F.G.: Las actrices y actores principales creo que ya lo he dejado claro en la anterior pregunta, por ello me centraré en las proclamas. Los ejes que hemos consensuando se dividen en tres, y cada uno de ellos tiene algunos puntos que hemos querido destacar:
−Derogación de la Ley de Extranjería:
Cierre de los Centro de Internamiento de Extranjeros (CIEs).
Fin de las identificaciones racistas realizadas por la policía.
Fin de la militarización de las fronteras.
Acabar con las deportaciones y devoluciones en caliente.
Despenalización de la manta.
Derecho a la sanidad pública y gratuita (Derogación del RD 16/2012).
Derecho al voto.
−Ley de reconocimiento de las comunidades racializadas (diversidad étnico/racial)
Estudios de población bajo los principios de auto-adscripción voluntaria y anónima.
Políticas públicas interseccionales dirigidas a nuestras comunidades.
Garantizar la diversidad racial/ sexual/ género.
−Memoria histórica y reparación.
Retirada de monumentos, calles, etc., de todo aquel personaje histórico que formara parte de la persecución histórica a la que se han visto sometidas nuestras comunidades.
Inclusión dentro de los planes educativos de la historia de las diferentes comunidades racializadas.
Erigir monumentos, calles, etc., de personajes históricos de nuestras comunidades.
F.A.: Se ha insistido en que la organización de la marcha viene por iniciativa popular y que no hay ninguna entidad constituida que la lidere, sino que son las diferentes comunidades de racializadas quienes sostienen la convocatoria. Es decir, somos personas que estamos participando a nivel individual y voluntario pero con la conciencia de que formamos parte de un grupo criminalizado e inferiorizado por el racismo. Por lo tanto, aunque la convocatoria es unitaria y se sustenta bajo unas mismas reivindicaciones que, a nuestro entender, son tranversales a todas las comunidades en cuestión, también se dará la importancia a cada comunidad, ya que la forma en que se materializa el racismo de Estado puede ser diferente. Por ejemplo, hay un punto que trata sobre el fin de la criminalización de las personas racializadas, en el caso de la comunidad mora/musulmana se ve muy claro en el PRODERAI que afecta de manera específica.
José Heredia: Si hemos de vivir en una sociedad que es, de hecho, cada vez más diversa, es necesaria la apelación a la sociedad mayoritaria para que trate de solucionar su problema colectivo
J.H.: Una masa de sujetos racializados de todos los orígenes manifestándose por el fin del racismo es ya, en sí, un actor político. A él se adherirán una cantidad considerable de organizaciones de distinto signo. Las proclamas no han salido del horno todavía, pero sí hay una apelación que, creo, nos parece necesaria: el problema del racismo no está en nosotros, sujetos racializados que lo sufrimos en todas las facetas de nuestras vidas, nada intrínseco a nosotros lo motiva. Su origen hay que buscarlo en la sociedad mayoritaria, blanca, gachí, católica-romana... Es un problema suyo pero que sufrimos nosotros. Si hemos de vivir en una sociedad que es, de hecho, cada vez más diversa, es necesaria la apelación a la sociedad mayoritaria para que trate de solucionar su problema colectivo.
P.G.: Los prinipales actores seremos las personas migrantes y españolas racializadas, quienes hemos estado liderando desde el comienzo todo el proceso de concebir la manifestación, de prepararla, organizarla, trabajar los contenidos, los mensajes comunicacionales, la logística, etc. Hemos creado grupos de trabajos mixtos porque esta es una manifestación donde queremos que participen todos y todas, tanto las personas migrantes/racializadas como las compañeras y compañeros blanco-europeos que entienden que la lucha antirracista debe ser una lucha de la sociedad en su conjunto. Sin embargo, la hemos definido desde el principio como una manifestación donde nosotras seremos los sujetos políticos de nuestras propias reivindicaciones. La lucha antirracista también implica terminar con el paternalismo de determinado sector de la izquierda blanca que nos sigue viendo como objetos de su discurso, que nos sigue situando en ese espacio simbólico de infantilización donde nosotras somos las que sostenemos la pancarta, pero nunca quienes tomamos la voz. Ese tiempo se ha acabado. La época del paternalismo blanco europeo se ha acabado. Ahora seremos nosotras quienes hablaremos en primera persona sobre lo que nos ocurre y afecta. Ahora seremos nosotras quienes lideraremos nuestra propia lucha, porque es así como tiene que ser.
Nuestras principales proclamas están articuladas en torno a tres ejes: derogación de la Ley de Extranjería, la creación de una ley de reconocimiento de las comunidades racializadas y un último eje de Memoria Histórica y Reparación. Queremos incidir en todos aquellos temas que nos afectan, como el cierre de los CIE, el fin de las paradas racistas y de las deportaciones exprés, el derecho al voto en las elecciones generales, políticas públicas que tengan en cuenta la diversidad étnico-racial del Estado español, el cambio de las calles con nombres de esclavistas, etc.
Una cuestión que suele levantar pasiones y que en el Estado español es absolutamente incomprendida por determinados sectores de la izquierda occidentalocéntrica: ¿qué lugar ocuparán las organizaciones y personas blancas en todo este proceso? ¿Ha sido esta cuestión motivo de debate en el transcurso de la organización del 12N?
Y.F.G.: El objetivo principal es realizar la mayor manifestación contra el racismo elaborada y liderara por las personas y organizaciones de las comunidades racializadas, es decir, las que sufrimos en nuestros cuerpos, en nuestra cotidianidad, las estructuras de poder de las que se vale el racismo, las mismas que violentan continuamente el desarrollo vital, social, económico, político, cultural, etc., de nuestras comunidades. Dejar claro el objetivo es construir el marco desde donde se tienen que dar las necesarias alianzas con las organizaciones y personas “blancas”, es decir, el papel que tienen que tener ellas es el de apoyar nuestras luchas, es el de asumir que nosotras somos las protagonistas, y que tienen que ser nuestras voces las que nos representen.
Las personas “blancas” que se han ido acercando a las reuniones de preparación saben, aunque a algunas les cueste todavía asumir su papel, de las lógicas que se manejan dentro de la organización del 12N. Sin embargo, sí me parece importante señalar que estoy casi seguro de que muchas organizaciones y personas “blancas” que se declaran antirracistas no estarán en el 12N, y es que la importancia de la manifestación reside también en el hecho de dejar claro el posicionamiento de estas organizaciones y personas, dado que, en mi corta trayectoria en el activismo, alimentada con la escucha a los mayores, he podido comprobar que muchas de estas no soportan que tengamos un discurso autónomo que haga tambalear sus posiciones supuestamente antirracistas.
F.A.: Es una cuestión que he comentado con algunas personas porque no se ha mencionado nada al respecto o al menos no ha llegado al resto de los miembros y menos todavía se ha trasladado algo claro a nivel comunicativo. Podríamos suponer que el hecho de que la mayoría de las personas implicadas seamos racializadas de alguna manera quiere decir que las personas blancas, que si bien son bienvenidas a aportar y trabajar, deben ocupar un papel secundario. Evidentemente esta es solo mi interpretación y opinión, que se irá aclarando, espero, con el transcurso de los días.
J.H.: Tenemos una larga historia de personas y organizaciones blancas usurpando las luchas de las comunidades racializadas: desde el whitesplaining estructural de los académicos y los técnicos de la Administración, que nos definen y establecen las condiciones de nuestra existencia, hasta las organizaciones blancas de perfil paternalista-asistencial que orientan e implementan las políticas de las que somos objeto sin que nosotros tengamos participación en ellas. Esta usurpación política coloca a las comunidades racializadas bajo tutela, las inmoviliza políticamente y ahoga sus posibilidades de resistencia. Si queremos tomar las riendas de nuestro destino, en primer lugar tenemos que hablar con nuestras propias voces.
Desde mi punto de vista, necesitamos a las organizaciones y personas blancas, y ellas tienen el deber de participar con toda la honestidad, integridad y decencia de la que son capaces. En el grado máximo de autoexigencia moral, una organización blanca debería plantearse renunciar a participar como organización presentándose como individuos, y una vez como individuos no inmiscuirse en las decisiones políticas renunciando al voto y, sobre todo, adoptar una actitud de aprendizaje y servicio, abiertos a cuestionar y, en su caso, desafiar, los mismos principios, modos de funcionamiento y políticas de sus organizaciones.
Paula Guerra: "Las organizaciones y personas blancas que están participando en los grupos de trabajo han entendido que la lucha antirracista es una lucha de la sociedad en su conjunto, pero que ésta tiene que ser liderada por quienes sufrimos el racismo en primera persona
P.G.: Esta marcha se concibió desde el inicio como una iniciativa que tenía que ser liderada por personas migrantes y españolas racializadas, por eso hemos estado ocupando un lugar protagónico en todo el proceso de preparación de la manifestación. Las organizaciones y personas blancas que están participando en los grupos de trabajo han entendido que la lucha antirracista es una lucha de la sociedad en su conjunto, pero que ésta tiene que ser liderada por quienes sufrimos el racismo en primera persona.
Personalmente, veo que hay un tema generacional que condiciona bastante el quehacer del activista blanco europeo en este ámbito. Los y las activistas de la izquierda blanca, los de la vieja escuela, los que han convertido la lucha a favor de las personas migrantes en una forma de vida, y que han construido en torno a este activismo una identidad social, no entienden, o no quieren entender, que no pueden ser los protagonistas de la lucha antirracista porque el racismo es algo que no les atraviesa, algo que no viven como una experiencia encarnada. Claro que pueden estar en esta lucha, faltaría más, todas somos necesarias, pero tienen que hacerlo desde un lugar de acompañamiento y apoyo en cuestiones concretas, no desde el liderazgo de los procesos ni mucho menos desde la construcción de los relatos ni la transmisión de los mensajes.
Luego existen otras personas, chicos y chicas jóvenes, que quieren luchar contra el racismo y que son plenamente conscientes de que el lugar que habitan es un lugar de privilegios. A estas personas no es necesario explicarles nada, han entendido que no pueden ni liderar ni hablar por nosotras. Por supuesto, hay excepciones en ambos lados, no todos los activistas de la vieja escuela buscan ese protagonismo ni toda la gente joven blanca europea reconoce sus privilegios. Pero suelen ser excepciones que confirman la regla.
Yeison F. García: La manifestación del 12N es el principio de un camino que va en dirección a la construcción de un proyecto político que necesariamente tendrá como eje principal el antirracismo político
Más allá del 12N, del día concreto del evento, ¿en qué se pretende desembocar política y socialmente en lo que respecta al desarrollo de la lucha antirracista en el Estado español?
Y.F.G.: La manifestación del 12N es el principio de un camino que va en dirección a la construcción de un proyecto político que necesariamente tendrá como eje principal el antirracismo político. Todavía nos queda mucho debate, muchas horas de compartir, etc. Sin embargo, viendo a muchas de las personas que estamos implicadas, ten por seguro que dentro de no mucho tiempo estaremos juntas construyendo e imaginándonos fuera de los marcos en los que nos ha encerrado el racismo.
F.A.: Se insiste mucho en que el 12N es el inicio de un proyecto antirracista político que debe seguir trabajando para dar respuesta al racismo, sobre todo, institucional. Ahora mismo no se ha concretado nada más allá de la intención de ir trabajando sobre la cuestión. En las asambleas a las que he podido ir ya han ido surgiendo cuestiones que pueden dar mucho de sí, sobre todo a trabajar a nivel interno. Hay, por ejemplo, un dilema sobre nuestros objetivos, es decir, estamos haciendo unas reivindicaciones a un Estado que se construye bajo la negación de nuestros cuerpos. Eso conlleva unas implicaciones que debemos asumir, ya que validamos el Estado pero también hay que ser realistas. También se comentaba la necesidad de implicar a aquellas personas racializadas que puede no compartir nuestro lenguaje pero a las que las políticas racistas les impactan directamente, ¿cómo llegar a ellas? Estos son algunos de los debates que han ido surgiendo y que se considera que podremos ir trabajando más allá del 12N.
J.H.: Ojalá el 12N fuera el germen de alianzas fraternales y eficaces entre comunidades racializadas con una noción clara de la naturaleza política de nuestras luchas. A partir de ahí, definir objetivos, afinar una estrategia, diseñar tácticas... la lucha, tampoco hay que dar demasiadas pistas (risas).
P.G.: En primer lugar, la manifestación del 12N va a ser el inicio de un proceso mayor de reflexión y debate entre las comunidades racializadas que estamos participando en la organización de la marcha. Estamos en un momento muy interesante, un momento que yo llamo de enunciación, en donde diferentes personas migrantes/racializadas, de diferentes colectivos y ciudades, nos estamos haciendo las mismas preguntas y estamos sosteniendo los mismos debates. Es una sinergia muy interesante la que se está dando. De pronto conoces a compañeras racializadas de otras ciudades y te das cuenta de que en sus colectivos se están debatiendo exactamente las mismas cosas, que todas vemos la misma necesidad: construir nuestro propio relato, liderar nuestras reivindicaciones, convertimos en sujetos políticos, situar la cuestión del racismo como lo que es, un sistema mayor de opresión, y comenzar a instalar en la agenda propuestas concretas.
Durante todo este proceso tenemos un desafío importantísimo por delante: conseguir que otros sectores de nuestras comunidades racializadas comiencen a formar parte de este movimiento, conseguir que este debate llegue a personas que normalmente no participan en estos espacios de activismo. Esto se reconoce como una prioridad mayor dentro de nuestro movimiento, sabemos que es condición necesaria si queremos incidir política y socialmente. Es una labor ardua que estamos dispuestas a asumir.
Yeison F. García: Hay que salir a la calle para empezar a crear conciencia de que no estamos solos, sino que somos una comunidad heterogénea en sus voces con enemigos comunes: el racismo, el clasismo y el machismo
Cada una de vosotras –con toda la complejidad que algo así implica− forma parte de una comunidad subalternizada en base al principio organizador moderno de las relaciones de poder de la “raza”. Comprendo que no representáis a nadie, sino a vosotras mismas y, a lo sumo, a las organizaciones específicas de las que formáis parte. Dicho lo cual, dado el carácter de la convocatoria, ¿querríais dirigir unas palabras a cada una de vuestras comunidades en las que condensarais las razones fundamentales por las que consideráis imprescindible su presencia en Madrid durante el día 12 de noviembre?
Y.F.G.: Como bien has dicho, no soy, ni me siento, representante de nadie, lo que hago es analizar cómo el racismo influye en las condiciones políticas, económicas, sociales y culturales de la heterogénea comunidad, si se le puede llamar así, a la que pertenezco, comunidad africana y afrodescendiente. Y me muestro escéptico ante la palabra comunidad, no porque no crea que seamos una comunidad, sino porque que ha sido tal el proceso de negación de nuestras realidades que todavía nos es complejo el pensarnos en comunidad. Por todo ello, no es simplemente salir a las calles para señalar el racismo estructural y social que vivimos, también es salir a las calles para vernos, reconocernos, escucharnos y, sobre todo, empezar a crear conciencia de que no estamos solos, sino que somos una comunidad heterogénea en sus voces con enemigos comunes: el racismo, el clasismo y el machismo. Somos la comunidad africana y afrodescendiente que ha nacido, crecido y vive en España.
Fàtima Aatar: "Es un momento en el que podemos dejar de hablar de islamofobia, como una cuestión de fobia al islam, para darle el significado que realmente nos interesa, el de un racismo que arrastra décadas de existencia que se expresa ahora mismo con más fuerza que nunca
F.A.: Como mencionaba antes, me parece esencial que en una convocatoria de estas características seamos capaces de mostrar la fuerza que podemos llegar a tener como comunidades subalternizadas. Es una fecha simbólica, en la actual capital del imperio que arrasó con gran parte de la mayoría de las comunidades presentes, debemos ser muchas para que nuestras reivindicaciones tengan fuerza. Como mora/musulmana me gustaría invitar a gente de mi comunidad a que participe en la marcha, ya que podremos ir unidas, entre nosotras mismas, y con el resto de comunidades. Es un momento en el que podemos dejar de hablar de islamofobia, como una cuestión de fobia al islam, para darle el significado que realmente nos interesa, el de un racismo que arrastra décadas de existencia que se expresa ahora mismo con más fuerza que nunca, contra nosotras, nuestros hermanos, nuestros padres y madres.
J.H.: Luchamos por el futuro de nuestros chavorrés, confinados en los guetos, acosados y criminalizados por la pestañí, con una escuela que destruye su orgullo y su autoestima, con un mercado laboral que los desprecia, perseguidos si intentan emprender en el mercadillo o la chatarra, chantajeados por médicos, trabajadores sociales, funcionarios de vivienda..., sometidos a vejaciones e indignidades en los reality shows tanto como en las tesis doctorales, en la cola del supermercado tanto como en las salas de justicia; ese es el racismo de hoy y contra él luchamos por el futuro de nuestros chavorrés.
Paula Guerra: "Ahora es momento de decir que así como somos sujetos de obligaciones, también somos sujetos de derecho. Es momento de alzar la voz, de tomar la palabra y pasar a la acción
P.G.: Me gustaría invitar a las personas latinoamericanas y del Caribe a que se sumen a esta manifestación, en primer lugar, porque es necesario visibilizar el racismo estructural que afecta nuestras vidas de manera concreta. Que nos afecta, por ejemplo, cuando se nos dificulta la renovación del NIE, cuando sufrimos discriminaciones en el ámbito laboral, educativo, sanitario, o cuando se nos para en la calle, en el metro, y se nos pide nuestra identificación únicamente por nuestro perfil étnico-racial. ¿Cuántos compañeros latinoamericanos han sufrido paradas racistas los últimos meses?, ¿cuántos compañeros y compañeras de América Latina han sido deportados a sus países de origen sin tomar en cuenta la cantidad de años que llevan viviendo en España, sin tomar en cuenta que aquí han construido sus vidas y formados sus familias? El racismo estructural nos atraviesa constantemente y de distintas maneras, tenemos que visibilizar y denunciar todas estas situaciones.
Por otro lado, es importante que se nos vea, que se sepa quiénes somos, cuántas somos y qué es lo que demandamos. Estamos acostumbradas a cumplir con una serie de obligaciones, contribuimos a este país mediante nuestra fuerza de trabajo, con el pago de nuestros impuestos, etc., ahora es momento de decir que así como somos sujetos de obligaciones, también somos sujetos de derecho. Es momento de alzar la voz, de tomar la palabra y pasar a la acción.
Analizar y denunciar el racismo de Estado desde una perspectiva decolonial.
Revisar la construcción ideológica del Imperio español, su historia colonial y sus pervivencias, rastreando el origen de las relaciones de dominación y opresión que enfrentan las comunidades racializadas y/o provenientes de la migración postcolonial.
Desvelar las heterarquías del poder moderno en torno a la raza, la clase, el género, la sexualidad, la espiritualidad…
Afianzar las condiciones de posibilidad para el desarrollo de un antirracismo político en el Estado español.
Relacionadas
Racismo
Jornada Jornada en la universidad de Leioa sobre periodismo, odio racial y lucha de clases
Racismo
Racismo institucional Diallo Sissoko, una víctima más del sistema de acogida a migrantes
Racismo
Racismo Replican en Iruñea y Gasteiz el canal de Telegram que impulsa movilizaciones racistas en Donostia
Analizar y denunciar el racismo de Estado desde una perspectiva decolonial.
Revisar la construcción ideológica del Imperio español, su historia colonial y sus pervivencias, rastreando el origen de las relaciones de dominación y opresión que enfrentan las comunidades racializadas y/o provenientes de la migración postcolonial.
Desvelar las heterarquías del poder moderno en torno a la raza, la clase, el género, la sexualidad, la espiritualidad…
Afianzar las condiciones de posibilidad para el desarrollo de un antirracismo político en el Estado español.