La clásica celebración de la Diada Nacional Valenciana, conocida también como 9 d'octubre, derivó ayer por la tarde en una embestida por parte de la extrema derecha hacia los diversos colectivos y personas de la izquierda independentista valenciana. La cita, convocada por la Comissió 9 d'Octubre –en la que participan partidos políticos como Compromís, Podemos, Izquierda Unida o PSOE, además de organizaciones culturales, sociales y políticas– bajo el lema "Sí al valencià", proclamaba la defensa de la lengua valenciana.
A la convocatoria de la tradicional manifestación también acudieron organizaciones juveniles como Endavant-OSAN y Arran, bajo el lema "Independència, Socialisme i Feminisme" (Independencia, Socialismo y Feminismo), el Sindicat d'Estudiants del Països Catalans (SEPC), la Coordinadora Obrera Sindical (COS), la organización antirrepresiva Alerta Solidària y las CUP. Todos se congregaron a las 18h en las intermediaciones de la Plaza de San Agustín para dar comienzo a una marcha que se diluyó tras los ataques violentos de los ultras y neonazis que fueron a reventar el acto.
Minutos antes de la convocatoria, ya se respiraba un ambiente tenso y poco habitual por las calles del centro de València. En San Agustín se aunaron sobre las 17h entre 200 y 300 manifestantes ultras, para esperar la llegada de manifestantes de izquierdas. Conforme se acercaba la hora de la convocatoria, una amorfa masa de gente en la que se distinguian tanto banderas esteladas como rojigualdas recorría la calle Colón. Gritos de ¡Arriba España! se mezclaban con melodías de dolçainas. Pero los sindicatos y organizaciones independentistas fueron poco a poco marginados de la multitud mediante un cordón policial que se dispuso entorno a la iglesia de San Agustín y Santa Catalina.
Alrededor de 20 furgones de la policía nacional separaban a los manifestantes de la izquierda independentista del resto, que caminaba ya en dirección de la marcha cuyo permiso había sido concedido a la Comissió 9 d'octubre. Fue en este momento cuando la extrema derecha aprovechó para arremeter contra las personas que allí se encontraban: insultos, amenazas e intentos de agresiones se perpetraron impunemente delante de la mirada de un numeroso despliegue policial, que permanecía pasivo ante los ataques.
No se llevó a cabo ninguna detención ni identificación a los agresores, que incluso se ensañaron directamente con los agentes antidisturbios de la Policía Nacional que conformaban el cordón policial. Fue en uno de esos momentos en el que la tensión se transformó en violencia física y los agresores se abalanzaron a la multitud congregada.
Los antidisturbios reaccionaron con cargas policiales sin distinguir ya entre atacantes y personas atacadas y la gente, presa del pánico, empezó a correr para evitar ser golpeada a base de asta de bandera y porra. En unos segundos, las patadas, puñetazos, empujones y zancadillas se emprendían hacía todo el que pasaba y las agresiones se llevaban a cabo en grupo, a menudo por la espalda y hacia personas que estaban solas.

Con los disturbios, los colectivos que forman parte de la Izquierda Independentista desconvocaron la manifestación, que sí mantuvieron el resto de organizaciones. Mucha gente que respaldaba esta convocatoria se vio obligada a irse por temor a ser agredida, pero otras manifestantes que esperaron ver cómo se desarrollaban los hechos quedaron acorraladas y la Policía Nacional volvió a formar un cordón, que esta vez, se movia a tiempo que lo hacia la manifestación. Durante el recorrido no cesaron las vejaciones, insultos, amenazas y agresiones hacia quienes habían acudido a la convocatoria de la izquierda independentista. No obstante, los agentes no intervinieron para frenar los ataques de los ultras y siguió sin llevarse a cabo ninguna identificación, ni dentención.
Después, los grupos de extrema derecha y los neonazis y ultras de los Yomus acudieron al Parterre y se aglutinaron entorno a la estatua de Jaume I, que es el lugar dónde tradicionalmente concluye la marcha del 9 de octubre. Esto obligó a desviar el recorrido de la multitud hacia el río para evitar más incidentes.
Una vez se acabó la manifestación, seguí la alerta ante posibles ataques neonazis hacia los sectores de la izquierda. Algunas personas advirtieron que un grupo de unos setenta ultras, aun envalentonados por los hechos que habían tenido lugar por la tarde, se dirigía por la noche al barrio de Benimaclet desde la Avenida de Aragón y los mensajes de alarma no cesaron hasta después de varias horas.

Agresiones a periodistas
Pero no solamente sufrieron agresiones las personas que acudieron a la parte de la manifestaión dónde se reunió la Izquierda Independentista valenciana. Como se puede comprobar en vídeos que circulan por Twitter, los ultras españolistas también arremetieron contra periodistas y fotógrafas. A un fotoperiodista de El País le propinaron varios golpes y le rompieron la cámara y el stand del periódico La Jornada también fue un blanco para estos grupos violentos. Según explica a El Salto Joan Canela, periodista de este último medio, varios trabajadores de este periódico habían colocado una mesa con ejemplares y estaban haciendo difusión junto a otros periódicos nacionales sobre la manifestación, cuando de repente llegaron cientos de individuos con intención de destruir cualquier atisbo de "catalanismo". "Un tipo, especialmente, vio que el periódico era en valenciano. Por eso, le pareció sospechoso y animó al resto a destruirnos el material", asegura Canela, quien explica que pudieron salvar algunos ejemplares gracias a la llegada de un numeroso grupo de antifascistas que contuvieron a los ultras.
Miquel Ramos, periodista valenciano, también sufrió ataques de los sectores más fanáticos de la manifestación. "Amenazaron a un montón de gente. A mi también me amenazaron, me intentaron pegar, me echaron un vaso de té caliente en la cara, etc", explica a El Salto. Ramos confirma que va a denunciar los hechos a través de la Unión de Periodistas. "Todos los agresores están identificados en cientos de imágenes que han circulado por las redes sociales y en los medios", concluye tras resaltar que durante la manifestación los agentes de policía no detuvieron a ninguno de los agresores.
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