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Diccionario de la Posverdad
Ética de la investigación
Notorios casos de malas prácticas acaecidos en las últimas décadas, unido a la toma de conciencia sobre la responsabilidad moral de la comunidad investigadora han llevado a una sucesiva adaptación de políticas e instrumentos que buscan fomentar y consolidar las buenas prácticas.
La ética de la investigación es una ética aplicada que pretende definir y fomentar una serie de principios y responsabilidades esenciales en la consecución de la integridad científica. De esta manera, se reivindica una investigación que vele por principios básicos de profesionalidad, honestidad, transparencia y beneficencia. Así, las investigaciones desarrolladas con seres humanos requieren, por ejemplo, del respeto a la dignidad y a la autonomía de los sujetos y de la protección de sus datos (confidencialidad, etc.), mientras que las investigaciones con animales o con el medio ambiente deben cumplir con las exigencias que incluyen la protección del bienestar animal y la preservación del medio ambiente.
La concienciación sobre la responsabilidad social de la investigación evidencia la relevancia de esta ética aplicada
La ética de la investigación afecta, además, a varias etapas del proceso, incluyendo fases como la planificación, el propio desarrollo o la publicación de los resultados. Es más, la amplitud de tareas desarrolladas por los investigadores conlleva una responsabilidad que trasciende a otras facetas más allá de la investigación al vincularse también a sus roles como revisores, editores o supervisores. En definitiva, hablamos de una disciplina que abarca a un amplio número de aspectos complejos.
Las malas prácticas en investigación
La ética de la investigación define también aquello que se conoce como lo opuesto a la integridad científica, es decir, las malas prácticas. Así, por ejemplo, la carencia del principio de la honestidad puede derivar en malas prácticas tan variadas como la falsificación o fabricación de datos, la publicación duplicada, las autorías no reconocidas o la manipulación de citas. Estudios empíricos actuales apuntan precisamente a que en los contextos universitarios actuales marcados por elevadas exigencias en cuanto a la obtención de resultados (conocido popularmente como “publica o perece”, están contribuyendo a ejercer de eficaz combustible en la propagación de determinadas malas prácticas; incluso para áreas humanísticas como la ética.
La ética de la investigación define también lo opuesto a la integridad científica, es decir, las malas prácticas
Con el fin de hacer frente a las malas prácticas, las universidades cuentan con una serie de herramientas básicas. Más concretamente, las instituciones universitarias han generado una serie de códigos de buenas prácticas con las que definen y estipulan las responsabilidades concretas que esperan verse satisfechas por parte de su comunidad académica. A ello se le une también el peso creciente de los comités de ética. Unos comités especializados encargados de evaluar proyectos de investigación previamente a su realización y de asesorar a los investigadores en materias complejas de protección de datos, integridad, respeto al medioambiente, entre otras materias. Con este tipo de herramientas se busca fomentar una corresponsabilidad necesaria con el fin de consolidar una investigación deseable tanto desde el punto de vista técnico como ético.