Menuda semana. El Reloj del Fin del Mundo, creado en 1947 por el Boletín de Científicos Atómicos, ha ajustado este año la hora, y ha situado a la humanidad a la cifra nunca vista de 90 segundos de la media noche, es decir, de su autodestrucción. La crisis climática y las tensiones entre superpotencias han convertido el mundo en un sitio mucho más peligroso que lo que fue en los últimos 77 años. Después de esta semana, sería esperable que el comité encargado vuelva a recalibrar el reloj.
Pese a la cercanía de desastre, la emergencia está siendo religiosamente ignorada por los responsables políticos y los lobbies de las grandes empresas, que se han encargado de hacer fracasar una nueva cumbre climática, que finalizaba sin grandes avances este viernes.