Universidad
Becas FEUGA, ¿contrato de formación o explotación laboral encubierta?

La Fundación Empresa-Universidad Gallega (FEUGA) es una de las opciones mayoritarias de los titulados al finalizar los grados. La mayoría de los que hicieron esta beca denuncian un “abandono y falta de seguimiento” por parte de la institución y, otros la identifican como “perjudicial” para los becarios y beneficiaria para los intereses empresariales.

Casi la mitad de la juventud gallega sigue sin trabajo. Un 42,2% de las mujeres y un 32,8% de los hombres menores de 25 años están en paro. La situación no mejora mucho para quien realiza estudios superiores, con un 20% de desempleo. Ante este problema estructural, muchos aceptan casi cualquier oferta con el fin de encontrar un trabajo estable en el futuro y no convertirse en parte del 15% de gallegos que emigra por cuestiones laborales. 

En Galiza, destaca como método de inserción laboral a Fundación Empresa-Universidad Gallega (FEUGA). La institución semipública, fundada en 1982, asegura que promueve “a través de becas de formación la inserción laboral de estudiantes y titulados universitarios y de Formación Profesional”. También reiteran ser el “elemento conductor para que la transferencia de conocimientos circule entre los centros educativos y la empresa”. Es decir, el programa gestiona contratos de formación entre las empresas y la juventud gallega.

En contestación a las preguntas de El Salto al departamento de comunicación de FEUGA, en 2019 la realizaron 3.235 personas con una inserción laboral de un 65,5%. En este dato no indican en qué tipo de contratos se transforma —a pesar de ser preguntados específicamente por ello—. Resulta llamativo compararlo con otros antecedentes; solo un 21% de los contratos de formación o en prácticas se transforman en indefinidos, según el informe Contratos para lana Formación  y Contratos en Prácticas, elaborado por CC OO.

Un 81% de los titulados buscó empleo al finalizar el grado en 2012, de los que solo lo encontraron el 53%, con un tiempo medio de encontrar empleo de 10 meses según el Estudio de inserción laboral de  los titulados en el Sistema Universitario de Galicia 2011-2012, realizado por el equipo de la Agencia para la Calidad del Sistema Universitario de Galiza (ACSUG) y, siguiendo el mismo estudio en 2013-2014, la beca  FEUGA sirve a un 7,54% para encontrar su primer empleo.

Es injusto, al final haces 8 horas al día para una empresa por menos del Salario Mínimo Interprofesional”, valora Eva Insua, estudiante de Administración de Empresa (ADE) y beneficiaria de la FEUGA durante un año

La  FEUGA es una entidad semipública sin ánimo de lucro con una dotación de unos 16 millones de euros anuales. El beneficiario de la bolsa recibe una dotación mínima de 557 euros netos al mes pagados por la institución, con un máximo de un año prorrogable. “Acabas de salir de una formación y al principio ves con buenos ojos ese dinero”, afirma Daniel Vázquez, quien percibió la beca como periodista en un medio de comunicación. “Es injusto, al final haces 8 horas al día para una empresa por menos del Salario Mínimo Interprofesional”, valora Eva Insua, estudiante de Administración de Empresa (ADE) y beneficiaria de la FEUGA durante un año. Con este salario la independencia económica se complica, “es difícil tener una estabilidad, con el alquiler ya se te va la mitad del sueldo”, critica Daniel Vázquez.

Contrato de formación ≠ primer contrato

En el programa  FEUGA, se prohíbe la existencia de relación laboral entre el becario y la empresa. “Los becarios quedarán sujetos a las normas de la Fundación y de la empresa o entidad colaboradora en la que se desarrolle su formación práctica, sin que eso comporte la existencia de relación laboral alguna”, subrayan. Además, “las actividades del beneficiario serán formativas y de carácter práctico, sin que en ningún supuesto vaya a ostentar la condición de responsable, ni tan siquiera de facto, de la ejecución de cualquier tipo de actividad”. Estipulan que el becario debe estar siempre supervisado y controlado por el tutor que se le asigne, quien “vela porque el beneficiario aproveche con éxito el proceso de formación”. 

En la práctica, no es tan efectivo. Así sucedió con el caso de María —que prefiere mantener su anonimato—. Ella, percibió la bolsa FEUGA durante un año en una empresa de márketing. “Venía de hacer las prácticas curriculares del máster —no remunaradas— con ellos y me ofrecieron la bolsa. Al no querer ir fuera de Galicia, la acepté sin saber muy bien dónde me metía”, explica. “El problema de FEUGA es que en el imaginario colectivo se ve como un primer contrato y no como uno de formación, lo que hace que uno coja responsabilidades que no le corresponden”, puntualiza.

“La empresa generaba una plusvalía enorme conmigo, pero por eso de la cultura del esfuerzo aguanté”, justifica la afectada por una relación laboral con la empresa.

“Me pusieron al  frente de un departamento de marketing creado con mi llegada. Mis funciones antes las hacían empresas externas a las que contrataban”, denuncia, al tiempo que señala que no contaba con un tutor/a que supervisara sus tareas, ya que este tenía otro horario y apenas coincidían. “La empresa generaba una plusvalía enorme conmigo, pero por eso de la cultura del esfuerzo aguanté”, justifica.

Tras dos meses con la FEUGA, María se quejó por el alto volumen de trabajo, llegando las veces a las 10 horas diarias, sin recibir remuneración por las extra, asegura. En la empresa le dijeron que no la iban a contratar hasta pasado un año, pero que le harían una media jornada. “Pedí días libres por saturación y me los denegaron. Hasta le pidieron a FEUGA que me lo explicara, ya que yo no sabía que no contaba con ellos”. 

“Un día un superior me trató mal y ya exploté”. María pidió una Inspección de Trabajo y, a partir de ese momento, “el trato fue aún peor: me ignoraban, no me saludaban y criticaban mi trabajo”. Por parte de FEUGA, “se pusieron de su parte e intentaron hasta tranquilizarlos. Su abogado luchaba en defensa de la empresa cuando lo lógico sería que fuese FEUGA quien denunciara por mi parte”. Al final, la empresa buscó una negociación con ella y “me reconocieron como trabajadora y me pagaron todo lo que me debían por esos meses”. Analiza que “hubo muchos meses de estrés, pero estoy orgullosa de luchar por mis derechos”.

Según el abogado laboralista Fabián Valero, “las FEUGA, como cualquier tipo de beca, no son contratos laborales en sentido estricto, sino acciones de tipo formativo, con la finalidad de que la persona pueda desarrollarse en un puesto de trabajo en el futuro”. Admite que “durante el transcurso de la bolsa uno debe tener una etapa formativa intensa y que después se acabe haciendo tareas del trabajo”.

“En el momento en el que uno hace tareas del día a día de una persona del  plantel, es un fraude”, sentencia Fabián Valero

En ningún supuesto este tipo de contratos pueden derivar en una relación laboral, “en muchos casos se sustituyen con las FEUGA a trabajadores comunes. En el momento en el que uno hace tareas del día a día de una persona del  plantel, es un fraude”, sentencia el abogado.

Para evitar esto, según el abogado, uno debe pedir una inspección laboral. “El problema de ellas es que están infradotadas en el Estado español, hay muy pocos medios”, lamenta. “Estuve a punto de ir a juicio, pero sé que fue en un momento en el que no tenía grandes ataduras económicas: ni hijos, ni una hipoteca. Podía ‘permitírmelo’. Las inspecciones laborales deberían estar más normalizadas”, reivindica María. “Muchas veces tienes la esperanza de que te contraten y aguantas porque no hay trabajo del tuyo”, apunta Daniel Vázquez quien lamenta que “trabajas donde hace falta gente, no donde te gustaría formarte”.

No se conoce bien su funcionamiento

Muchos becarios denuncian la falta de información en cuanto a sus derechos laborales. Excepto por caridad de la empresa, no tienen derecho a días libres o vacaciones. “Éramos siete en la empresa y hubo una época en la que todos cogieron vacaciones excepto yo, que no podía. Hubo días en los que quedábamos solo dos personas en la oficina”, censura Carlos Riobó, beneficiario de la  FEUGA en una empresa de  marketing durante seis meses. “Yo tuve tres días de vacaciones por generosidad de mi jefe, pero estuve unos días en el hospital que no cobré”, critica Eva Insua.

En los contratos, los testimonios aseguran no saber muy bien lo que firmaron. El tiempo de la  FEUGA no cotiza, ni para prestación por desempleo, ni para jubilación. “Me hicieron firmar en medio del trabajo y me lo exigieron para el momento, después pedí una copia del contrato que me denegaron”, critica Vázquez. Se queja también de que muchas veces los trabajadores ni siquiera saben las responsabilidades reales de los becarios. “Tenía buen trato con ellos, algunos ni siquiera sabían que estaba de FEUGA”, reprueba. Aun así, “trabajaba lo mismo por menos salario”.

“Funciona muy parecido a una ETT. Pone en contacto a trabajadores con empresas y si pasa algo, se lavan las manos”, explica María

Por otra parte, hay quien reprocha la tardanza en los cobros. “Me pagaban a día 10. Mi único trato con  FEUGA entre que firmé el acuerdo y finalicé el contrato fueron correos y llamadas preguntando por mi dinero”, critica Laura Casal, quien realizó su  FEUGA en una empresa de marketing. “Y ni siquiera me respondieron a todos los correos”, condena. “Funciona muy parecido a una ETT. Pone en contacto a trabajadores con empresas y si pasa algo, se lavan las manos”, explica María, la afectada por la relación laboral. 

Encuestas de satisfacción

En la página de FEUGA sorprende el alto porcentaje de valoraciones positivas durante el transcurso de la bolsa. Exponen ante las preguntas de El Salto que “los  becarios participantes en el programa de becas manifestaron un nivel de satisfacción del 96,04%, que comprende los valores de bueno, muy bueno y excelente”. Para María, estas encuestas no son reales, “la gente no dice la verdad cuando las hace por miedo a represalias en la empresa”.

“Como llevaba tantos meses buscando trabajo y fueron los que me dieron la oportunidad los primeros meses mis valoraciones fueron positivas, también pensando en renovar”, explica Carlos Riobó y prosigue, “me arrepiento, pero tampoco sabía si la empresa podía ver las puntuaciones”. De todos maneras, “ahora estoy con otra FEUGA en la que me tratan mejor, pero parece que un casi tiene que sentirse afortunado por ser becario”, advierte.

Todas las fuentes consultadas en este reportaje coinciden con la limitación en las preguntas de las encuestas. “Son demasiado genéricas, en mi caso fue peor el problema de FEUGA que la experiencia en la empresa”, relata Laura Casal. “Solo había un apartado para evaluar a la Fundación y estaba muy limitado, pero en general me gustaría poder tener una mayor amplitud de quejas”, demanda Eva Insua. 

En palabras de la administración de FEUGA, el seguimiento prevé una evaluación final por parte del tutor, así como llamadas telefónicas a los becarios durante la etapa de la práctica. “A mí nadie me llamó durante un año”, contrapone Laura Casal.

¿Qué se puede hacer?

Las empresas se aprovechan de la situación laboral general de la juventud, “excepto los que estudiaron en universidades privadas, casi todos los titulados que conozco tuvieron que recurrir a FEUGA para tener oportunidades de empleo”, se queja Riobó. Hay “una evidente bolsa estructural de mano de obra barata”, que generan las empresas gracias a este tipo de becas. “Cuando alguien entra en un puesto de trabajo en el que, cuando sales, se renueva; estamos hablando de un puesto de empleo y no de un contrato de formación”, explica Daniel Vázquez. “Las empresas que  acuden de forma intensiva hacen siempre el mismo y se aprovechan”, critica el abogado Fabián Valero.

“Puedes estar hasta cuatro años con contratos de formación (FEUGA,  FUAC…) , y encontrarte a los 30 años sin cotizar un euro en la Seguridad Social”, critica María

Ante esta situación, “la legislación laboral ya responde a este problema, hay que controlar que las bolsas se hagan para su finalidad legal”, reitera Valero. En lugar de apelar a la responsabilidad individual del becario, “habría que contratar inspectores que vigilen el trabajo que hacemos, que las empresas tengan que mostrar y justificar las funciones hechas de quien forman”, censura Carlos Riobó.

Tal y como está planteada, “FEUGA debería  garantizar unos mínimos de derechos laborales, como derecho la cotización, vacaciones, días libres…”, reclama Daniel Vázquez. “Podría haber bonificaciones para que contraten a gente joven, un máximo cuatro meses de formación y luego tener que contratarlo. Hay que ayudar al trabajador a encontrar un puesto”, reivindica María, afectada por la relación laboral encubierta.

“Quien ofrece este tipo de becas es la empresa, no el trabajador, a ellos es a quien más le conviene. No nos beneficia ni como sociedad ni como país”, añade la joven. “Puedes estar hasta cuatro años con contratos de formación (FEUGA,  FUAC…) , y encontrarte a los 30 años sin cotizar un euro en la Seguridad Social”, critica. “Las FEUGAS no generan impuestos en la sociedad. Con una generación que no es capaz de independizarse, ¿quién va a pagar las jubilaciones? Es una enorme contradicción capitalista”, concluye María.

Becarios
É a FEUGA unha explotación laboral encuberta?
A maioría dos que a fixeron denuncian un “abandono e falta de seguimento” por parte da institución e identifícana como prexudicial para os bolseiros e beneficiaria para os intereses empresariais.
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