Ecofeminismo
Amenaza patriarcal en la autogestión rural

Este artículo es la primera parte de una trilogía para repensar desde dónde y sobre todo, hacia dónde y cómo construimos las alternativas transformadoras, y en este caso rurales, que somos capaces de soñar y de hacer realidad.
Valle de la Solana
Valle de la Solana
Campesinas en revisión hacia una autogestión rural transfeminista
11 nov 2022 08:01

Esta trilogía de artículos nace de la charla homónima que tuvo lugar en el encuentro de Sobremesa (Covaleda, Soria) en agosto de este año 2022. La charla se creó a partir de conversaciones, reflexiones y anécdotas compartidas en el ámbito privado, es decir, entre amigas. Ese “entre amigas” se fue extendiendo y las mismas conversaciones, la misma rabia se iba contando y reproduciendo por mujeres distintas, en lugares distintos, pero con mucho en común. Estas vivencias nos atravesaban a muchas mujeres en los proyectos alternativos, entendidos como transformadores, que apuestan por un modelo de sociedad distinto desde la ruralidad. 

Somos muchas las mujeres que hemos abandonado lugares, espacios y proyectos de los cuales nos hemos visto expulsadas por las violencias que atraviesan el género, las relaciones, nuestro rol en los grupos y la falta de compromiso y responsabilidad de revisarnos colectivamente. Aquí hablamos de lo que nos atraviesa a nosotras como mujeres blancas y cis y no de todas las violencias que se viven en los espacios rurales libertarios, o no, que habitamos.

Nos preguntamos entonces: ¿por qué somos pocas las mujeres que venimos al campo y por qué somos menos las que nos quedamos?  

Siguiendo el esquema a partir del análisis de nuestras propias experiencias, hemos dividido el contenido en tres partes. Cada una de las partes desarrolla una de las amenazas encontradas, con herramientas y estrategias de resistencia para enfrentarlas, resultando en tres artículos que os vamos a compartir de la siguiente manera: “La pareja heteronormativa en el campo y estrategias para no sucumbir a la dependencia.”, “Roles de género en los proyectos de autogestión rural y herramientas para descimentarlos.”, y “El machirulo interiorizado. Resiliencia más allá de la competencia.”

La pareja heteronormativa en el campo y estrategias para no sucumbir a la dependencia

En el medio rural el aislamiento está a la orden del día y cuando hay poca gente se crea un caldo de cultivo idóneo para generar dinámicas de guetos endogámicos. Es un pequeño mundo donde compartes todos los aspectos de tu vida con las mismas personas: trabajo, ocio, descanso, peleas, amores, diversión, tensión, lo cotidiano, los recursos de todo tipo...

En ese contexto, llegas a un proyecto rural autogestionado del que te enamoras y quieres mostrar de todas las maneras posibles lo valiosa que podrías ser en un espacio así. A partir de ese momento todos los días te esforzarás en demostrar que mereces estar ahí para ganarte el derecho a permanecer. Así pues, llegas y enseguida lo das todo, te das toda a ello.   

Y mientras tú te esfuerzas en destacar y que se te note, llega un ”tipo“ con poder y rango en el grupo y ”te elige“. De repente subes un nivel en el molómetro y parte de su rango en el colectivo se te transfiere.

Ya has entrado, y empiezas a relacionarte con este compañero carismático y simpático que además te regala los oídos, te admira, te escucha, te entiende, incluso parece que está dispuesto a revisarse para estar contigo.  Según va pasando el tiempo, esa relación que ya parte de una jerarquía, se va haciendo cada vez más insostenible y con tanta vaselina que no te has dado ni cuenta, acabas siendo nuevamente la amante, psicóloga, madre de un tío molón que, sin embargo, spoiler, nunca cambia ni da más que ese primer paso en ese supuesto deseado proceso de transformación.

El patrón que hemos encontrado es que a menudo en esa relación ocurre algún tipo de abuso o agresión sexual, entonces tú, en nuestro caso después de una violación, haces de pedagoga, hablas con esta persona porque sabes que aunque tú puedes llamar a las cosas por su nombre, probablemente él no, pero seguro que si se lo explicas, lo va a entender, y de hecho así es, y se siente fatal, horrible. Entonces pasas a sentirte culpable por habérselo señalado y pasas a cuidarle para que aprenda desde el amor y el acompañamiento y no se sienta un agresor. Decides que ya que tú eres fuerte y puedes con eso y más, le vas a proteger a él, y decides hacerlo con el silencio. Él ya se siente bastante mal, no hay necesidad de sacarlo hacia afuera o de pedirle ningún tipo de reparación. 

La relación y el proyecto sigue y tras la fase de enamoramiento empiezan a surgir discrepancias; por un lado patrones de pareja regulinchis, por otro, cada vez confrontado más en la toma de decisiones del proyecto. Al final, la relación de pareja se cae por su propio peso pero tú no te quieres ir por ese motivo. También estás enamorada del proyecto y una ruptura sentimental no va a hacer que te vayas. Pero entonces los conflictos se acentúan y empiezas a ser desplazada, invisibilizada, se empiezan a tomar decisiones sin contar contigo, cada vez se hace más evidente el rango y autoridad de esta persona que no acepta trabajarse porque tiene que protegerse (cualquier cosa que se le señala desde el grupo lo percibe como un ataque personal e injusto).

En muchos de estos casos entra la nueva pareja en la ecuación. Y por supuesto, como nosotras somos sororas, ya nos encargamos de gestionar y comunicarnos para no hacer más sangre y cuidarnos entre nosotras sin incomodar a él.

Finalmente, tras un largo hacer de tripas corazón y querer ganar la batalla por el aguante, te vas. Te vas con la sensación de fracaso y derrota...y en el fondo lo que sientes es que te han echado y ahora eres tú quien tiene que rehacer su vida y sanar las heridas, convirtiéndote en mujer-nómada con toda la carga emocional que ello conlleva.

En el siguiente artículo, que tratará los roles de género que afectan específicamente a estos contextos, profundizaremos también en aquellos que tienen que ver con la pareja heteronormativa y en concreto los que condicionan y determinan, en muchas ocasiones, estos procesos de ruptura. 

Estrategias de resistencia/resiliencia

La charla no sólo nació desde un lugar de denuncia y reivindicación. También quisimos plasmar y hacer llegar las estrategias de resistencia y resiliencia que ya estamos construyendo frente a este patriarcado que también atraviesa la autogestión, y para el cual necesitamos alternativa. Para seguir garantizando nuestra autonomía (que no nuestro individualismo), para que nuestro cuerpo pueda ser respetado en su totalidad. Para que los corsés y moldes del patriarcado no encadenen nuestros deseos, nuestras necesidades, nuestras habilidades y capacidades, para crear una vida autogestionada y segura al mismo tiempo. 

Frente a esta amenaza patriarcal contamos con estrategias como la confrontación y  el señalamiento de cualquier práctica o forma de organización que consideremos patriarcal e injusta (cuando nos apetece hacerlo).

Llevamos a cabo procesos de consciencia y desarrollo de nuestra propia autonomía en lo emocional y en las funciones o habilidades históricamente masculinizadas.

Vinculamos con el territorio que habitamos, más allá de con quién lo habitamos.

Atravesamos aprendizajes de cómo habitar el vacío cuando hemos partido o migrado de un lugar a otro.

Construimos y contamos con una red viva y activa entre compañeras que nos sabemos presentes en diferentes lugares del mapa y formando parte de la misma lucha.

Manejamos una escucha, pedagogía y empatía selectiva a través de la cual seleccionamos conscientemente cuándo y cómo estar en las funciones de cuidados, y no llevarlos a cabo por inercia y en modo-automático.

Elegimos cuándo y a quién pedir ayuda sin avergonzarnos de ello, porque la vulner-habilidad forma parte de nosotras.

Dejamos de pedir permiso y de dar explicaciones para realizar lo que queremos y cómo lo queremos.

Trabajamos por conocer y situar referentes en la autogestión rural más allá de los tipos cis hetero.

Revisamos nuestras propias dinámicas “machirulas” o lo que el patriarcado también deja en nosotras. Revisamos nuestra necesidad de validación o valoración masculina, que en muchas ocasiones influye y organiza la percepción que tenemos de nosotras mismas y del resto.

Y en todo esto inyectamos grandes dosis de humor, apropiándonos de las etiquetas recibidas y haciéndolas parte de nuestro proceso de liberación hacia una autogestión rural más transfeminista y disfrutona. Las luchas de otras minorías como las personas trans/no binarias o las personas históricamente racializadas negativamente, nos han inspirando y nos inspiran. Estos colectivos suponen la punta de lanza en cuanto a lo que revierte el orden patriarcal y colonial. Ellas llevan siglos de historia organizándose y luchando por crear y habitar escenarios alternativos a la norma que el sistema cis-hetero-patriarcal-colonial pretende instaurar. Suponen, en esta resistencia y proceso de resiliencia, voces a las que escuchar. Ellas han sido creativas y nos han hecho llegar sus propias herramientas. 

Todas estas estrategias están relacionadas entre sí, ya que tienen que ver con la revisión y la construcción de una alternativa a la misma matriz patriarcal organizativa. Aquí quedan presentadas, y en próximos fascículos os hablaremos un poquito más de todas ellas. 

Hasta aquí el primer artículo de esta trilogía, y llegaremos con novedades próximamente.  Puedes escuchar aquí la charla realizada en Covaleda, Agosto 2022




Sobre este blog
Saltamontes es un espacio ecofeminista para la difusión y el diálogo en torno al buen vivir. Que vivamos bien todas y todos y en cualquier lugar del mundo, se entiende. También es un espacio para reflexionar acerca de la naturaleza, sus límites y el modo en que nos relacionamos con nuestro entorno. Aquí encontrarás textos sobre economía, extractivismo, consumo, ciencia y hasta cine. Artículos sobre lugares desde donde se fortalece cada día el capitalismo, que son muchos, y sobre lugares desde donde se construyen alternativas, que cada vez son más. Queremos dialogar desde el ecofeminismo, porque pensamos que es necesario anteponer el cuidado de lo vivo a la lógica ecocida que nos coloniza cada día.
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