Opinión
Calles rectas con nombres al por mayor

La obra de Jorge Dioni, en línea con otros ensayos recientes, tiene un cierto tinte generacional, situando los PAUERS como resultados de una determinada organización territorial más que como elementos conformantes de una dialéctica específica entre espacio y sociedad, pero no por ello deja de ser de enorme relevancia a la hora de analizar algunas características de la sociedad española contemporánea.
Eixample de Barcelona
Eixample de Barcelona | Autor: alhzeia

Antropólogo y profesor universitario

@antroperplejo


22 jun 2021 06:00

En junio de 2015, el periodista y amigo Marc Andreu me invitó a participar en un diálogo que tendría lugar con motivo de la presentación de su libro Barris, veïns i democràcia. El moviment ciutadà i la reconstrucció de Barcelona (1968-1986).  El evento tuvo lugar en la sede del Col·legi de Periodistes de Catalunya y, junto a mí, en la mesa se sentaban Jordi Borja, geógrafo, urbanista y uno de los artífices del Modelo Barcelona, Marina Subirats, socióloga y ex regidora del Ajuntament de la capital catalana, y Lluís Rabell, en aquel entonces presidente de la Federació d'Associació de Veïns de Barcelona (FAVB) y futuro candidato por Catalunya Sí que es Pot a las elecciones al Parlament. La idea era comentar el libro, pero también repasar la historia urbanística de la ciudad, el papel de los movimientos sociales en su diseño y construcción y plantear los retos inmediatos del recién elegido Gobierno municipal de Barcelona en comú (BeC), con la alcaldesa Ada Colau a la cabeza.

Aunque mi posición sobre esto último era, básicamente, escéptica, no era así la del resto de convidados, algunos de los cuales, incluso, había participado en el nacimiento de esta nueva formación municipalista. Mi participación en el acto fue pragmática, sabiéndome en minoría, optando por abundar en las referencias históricas y realizando alguna propuesta constructiva. No obstante, no tuve reparo en realizar una crítica al fetichismo del concepto de espacio público —una de las banderas electorales de BeC— y en cómo éste había mostrado sus contradicciones en algunos barrios de la ciudad, como la Vila Olímpica. Señalé, incluso, una anécdota que uso frecuentemente y que tiene por protagonista a una compañera del Observatori d'Antropologia del Conflicte Urbà (OACU), Gaby Navas, la cual se encontraba en aquel momento haciendo su tesis sobre este barrio del Districte de Sant Martí.

Como doctoranda, había tenido que cambiar su metodología de investigación, del trabajo de campo clásico al estudio histórico y de gabinete, porque, literalmente, era imposible observar el comportamiento de los vecinos y vecinas en el entramado urbano de la Vila Olímpica si estos no lo practicaban; es un barrio que se encuentra generalmente vacío de peatones y otros usuarios. Sorprendentemente, mi comentario fue acogido sin reticencias por parte de mis compañeros de mesa —cuando algunos de ellos viven, incluso, en la zona—, dando por finalizado el debate sin más contrariedades. Sin embargo, cuando ya apuntaba a marcharme, una mujer, de unos 45-50 años, se me acercó y, tras presentarse como trabajadora de Iniciativa per Catalunya (ICV), me espetó: “No sé por qué dices que los vecinos y vecinas no usamos el espacio público de la Vila Olímpica. Todos los fines de semana, cuando hay buen tiempo, organizamos actividades colectivas en los jardines de nuestros patios interiores de manzana”. 

El diseño del barrio la Vila Olímpica, torres de pisos firmados por arquitectos con Premios FAD, con interiores privados de manzana, calles y avenidas amplias y un centro comercial, empujaba a un recogimiento interior que, por otro lado, era muy del gusto de las clases medias recién instaladas

De la Villa Olímpica a Madrid

Aunque existen notables diferencias entre los Programas de Acción Urbanística (PAU) que describe Jorge Dioni López en su libro La España de las piscinas. Como el urbanismo neoliberal ha conquistado España y transformado su mapa político, sobre todo por el origen, localización y contexto histórico de este tipo de desarrollos, las características sociales y urbanas de la Vila Olímpica coinciden ampliamente con las particulares y procesos que son descritas con tanto detalle y acierto en la obra. Este singular barrio de Barcelona, como su nombre propio indica, sirvió para acoger, durante las olimpiadas de 1992, a los deportistas que participaban en el evento, pasando los pisos y apartamentos, una vez concluidos los Juegos, a ser vendidos en el mercado libre —el Ajuntament socialista necesitaba ingresos para enjugar la deuda ocasionada por la celebración—. 

Los precios alcanzados, difíciles de soportar para la gran mayoría de los vecinos y vecinas del barrio, Poblenou, y la ciudad, hicieron que las viviendas acabaran, en su mayoría, en manos de profesionales liberales, profesores universitarios y funcionarios. El diseño del barrio, torres de pisos firmados por arquitectos con Premios FAD, con interiores privados de manzana, calles y avenidas amplias y un centro comercial, empujaba a un recogimiento interior que, por otro lado, era muy del gusto de las clases medias recién instaladas. De esta forma, y tal y como sostiene la tesis principal del libro de Jorge Dioni, “el urbanismo crea ideología”, aunque quizás, como sostenía el filósofo y sociólogo francés, Henri Lefebvre, habría que modificar tal aseveración, algo que seguro el autor apoyaría, señalando que el urbanismo es ideología. 

De esta forma, los Gobiernos franquistas no se mostraron, en absoluto, interesados en contentar a una clase trabajadora que había sido destrozada por la Guerra sino, más bien, en desmontar sus anhelos

La obra de Dioni comienza con una declaración de sinceridad: él no es urbanista, arquitecto ni sociólogo, solo un periodista que vive en un PAU y que se interesa por la relación entre desarrollo urbano y política. Sin embargo, también desde el inicio, el autor deja claro su manejo de los mimbres básicos, y no tan básicos, que constituyen el conocimiento necesario para elaborar este interesante ensayo. La primera parte del libro se encuentra dedicada a definir y localizar los PAU y, lo que es más interesante, sus habitantes, los PAUERS. La tesis de Dioni es clara, España, a diferencia de otros países de su entorno, no vivió en el siglo XX un periodo postbélico dominado por la hegemonía antifascista y la alternancia en el poder de dos formaciones políticas diferentes —socialdemócratas y democristianos— pero que tenían un objetivo en común, el desarrollo del Estado del Bienestar como alternativa apaciguadora a un movimiento obrero que, además de participar activamente en la Guerra, contaba con un referente político y social poderoso, la Unión Soviética. De la Guerra Civil española no surgió una República antifascista, como en Italia, sino la Dictadura del General Franco, el cual, tras la finalización de la conflagración mundial, se mostró como un pragmático aliado anticomunista para un Estados Unidos inmerso en la Guerra Fría.

Urbanismo
La España de las piscinas Jorge Dioni López: “La izquierda debe montar un tenderete cada fin de semana en los PAU y no ir solo cada cuatro años”
El desarrollo urbanístico no está libre de ideología ni mucho menos, más bien crea y moldea un mundo individualista que nos convierte en conservadores. El urbanismo neoliberal ha conquistado España.
Desmontar los anhelos

De esta forma, los Gobiernos franquistas no se mostraron, en absoluto, interesados en contentar a una clase trabajadora que había sido destrozada por la Guerra sino, más bien, en desmontar sus anhelos. Y para ello, además de la represión, y en relación con el objeto del libro, desarrolló una política destinada a convertir, en la ya famosa frase del primer Ministro de Vivienda, José Luis Arrese, “un país de proletarios en un país de propietarios”. Para las élites del país, nuevas y antiguas, esta fórmula solo tenía ventajas: no solamente apaciguaba los posibles ánimos subversivos de las clases populares, sino que permitía poner en marcha una dinámica de acumulación basada en el urbanismo y la construcción, íntimamente ligada al turismo en algunas zonas, que ha llegado hasta hoy.

Son numerosas, y conocidas, las fortunas que se forjaron bajo su manto, desde los Koplowitz y su empresa Fomento de Construcciones y Contratas (FCC), hasta el propio Josep Antoni Samaranch, Presidente de la Diputación de Barcelona bajo el franquismo y posterior Presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), pasando por los Escarrer propietarios de la cadena hotelera Meliá. Una vez finalizada la Dictadura, los distintos gobiernos democráticos, principalmente los primeros del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), se encargaron de aplicar los preceptos constitucionales entre los que se encontraba el desarrollo de los servicios de un Estado del Bienestar hasta aquel momento inexistente. El patito feo de aquel despliegue fue, como ni podía ser de otra manera, la política de vivienda, esfera ésta que, como bien se encarga de recordarnos el autor, queda recogida en el artículo 47 de la Carta Magna, Capítulo Tercero, “De los principios rectores de la política social y económica”, la cual no goza del amparo de la consideración de derecho fundamental.

Es en este sentido que Jorge Dioni habla del modelo madrileño, que más que apellido territorial, habría de ser político, neoliberal, aunque a estas alturas casi son sinónimos

Además, la redistribución del poder territorial establecida en la Constitución, con el establecimiento original de las Comunidades Autónomas y el reparto del poder entre éstas, el Gobierno central, las Diputaciones Provinciales y los municipios, permitió que existieran distintas dinámicas, momentos y perspectivas en la aplicación de las políticas urbanísticas y de vivienda. Es en este sentido que Jorge Dioni habla del modelo madrileño, que más que apellido territorial, habría de ser político, neoliberal, aunque a estas alturas casi son sinónimos. Las políticas de liberalización del suelo de la Comunidad de Madrid han hecho del PAU buque insignia, siendo éste únicamente modulado en función del color político del Ayuntamiento que lo pusiera en marcha. Esto ha permitido, además, la aparición de ciertas aldeas galas, como Rivas-Vaciamadrid, donde los PAU han estado presentes, pero en los que el liderazgo municipal ha hecho que la ideología predominante no se escorase hacia la derecha, sino que permaneciera ciertamente fiel a la izquierda local. 

Es de destacar en el debe del autor del libro el uso abundante de juegos de palabras, metáforas, parábolas y símbolos para referirse al objeto de su disección. En este sentido destaca el concepto de frontera, muy vinculado, precisamente, al desarrollo ideológico posterior de los PAUERS. Vivir en la frontera es vivir en la precariedad, la amenaza y la incertidumbre, una situación de incertidumbre que, como en las películas del oeste, acaba por forjar un carácter el cual, a diferencia de Hollywood, no se basa en la posesión de armas, la construcción de cabañas de madera o una dura vida dedicada a la agricultura y al ganado, sino a la búsqueda de aquellos servicios necesarios para la reproducción social básica que no son ofrecidos por las administraciones: la sanidad, la educación, el transporte o el consumo más elemental. Es por esto que estas familias de frontera acaban contratando pólizas de seguro privadas, llevando a sus hijos a escuelas concertadas o privadas, aparcando más de un coche en sus garajes o visitando con frecuencia el centro comercial más cercano.

Pero no solo eso, estar en contacto con un paisaje homogéneo, de calles rectas con nombres al por mayor, genera otro fenómeno: la desconexión con el resto de la ciudadanía

Este proceso acaba, lógicamente, por ver el pago de impuestos como una carga en la que se participa pero de la que uno no es beneficiario, y a los usuarios de estos servicios como chupópteros y paniaguados. Pero no solo eso, estar en contacto con un paisaje homogéneo, de calles rectas con nombres al por mayor, genera otro fenómeno: la desconexión con el resto de la ciudadanía. No puede ser de otra manera si, en vez de respirar el aire cargado del Metro o el autobús, contemplas la realidad desde la comodidad con aire acondicionado de tu coche. De ahí a la simpatía y al voto a opciones de derecha liberal, derecha de toda la vida o, cuando ésta decepciona, extrema derecha solo hay un paso. A destacar el recorrido que el autor realiza por la comunidad madrileña, pero también por ambas Castillas y, en menor medida, Andalucía y Catalunya, en relación con los cambios en la opción de voto en las zonas PAU que se encuentran alrededor de las capitales de provincia. Unos cambios que han ido del naranja inicial de Ciudadanos, al azul del Partido Popular (PP) o al verde de VOX y, en menor medida, de vuelta al rojo del PSOE.

La estructura urbanística de este tipo de desarrollos acaba por instituir una superestructura ideológica conformada, fundamentalmente, por valores individualistas como la privacidad, la homogeneidad étnica y de clase, la (in)seguridad o la desconfianza generalizada

Segunda parte

La segunda parte del libro está dedicada, precisamente, a analizar los efectos de esta segregación desde el punto de vista social, pero también de la seguridad, la estructura familiar o de la movilidad de los PAUERS. El punto es siempre el mismo: la estructura urbanística de este tipo de desarrollos acaba por instituir una superestructura ideológica conformada, fundamentalmente, por valores individualistas como la privacidad, la homogeneidad étnica y de clase, la (in)seguridad o la desconfianza generalizada. Si tuviéramos que trazar un paralelismo podríamos volver, otra vez, a los pioneros y padres fundadores norteamericanos, en concreto, a la propuesta de democracia jeffersoniana.

Thomas Jefferson, tercer Presidente de los Estados Unidos de América (EEUU) y redactor de la Declaración de Independencia, era un ferviente partidario de una estructura política constituida por pequeños propietarios que, una vez garantizado su sustento —el tema de la esclavitud siempre fue una patata caliente en manos de los líderes de la independencia—, se auto-organizaran para gestionar sus intereses comunes al modo de la antigua polis griega. Lo político quedaba, de esta manera, desgajado completamente de lo económico; lo público era aquello que ocurría fuera de la esfera productiva, lo cual era, a su vez, lo privado. Esta propuesta, típica de la filosofía política liberal posterior y tan del agrado de pensadores como Hannah Arendt, podría ser fácilmente trasladable el caso de los PAUERS ya que éstos, una vez solventada y establecida su pertenencia a una clase media —sea eso lo que sea— que les garantiza unos ingresos y un nivel de consumo, depositarían su confianza en aquellas opciones políticas que, aun apostando por ciertas políticas avanzadas dentro de la guerra cultural, no pondrían nunca en cuestión su situación material privilegiada. 

En la misma línea de utilización inteligente de metáforas se encuentra la dicotomía simbólica que Dioni establece entre catedrales y monasterios. Las primeras actuarían como alegoría de lo urbano, mientras que las segundas estarían vinculadas al mundo rural. Ni que decir tiene que los PAU serían dignos representantes de estas segundas; espacios tranquilos, agradables e higiénicos, donde es posible retirarse a vivir una existencia de paz y tranquilidad alejado del fogón de brujas, en palabras de nuevo de Henri Lefebvre, que supone la vida en la ciudad. Porque aquí está el moll de l’os de la cuestión: los PAU no son solo elementos constituyentes de la economía española, actuando como paracetamoles de la vida social y auténticos motores económicos, sino que suponen el ejemplo último de aquello que el sociólogo estadounidense Richard Sennet vino a denominar, en la obra del mismo nombre, El declive del hombre público. Todo lo que acontece en las calles y plazas de la ciudad es ajeno a la concepción burguesa de sociedad, la cual encuentra su verdadera razón de ser y su máximo desarrollo moral en la privacidad de nuestros hogares. Los monasterios/PAU funcionarían, de este modo, como reductos espirituales, ámbitos que permitirían el ejercicio de una privacidad y una sociabilidad específica, alejada en lo posible de las catedrales/ciudades que suponen el ámbito de lo urbano, lo espontáneo, lo imprevisible, lo público..., lo vivo. 

El autor finaliza su obra dedicando unos párrafos a una especie de Qué hacer leninista actualizado. Aunque las propuestas surgen aquí y allí diseminadas por el libro, es durante las últimas páginas que Dioni analiza el papel del 15M y propone a los viejos/nuevos partidos de la izquierda que no dejen los PAU para la efervescencia de las campañas electorales. Al 15M lo sitúa en el ámbito del ciudadanismo propuesto por Manuel Delgado, calificándolo como un movimiento clasemedista ciertamente conservador que proponía, o exigía, una vuelta a las promesas del ascensor social. En este sentido recuerda a las críticas establecidas por parte del movimiento LGTBI en torno al matrimonio homosexual, el cual habría dejado de lado su ataque a la institución familiar clásica en sí, para abrazar el derecho a ser como todo el mundo. Y a la izquierda les recomienda establecer bases operacionales en estos lugares, más o menos permanente, si no quieren perderlos para siempre desde un punto de vista electoral.

La obra de Jorge Dioni, en línea con otros ensayos recientes, tiene un cierto tinte generacional, situando los PAUERS como resultados de una determinada organización territorial más que como elementos conformantes de una dialéctica específica entre espacio y sociedad, pero no por ello deja de ser de enorme relevancia a la hora de analizar algunas características de la sociedad española contemporánea. Esperamos más libros como éste, no solo de él, sino también de Arpa Editores, la cual está presentando una serie de obras, en su línea de publicaciones sobre política, sociología o urbanismo, de máxima relevancia a la hora de impulsar un debate público que, como sociedad, no podemos volver dejar pasar. 

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