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Movimiento obrero
“La gran victoria del capitalismo es resignificar la idea de libertad legitimando relaciones de dominación”
Alex Gourevitch, miembro del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Brown, Massachusetts, Estados Unidos, se expresa en un perfecto español con acento, por momentos, mexicano. Y es que el autor de La República Cooperativista. Esclavitud y libertad en el movimiento obrero, publicado recientemente por Capitán Swing, no solo conoció a su mujer en Girona y pasó su luna de miel en Andalucía, sino que, además, se crió en el sur de California. Estos días visita Europa para presentar su último libro, una obra centrada en los Caballeros del Trabajo, Knights os Labour, por su nombre original en inglés, un movimiento obrero, nacido en Estados Unidos a final del siglo XIX, que apostaba por llevar al máximo las teorías y propuestas republicanas a través del establecimiento de una República Cooperativista en el país norteamericano. Nos encontramos en una librería del Eixample barcelonés para charlar sobre el libro.
Lo primero que haré será felicitarte por tu nivel de español y preguntarte por cómo lo conseguiste.
Gracias, crecí en San Diego, California. Para mis padres, como inmigrantes europeos, era muy importante no solo hablar inglés, sino también otros idiomas. El idioma que se escuchaba en San Diego era el español. De hecho, mi madre también lo hablaba. Luego, con 12 años, vinimos a vivir a Madrid dos meses. Fui una escuela aquí. Años después pasé un verano en México y fue allí donde realmente perdí la vergüenza de equivocarme, que es lo que creo que es más importante a la hora de aprender un idioma.
Al contrario que una gran cantidad de familias de origen latinoamericano, que sacrifican su idioma materno en aras de una mejor integración, tu familia apostó por el aprendizaje de idiomas.
Sí, los inmigrantes de origen latinoamericano tienen un prejuicio contra el español. Pero para mi familia, que fueron judíos socialistas, mencheviques, que primero huyeron de Stalin y luego de la Alemania nazi, las circunstancias eran totalmente diferentes. Ellos mantuvieron un espíritu cosmopolita, hablaban muchos idiomas. La lengua materna de mi padre fue el ruso, aprendió posteriormente inglés en la escuela. En nuestra familia era muy importante poder comunicarse.
Leyendo el libro, uno no puede dejar de pensar que eres una persona fuertemente comprometida con la izquierda política. ¿Esto viene por tu familia o por el ambiente multicultural y obrero de tu San Diego natal?
Sería fácil decir que por un poco por todo, pero no es así. Tiene que ver, principalmente, con mi familia. Provengo de una familia de izquierdas que huyeron de Europa debido a diversas persecuciones. Aunque, por decirlo llanamente, somos étnicamente judíos, para mi familia lo más importante siempre fue el socialismo. Yo crecí con historias sobre quiénes eran los mencheviques, por qué fueron importantes, por qué tenían una versión diferente del socialismo de la de los bolcheviques... Por otro lado, cuando era pequeño, mi ciudad era muy provinciana y conservadora. Nuestro representante en el Congreso era un señor muy conservador, interesado en la institucionalidad y el papel que jugaba el ejército norteamericano como potencia mundial. Además, mi distrito escolar era mayoritariamente evangelista, mi familia tenía que luchar contra las teorías creacionistas que estos querían imponer. Nadie a mi alrededor hablaba del socialismo de Europa, eso hizo que me sintiera algo extraño. El izquierdismo de mi familia no era de tipo liberal, clásico de Estados Unidos y propio del Partido Demócrata, sino más cercano al europeo.
Los Caballeros del Trabajo fue la primera organización política que tuvo éxito en unir obreros de todos los lugares
Entrando ya en el libro, este realiza un recorrido histórico por gran parte del siglo XIX estadounidense. ¿Te consideras un historiador o un politólogo?
Aunque soy miembro de un Departamento de Ciencias Políticas, estoy ubicado en el área de Teoría Política. Mi manera de estudiar la política es desde el pensamiento, más que desde otras perspectivas. Pertenezco a una tradición que estudia las ideas en relación a su contexto histórico, pero no la historia política o social de un determinado país o región. Para mí el contexto importa en cuanto que es relevante para entender el nacimiento, la transmisión o la muerte de las ideas.
¿Qué te lleva a interesarte por los Caballeros del Trabajo o Knight of Labour?
Me interesaron por varias razones. Fue la primera organización política que tuvo éxito en unir obreros de todos los lugares, de todas las culturas y de todas las raíces en una sola organización. Esto, en la historia de los Estados Unidos, ha sido casi imposible. Y creo que tuvieron éxito porque, más allá de otras cuestiones, pusieron el énfasis en la libertad.
¿En la libertad como no dominación, no como no injerencia, tal y como sugieres en el libro?
Exacto. Para ellos todos los obreros tenían un mismo interés, conseguir esa libertad. Era el elemento fundamental que los unía. Y esto solo podía conseguirse si luchaban unos junto a otros de forma colectiva, pese a las diferencias religiosas o identitarias. Ahora mismo hay mucha gente pensando en renovar el pensamiento de la izquierda, en unirla, y, para mí, si los Caballeros del Trabajo lograron existir durante tanto tiempo fue precisamente por eso, porque fue un movimiento que puso la libertad en el centro. Es necesario tener en cuenta que una organización de similares características no volvió a aparecer hasta los años 30 del siglo XX, décadas después.
Conseguir la libertad, entendida como no dominación, solo podía conseguirse si luchaban unos junto a otros de forma colectiva, pese a las diferencias religiosas o identitarias
¿Crees que no entrar en otros elementos más que la libertad como forma de lograr este denominador común fue una decisión consciente por parte de los Caballeros?
Sí, fue consciente. Para ellos, el valor de la libertad era un valor transversal para el movimiento obrero. Independientemente de su nivel de formación o del sector productivo, si eran trabajadores industriales, de servicios o de la agricultura, todos tenían un interés común que los conectaba. La idea de la creación de una República Cooperativa, que era el objetivo final, solo tenía posibilidades de existir si funcionaba de una manera colectiva. Una persona solo podía apostar políticamente por la libertad, entendiéndola, de nuevo, como no dominación, si esta libertad era aceptada por todos y todas. De hecho, aunque hoy día la economía estadounidense ha cambiado de forma radical, comparto con ellos que ese elemento continua siendo el más importante, el que yo considero que podría unir a toda la clase obrera.
Cuentas que los ancestros de los Caballeros del Trabajo, los workies, era gente que, buscando una teoría que les diera argumentos contra otras formas de entender la libertad, una libertad más ligada a la no injerencia, al laissez faire, llegaron al Valor-Trabajo de John Stuart Mill y otros. No obstante, te dejas al teórico más importante a la izquierda cuya base también es el trabajo, Karl Marx, ¿por qué?
Había muchos marxistas en los Caballeros del Trabajo. De hecho, algunos eran miembros del Partido Socialista. Pero los Caballeros mantenían una visión política diferenciada. Para ellos, el marxismo estaba centrado en ocupar el poder del Estado de forma que, una vez allí, se socializara la propiedad de los medios de producción y se comenzara a funcionar de una forma más o menos centralizada. Los Caballeros fueron más precavidos, por dos razones. La primera fue que la idea de libertad que ellos comprendían suponía no forzar nada ni a nadie. La economía de los trabajadores debía crearse desde abajo mediante adscripciones voluntarias, mientras que la toma del poder del Estado significaría todo lo contrario. Ellos entendían que había que avanzar de forma cooperativa mediante un crecimiento orgánico, más o menos lento. La segunda razón era que, en el contexto norteamericano, la represión, tanto por parte de las corporaciones como por parte del Estado, era tan fuerte que pensaron que la toma del poder del Estado era una imposibilidad. Cada vez que trataban de conseguir algo, una modificación legislativa para avanzar en las ocho horas de jornada laboral, o ponían en marcha una huelga, el Estado, representante final de los propietarios, anulaba dicha ley vía judicial o enviaba a la policía a romper la huelga mediante la violencia. De esta forma, pensaron que intentar este asalto al poder era desperdiciar energía. Aunque apoyaron en numerosas ocasiones determinados candidatos de partidos de izquierda, prefirieron mantener una visión distinta del movimiento obrero. La democracia estadounidense, en ese sentido, tiene muchas limitaciones.
Esto me lleva a esa afirmación que señala que Estados Unidos es una república más que una democracia.
Sí y no. Es una república en cuanto a forma de Estado, con énfasis en la representación; una república muy particular, muy americana. Pero si pensamos en una república en cuanto a soberanía popular, entonces es una democracia muy limitada. Es muy difícil cambiar nada, porque la Constitución, las leyes, están pensadas como una forma organizada y articulada para el funcionamiento de los distintos poderes del Estado, pero que deja escaso margen a la participación popular.
Volviendo a Marx, este consideraba que la Revolución Francesa era un proyecto inacabado, que faltaba llevar sus valores e ideas a la economía. En el libro recoges que los Caballeros del Trabajo mantenían ese mismo proyecto. ¿Era una decisión, un marco de actuación y un relato reflexionado?
Absolutamente. Los workies, que funcionaron fundamentalmente en los años 30 del siglo XIX, ya tenían esa idea, aunque no ligada a la Revolución Francesa, sino a la Revolución Americana. Los Caballeros, por su parte, la relacionaron más con los resultados de la Guerra Civil Americana, con la liberación de los esclavos. Para ellos, esta contienda no solo estaba vinculada a la situación de los negros, al racismo, sino que iba más allá; estaba relacionada con la libertad tal y como ellos la entendían, una libertad, como hemos comentado antes, que tenía que tomar la forma del republicanismo obrero y cooperativo de productores libres e iguales. De hecho, para relacionar ambos aspectos y crear un cierto pensamiento hegemónico y de continuidad de la lucha, llegaron a usar frases o lemas de la Guerra Civil pero alterados. Por ejemplo, An irrepressible conflict between the republican system of government and slavery (Un incontenible conflicto entre el sistema republicano y el esclavismo, en español) que ellos cambiaron a An irrepressible conflict between the republican system of government and wage labour (Un incontenible conflicto entre el sistema republicano y el trabajo asalariado). Eran muy conscientes de esto.
El capitalismo en los últimos 50 años se ha justificado a sí mismo apropiándose de la idea de libertad, ligando esta al mercado y a la forma de trabajo asalariado
La parte más teórica del libro plantea la diferencia entre un republicanismo laissez faire y otro de potencialidad emanciapadora. El primero es netamente capitalista, por lo que me vino a la cabeza compañías tecnológicas y formas de trabajo que operan hoy día, como Uber o Airbnb, a nivel internacional, o Glovo en España.
El capitalismo en los últimos 50 años se ha justificado a sí mismo apropiándose de la idea de libertad, ligando esta al mercado y a la forma de trabajo asalariado. Esto no es nuevo, sino que se encuentra en el origen del capitalismo, conjuntamente con la propiedad privada. Así, el capitalismo encuentra en esta forma de entender la libertad una manera de justificar unas relaciones de dominación que le convienen. Creo que la gran victoria del capitalismo es coger la idea de la libertad, una idea que originariamente estuvo vinculada a la izquierda, y resignificarla bajo otros parámetros; unos que le permiten legitimar estas relaciones de dominación como relaciones libres. De hecho, ahora ya no pensamos en la libertad como un valor de la izquierda. Así, empresas como Uber han conseguido hacer pasar por libertad el hecho de trabajar, aparentemente, sin jefes, mediante la auto-organización individual. Y esto es cierto, porque tienes menos restricciones que si trabajas, por ejemplo, en un McDonalds, donde el encargado vigila tu desempeño. En el capitalismo de plataforma los jefes desaparecen tras la pantalla. Sin embargo, estos existen. En realidad, apenas tienes control sobre nada, quizás tu horario y poco más. Pero ese poco más puede entenderse como una forma de libertad que no existe en otras empresas. Vreo que, desde una perspectiva republicana obrera, los conductores de Uber deberían juntarse en una cooperativa que abarcase, no solo estos conductores, sino también los programadores, los ingenieros, etc.
¿Dónde encontraríamos hoy día el pensamiento obrero republicano? La lectura del libro me ha recordado algunas cosas que propone Thomas Piketty, sobre todo en lo relacionado en el reparto de las herencias, su distribución cuando se alcance una mayoría de edad, de forma más o menos igualitaria, entre la ciudadanía.
Directamente no veo a ningún autor como heredero de este pensamiento. Piketty es un economista y, como tal, plantea unas propuestas que se encuentran más relacionadas con la redistribución, con expandir la capacidad de consumo. Sus propuestas no van dirigidas a avanzar en el incremento del poder de los trabajadores. Sí que hay ideas, en otros autores, relacionadas con la reducción de la jornada laboral o la renta básica, que están más ligadas al republicanismo y otorgan una mayor libertad vinculada a la no dominación. Pero aun así, no se dirigen hacia el control de la producción de forma republicana. Esto me lleva a pensar que el intento de reapropiarse del concepto de libertad por parte de la izquierda es engañoso, porque no vuelve a los orígenes del mismo, sino que se apropia del ya resignificado por la derecha conservadora y liberal. Una libertad entendida como capacidad de comprar cosas, o con formas de negociar de manera individual tu contrato de trabajo debido al respaldo que te da el tener una renta básica, pero siempre presuponiendo que el trabajo será bajo un estado de dominación, no libre bajo la óptica republicana.
Para finalizar, ¿qué queda hoy en día de los Caballeros del Trabajo en los Estados Unidos?
Nada. Si acaso, existe como una forma de memoria, de una oportunidad perdida que sería posible recuperar si la izquierda piensa, de nuevo, en la libertad como no dominación, como autoemancipación y lucha colectiva. Hoy día, en Estados Unidos, la izquierda es muy paternalista, filantrópica, es una izquierda que busca pensar por los dominados, pero no con los dominados.