Literatura
Lucía Lijtmaer: “Los márgenes están muy bien, pero hay que ocupar el mainstream”

Úteros que hablan, rubias descartadas, madres realizadas, no madres y locas de los gatos se pasean por las páginas de Yo también soy una chica lista junto a un buen puñado de mujeres increíbles y un manifiesto.

Lucía Lijtmaer
Lucía Lijtmaer. David F. Sabadell

La Vieja Loca Que Habla Con Sus Gatos, La Mujer Invisible y la rubia de las comedias románticas se cruzan en las páginas de Yo también soy una chica lista (Destino, 2017) con gordibuenas, yummy mummies y no-mos. Lucía Lijtmaer (Buenos Aires, 1977) es la responsable de esta puesta en escena en la que cuenta con humor cómo se lee la cultura popular DG, es decir, Después del Golpe, después de ese momento en el que alguien te dice que no puedes hacer algo por ser mujer. Y te vuelves feminista.

Yo también soy una chica lista empieza con un Golpe en la Cabeza, que es “una bofetada en la conciencia, el momento en el que te haces cargo de que hay algo que te diferencia de la otra mitad de la población, y ese algo es tu condición de mujer”. ¿Cómo fue el tuyo? 
Estaba en una reunión informal de la que podríamos estar cualquiera de nosotras preparando un proyecto y un compañero me hizo callar porque otro tenía cosas mucho más interesantes que decir, parece ser. En esa misma reunión me dijo dónde sentarme. Después de eso me sentía muy mal y no sabía exactamente por qué. Lo compartí con amiga a la tarde y me dijo: “Pero, ¿qué quieres decir? ¿Te ha mandado callar como un profesor en clase?”. Y sí, fue exactamente así, fue esa sensación de reprimenda. No fue el golpe más humillante, pero sí el que más me dio la pista de que algo no estaba bien ni siquiera en un espacio tan íntimo, tan fácil, como era con amigos. 

¿A quién crees que le haría falta darse ese golpe?
Creo que a todas esas políticas que se dicen feministas pero sus políticas no lo son. A mí me molesta mucho que la derecha en España utilice el feminismo como una venta blanca colectiva de todos los partidos cuando no es así. No dudo de que en su individualidad muchas políticas se consideren feministas, pero sus políticas no lo son. El feminismo es práctica.

¿No te mojas y das un nombre?
Cristina Cifuentes, Andrea Levy. No dudo que hayan sufrido el machismo, pero creo que la derecha en general no defiende los valores feministas. Por eso no son incómodas y por eso el PP puede tener muchas mujeres en sus filas, porque no cuestionan el sistema.

La derecha puede permitirse tener muchas mujeres en sus filas porque no son incómodas, no cuestionan el sistema

¿Las feministas tienen que ser incómodas? 
Sí, claro. 

Colaboras en varios medios. Organizas desde hace varios años el festival Princesas y Darthvaders. Haces radio. Y este es tu tercer libro. ¿Tienes prisa por hacer todo antes de convertirse en La Mujer Invisible, esa mujer profesional de más de 45 a la que nadie ve de la que hablas en Yo también soy una chica lista?
No puedo ser de otra manera, es una cuestión de inquietud. Si no escribo material propio más allá del periodístico me falta el oxígeno. Y el festival Princesas y Darthvaders es una herramienta para mostrar el trabajo de otra gente y crear algo que tiene que ver con ocupar el mainstream, que es un espacio muy importante. Los márgenes están muy bien, pero el discurso feminista tiene que adquirir cierta centralidad para no hablar solamente entre nosotras. Hay que llegar a gente a la que probablemente no estábamos llegando de otra manera.

El discurso feminista tiene que adquirir cierta centralidad para no hablar solamente entre nosotras

¿Y el festival está consiguiendo eso?
Creo que sí, no es un festival grande pero está teniendo su espacio y adquiriendo cierta relevancia.

Gordibuena, fofisano, yummy mummy, Club de las Mujeres Realizadas por la Maternidad, Mujer Invisible, LVLQHCSG… ¿A tu libro le falta un glosario?
¡Espero que se entienda sin él! Creo que hay conceptos que en los medios de comunicación, revistas, en el periodismo llamado de tendencias se usan mucho y hemos naturalizado. Estamos acostumbrados a ir incorporando términos, como por ejemplo gordibuena, fofisano o pollavieja, que aparecen y renombran cosas. A mí lo que me interesa es el concepto que hay detrás.

Después de haberse publicado hace unos días un artículo de Javier Marías sobre Gloria Fuertes…
¡No lo he leído!

Pues dejemos de lado a Marías… ¿Gloria Fuertes es una chica lista?
Por supuesto. Una persona que ha vivido libremente y contra la imposición del sistema patriarcal en el que estamos me parece reivindicable. Además me parece una persona maravillosa y una poeta excepcional. Creo que hay una tendencia a crear un revulsivo desde lo más rancio para llamar la atención que es una involución absoluta y que responde a que cada vez hay más discusión sobre ciertos temas. Estos señores simplemente muestran una patita que antes no mostraba porque no lo veían necesario.

Una persona como Gloria Fuertes, que ha vivido libremente y contra la imposición del sistema patriarcal en el que estamos, me parece reivindicable

¿Es una pataleta de señor?
Creo que sí, aunque no lo he leído.

En la narrativa del Club de las Mujeres Realizadas por la Maternidad las opciones que se contemplan para que una mujer sea feliz son ser madre o ser madre… ¿Crees que la maternidad es un espacio que aún no ha ocupado el feminismo?
No. Hay un discurso feminista de la maternidad interesantísimo, de una maternidad más rebelde, desde los cuidados como la de Dónde está mi tribu, de Carolina del Olmo, o desde las maternidades subversivas, como las que muestra el trabajo de Gabriela Wiener o María Llopis. Pero me parece que de lo que se habla menos es de la posibilidad de la no maternidad, aunque ahí Silvia Nanclares lo está tratando en Quién quiere ser madre. El 30% de las mujeres nacidas entre 1975 y 1982 no serán madres, y no por elección. Y tenemos que hablar de qué pasa con esas mujeres, con esa frustración.

El 30% de las mujeres nacidas entre 1975 y 1982 no serán madres, y no por elección. Tenemos que hablar de qué pasa con esas mujeres, con esa frustración

Pero de lo que hablo en mi libro es más bien de las yummy mummies, de los blogs de las madres mormonas maravillosas y guapísimas que hacen galletas. Hablo del retrofeminismo y del discurso conservador de que la maternidad es un espacio de retorno a la casa. Me parece que eso es una involución.

Una de las sorpresas de tu libro es la de tu pasado como traductora de porno…
Sí, era en una productora y entonces se empezaban a hacer vídeos subtitulados. Yo no soy antiporno pero creo que en los medios se habla de porno como si tuviera que gustar. Forma parte del discurso prosex, pero tenemos que tener en cuenta las condiciones en las que se está realizando pornografía, que no siempre son condiciones de justicia para las chicas. Forman parte de una picadora de carne y eso a veces se deja un poco de lado.

¿Cuál ha sido tu experiencia con troles?
Mi experiencia ha sido sobre todo como periodista. Dejé de leer los comentarios a mis artículos porque eran muy agresivos, y porque me daba cuenta de que acabas intentando agradar a gente a las que nunca vas a agradar. Mi primer insulto, como cuento en el libro, es “basura becaria”. Trabajaba en el periódico adn, y en ese momento la moderación de comentarios no era como ahora. No he tenido troles cuando firmaba solo con mi apellido y no sabían si era o no mujer. Era notable la diferencia de trato. Las mujeres que damos nuestra opinión y que tenemos cualquier tipo de trabajo escrito estamos expuestas a los insultos solo por ser mujeres.

Acabas haciendo una lista de chicas listas en la que están Mary Poppins (una mujer soltera que lleva un traje parecido a los de las sufragistas), Courtney Love (a quien responsabilizas –justamente– del demencial uso del eyeliner que hicimos las adolescentes de los 90) o la increíble Annie Edson Taylor (que se lanzó por las cataratas del Niágara en un barril acolchado... y sobrevivió). ¿Hay alguna mujer que puedas añadir y no haya cabido en el capítulo?
Muchísimas. Por poner un ejemplo de aquí, Maruja Torres. Es una persona que ha hecho muy buen periodismo y que ha intentado hacer siempre lo que ha querido. Viene de una situación donde era más difícil expresar ciertas cosas y sigue haciendo lo que le da la gana, y eso me gusta.

Te has tragado muchas comedias románticas –y aun así te diste el Golpe en la Cabeza–. ¿Sigues viendo comedia romántica?
Ahora veo menos. Me gusta la comedia romántica porque es cine de género, donde la fórmula se repite y la conoces. Hay que reírse de ella y es lo que hago en el capítulo en el que explico cómo salvar a la rubia. Ahora no consumo tanto, pero me gustan mucho algunas donde cambia ese subtexto y las cosas son diferentes. Por ejemplo Obvious child, sobre una chica que trabaja en stand up, conoce a un chico, se queda embarazada, y la comedia se desarrolla hasta el aborto de ella. O sea, es una comedia romántica norteamericana donde hay un desarrollo, hay tensiones, y el final es el aborto de ella. Me parece un cambio de paradigma bastante interesante.

¿En qué estás ahora?
En una novela que estoy terminando de retocar.

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