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Unión Europea
Europa en disputa
El futuro de Europa está en disputa, y las nuevas alianzas y los compromisos que se forjen decantaran el porvenir de una Unión Europea que tras esta crisis puede salir más unida o certificar su decadencia.
La crisis que se cierne, principalmente, sobre los países europeos a causa del coronavirus, ha situado en la contienda de las ideas las diferentes aproximaciones económicas que los países y las propias instituciones europeas tendrán que proyectar. Las extenuantes reuniones que se están viviendo estos días en el seno de las instituciones europeas ponen de relieve los diferentes enfoques sobre las respuestas económicas que debe aportar Europa ante los grandes peligros que las consecuencias del virus suponen.
Los retos a los que se enfrentan los gobiernos son de tal calado que no son pocas las voces que alertan sobre el desencadenamiento de una crisis que obliga a posar la mirada sobre la anterior recesión en 2008. Durante el inicio de la década que inauguraba el 2011 y los consiguientes años, las clases populares tuvieron que sufrir la devastación de los sistemas de bienestar, lo que se tradujo en una serie de políticas de austeridad materializadas en reducción de salarios, abaratamiento de los despidos, vaciamiento de la hucha de las pensiones, un descomunal incremento de los desahucios, etc.
Los efectos de esa crisis sacudieron el panorama político europeo, generando respuestas que se han traducido en la emergencia de nuevos actores que a su vez han participado de la quiebra de los sistemas de partidos en la generalidad de los países de Europa. La experiencia griega fue la única materialización de la llegada al gobierno del nuevo conjunto de partidos europeos conocidos como “populistas de izquierda” o anti-austeridad.
El fracaso en el intento de paliar las medidas de austeridad certificaba la idea de que los consensos neoliberales esgrimidos por el stablishment europeo y las principales potencias tenían enorme peso
Su fracaso en el intento de paliar las medidas de austeridad que imponía la aplicación del memorando de entendimiento, en el que se aceptaba rescatar la economía griega a cambio de la asunción de medidas de recortes y contención del gasto público, certificaba la idea de que los consensos neoliberales esgrimidos por el stablishment europeo y las principales potencias, tenían un peso de tal envergadura, que eran imposibles de cuestionar incluso desde posiciones de gobierno.
La crisis sanitaria que a día de hoy sigue afrontando el mundo entero y en especial, en el contexto europeo, España e Italia, marca el camino hacia un nuevo periodo de recesión económica en el que el cierre numerosas pequeñas empresas, la pérdida de miles de puestos de trabajo y el tremendo impacto en sectores fundamentales para nuestra economía como el turismo; tendrán una tremenda repercusión sobre la economía y las condiciones de vida de los ciudadanos.
La crisis del coronavirus ha llegado a desencadenar sucesos históricos como la mayor caída en bolsa del Ibex 35 o el hundimiento de Wall Street llegando a valores solo comparables a 1987. No son pocos los que argumentan que las consecuencias que estamos viviendo no son solo fruto de la causa vírica, sino síntoma de nunca haber abandonado el clima de crisis inaugurado en 2008. El débil crecimiento económico no habría sido suficiente para revestir los servicios públicos europeos de las condiciones óptimas para combatir las consecuencias de la pandemia.
Las políticas de austeridad no solo han empobrecido nuestras poblaciones, sino que las habría hecho más vulnerables a los shocks económicos fruto de situaciones excepcionales
Según las Memorias Oficiales del Servicio Madrileño de Salud, la plantilla de sanitarios en la Comunidad de Madrid al comenzar 2019, 54.531; era menor a la disponible en 2010, 55.433. La hipótesis que estaríamos manejando es que las políticas de austeridad no solo han empobrecido nuestras poblaciones, sino que las habría hecho más vulnerables a los shocks económicos fruto de situaciones excepcionales no previstas por el mercado.
Ante esta perspectiva tan poco alentadora hemos podido ver como la “opción neoliberal” ha ido perdiendo fuerza, sin que podamos afirmar que estemos ante un cambio de paradigma. Así lo certifican los enfrentamientos que hemos podido observar en el seno del gobierno de España entre el sector económico encabezado por Nadia Calviño y María Jesús Montero, Ministras de Economía y hacienda respectivamente; más reticentes a tomar medidas que pudieran afectar al funcionamiento de las empresas; y diversos ministros de Unidas Podemos y el PSOE.
Sin embargo la gran batalla, de nuevo, se vive en Europa acerca de la posibilidad del diseño de planificación de una suerte de Plan Marshall especial que permitiera la emisión de bonos europeos enfocados en mutualizar la deuda y sufragar parte del gran gasto público que los gobiernos están teniendo que asumir en aras de combatir los efectos humanos e infraestructurales que está generando la expansión pandémica.
De nuevo, la fracción norte/sur vuelve a ser determinante a la hora de determinar los principales afectados por la crisis
De nuevo, la fracción norte/sur vuelve a ser determinante a la hora de determinar los principales afectados por la crisis. Además se corre el riesgo de que de nuevo los más pobres tengan que ser los que tengan que hacer los mayores esfuerzos para combatirla. De la misma forma que el gobierno griego se enfrentaba en 2015 al eurogrupo con el fin de reestructurar la deuda para evitar imponer mayores recortes a su población; son varios los países que en la pasada reunión del Consejo Europeo han defendido la necesidad de que la Unión Europea haga un esfuerzo e impulse un programa de amplio gasto público basado en los llamados “eurobonos”.
Coronavirus
La Unión Europea, a medio pulmón
Sin embargo, en frente vuelve a estar las clásicas potencias europeas que en 2015 descabalgaron el plan de Varoufakis. Mientras que Francia, Italia, España, Bélgica, Grecia, Portugal, Eslovaquia, Irlanda, Lituania, Eslovenia, Letonia, Estonia, Chipre y Luxemburgo se habrían posicionado a favor de los eurobonos; Alemania, Países Bajos, Austria, Finlandia y Malta se oponen firmemente a la medida. Mark Rutte, primer ministro holandés afirmó tras la reunión del Consejo Europeo lo siguiente: “No veo cómo nosotros en algún momento podemos aceptar los coronabonos o los eurobonos. Suponen una transferencia que va más allá de lo previsto en Maastricht y el euro”.
Es curioso cómo incluso personajes que fueron protagonistas durante la crisis de la deuda griega vuelven a encarnar papeles similares
Es curioso cómo incluso personajes que fueron protagonistas durante la crisis de la deuda griega vuelven a encarnar papeles similares. El eje que vertebra el gobierno de Angela Merkel de nuevo se convierte en el principal óbice de las aspiraciones keynesianas de los gobiernos del sur, acompañados esta vez de nuevos socios, algunos tan sorprendentes como en el caso de Francia.
Coronavirus
Aplicaron austericidio, mata el coronavirus
En el nombre del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, hoy suspendido, se han aplicado recetas de austeridad en toda Europa que han debilitado nuestro sistema económico y sanitario.
El contexto, sin embargo ha cambiado significativamente. Las medidas de austeridad que siguieron a la crisis de 2008 han situado a la Unión Europea en un contexto de crisis política sin precedentes. El enquistamiento institucional fruto del aumento de la fragmentación parlamentaria, la emergencia de la extrema derecha o el desgaste de los partidos clásicos que gestionaron la Gran Recesión, son losas que aún pesan sobre la cabeza de los responsables de las respuestas económicas que un día se dieron, por lo que aplicar la misma fórmula se convierte en un factor de riesgo.
Además, la relación de fuerzas ha variado tremendamente. Mientras que en 2015 veíamos a un gobierno griego sitiado por el resto de potencias europeas y abandonado por parte de sus socios meridionales, la situación actual se caracteriza por el consenso generado en torno a un nuevo eje encabezado por la unión de los países del sur de Europa.
Antonio Costa, primer ministro portugués, ha tachado de “repugnante”, “repulsiva”, “sin sentido” y “totalmente inaceptable” la actitud holandesa
Antonio Costa, primer ministro portugués, ha tachado de “repugnante”, “repulsiva”, “sin sentido” y “totalmente inaceptable” la actitud holandesa; y Sánchez y Conté, primer ministro italiano, se negaron a firmar las conclusiones negociadas en el Consejo Europeo. Moncloa ha indicado que “Con el apoyo de Italia y otros países, el Gobierno de España ha exigido a la Unión Europea una respuesta clara y contundente de financiación a medio y largo plazo”. El propio Sánchez ha adoptado una actitud dura y ha afirmado durante la comparecencia del 28 de marzo que “Es el momento de mayor dificultad de la Unión Europea desde su creación y debe estar a la altura y no defraudar a una generación. Esta vez Europa no puede fallar. Necesitamos pruebas, necesitamos contundencia, necesitamos ver que Europa actúa, y necesitamos ver solidaridad”.
Es muy común leer últimamente referencias a como el mundo que se nos viene después de esta crisis cambiará radicalmente. A pesar de los grandes consensos, aún es pronto para afirmar la muerte de las políticas de austeridad y nuevos memorandos de entendimiento todavía oscilan sobre las cabezas de los países endeudados en forma de rescate a cambio de nuevos recortes. Sin embargo la magnitud de esta crisis, la caducidad de antiguas recetas y la nueva relación de fuerzas pueden provocar que la balanza esta vez no caiga del lado germano-holandés. El futuro de Europa está en disputa, y las nuevas alianzas y los compromisos que se forjen decantaran el porvenir de una Unión Europea que tras esta crisis puede salir más unida o certificar su decadencia.