Laboral
Brecha de género en el sector sanitario: la discriminación de las mayorías

Son más de la mitad en la profesión médica, y abrumadora mayoría en la enfermería y el sector sociosanitario, pero este hecho no ha logrado subvertir la discriminación de las trabajadoras de estos ámbitos. Estos sectores registran la brecha salarial más alta, un 25,6%, según el INE, lo que supone una diferencia de 10.000 euros al año. 

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Las profesionales del sector de las actividades sanitarias y servicios sociales ganaron, de media, 23.839,44 euros anuales en 2017; los hombres 33.735,05. Bruno Thevenin

En octubre de este año, el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 2 de Ourense condenaba al Servicio Gallego de Salud (SERGAS) a indemnizar a una médica en concepto de daños y perjuicios por no abonarle ninguna cantidad por el complemento de atención continuada desde la fecha en que la doctora dejó de hacer guardias de presencia física por una adaptación de su puesto de trabajo durante su embarazo. Es una de las más recientes resoluciones sobre un asunto que conoce bien el Colegio Oficial de Médicos de Ourense, que sabe que son muchas las médicas embarazadas a las que los servicios de salud laboral dictaminan la no realización o limitación de guardias durante la gestación, con la consecuencia inmediata de perder la retribución del complemento de atención continuada al entender que, al no realizar la prestación de las guardias, no hay derecho a su abono.

Lo hace contraviniendo la Ley 9/2017 de 26 de diciembre, de medidas fiscales y administrativas, cuyo artículo sexto sobre protección de la maternidad y la paternidad dispone que el personal estatutario “percibirá la media de las retribuciones variables abonadas en el año anterior al mes en que haya dado comienzo la correspondiente situación, en concepto de atención continuada derivada de la prestación de guardias, noches y festivos”. El SERGAS entiende que este artículo se refiere exclusivamente a las situaciones de maternidad, paternidad, riesgo durante el embarazo y riesgo durante la lactancia natural pero no a aquellas situaciones en las que el puesto de trabajo se sigue desempeñando si bien adaptado con la finalidad de no hacer guardias durante el embarazo. 

“Tendrían que hacerlo de otra manera, pero así se ahorran dinero”, dice José Luis Jiménez Martínez, presidente de este colegio, que está decidido a subvertir la discriminación que supone para las mujeres que ejercen la medicina el hecho de que el SERGAS “racanee” en el pago de complementos. Hace un año, explica, el Colegio puso el foco en este asunto y desde entonces la asesoría jurídica del Colegio Oficial de Médicos de Ourense ha presentado varias demandas, tanto ante el orden jurisdiccional Social —cuando se trata de MIR— como ante el orden Contencioso-Administrativo —cuando se trata de personal estatutario—. Y, en ambos casos, ha conseguido ya sentencias que consideran que el SERGAS vulnera el derecho fundamental a la igualdad y no discriminación por razón de sexo reconocido en la Constitución. De ellas, advierten desde el colegio, solo dos son firmes por el momento, ya que la estrategia del SERGAS pasa por acudir al Tribunal Superior de Justicia gallego y algunas están pendientes de que este se pronuncie.

“Creo que esto ocurre en general, no solo en Galicia: los sistema públicos de salud prefieren ir a los juzgados a aceptar un principio que afecta a los presupuestos; es la táctica del avestruz, y nosotros no queremos seguir yendo a los juzgados sino que se respeten los cambios que ya recogen los textos”, dice Jiménez.

Según el informe Diagnóstico médico de la profesión del CGCOM, publicado en 2018, hay 46 presidentes al frente de colegios médicos y seis presidentas.

El Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM) creó en 2017 el Observatorio de Género y Profesión del que forma parte el presidente del colegio ourensano. Es a raíz de esa iniciativa cuando el colegio gallego muestra su preocupación por la desigualdad entre colegiados y colegiadas, y su junta —que es paritaria, subraya Jiménez— abre la línea estratégica de denunciar al SERGAS.

Porque la desaparición de complementos en las nóminas, explica Jiménez, supone una merma significativa de salario en la profesión médica. Pero no es el único indicador de desigualdad. Jiménez cita también la asimetría de la representación que se produce en los cargos directivos de los colegios médicos. Así, según el informe Diagnóstico médico de la profesión del CGCOM, publicado en 2018, hay 46 presidentes al frente de colegios médicos y seis presidentas. Del total de 318 cargos directivos en los colegios —diferentes cargos en presidencia, tesorería y secretaría—, las mujeres fueron ese año un total de 83.

La desigualdad se produce también en los centros de trabajo y es uno de los factores que explica que la profesión cargue con un dato rotundo: la mayor brecha salarial es la del sector sanitario y sociosanitario.

La mayor brecha salarial

La desigualdad es patente también en el acceso a puestos de responsabilidad, se produce también en los centros de trabajo y es uno de los factores que explica que la profesión cargue con un dato rotundo: la mayor brecha salarial es la del sector sanitario y sociosanitario. La brecha salarial de género en los salarios por hora del año 2017, según el INE, afecta a todos los sectores excepto el de las industrias extractivas. Su valor más alto, con un 25,6%, es el de estos sectores. Le sigue el sector de actividades inmobiliarias (24,1%) y el del comercio al por mayor y al por menor, reparación de vehículos de motor y motocicletas (23,3%).

Así, mientras que las profesionales del sector de las actividades sanitarias y servicios sociales ganaron, de media, 23.839,44 euros anuales, los hombres percibieron 33.735,05 euros anuales: la diferencia es de casi 10.000 euros.

Ellas son el 81,61% en pediatría de atención primaria y el 72,54% en medicina de familia y comunitaria. Y ellos son mayoría en puestos de jefes de servicio (74%)

Victoria Velasco, responsable de Salud Laboral del sindicato médico Amyts, pone números al techo de cristal de las médicas con cifras referidas a la Comunidad de Madrid, donde las mujeres son el 64,19% de los facultativos totales, pero solo el 26% de las jefas de servicios. El porcentaje aumenta en el caso de las jefas de sección hasta el 40%, pero sigue siendo desproporcionado a la baja frente al número total de médicas, que son mayoría, según los datos que conoce Amyts y que corresponden al Estudio diagnóstico para la elaboración de un plan de igualdad entre mujeres y hombres en la Comunidad de Madrid.

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La Comunidad de Madrid mantiene en vilo y en precario a personal sanitario que lucha contra el covid-19

Solo el 12% de los médicos y médicas que trabajan en el servicio de Urgencias tienen contrato fijo. Las eventuales del hospital Severo Ochoa se plantan ante la Consejería de Sanidad para que den estabilidad a su situación y no volverán a firmar un contrato de un mes de duración. 

“La brecha salarial es muy evidente en el sector sanitario, y sobre todo en lo que se refiere a los médicos, según mi criterio”, dice Velasco. Y da más. En el Servicio Madrileño de Salud existen categorías donde la presencia de mujeres supera el 90%. En cuanto a médicas, ellas son el 81,61% en pediatría de atención primaria y el 72,54% en medicina de familia y comunitaria.

“Nosotras contribuimos más al cumplimiento de objetivos en los hospitales y en los centros de atención primaria y deberíamos tener las mismas opciones de llegar a puestos superiores con mayor retribución, pero estamos infravaloradas”.

¿Dónde son ellos mayoría? En los grupos de jefes de Servicio médico de la mayoría de especialidades en su conjunto (74,02%), y, por especialidades, en las jefaturas de sección de traumatología (87,10% hombres), urología (69,23%), cirugía general y aparato digestivo (92%), medicina interna, (85,19%), cardiología (76,92%), obstetricia y ginecología (71,43%), otorrinolaringología (82,35) o neurología (68,75%).

“Son datos que te hacen reflexionar sobre qué está pasando con estos puestos, que llevan un complemento de destino ligado al cargo, y que lleva un pago que supone una diferencia muy importante”, lamenta Velasco, quien cita otros dos datos relevantes: las mujeres están infrarrepresentadas en los niveles más altos asociados al cobro de un complemento de destino: en el nivel 29 hay un 36% de mujeres, en el 28 un 36,52%, en el 27 un 52,28% y en el 26 un 48,77%. La médica pone esto frente al hecho de que, del total de los profesionales que perciben “Productividad variable”, el 78,60% son mujeres y el 21,40 son hombres. “Nosotras contribuimos más al cumplimiento de objetivos en los hospitales y en los centros de atención primaria, si somos capaces de cumplir objetivos, deberíamos tener las mismas opciones de llegar a puestos superiores con mayor retribución, pero estamos infravaloradas”. 

“La mayor dificultad de las mujeres se da para ocupar cargos de alta dirección, porque en cargos intermedios sí que estamos representadas… pero en la alta dirección se invierten los términos: los directores y las gerencias de los hospitales están copados por hombres”, añade Silvia Espinosa, Secretaria de la Federación de Sanidad y Sectores Sociosanitarios, quien define la brecha salarial como un “cúmulo de indicadores” que no se entiende sin un asunto: el de los cuidados. “Cuidar personas, hogares, lastra a la mujer porque todavía son las que principalmente se hacen cargo de este trabajo invisible, que no está contemplado en el PIB y por el que no se cobra”, asegura. “Todos los datos apuntan a que son las mujeres las que ejercen los derechos de conciliación como la reducción de jornada o las excedencias, y esto influye no solo en el sueldo en un momento determinado sino en la promoción, en las posibilidades de ocupar cargos de responsabilidad”.

El sexismo de 'El paciente inglés'

Finales de la Segunda Guerra Mundial. Un hombre con graves quemaduras en todo el cuerpo queda al cuidado de una enfermera en un monasterio deshabitado. Ella es Hana, a quien se retrata como un ejemplo de abnegación. La imagen la pone en escena María Labrador, responsable de Igualdad de SATSE y secretaria de la Comisión de Igualdad del Sindicato, como ejemplo de lo que considera una visión estereotipada y sexista de lo que es el trabajo de enfermería. Un estereotipo que concentra todo su potencial ofensivo en un artículo: el disfraz de enfermera sexi.

Frente a ello, Labrador describe el trabajo de las enfermeras como un puesto especializado para el que se requieren cuatro años de formación universitaria —a los que se suman otros dos si además de hace una especialización—. Un puesto, añade, donde se asume una fuerte carga emocional, exposición a productos peligrosos y donde el contacto con la enfermedad y la muerte es diario. A estas condiciones se suma una cifra que da la dimensión del papel que las enfermeras han tenido en las peores semanas de la primera ola del covid-19: hasta un 60% de las y los profesionales de enfermería han llegado a estar contagiados, en un ámbito en el que el 84% de la plantilla son mujeres.

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“En enfermería se da un círculo doble peligrosísimo: por un lado, el eje principal de la profesión de enfermera es el cuidado, y el cuidado se ha asociado de manera histórica a la mujer, y el 84% de las profesionales son mujeres. Estamos convencidas de que esta perspectiva tiene que ver con que se haya infravalorado la dureza de estas situaciones y que se haya invisibilizado este trabajo”.

La abrumadora presencia de mujeres explica que en los últimos años, a golpe de sentencias judiciales, el sector haya normalizado medidas para evitar que los complementos salariales penalicen a las madres. “Hasta hace poco, la mujer daba a luz y había un detrimento, por ejemplo a la hora de la cotización a la Seguridad Social, al igual que ocurría con las horas de lactancia o de reducciones de jornada... Afortunadamente esto va cambiando un poco”. 

"A pesar de que en enfermería hay un 14% de hombres, son la mayoría en los cargos directivos, que por supuesto tienen un sueldo asociado a ese cargo”

Sin embargo, los cargos de responsabilidad siguen estando copados por hombres. “A pesar de que en nuestra profesión hay un 14% de hombres, son la mayoría en los cargos directivos, que por supuesto tienen un sueldo asociado a ese cargo”, dice Labrador. ¿Por qué no acceden más mujeres a puestos de responsabilidad? “Para los cargos de dirección hay una formación previa: gestión, liderazgo, y si esas formaciones suponen tener que dejar el cuidado del hogar, lo más habitual es que vayan ellos”. Pese que cada vez hay más transparencia en el acceso a estos puestos, “el acceso está sesgado por una cuestión de género, porque a veces ni siquiera nosotras nos presentamos”.

Esenciales subcontratadas

El 17 de noviembre, ELA convocaba una huelga por la dignificación de las condiciones laborales en los sectores de los cuidados. La jornada de huelga se enmarca en una serie de movilizaciones que este sindicato, mayoritario en el País Vasco y hegemónico en el sector de las residencias, lleva dos años promoviendo movilizaciones en el sector de los cuidados, entre ellas la huelga de 368 días en las residencias de Bizkaia que consiguió su objetivo: la firma de un nuevo convenio. 

Este sector, donde en torno el 84,6% de las personas son mujeres, ha estado también en el primer muro de contención frente al covid. Pero sus condiciones difieren mucho de las de las médicas y las enfermeras, donde la mayor parte del empleo se inscribe en el sistema público. Esa es la primera característica sobre la que Aintzane Orbegozo, responsable de Sector Sociosanitario de ELA en Gipuzkoa, llama la atención para poner en contexto las condiciones laborales: la financiación pública de un servicio que se hace en su mayoría a través de subcontratas. Y es la clave de las soluciones que propone ELA: publificar el sector.

La gestión de residencia “es fuente de negocio para las empresas y por eso no es prioridad ni el servicio ni las trabajadoras”, lamenta. Porque, pese a que la diputación defiende que en muchos casos la gestión queda en manos de entidades sin ánimo de lucro, los datos que ha recopilado ELA apuntan que solo un 25% de las empresas son sin ánimo de lucro.

Un operario de limpieza viaria, categoría que ocupan mayoritariamente ellos, cobra un 30% más que una auxiliar de geriatría.

En un sector precario por definición, Orbegozo pone el siguiente ejemplo para ilustrar la brecha salarial entre mujeres y hombres: un operario de limpieza viaria, categoría que ocupan mayoritariamente ellos, cobra un 30% más que una auxiliar de geriatría. En ambos casos, dice, prestan un servicio público financiado con fondos públicos y subcontratado. ¿Por qué esa diferencia?

Junto a la publificación del sector, ELA reclama la contratación de 10.000 personas más para bajar las ratios, ya que con las ratios actuales a cada residente le correspondería una hora y media de atención directa (de auxiliares, enfermería, trabajadoras sociales) mientras que en Bizkaia, Araba y Nafarroa descendía, siendo de alrededor de una hora.

“Las cargas de trabajo son brutales, y más en época de pandemia al no incrementar las plantillas. Las trabajadoras están rotas tanto física como psicológicamente y no se les está dando atención por parte de las instituciones”.

La tercera pata de sus reivindicaciones, medidas de salud laboral, se hace urgente en la situación actual. Ahora piden también un plan de reparación emocional para paliar las secuelas de la pandemia. “Las cargas de trabajo son brutales, y más en época de pandemia al no incrementar las plantillas. Ahora, con la pandemia, las trabajadoras están rotas tanto física como psicológicamente y no se les está dando atención por parte de las instituciones, que son quienes tienen la responsabilidad política”.

Orbegozo cree que la pandemia ha dejado claras las deficiencias del sistema: “Sin unos cuidados dignos, esta sociedad no funcionaría y creo que eso gran parte de la sociedad lo ha visto”. Sin embargo, “si al principio pensábamos que era el momento y que las instituciones había llegado el momento para que se sentaran y asientan otras bases para el sector, estamos viendo que no se está traduciendo en recursos y en dignificar las condiciones laborales, incrementar plantillas y reparar a las que han sufrido”. En lugar de esto, “estamos viendo que las instituciones están defendiendo el modelo público-privado sin ningún matiz”.

“Se nos ha valorado mucho a todos los profesionales, pero creo que esa percepción la estamos perdiendo”, dice Victoria Velasco recordando las primeras semanas de la pandemia, en las que el reconocimiento al personal sanitario se tradujo en aplausos diarios desde las ventanas. “Antes nos sentíamos muy valorados, ahora estamos de otra manera, es un tema que nos duele mucho”. 

María Labrador pide que tras el reconocimiento social venga el institucional: “Cada día asistimos a cómo a nivel institucional la pandemia ha supuesto un antes y un  después en las condiciones laborales de las enfermeras y enfermeros, que siguen siendo muy penosas... ¿Tenemos más equipos de protección individual? ¡Pues solo faltaba que siguiéramos con bolsas de basura, como tuvimos que hacer! Nos gustaría decir que hemos asistido a un cambio de paradigma, pero no”.

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#77669
21/12/2020 17:04

...Esto tb pasa en Enseñanza. En los cargos directivos hay más hombres, aun siendo muy superior -no paritaria- la presencia de mujeres en estas profesiones. El aumento de mujeres en estos sectores ha sido rapidísima, de vértigo, en estos últimos años. Los cargos directivos suelen adjudicarse a profesionales con muchos años de servicio, grupo en antesala de jubilación y mayoritariamente de hombres.
Un poco de paciencia; es un proceso lógico, y mirándolo con perspectiva, muestra que el escalafón se dirige inevitablemente hacia un sesgo a favor de las mujeres.
(A mí personalmente me da igual, creo que se contratan personas, trabajan personas, y se jubilan personas. Y luego se mueren. Personas).

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#77668
21/12/2020 17:04

...Esto tb pasa en Enseñanza. En los cargos directivos hay más hombres, aun siendo muy superior -no paritaria- la presencia de mujeres en estas profesiones. El aumento de mujeres en estos sectores ha sido rapidísima, de vértigo, en estos últimos años. Los cargos directivos suelen adjudicarse a profesionales con muchos años de servicio, grupo en antesala de jubilación y mayoritariamente de hombres.
Un poco de paciencia; es un proceso lógico, y mirándolo con perspectiva, muestra que el escalafón se dirige inevitablemente hacia un sesgo a favor de las mujeres.
(A mí personalmente me da igual, creo que se contratan personas, trabajan personas, y se jubilan personas. Y luego se mueren. Personas).

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#77561
20/12/2020 12:34

Tal como lo veo debería haber cuotas para que los hombres fueran el 50% de los enfermeros, es inadmisible que tengamos menos opciones de acceder a un puesto público.

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