Elecciones
Verdades incómodas de las que nadie habló en campaña

Un repaso a las principales líneas de tensión social, ecológica y territorial de Extremadura, por completo ausentes del debate electoral en los últimos comicios.
Huelga estudiantil clima Badajoz

Antes de que los líderes de masas se apoderen del poder para hacer encajar la realidad en sus mentiras, su propaganda está caracterizada por su extremado desprecio a los hechos como tales”.

Hannah Arendt

En una democracia que no fuera meramente formal las campañas electorales deberían servir para debatir públicamente sobre los problemas, las cuestiones y retos del ágora, esa esfera común donde se toman las decisiones que afectan a la vida de la ciudadanía y a su futuro no solo inmediato, porque lo responsable sería tener en cuenta a las generaciones venideras que no pueden comparecer todavía en el ágora pero que se verán afectadas por lo que los vivos de hoy decidamos.

Extremadura
25 de marzo 25 de Marzo, la Extremadura por crear
Un repaso indispensable por la historia inmediata de una Extremadura que pelea, de sus problemas y enemigos, de la centralidad de la Reforma Agraria, con la mirada puesta en el próximo 25 de marzo.

Por el contrario, en la recién acabada campaña electoral hemos asistido, con una mezcla de tristeza e indignación, al escamoteo y ocultación en el debate político de una serie de verdades que inevitablemente nos van a afectar en los próximos cuatro años e incluso más allá. Los motivos de este intento de engañarnos son varios: el primero es que nuestro modelo de gobernanza dista mucho de ser una verdadera democracia, aunque formalmente lo aparente. Ni el origen del régimen del 78 ni las máquinas de los partidos ni los medios de comunicación son democráticos, sino que están controlados, financiados o vigilados por sectores, intereses y prácticas oligárquicas. En segundo lugar, los dirigentes de los partidos políticos o bien ignoran las verdades que vamos a enumerar a continuación porque viven aislados de la realidad del común de los mortales, o bien las ocultan porque no les interesa que sepamos la verdad, ya que eso pondría en peligro sus privilegios de clase (o de casta). Todos, en general, coinciden en tratar a la ciudadanía como si fuéramos tontos o menores de edad, a los que hay mantener engañados, y adolecen de una especie de “populismo paternalista” por el que apelan a nuestro voto contándonos solo aquello que nos es agradable de escuchar y digerir: “todo va a salir bien”, “vamos a seguir creciendo”, “vamos a ser mejores, más guapos y vivir eternamente”, etc.

A continuación, y de un modo muy esquemático, vamos a enumerar algunas de esas verdades incómodas de las que no nos hablaron en campaña (o si lo hicieron fue de pasada, superficialmente u obligados, por ejemplo, por resoluciones del Tribunal Supremo) y que, sin embargo, con seguridad sí van a estar en la agenda política de esta región en los próximos años.

Hay que acometer el desmantelamiento de Almaraz

El cierre acordado entre el Ministerio Transición Ecológica y las eléctricas del reactor 1 de Almaraz está previsto en 2027 y el del 2 en 2028, así que los trabajos para el cese de actividad y desmantelamiento deben empezar muy pronto. Eso requiere que la (o el) que vaya a ocupar la Presidencia de la Junta, así como el resto de las fuerzas políticas, se dejen de demagogias y acometan de una vez un plan para que el impacto en el empleo y la economía del Campo Arañuelo sea lo más amable y suave posible.

En la recién acabada campaña electoral hemos asistido, con una mezcla de tristeza e indignación, al escamoteo y ocultación en el debate político de una serie de verdades que inevitablemente nos van a afectar en los próximos cuatro años y más allá

Hay que ser conscientes de que no hay ninguna actividad del sector primario o del industrial que pueda regar de millones la comarca para acallar voces críticas y comprar voluntades como lo ha hecho el monocultivo nuclear, ninguna industria va a tener en nómina a tantos representantes municipales como lo ha hecho Almaraz. Hay mucha gente que tendrá que asumir que el chollo se ha acabado, y aunque el desmantelamiento de la central atómica aún dará empleo durante muchos años, se necesita diseñar e implementar un modelo económico alternativo para las comarcas afectadas.

Energía nuclear
Nuclear Almaraz: el cementerio nuclear que viene
Análisis del horizonte en Extremadura ante el combustible consumido y los propios elementos centrales de los reactores atómicos, un peligro para la vida durante miles de años.

También hay que afrontar la patata caliente que nos va a dejar la orgía atómica de estos 40 años: en Almaraz, además de dos reactores atómicos envejecidos y peligrosos hay un cementerio nuclear llamado ATI que alberga un montón de residuos de uranio supercontaminantes y peligrosos, a los que hay que añadir toda la chatarra contaminada que originará el desmantelamiento de la central, basura radioactiva para la que no hay solución técnica viable y cuyos descomunales gastos de gestión y vigilancia van a endosarnos a lo público, una vez las eléctricas salgan corriendo de Almaraz después de haber amasado enormes fortunas. Nuestros políticos, si tuvieran decencia, deberían ponerse a buscar soluciones lo menos malas posibles (buenas no las hay) a este gravísimo problema de la chatarra radioactiva.

Hay que demoler Valdecañas

No lo decimos nosotros, no lo dicen los ecologistas, lo dice y lo repite el Tribunal Supremo, y presumiblemente lo va a ratificar el Tribunal Constitucional, que en un Estado de Derecho son instancias que están por encima de cualquier presidente autonómico. Y ya puede escribir en el peor periódico de Extremadura sus arrogantes proclamas el presidente en funciones Fernández Vara, pero la realidad es que la larga historia de especulación urbanística, prevaricación administrativa y abuso de poder de la urbanización para las élites foráneas de Valdecañas está llegando a su fin. Esta cara aventura y las indemnizaciones que conllevará las deberían pagar de sus bolsillos Ibarra, Vara, Monago y todos los parlamentarios autonómicos del PSOE y del PP que unánimemente prevaricaron para acomodar las leyes a los intereses espurios del urbanismo ilegal, pero por desgracia nos endosarán el pago del derribo y de las indemnizaciones (como el de la gestión de los residuos atómicos) a los contribuyentes, y en cierto modo tendremos que asumirlo: es el precio que tenemos que pagar por llevarles votando 40 años.

Hay que asumir que la normalidad climática no va a volver

Tenemos políticos que niegan la evidencia científica e irrefutable de la disrupción climática, otros la aceptan, pero se ponen de perfil como si no fuera con ellos, o hacen como si la sequía fuera una cosa pasajera y siguen hablando del crecimiento económico y del desarrollo económico como si no pasara nada o fuera a aparecer alguna solución milagrosa o tecnoutópica que deje los peores efectos de la crisis climática al otro lado de nuestras fronteras. Así, tanto a nivel estatal como regional se ha decretado la “emergencia climática”, pero esta declaración se ha quedado en un mero papel mojado mientras las políticas económicas y ambientales siguen acelerando las emisiones de gases de efecto invernadero y la devastación ecológica para que el negocio continúe.

Hemos cruzado un punto de no retorno y la estabilidad climática en la que vivieron nuestras sociedades no va a volver, es algo que el Panel Intergubernamental del Cambio Climático lleva certificando desde hace lustros

Por desgracia hemos cruzado un punto de no retorno y la estabilidad climática en la que vivieron nuestras sociedades no va a volver, es algo que el Panel Intergubernamental del Cambio Climático lleva certificando desde hace lustros sin que los gobiernos del mundo hayan tomado nota. Esta ruptura irreversible del equilibrio climático del Holoceno nos traerá, nos está trayendo ya, incrementos de fenómenos extremos y catastróficos como sequías, inundaciones, megaincendios, etc., pero el impacto más grave que ya estamos empezando a sufrir es el que tiene sobre el sector agroalimentario y la producción primaria. Algo que ilustra con dramatismo las pérdidas en el cereal de secano a causa de la sequía, seguido inmediatamente de las pérdidas en la fruta de hueso por las lluvias torrenciales del final de la primavera.

Incendios Forestales
Arde Extremadura Denuncian a todos los alcaldes de La Vera por incumplir la ley en Prevención de Incendios
Ecologistas en Acción denuncia a todos los alcaldes y alcaldesas de la comarca cacereña de la Vera por prevaricación administrativa ante el reiterado y flagrante incumplimiento de la normativa de prevención de incendios forestales.

Toda política decente pasa, hoy por hoy, por asumir esta dura realidad, hacer pedagogía de la necesidad de adaptarse a la urgencia e implementar cambios estructurales encaminados a disminuir radicalmente las emisiones de CO2 y a paliar los peores efectos de la crisis climática empezando por el sector agroganadero. De aquí se derivan las siguientes tres verdades incómodas que nadie supo o quiso contarnos en la campaña.

Hay que decrecer

No hay modo de reducir las emisiones de CO2 sin reducir el tamaño de la economía. Dejando para otra ocasión la mentira que encubre un indicador económico como el del PIB, que al sumar valores objetivamente negativos con positivos provoca que, como ocurre ahora mismo, la gente viva objetivamente peor pese a que el PIB siga creciendo. Es innegable que es urgente, necesario y deseable reducir las emisiones de CO2 y otros GEI de modo drástico si queremos evitar escenarios dantescos en un futuro muy cercano, si no queremos dejar a nuestros hijos e hijas un mundo infernal. Y reducir las emisiones contaminantes pasa por transformar y adelgazar la economía, por austeridad material, por reducir el consumo, el transporte y el lujo de nuestro modo de vida, por sacrificar comodidades y eliminar consumos suntuarios.

Hemos tocado techo en la producción de petróleo y gas que es la base energética de nuestro modo de vida (la electricidad apenas representa un 20% de nuestro gasto energético, y por mucha propaganda “renovable” que hagan no hay modo de mover camiones, barcos y tractores con ella)

Esta política de decrecimiento no va a ser popular a corto plazo, pero si es acompañada de pedagogía y, sobre todo, si los sacrificios se reparten justamente (decrecimiento redistributivo: que decrezcan más los que más tienen, y menos los que menos tienen), será socialmente aceptado. De todos modos, no queda otra que decrecer por las buenas o por las malas: no sólo obliga el clima, es que además hemos tocado techo en la producción de petróleo y gas, que es la base energética de nuestro modo de vida (la electricidad apenas representa un 20% de nuestro gasto energético, y por mucha propaganda “renovable” que hagan no hay modo de mover camiones, barcos y tractores con ella). También estamos chocando contra los límites de la producción de metales como el cobre y otros recursos minerales, con lo que en el futuro veremos un inevitable encarecimiento y una aguda reducción de la oferta de crudo y minerales básicos que inevitablemente contraerá nuestras economías. Cuanto antes lo aceptemos y nos preparemos para ello menos sufriremos.

Hay que reestructurar completamente el sector agroalimentario

El caos climático, la menor disponibilidad de energía barata, la escasez lacerante de agua, nos van a obligar a una transformación radical de la agricultura, de la ganadería, de la distribución y el consumo de alimentos. El actual modelo de agricultura industrial e intensiva está a todas luces quebrando y en un futuro próximo colapsará totalmente.

Hay que imponer una moratoria en los regadíos; ni siquiera vamos a contar con recursos hídricos para los regadíos que ya tenemos, mucho menos para los nuevos desarrollos como los de Tierra de Barros

Hay que imponer una moratoria en los regadíos; si ni siquiera vamos a contar con recursos hídricos para los que ya tenemos, mucho menos para los nuevos desarrollos como los de Tierra de Barros. Hay que transitar a nuevos modelos de producción agraria que usen menos maquinaria, menos fertilizantes, menos fitotóxicos. Ya ni siquiera basta con agriculturas ecológicas que minimicen los impactos sobre el agua y los ecosistemas, hay que ir más allá: hay que curar, hay que reparar, hay que regenerar la fertilidad de los suelos con prácticas agroecológicas regenerativas, combinadas con reforestación y renaturalización de áreas salvajes en las lindes de los campos cultivados, hay que hacer un gran esfuerzo colectivo para la recuperación de los cauces fluviales y de los acuíferos. Hay que poner coto a la ganadería industrial de macrogranjas y sustituirla masivamente por modelos ganaderos familiares, extensivos y complementarios con la producción agrícola. Hay que reducir la cabaña ganadera. Hay que quebrar el poder oligopólico de las grandes superficies y distribuidoras del sector agroalimentario, en su caso expropiándolas. Y en cuanto al consumo: hay que poner en nuestras mesas menos alimentos lejanos, exóticos y procesados, menos carne, y sustituirlos por alimentos de cercanía, de temporada, sin intermediarios. La patria se hace y se defiende más y mejor comiendo lo que se produce cerca que poniendo banderitas (tejidas en China) rojigualdas o verdiblancanegras.

Hay que hacer una Reforma Agraria integral y agroecológica

Esta verdad incómoda no es nueva, lleva más de un siglo en la agenda de las deudas históricas de este país y específicamente de esta región, que tiene el triste récord de tener el peor reparto de la tierra de Europa. Todas las políticas de la Junta de estos últimos 40 años se han esforzado por extirpar esta vieja reivindicación popular del imaginario político, pero se pongan como se pongan los terratenientes, las cúpulas de las organizaciones agrarias, los partidos del régimen del 78 y los poderes fácticos, esta región no puede encontrar una salida a su postración semicolonial sin un reparto más justo de la propiedad de la tierra, y el nudo del problema no sólo se sitúa en el latifundio de origen feudal mayormente de la provincia pacense y del sur de Cáceres, sino que debe incluir la reversión de las desamortizaciones de finales del siglo XIX y principios del XX que privatizaron muchos montes comunales en las montañas del norte de Cáceres.

Se pongan como se pongan los terratenientes, las cúpulas de las organizaciones agrarias, los partidos del régimen del 78 y los poderes fácticos, esta región no puede encontrar una salida a su postración semicolonial sin un reparto más justo de la propiedad de la tierra

La reforma agraria que necesita esta región en el siglo XXI debe, además, estar orientada no sólo por criterios insoslayables de justicia social e histórica, sino que ha de hacerlo en un contexto muy crítico de disrupción climática, de crisis energética y de erosión brutal de la biodiversidad, al tiempo que se ponen las bases para caminar a la soberanía alimentaria y energética de las comunidades rurales y urbanas regionales, y eso sólo se puede lograr mediante una re-evolución agroecológica que articule virtuosamente agricultura, ganadería, silvicultura, renaturalización y regeneración de suelos y ecosistemas enteros.

Hay que poner freno al extractivismo

Hay que impedir que Extremadura siga siendo zona de sacrificio de la nueva ronda de acumulación capitalista dizque “circular y verde”, y zona de evacuación de los desechos y basuras metropolitanas. Los desarrollos urbanísticos meramente especulativos, de los que Elysium es el ejemplo más delirante, han de ser enfrentados tanto por vía judicial como por la presión social.

Medio ambiente
Presa de Valdecaballeros Valdecaballeros, Vara y su punto
Un recorrido con ilustraciones y muchas preguntas al presidente para intentar entender, y explicar, qué pasa con la presa de Valdecaballeros tras su firme anuncio de que esta no se va a derribar.

La lucha de Salvatierra contra su macrovertedero es un ejemplo de que se puede parar los pies a la devastación. La oposición a la mina de Valdeflores de Cáceres es otro referente de lucha en una región que, pese a tener todo en contra, tiene una brillante historia de victorias en la defensa popular del territorio (la refinería, la central nuclear de Valdecaballeros…), victorias que hay que seguir labrando pese a unas instituciones regionales que han puesto las riquezas naturales y los recursos territoriales en venta para beneficio de grandes empresarios, las más de las veces, foráneos.

Hay que quitar el hormigón de los ríos

Aunque sea un poco contraintuitivo, la crisis hídrica en la que hemos irreversiblemente ingresado no se soluciona embalsando más agua de los exhaustos ríos. En la polémica artificiosa y banal en torno a la inútil y ruinosa presa de Valdecaballeros hemos asistido al triste espectáculo de un populismo imbécil: el consenso insólito entre todos los partidos políticos que han coincidido en esto con los sectores “conspiracionistas” y paranoicos que deliran su estulticia por las redes. Este consenso espurio ilustra o bien la ignorancia o bien el oportunismo de nuestra casta política, que ha renunciado a hacer pedagogía o incluso ha desertado de cualquier razonamiento ilustrado y científico en su despiadada carrera por los votos.

Cortocircuitar el ciclo del agua, ahorcar los ríos, ocupar sus orillas, sobreexplotarlos y regularlos intensivamente no evita ni las sequías, cuando ni nieva ni llueve

Los ríos de la región están literalmente estrangulados y su nivel de embalsamiento es el mayor de Europa y del mundo, pero pese a ello estamos comprobando que de poco sirve tanto embalse cuando el caos climático nos somete a sequías cada vez más duras y prolongadas. Cortocircuitar el ciclo del agua, ahorcar los ríos, ocupar sus orillas, sobreexplotarlos y regularlos intensivamente no evita ni las sequías, cuando ni nieva ni llueve, ni las avenidas catastróficas cuando llueve torrencialmente. Necesitaríamos mucho espacio para explicar que los ríos no son, no deberían ser, canales de riego y cloacas dónde evacuar residuos urbanos, agrícolas e industriales; son meta-ecosistemas, organismos vivos, que se autorregulan con mucha más inteligencia de la que nosotros en nuestro antropocentrismo somos capaces de alcanzar, y que necesitan fluir y renaturalizarse precisamente para recuperar su funcionalidad ecosistémica, que es el único modo de desandar el camino que nos lleva al abismo de la devastación y el desastre climático. La tarea de recuperar los ríos extremeños es inmensa y colisiona con muchos intereses como el de la oligarquía eléctrica que los tiene secuestrados y privatizados, pero hay que dar los primeros pasos para una extender una nueva cultura comunitaria y bio-céntrica del agua, hay que derribar los azudes abandonados y las presas inútiles como la de Valdecaballeros, no sólo porque lo recojan las directivas europeas de aguas, sino porque la restauración integral del ciclo del agua es la única garantía de supervivencia de nuestra especie, digan lo que digan los eco-ignorantes de los partidos y los “cuñados” psicóticos de las redes.

Ríos de Extremadura
Extremadura no es país para ríos
Extremadura no es una tierra seca, aunque el tópico de “extrema” y “dura” sigue sobreviviendo en muchas mentes ajenas. Por el contrario, es de las comunidades autónomas que más ríos “tiene”, mejor dicho: “que más ríos pasan por sus tierras”.

Hay que combatir la desigualdad social: Renta Básica y defensa de los servicios públicos

Una región que tiene al 30% de su población bajo el umbral de la pobreza y las tasas de paro estructural más altas de Europa no puede seguir creyendo que los grandes beneficios de las élites van a permear hacia las clases bajas. Llevamos 40 años (por no decir siglos) poniendo alfombras rojas a proyectos multimillonarios que prometen empleo y riqueza para todos, pero aquí abajo no llegan ni las migajas (ni siquiera en la comarca del Campo Arañuelo el monocultivo nuclear implica una reducción significativa de la tasa de paro crónica), así que mientras llega la necesaria, y a la larga inevitable, transformación radical, decolonial y poscapitalista de la economía extremeña, es necesaria tanto una Renta Básica de Ciudadanía como la defensa del “salario indirecto” que representan los servicios públicos universales de la educación, la sanidad, las pensiones y los cuidados a la dependencia. Este es el único modo de combatir la pobreza secular, de dignificar la vida de la gente y de construir cohesión social y convivencia amable en nuestras comunidades. Ninguna fuerza política que no ponga esto en el centro de su programa es de izquierdas o, simplemente, digna.

Una región que tiene al 30% de su población bajo el umbral de la pobreza y las tasas de paro estructural más altas de Europa no puede seguir creyendo que los grandes beneficios de las élites van a permear hacia las clases bajas

Conclusión: este mínimo programa que hemos esbozado aquí es evidente que no va a entrar por las buenas en la agenda de la ensimismada casta política extremeña. Solo la presión y la lucha social puede avanzar en que se concreten estas propuestas y, aunque la coyuntura es adversa, no queda más remedio que insistir, hacer pedagogía, tejer redes y alianzas, organizarse y protestar. No es ya sólo una cuestión de deseos legítimos de emancipación social y justicia, es cuestión de supervivencia, habitamos un tiempo de crisis multidimensional, atravesamos un umbral histórico en el que el viejo mundo está muriendo y para que el nuevo que nazca no sea peor, o incluso ominoso, se requiere toda la energía comunitaria y popular, todos los saberes y experiencias, todos los brazos y los corazones. Ojalá la manifestación de los Colectivos en Lucha extremeños del próximo sábado 10 de junio en Cáceres sirva para expresar la necesidad y la posibilidad de un cambio social que necesitamos tanto como respirar para, entre otras cosas, respirar.

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ricardo-3
6/6/2023 10:39

Gracias por la claridad y la fortaleza de la síntesis. No puedo estar más de acuerdo. Nos vemos en la manifestación del día 10. Y seguiremos hablando y difundiendo propuestas alternativas y antagónicas.

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