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Condena contra un ex funcionario sirio, un violador protegido y fútbol contra los derechos humanos

Un tribunal alemán sentencia a cadena perpetua un ex miembro del régimen de al-Asad y una detención en Miami refleja la impunidad en Líbano mientras el fútbol español blanquea la corona saudí.
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La ciudad de Coblenza pasó ayer a formar parte de la historia de Siria después de que un tribunal de la ciudad sentenciara a cadena perpetua a un ex miembro del régimen de al-Asad que ejercía de responsable de una de las cárceles más temidas del país durante el inicio del conflicto. En Líbano, centenares de mujeres celebran la detención de un violador libanés en Miami después de haberlo sufrido en su propio país, aunque lamentan que el agresor pudiera esquivar las órdenes de detención en Beirut gracias a la interferencia política.

La cárcel de Guantánamo cumple 20 años desde su apertura sin que se aviste el cierre a pesar de las recurrentes promesas de los líderes Demócratas, que reiteran su intención de terminar con un centro cuya mayoría de presos no cuentan con acusaciones en su contra. En Arabia Saudí, mientras tanto, la Real Federación Española de Fútbol se presta a blanquear la corona saudí a través de la realización de la Súper Copa de futbol en la capital del reino.

Alemania condena un ex miembro del régimen de al-Asad

La historia del conflicto sirio se escribe estos días en Coblenza, una ciudad alemana de 100.000 habitantes. Ayer, un tribunal de este municipio sentenció a cadena perpetua a un ex miembro del régimen de Bashar al-Asad tras encontrarlo culpable de crímenes contra la humanidad. El acusado, de nombre Anwar Raslan, era parte del servicio de inteligencia además de el encargado de la cárcel de al-Khatib, cercana a Damasco y una de las más temidas de Siria, a la que se la conocía como “el infierno en la tierra”. Diez años atrás, durante el inicio del conflicto, allí habrían tenido lugar bajo la supervisión de Raslan al menos 58 asesinatos, además de torturas contra más de 4000 personas y múltiples violaciones. Al-Khatib era una de las múltiples cárceles donde las autoridades encerraban a manifestantes contrarios al régimen.

El principio de la jurisdicción universal ha sido clave para que abogados alemanes puedan trabajar contra Raslan desde Alemania, donde residen unos 800.000 refugiados sirios

El mismo tribunal de Coblenza ya sentenció el año pasado a Eyad al-Gharib, otro miembro del régimen sirio, aunque de menor rango que Raslan. Esta ciudad alemana se posiciona así en el primer paso hacia la rendición de cuentas del régimen de al-Asad, que lleva esquivando la justicia durante una década. El principio de la jurisdicción universal ha sido clave para que abogados alemanes puedan trabajar contra Raslan desde Alemania, donde residen unos 800.000 refugiados sirios.

El impacto de estas sentencias contra el régimen sirio es incierto, ya que varios estados europeos y árabes —además de la propia ONU— están abrazando desde hace meses la continuidad de al-Asad. Por ahora, los veredictos traen esperanza a los millones de sirios que se niegan a vivir en Siria como si nada hubiera ocurrido. Algunos de ellos se personaron ayer a las seis de la mañana ante el tribunal de Coblenza para coger sitio ante lo que prometía ser un día histórico. Mariam Alhallak, cuyo hijo murió durante un interrogatorio practicado por agentes del gobierno después de ser capturado en la Universidad de Damasco en 2012, dio la bienvenida al veredicto: “para mí significa mucho porque siento que se está haciendo justicia”.

Un violador libanés protegido por el poder

La detención de un violador libanés en Miami refleja la impunidad en Líbano. Marwan Habib, un hombre acusado de agredir y de violar mujeres en serie en Beirut, ha sido detenido en Miami después de entrar sin permiso en la habitación de hotel de una mujer y agredirla sexualmente. Según la víctima, el agresor saltó encima de ella mientras estaba en la cama y le empezó a besar y a tocar. En Miami tiene lugar ahora un juicio contra él y centenares de mujeres libanesas que han sido víctimas de sus agresiones celebran su detención, aunque lo hacen con reservas, ya que lamentan que Habib quedara impune en su país, donde están protegidos aquellos que forman parte de según qué círculos de poder.

La prensa en Miami ha publicado un video donde se puede ver a Habib —en el minuto dos de la grabación— preguntando a la juez, Marisa Tinkler Mendez, si puede “pagar dinero e irse a casa”, cosa que muchos en Beirut han vinculado al nepotismo habitual en Líbano. Antes de entrar en la habitación de la víctima, Habib convenció a los trabajadores del hotel fingiendo una llamada con la mujer en cuestión, en la que ésta le daría permiso para obtener acceso al dormitorio.

Después de que docenas de mujeres en Líbano denunciaran en 2019 haber sido agredidas por Habib, múltiples grupos de mujeres hicieron campañas contra el agresor, un habitual de las zonas universitarias y de los clubs nocturnos

Después de que docenas de mujeres en Líbano denunciaran en 2019 haber sido agredidas por Habib, múltiples grupos de mujeres hicieron campañas contra el agresor, un habitual de las zonas universitarias y de los clubs nocturnos. Muchas mujeres decían haber sido agredidas por Habib durante la thawra, el mayor ciclo de protestas jamás visto en el país. “Le vi durante las protestas y me intentó convencer de que fuera a comer con él y cosas así, cuando le había dicho que SÓLO tengo 15 años”, protestaba una de estas denuncias: “Él respondió que le gustan las chicas jóvenes. Salí de allí corriendo y él me persiguió hasta que amenacé con llamar a la policía. Cuando llamé, no hicieron absolutamente nada”. 

La presión popular hizo que algunos comercios y clubes nocturnos prohibieran la entrada a Habib. Como persona protegida por alguno de los grandes partidos tradicionales del país —algunos periodistas en Líbano andan averiguando cuál—, Habib fue obsequiado con tiempo en antena en lugar de tiempo en la cárcel, tal y como lamentan varias activistas hoy en el país. Un programa de la cadena de televisión libanesa MTV invitó a Habib, que tuvo ocasión de desmentir las denuncias que multitud de mujeres apuntaban contra él: “tienen envidia de mi éxito”, espetó el acusado. A inicios de 2020 emitieron una orden de detención contra él, pero, de nuevo, la interferencia política evitó su detención en múltiples ocasiones, tal y como cuenta Kareem Majbour, uno de los abogados que se encontraba recogiendo pruebas contra él.

El señalamiento público en Líbano propició la huida de Habib hacia los Estados Unidos, donde no cuenta con el favor de los poderosos y donde se enfrenta a la justicia por primera vez.

Guantánamo, 20 años de encarcelamientos sin cargos

Esta semana hace 20 años que la cárcel de Guantánamo funciona de forma ininterrumpida. Tal y como ya hizo Barak Obama, el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, ha declarado que tiene intención de cerrarla, pero The New York Times ha revelado unas supuestas obras de ampliación millonarias que estarían ya en marcha.

La primera vez que la ONU exigió el cierre de Guantánamo fue en 2006, cuatro años después de que George Bush la inaugurara en el marco de la guerra contra el terror posterior a los atentados del 11 de setiembre. La orden militar con la que impulsó la apertura del centro penitenciario autorizaba a los EEUU a detener sin cargos a ciudadanos de todo el mundo. Hoy todavía quedan allí 39 personas encarceladas, pero las que han pasado por Guantanamo durante estas dos décadas son 780, de las cuales solo 16 tenían cargo contra ellas.

“Estas detenciones estan ineludiblemente vinculadas a múltiples niveles de ilegalidad por parte del gobierno estadounidense”, denunció en un comunicado Amnistia Internacional a través de su miembro Daphne Eviatar, que enumeró algunas de las agresiones que se cometen habitualmente contra los presos: “traslados secretos, interrogatorios en regimen de incomunicacion, tortura, desaparición forzosa y una absoluta falta de garantias procesales”. 

Todas las personas encarceladas en Guantánamo han sido musulmanas. Los países más representados en este ranking islamófobo son Afganistán, con 219 detenidos, Arabia Saudí, con 134, y Yemen, con 115. Quienes procedían de países europeos, todos juntos, no llegan a la treintena.

El pakistaní Jawad Rabbani cuenta como a la edad de 13 años sintió la necesidad de buscar videos de torturas practicadas contra personas. “Así me hacía a la idea de lo que le estaban haciendo a mi padre”, dice en referencia a Ahmed Rabbani. Lo cuenta el propio Jawad en un artículo publicado en Middle East Eye por el periodista Peter Oborne. Su padre, Ahmed, taxista de profesión, fue detenido por las autoridades pakistaníes en 2002 —siendo Jawad un bebé— antes de ser entregado a la CIA y transferido a la entonces nueva cárcel de Guantánamo. Años después, en 2012, se sabría que Ahmed era inocente y que se le había confundido con un miembro de Al Qaeda, pero hoy en día sigue encerrado en Guantánamo.

El marroquí Abdel Latif Nasser ha sido el último preso en salir, siendo transferido a custodia marroquí el pasado 19 de julio. Su liberación había sido acordada durante los últimos días de la administración Obama, pero Donald Trump cortó el proceso y Latif tuvo que esperar cinco años más para salir de Guantánamo, donde ha pasado 19 años de su vida y donde al menos nueve presos se han suicidado.

Fútbol contra los derechos humanos

Estos días se celebra en Riad, capital de la Arabia Saudí, la Súper Copa de Fútbol española, en la que el Real Madrid, el FC Barcelona, el Atlético de Madrid y el Athletic de Bilbao se disputan el trofeo a miles de kilómetros del estado español. El príncipe y cara visible de la corona saudí, Mohamed bin Salman, ha logrado ofrecer fútbol de primera categoria mundial a sus súbditos por solo 9 euros la entrada después de convencer a la Real Federación Española de Futbol —liderada por Luis Rubiales—, que se embolsará 34 millones de euros cada año hasta 2029. Parecería que el trato satisface a todas las partes, pero lo que sale perdiendo es el respeto por los derechos humanos.

Arabia Saudí ha apostado por el deporte como método para limpiar su imagen en el mundo occidental, ya que también ha hospedado un torneo de fútbol italiano, el Rally Dakar y un Gran Premio de Fórmula 1

Así lo advierten múltiples organizaciones y activistas preocupados ante lo que ven como un ejercicio de blanqueamiento de un régimen opaco, totalitario e irrespetuoso con los derechos de las mujeres. Uno de los grupos que no ha desaprovechado la oportunidad de denunciar los agravios de la corona saudí es Amnistia Internacional, que ha lanzado múltiples comunicados lamentando el papel del reino en los bombardeos contra Yemen —donde se cuentan casi 400.000 víctimas mortales— así como las ejecuciones que se siguen llevando a cabo como método de castigo, algunas de ellas públicas. 

Según la agencia de noticias Reuters, la organización llegó a mandar una carta a los clubes implicados en el torneo “exigiéndoles que cumplieran con sus propios compromisos para con los derechos humanos”: “vuestro club tiene la oportunidad de utilizar el torneo para hacer visibles las preocupaciones entorno a los derechos humanos en Arabia Saudí —decía un extracto de la carta—. Invitamos a vuestro capitán a lucir un brazalete, ya sea durante los partidos o en la zona de prensa”. Según la entidad internacional, ninguno de los clubes respondió a la carta.

Arabia Saudí ha apostado por el deporte como método para limpiar su imagen en el mundo occidental, ya que también ha hospedado un torneo de fútbol italiano, el Rally Dakar y un Gran Premio de Fórmula 1. En esa ocasión, el siete veces campeón mundial, Lewis Hamilton, llevó un arco iris dibujado en su casco para visibilizar la intolerancia que el colectivo LGBTQI+ sufre en el país.

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