Laboral
Xavier Minguez: “Ni la rabia contra la empresa ni el orgullo de éxito de una huelga son solo tuyos”

Xavier Minguez es profesor de psicología social y análisis de resolución de conflictos en la UPV/EHU y ha realizado para el sindicato ELA la investigación ‘Un acercamiento psicosocial a la huelga’.
Xavier Minguez
Xavier Minguez, autor del informe ‘Un acercamiento psicosocial a la huelga’.

“La gente sale muy empoderada de una huelga, pero tiene un desgaste psicosocial”, advierte Xavier Minguez (Roses, 1980). A petición del sindicato ELA, el profesor de psicología social y análisis de resolución de conflictos en la Universidad del País Vasco ha realizado un informe en el que evalúa el impacto psicosocial de la huelga en trabajadores que articularon este instrumento de lucha colectiva. “Podemos prever las condiciones que se vinculan al malestar en una huelga para tratar de manejarlo mejor”, añade. Para ello ha entrevistado a 84 huelguistas que se movilizaron en los conflictos de H&M Iruña, Vulcanizados Zuloaga, Santa Ana, Tubacex, residencias, trabajadoras de la limpieza de Donostia, jardines de Hondarribia, Vicarly, Bizkaibus, el polideportivo de Tolosa, el mantenimiento de la autopista Bidegi y la fábrica Mercedes.

Psicológicamente, ¿cómo se accede, se participa y se vota que sí a convocar una huelga?
La percepción de la acción sindical y la confianza en el sindicato propicia un apoyo. También ayuda la vinculación ideológica. Por ejemplo, las posiciones más de contrapoder y anticapitalistas se vinculan más fácilmente con posiciones de sindicatos de no de concertación. En cuanto a la predisposición a la huelga, la parte objetiva son las condiciones de precariedad, inseguridad y deprivación relativa —el hecho de percibir que tenemos que recibir más de lo que recibimos, en función de lo que aportamos— y es importante la unión entre el grupo de trabajadores y trabajadoras y la capacidad de liderazgo de las delegadas del comité de empresa.

¿Qué estrategias usa la empresa para evitar que el conflicto laboral desemboque en una huelga?
Una de las estrategias clave es el “divide y vencerás” para obstaculizar las formas de identificación colectiva y de construcción de grupo. Un trabajador me explicaba que en su empresa hay 70 trabajadores y están divididos en siete grupos. Cuando hay problemas, decía, “no somos 70 trabajadores, somos siete grupos de diez”. En los periodos de conflictividad laboral esta técnica se visualiza mucho más. El objetivo es acercar a los trabajadores a las posiciones de la empresa, alejándolos de la polarización del conflicto, reforzándoles al máximo para que se sientan parte de la empresa. Otra estrategia es la del hostigamiento, señalamiento, amenaza y acoso a los trabajadores, así como tratar de coptar a delegados sindicales para darles salidas individuales. Es decir, por un lado, dividir a los trabajadores y, por otro, la utilización de formas de violencias psicológicas relacionadas con el acoso. Pueden decirles a los trabajadores que la culpa de la situación es suya porque no han querido negociar, y que suya es la responsabilidad de que familias se quedarán sin sustento, etc. Intentan que la gente se sienta culpable y se eche atrás.

La huelga de Novaltia y de las residencias son ejemplos de éxito que sirven de referente en la memoria colectiva

Euskal Herria es la zona de Europa con el índice más alto de huelgas por persona y concentra el 56% de las convocadas en el Estado. ¿Ayuda psicosocialmente tener algo así como una memoria colectiva de huelgas? 
Eso dicen los trabajadores. En algunos relatos vemos que beben de las experiencias de lucha de finales de los años 70 y de la década de los 80, de toda esa cultura de protesta que se generó durante el franquismo tardío y la reconversión industrial. Hay un poso en los relatos de la gente que habla de su padre, de sus tíos, y no solo lo vincula a la lucha laboral, sino a la lucha social. Y luego está la memoria más presente: la huelga de Novaltia, las huelgas de las residencias de Gipuzkoa, Bizkaia y Araba. Son ejemplos de éxito que sirven de referente.

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Los huelguistas recibirán una indemnización de 9.450 euros por persona para cerrar los juicios abiertos y el sindicato ELA una de 1.345, un euro por cada día de huelga —tres años y ocho meses—.

La dirección del PNV se ha esforzado estos dos últimos años en menoscabar este legado histórico, haciéndole de menos con diversas declaraciones que la prensa ha recogido ampliamente. ¿Es un freno?
Puede que su objetivo sea tratar de frenar, pero no creo que tenga una consecuencia directa. Cuando la gente convoca una huelga, no lo hace por una lucha política de fondo, sino por una lucha política de clases. Es una pelea cercana, apegada a la realidad y la dignidad. Lo otro es la estrategia del PNV de situarse y proyectar en el mundo su lugar económico y político. Y me atrevería a decir que consigue el efecto contrario en el desarrollo de la huelga y la construcción de la polarización, ya que sitúa al PNV, y a veces al PSE, en la otredad. 

Durante las huelgas hay una intensidad emocional muy grande que, según cómo se lleve, puede fortalecer o tener un impacto psicológico

Ya tenemos la huelga en marcha. ¿La huelga indefinida cansa mucho más que ir a trabajar?
El trabajo nos permite estructurar el tiempo, por tanto el cansancio depende de la capacidad de estructurar el tiempo de huelga desde la participación colectiva activa, tanto en sus acciones como en la participación democrática para tomar decisiones, tanto diarias como estratégicas. Y como en el trabajo, la huelga también nos puede proporcionar momentos de disfrute, pero puede tener un impacto psicológico negativo, porque es un momento de ruptura con la vida normal, forzado por una situación dura que provoca una alteración psicosocial en el que la gente manifiesta alteraciones emocionales como la irritabilidad, sintomatología ansioso-depresiva, alteraciones del sueño, alteraciones cognitivas —pensamiento recurrrentes: estoy todo el día pensando en la huelga— y todo lo que tiene que ver con la intensidad emocional, eso que decimos “pasar de reír a llorar”. Durante las huelgas hay una intensidad emocional muy grande que, según cómo se lleve, puede fortalecer o tener un impacto psicológico, pero no hay una relación mecánica para saber qué dirección puede tomar. En una huelga se generan relaciones de identificación colectiva muy fuertes, con vínculos muy potentes, que implican un desarrollo personal y de empoderamiento.

¿Hay formas para evitar el impacto negativo?
Hay formas que pueden manejarlo. El malestar lo tenemos que llevar en la mochila. Podemos prever las condiciones que se vinculan a él para tratar de manejarlas mejor. Hemos identificado que lo que más duele es la actitud de la empresa cuando dice que van a negociar, a la siguiente semana dice lo contrario y luego pasan dos meses sin contestar. Sabemos que ese malestar se puede canalizar mejor con la participación activa en las decisiones y acciones. No podemos evitar el impacto psicológico negativo en una huelga, pero podemos hacer como el judo: utilizar la fuerza que viene contra mí para generar estrategias que minimicen el impacto el máximo posible.

Sin relaciones personales y políticas es imposible que haya huelga, ahí se construyen las acciones, la participación y la emocionalidad colectiva

Una huelga, ¿cómo forja relaciones?
En casi todos los grupos hay un tránsito de relaciones laborales —de ser compañeros— a forjar relaciones personales y políticas. Ya no nos cruzamos en el vestuario preguntándonos por cosas solo del trabajo, sino que introducimos un qué tal estás, cómo está tu familia. En las huelgas se construyen relaciones íntimas entre pares y de grupo, donde somos capaces de expresar cómo nos sentimos, qué esperanzas albergamos y qué problemas tenemos. En cuanto a las relaciones políticas, los objetivos comunes, el compartir creencias y elaborar una realidad alternativa generan un tránsito en las relaciones elemental y central. Ahí se construye todo.

Sin relaciones personales y políticas, ¿no hay huelga?
Es imposible. En las relaciones se construye todo lo demás: las acciones, la participación, la emocionalidad colectiva. En una huelga, las emociones no son individuales. Ni la rabia contra la empresa, ni el orgullo de conseguir los objetivos son solo tuyos. A lo mejor peco de constructivista, pero es que no somos máquinas de hacer cosas.

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Los sindicatos vascos ELA, LAB, ESK y la central gallega CIG disponen de cajas de resistencia. La Intersindical catalana y la aragonesa Osta la están implementando. CGT y CNT abordarán este año en sus respectivos congresos la necesidad, o no, de activar un fondo solidario estructural.

El impacto económico genera incertidumbre y tensión en casa. ¿Cómo se alivia?
Todos los trabajadores de ELA dicen que, sin la caja de resistencia del sindicato, el alivio es imposible. La caja amortigua la incertidumbre y, la que queda, es manejable. Dicen “estamos cubiertas”. Y en los sectores donde los sueldos son más bajos, la caja es fundamental: siguen cobrando porque más de 100.000 afiliadas pagan su cuota. Es un mecanismo de solidaridad del que igual antes no te das cuenta, pero cuando haces una huelga dices “hostia, esto no cae del cielo”. Es fundamental. Tiene esa doble visión.

Pasan los días de huelga indefinida y aparece el desgaste emocional. ¿Qué hacemos?
La gente entrevistada dice que el malestar se gestiona colectivamente desde las relaciones personales, desde el apoyo mutuo y la solidaridad. También hablan mucho de la importancia de las familias, consideran que sin su apoyo es imposible seguir adelante. Por parte del sindicato, los enlaces también son fundamentales, remarcan que siempre están disponibles para lo que necesitan. Algunos enlaces tienen más recursos emocionales y otros menos, pero lo esencial es el apoyo entre las compañeras y las familias. 

No podemos evitar el impacto psicológico negativo de una huelga pero, como en el judo, podemos minimizarlo

¿Cómo cambias, si has ganado una huelga?
La sensación es que la gente sale muy empoderada, pero tiene un desgaste. Hay distintas situaciones. Si te pasas seis días de huelga, la normalidad está relativamente cerca, pero si pasas 200 días, esa recuperación no es sencilla. De la reentrada depende bastante la recuperación: si es en grupo con tus compañeras, entras fuerte y la recuperación colectiva es más sencilla. Pero hay una parte de la reentrada que no es colectiva. Imagina que trabajas en el área de administración de una empresa en la que la mayoría de administrativos no ha secundado la huelga y tú has estado semanas peleando contra ellos. Esa gente lo pasa peor, hay más insatisfacción laboral y desgaste psicológico.

¿Y si no has conseguido a lo que aspirabas?
La derrota es dura, pero no hemos estudiado cómo afecta porque todos los grupos de huelguistas han logrado un acuerdo satisfactorio. 

informe_psicosocial by Gessamí Forner

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Hodei Alcantara
Hodei Alcantara
2/5/2024 15:39

Buenísima entrevista, dándonos herramientas psico-socialiles para saber cómo gestionar el impacto emocional de una huelga.
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